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domingo, 24 de julio de 2016

El caballo de Troya del «neo-evangelio “integral”»

 Por J.A. Torres Q.


“Evangelio integral”, “evangelio social”, “compromiso social”, “conciencia social”. “justicia social”, “evangelio cultural, y transcultural”, “mandato cultural”, incluso, “responsabilidad por el planeta y la ecología” (CLADE IV [Congreso Latinoamericano de evangelización]). ¿De dónde surge todo este énfasis “social” que quiere posicionarse en el evangelicalismo latinoamericano? Uno podría pensar que estos énfasis son inocuos, sin embargo, sus proponentes no ocultan sus intenciones de fondo, hacer consciente a la iglesia evangélica (que duerme, supuestamente) del “evangelio integral” (Padilla), y aun más, —audazmente— “reformular los aspectos típicos del pensamiento evangélico en Latinoamérica”, esto, para: “…la trasformación del mundo a partir del “evangelio integral” de Jesucristo” (Padilla).

¿Cómo se puede concientizar a la iglesia Latinoamérica de la necesidad de adoptar este “evangelio integral”, y de hecho, como se está llevando a cabo? Como siempre se ha hecho, con un mensaje para las masas siempre emocionales a través de plenarias con éste énfasis (por ej. D. Miller “Transformando culturas”) y con otro mensaje para los pensantes que justamente tienen inclinaciones filantrópicas-socialistas de la fe. Ahora, todos estos teólogos, (y otros más) no sólo nos presentan estos términos con clara intención persuasiva, con ello vienen a proponer sin mayores formalismos, imperativos “nuevos” para la iglesia como verdades abandonadas por ella. No se trata —por supuesto— de haber dejado de salir en la noche a darles una taza de café a los indigentes, las acusaciones, son más profundas por el supuesto abandono del compromiso político-social al que “supuestamente” nos debemos para cambiar el mundo.

 En cierto sentido, pareciera que esto es algo novedoso, sin embargo, y como escribiera Salomón, no hay nada nuevo bajo el sol (Eclesiastés  1:9). Todo pensamiento ideológico ha sido cíclico, desaparece y reaparece en algún momento particular de la historia, por cierto, con nuevos envoltorios más atractivos para la generación de turno, y por supuesto, con aura mesiánica teológica como pretenden todos estos teólogos que, en diferentes grados de relación y compromiso, han derivado simplemente de dos fuentes espóricas puntuales, primero,  a través la “Teología de la Liberación”, desarrollada también en el catolicismo (Vaticano II) y quizás antes, con raíces concretas en la “Teología Liberal” alemana (Barth, Moltmann, Ritschl, Harnack) impulsadas por una hermenéutica amilenial socializada, aun, marxista como es el caso no sólo del teólogo alemán  Karl Barth (1886-1968), sino también  a través del teólogo argentino José Míguez Bonino (1924-2012), uno de los punta de lanza de fondo de todo este resurgimiento en la versión latinoamericana “evangélica”.

Todas esta ideas que fueron promovidas masivamente en versiones mucho más digeribles para la  masa evangelical, desde incluso, el congreso de evangelización realizado por Billy Graham en Lausana 1974, en cuya instancia  John Stott propuso la urgencia del evangelio y sus implicancias sociales, énfasis desarrollado de manera concreta en Lausana II (Manila 1989) y III (El Cabo 2010). Pero, ¿acaso todo esto no es también una conclusión derivada de una interpretación escatológica puntual? Por supuesto, esta es una de las patas de la mesa de toda esta propuesta avasallante, y, aunque algunos de estos autores no lo mencionan porque creen su interpretación escatológica de estos énfasis es una conclusión obvia del ser “sal” y “luz” de la tierra, dan por sentado, que estamos viviendo aquí y ahora, el reino de Dios (amilenarismo). No es casual observar títulos como:

“La iglesia como agente de transformación” (Padilla & Yamamori)
 “Discipulando a las naciones” (Darrow  Miller).
 “Reformulación de la justicia social” (Darrow  Miller).
 “Las buenas nuevas de la creación” (Juan Stam)

Y de hecho, el propio Juan Stam escribe: “Dime cómo es tu escatología y te diré cómo comprendes la misión de la iglesia” (Stam 2003:72 “Las buenas nuevas de la creación”), por supuesto, Stam supone su mirada escatológica amilenial (también socializada) es la escritural, —según el mismo[1]— inculcada también por teólogos concretamente liberales, como Søren Kierkegaard (1813-1855), Karl Barth (1886-1968), Emil Brunner (1889-1966), Paul Tillich (1886-1965) y Rudolf Bultmann (1884-1976), a los que añade, René Padilla y José Míguez-Bonino (1924-2012).

Ahora, una de las cuestiones que amerita un análisis de parte de cualquier epískopo (pastor) de cualquier iglesia bíblica frente a estos “nuevos” y mesiánicos énfasis, o concretamente “complementos” al evangelio, es que éste conglomerado trae consigo también, a lo menos, tres cosas suspicaces. Primero, un abierto ataque al rapto premilenial. Segundo, un ecumenismo sutil y amigable como lo expresa el propio Padilla, quien también es parte del norte estratégico de ediciones Kairós. Y tercero, un claro relajo doctrinal, en pro de la acción social.





Bibliografía

CLADE IV 2002. Sociedad de consumo y mayordomía de la creación, el testimonio evangélico hacia el tercer milenio: Palabra, Espíritu y Misión. Expositores: Fernando Bullón,  Juliana Morillo y Sergio Membreño. Buenos Aires, Argentina: Kairós.
Padilla, René 2009. ¿Qué es misión integral? Buenos Aires, Argentina: Kairos.
Stam, Juan 2003. Las buenas nuevas de la creación. Buenos Aires, Argentina: Kairos.
Zaldívar, Raúl 2006. Teología Sistemática, desde una perspectiva latinoamericana. Viladecavalls, Barcelona: Clie.



[1] http://protestantedigital.com/magacin/14253/Juan_Stam_Leamos_el_Apocalipsis_en_clave_pastoralis_en_clave_pastoral

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