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sábado, 28 de diciembre de 2019

Lucas 2:14 ¿La buena voluntad de Dios, o la de los hombres?




Por J.A. Torres Q.

Lucas 2:14 no solo revela un matiz del debate teológico que se dio con la Reforma y la contrarreforma (católica); así, en versiones mayormente católicas (latinas, Vulgata et al.) como paradójicamente también algunas protestantes (cf. A.T. Robertson, Plummer) traducen este versículo poniendo el énfasis en que la paz es dada a los hombres que tienen “buena voluntad”, lo cual en la intención —por lo menos católica— no solo subraya el  énfasis propio y sinergista de la antropología  doctrinal católica, sino también, la perspectiva  positivista de una justificación por obras[1], lo cual se deriva directamente de la doctrina católica semipelagianista[2] que ve al hombre con capacidad para abrir por sí mismo el corazón a Dios. Salvador  Carrillo Alday —teólogo católico— comentando este versículo deja ver  no solo la idea de la “buena voluntad de los hombres”, sino también, el positivismo semipelagianista del mismo: “…los hombres –la humanidad entera– son invitados a abrir el corazón a la gracia de Dios” (Alday 2009:80).  

¿Dónde y cuándo surgió este énfasis antropológico en el texto? De acuerdo a Bonnet y Schroeder, este énfasis se popularizó en Francia debido a la Vulgata de Jerónimo, traducción que popularizó la tendencia —dicen ellos—  pelagianista del catolicismo (BonnetSchroeder 1970I:493), esto es: que el hombre tiene libre albedrío y por sí mismo puede responder al llamado evangelical; como lo expresara en su momento  el teólogo católico escolástico Juan Casiano, uno de los padres del semipelagianismo:   

“Tan pronto como Él [Dios] descubre en nosotros el comienzo de una buena voluntad, la ilumina y alienta e incita hacia a la salvación, haciendo crecer lo que Él mismo plantó, o lo que ha visto surgir por nuestro propio esfuerzo.” (Casiano en González 2010:357).

François Bovon (1938-2013) —teólogo protestante— confirma también, el génesis de interpretación antropológica católica: “A partir de la traducción latina poco clara hominibus bonae voluntatis [hombres de buena voluntad] y debido a la moralización creciente de la fe cristiana en la antigüedad tardía, se le ha dado a la palabra una interpretación antropológica y por consiguiente sinergética: la paz de Dios estaría destinada a los hombres de buena voluntad.” (Bovon 1995I:187). Algunos ejemplos de traducciones con este énfasis son:  

T. Amat “Gloria a Dios en lo más alto de los cielos, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.”
PDT «¡Alaben a Dios en los cielos! ¡Que haya paz en la tierra para la gente que agrada a Dios
RVA-2015[3] —¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres de buena voluntad!

Otras sugieren una especie de sugerencia al hombre, como insinuando que en vista que el niño Jesús ha nacido, entonces, que el hombre por favor, tenga buena voluntad.

JBS[4] “Gloria en las alturas a Dios, y en la tierra paz, y en el hombre buena voluntad.”

Otras, tratando de proponer una antítesis a las interpretaciones anteriores, ponen el énfasis en “algunos” hombres, esto es, en aquellos que “gozan del favor de Dios” por la manera en que se infiere, responden positivamente a Él, lo cual por supuesto, no es contrario al llamado del NT (Jn. 3:36), pero tampoco, es el sentido original del texto. Así:

DHH «¡Gloria a Dios en las alturas! ¡Paz en la tierra entre los hombres que gozan de su favor!»
NVI «Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad».
BLPH — ¡Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres que gozan de su favor!
RVC «¡Gloria a Dios en las alturas! ¡Paz en la tierra a todos los que gozan de su favor!»
JER  «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace.»
LBLA «Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes Él se complace.»

Nuestra versión más común por su parte traduce: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lc.  2:14 RV60).

¿Cuál es la lectura correcta? Aunque ambos términos (eudokía ↔ eudokias) devienen de la idea de “buen parecer” (eu, algo bueno; dokeo, parecer), y de allí, complacencia, beneplácito y “buena voluntad”; esta última, es la traducción más precisa en Lucas, donde el contexto además, claramente subraya la “buena voluntad” divina. Ahora, y teniendo en cuenta lo anterior, lo primero que se debe señalar es que no se trata simplemente de un deseo como JBS traduce (“…y en el hombre buena voluntad.”), tampoco, de la idea exclusivista que expresa NVI o BLPH[5] (“a los que gozan de su buena voluntad”) que es mayormente una predilección católica (cf. Josef Smith[6]; Miguel A. Fuentes[7]; Salvador C. Alday[8]; Carrol Stuhlmueller) pero en algunos casos también, protestante; cabe señalar que esta alternativa es más bien interpretativa, pues, por ejemplo, “a los que gozanNVI o, “y en la tierra paz entre los hombres de su elecciónBTX claramente son traducciones auxiliares que proponen una idea (“gozan”, “elección”) que no aparece en el texto griego.

     Sin embargo, el tema no es sencillo porque existe una variante en el texto griego (eudokía ↔ eudokías) que determina la posibilidad de que pudiera referirse a la “buena voluntad” de los hombres (eudokías)  que por ello, estarían consiguiendo Su agrado, o también, la “buena voluntad” de  Dios (eudokía) para con “todos” los hombres. Así, si el término con que se traduce “buena voluntad” es genitivo[9] (εὐδοκίας [eudokías]) entonces la traducción debería ser algo como:

   Δόξα   ἐν  ὑψίστοις   θεῷ,  καὶ  ἐπὶ  γῆς           εἰρήνη    ἐν   ἀνθρώποις       εὐδοκίας. 
  Gloria  a Dios en las alturas,    y   sobre  la tierra    paz     en  los hombres  de buena voluntad

Esta lectura es la preferida por quienes “por un lado” prefieren los textos alejandrinos que  exhiben el genitivo εὐδοκίας (eudokías).   

Ahora, si el término con que se traduce “buena voluntad” fuese nominativo εὐδοκία (eudokía) como se observa en la mayoría de los manuscritos bizantinos[10] (Byz), el énfasis se dirige a subrayar un atributo de Dios, entonces, la traducción sugeriría en  los tres hemistiquios que compone el versículo, lo siguiente: 

  Δόξα      ἐν  ὑψίστοις   θεῷ, 
Gloria    a Dios  en  las alturas,  

καὶ       ἐπὶ  γῆς           εἰρήνη    
  y      sobre  la tierra          paz   

 ἐν     ἀνθρώποις            εὐδοκία. 
 en      los hombres       buena voluntad [de parte de Dios]
[para con]

En este sentido la idea literal es bien traducida por: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lc. 2:14 RV60 cf. [RV1977[11]; 1995[12]]).

Conclusiones

Respuesta directa y concisa

Primero, la “mejor” traducción de acuerdo al nominativo (eudokía) y al contexto es sin duda: “…y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lc. 2:14). Pues, la “buena voluntad” para con los hombres, tiene que ver en su totalidad contextual con la perspectiva de las bendiciones  mesiánicas que Dios ha provisto para los hombres que los involucrados directos entienden es para su nación[13], pero también, para toda clase de persona (cf. Simeón 2:28-32 “todos los pueblos”), cuestión que se subraya no solo por medio del canto angelical, sino también por uno de los ministerios de los ángeles, el servicio de Dios y el anuncio de Sus maravillas como señala el autor de hebreos, quien señala que estos han sido  enviados también, para el servicio a los que van a heredar la salvación (Heb. 1:14).Por lo anterior entonces, es teológicamente mucho más coherente la idea de “…y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lc. 2:14) pues los hombres en cuanto a la salvación, no tienen por sí mismo una buena voluntad, por el contrario, son esclavos hasta que Dios viene en rescate monergista a liberar dicha “voluntad” (cf. Jn. 8:30-36; Efe. 2:1s; 2 Tim. 2:24-26; 2 Cor. 4:1-7). 

En otras palabras, el énfasis de todo el evento navideño soteriológico es la adoración de Dios y Su Hijo, no el hombre o los hombres que en realidad desde el punto de vista de Dios, no tienen una “buena voluntad” para con Él o Su auto revelación en quien es la imagen del Dios invisible: el Señor Jesucristo (cf. Sal.14/53; Rom. 1:18ss; Jn. 1:18; Fil. 2:6). No debemos olvidar que: “En el mundo estaba,  y el mundo por él fue hecho;  pero el mundo no le conoció.” (Jn. 1:10), aun más, a lo suyo vino, pero los suyos no lo aceptaron (Jn. 1:11).  

No se trata entonces, de la “buena voluntad” de los hombres, lo cual acentúa no solo una clase de sinergismo soteriológico: ¡Ya! Dios has hecho casi todo, ahora, nosotros trataremos de hacer nuestra parte respondiendo de buena voluntad. Por el contrario, y como bien señala A.T. Robertson, al venir la Luz al mundo  los hombres más que acercarse a él,  hicieron lo opuesto precipitándose a sus madrigueras (Robertson 2003:208). Se trata entonces de la paz de Dios y de Su “buena voluntad” para con los hombres, incluyendo a los gentiles en Su intención (cf. Lc. 2:30-32). Notable es aquí el comentario de MacDonald, quien señala:

«!Gloria a Dios en lo más alto! … La gloria es para Dios y  para Él solo, pues “la salvación es de Jehová” (Jon. 2:9), pero el beneficio es para los hombres: “y sobre las tierra, paz; buena voluntad para con los hombres”. No, como traducen Algunas versiones, “para los hombres de buena voluntad”, porque Dios no habría encontrado ninguno de esta clase (v. Ro. 3:9-39).» (MacDonald 2004:1267).

Segundo, la  “buena voluntad” de Dios para con los hombres es en la perspectiva escatológica de Dios el cumplimiento “del año de la buena voluntad”, pero a la vez, la antesala del día de venganza de Dios y la restauración de Su pueblo, Israel (vs. 4).  Curiosamente, ninguno de los consultados alude a este hecho evidente en la escatología del hecho navideño, que deja ver que la Palabra de Dios se está cumpliendo de manera literal.    

 “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí,  porque me ungió Jehová;  me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos,  a vendar a los quebrantados de corazón,  a publicar libertad a los cautivos,  y a los presos apertura de la cárcel;  a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová,  y el día de venganza del Dios nuestro;  a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza,  óleo de gozo en lugar de luto,  manto de alegría en lugar del espíritu angustiado;  y serán llamados árboles de justicia,  plantío de Jehová,  para gloria suya. Reedificarán las ruinas antiguas,  y levantarán los asolamientos primeros,  y restaurarán las ciudades arruinadas,  los escombros de muchas generaciones.” (Isa. 61:1-4).

Y esto hay que añadir. La escatología suele concebirse como la esfera de lo porvenir. Lo que está en el futuro. Sin embargo, erramos si solo nos quedamos con este concepto. Primero, la escatología no es lo que los teólogos piensan del futuro, sino, lo que Dios ha decretado sucederá. En consecuencia, la escatología divina es una cuestión del pasado porque Dios ve el futuro (que se nos revela en las Escrituras) como hechos realizados como se expresa en el Salmos 2:6, donde se nos dice que Dios ya ha puesto[14] su Rey [Cristo] en Sión. 

Debemos decir entonces, que el evento navideño, la natividad del  Rey de Reyes (Apo. 19:16) es un evento escatológico en el sentido que Isaías 42:9 nos muestra como Dios anuncia el futuro de acuerdo a realidades literales cumplidas, no a realidades espiritualizadas: “He aquí se cumplieron las cosas primeras, y yo anuncio cosas nuevas; antes que salgan a la luz, yo las haré notorias”,  nótese, dice Dios: las haré notorias (אַשְׁמִ֥יע[15] [ἐδηλώθη[16]]), no invisibles. Las haré notorias, no alegóricas, en contra posición a la tesis reformada que paradójicamente ve el evento navideño de manera literal (Isa. 9:6), pero que de manera bipolar señala que el reino de este niño  tal cual Isaías lo expone en Isa. 9:7, es hoy solo espiritual, esto es, invisible[17] (entre las dos venidas)[18] tesis insostenible de acuerdo a la perspectiva escatológica divina escritural que ya   se manifestó en el niño de Belén de manera gloriosa, manifiesta y por sobre todo literal y que no culmina o se cumple solo en nuestros corazones y en la manera que demostramos objetivamente ser súbditos de nuestro Señor hoy (Mt. 6:33), sino, de la misma manera que tales profecías se han cumplido: literalmente, y en la tierra, como Juan en concordancia a Isaías 61:4-7; 65:17-25 lo expone claramente diciendo:  y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes,  y reinaremos sobre la tierra.” (Apo. 5:10).  

Respuesta larga y técnica

Primero, el genitivo εὐδοκίας (eudokías) aparece mayormente en la LXX como una traducción de רָצ֥וֹן   (ratson) (cf. Sal. 5:13; 68:14; 144:16) todas, como una alusión a la “buena voluntad” de Dios; y solo una vez, en el NT (Fil. 2:13) también, a la “buena voluntad” de Dios.   porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.”

Por otro lado, el nominativo εὐδοκία (eudokía) —cuatro veces en el NT— aparece en Lucas, como  la eudokía (buena voluntad) de Dios (10:21). Mateo también lo subraya como un nominativo divino  diciendo: “Sí, Padre, porque así te agradó.” (Mat 11:26). En Efesios 1:5,9 εὐδοκία (eudokía)  se usa de manera clarísima para expresar la libre voluntad y decreto de Dios. Así, κατὰ τὴν εὐδοκίαν→ “según Su buena voluntad” de acuerdo a  τοῦ θελήματος αὐτοῦ→ “a la determinación de Él [Dios]” (Efe. 1:5b). Bien concluye —en nuestra opinión— Mahoney quien después de hacer el análisis del término con respecto a Lucas 2:14 capitula: “Por tanto, el mensaje angélico es la proclamación del don de la paz de Dios a los hombres del beneplácito divino (Mahoney 2005:1656)[19].

 Por su parte, G. Schrenk resume la idea de este término de la siguiente manera:   

εὐδοκία [eudokía] en Pablo. En el NT sólo hay dos referencias a la voluntad humana. En Romanos 10:1 la voluntad del corazón se convierte en petición a Dios. En Filipenses 1:15 la idea es la de la buena voluntad, dirigida hacia Pablo pero, por implicación, también hacia su misión. Las demás referencias en Pablo son todas al beneplácito de Dios o su plan. Es solamente posible, pero poco probable, que en 2 Tesalonicenses 1:11 esté en juego la buena resolución humana. En Efesios 1:5, 9, 11, donde θέλημα [thélema], πρόθεσις [próthesis] y βουλή [bulé] acompañan a εὐδοκία, el término destaca el elemento de libre beneplácito en el plan divino.” (Schrenk 2002:215s)

Segundo, debemos también subrayar que εὐδοκία [eudokía] —como se ha señalado— tiene una relación semántica con el término hebreo רָצוֹן (ratson) y ratzon,   se usa unas 56 veces en el AT  denotando más que nada, la buena voluntad divina (Sal. 40:8) el favor de Dios (Sal. 5:12, etc.) y así, sus bendiciones (Dt. 32:33). Por otro lado, εὐδοκία figura sólo ocho veces en la LXX con el mismo sentido del “favor” y “beneplácito” divino. Agrega Schrenk como dato adicional, que  además es propio en la literatura rabínica para referirse al favor de Dios y su buena voluntad (Schrenk 2002:215s; Mahoney 2005:1656)

Tercero, y, aunque el genitivo eudokias ([“la buena voluntad de los hombres”]) sigue la tradición textual más antigua[20] y preferida ([A]),  εὐδοκία  ([“la buena voluntad de Dios”]) tiene un apoyo mayoritario[21] no solo en lecturas bizantinas (Byz), sino también, en varios “padres de la iglesia”[22], y aún, en algunas lecturas alejandrinas como ℵ2 (IV sinaítico), B2 (IV vaticano) Ξ (VI) L (VIII) Ξ Δ (IX) Θ (IX)  Ψ (IX-X)  lo cual sugiere que —independiente a la notación de la tradición de la crítica textual de la USB5[23] que le asigna [A]—  εὐδοκία (eudokía) no solo es mejor —creemos— desde el punto de vista teológico, sino también, textualmente. De hecho, el aparato crítico de Nestlé Aland en su edición 28, ignora el genitivo (eudokias) en su aparato.

Cuarto, aun el erudito teólogo católico Joseph Fizmyer (1920-2016) sigue curiosamente la tradición bizantina aquí (aunque prefiere la alejandrina como es común) y, aparte de la clara tendencia histórica católica romana que se inclina por “la buena voluntad de los hombres”,  y, aunque creemos falla en su última frase, no deja de ser preciso —en nuestra opinión—  lo que él concluye:

«Todas estas razones son suficientemente satisfactorias como para afirmar que eudokia, [menciona el nominativo] en el cántico de los mensajeros, no se refiere a la “buena voluntad” que manifiesta el hombre con respecto a sus semejantes… ni a la “buena voluntad” como disposición interna que provoca en el hombre una apertura a recibir la paz… ni siquiera a una “buena voluntad” concebida cualitativamente como el prestigio del que gozan algunos entre los demás (como en la versión de Taciano y en la Peshitta…). La eudokia de Lc 2,14 se refiere a la “complacencia” de Dios, y la locución anthropoi eudokias quiere decir: “los hombres que Dios ama», los depositarios de su favor, de su predilección.”» (Fitzmyer 1987II:229).

Quinto, el nominativo eudukía, concuerda con los otros dos nominativos anteriores (gloria y paz) del versículo, lo cual deja ver que hay una consonancia en subrayar aspectos y virtudes divinas a través del himno celestial de los ángeles que ven en el acontecimiento “navideño”, las “buenas nuevas” (2:10) para todo el pueblo (1:68). Dicho en otras palabras, se enfatiza con esto la nueva-vieja voluntad de Dios para con los hombres, en el sentido “racial” holístico, esto es, para todos los hombres, o sea: para cada clase de persona. En palabras de Pablo, no solo al judío, sino también al griego y así (Rom. 9:24s). Bien concluye Millos aquí,  sugiriendo la siguiente idea: “Buena voluntad de Dios para los hombres en la tierra” (Millos 2019:311).
                                                                                  
Sexto, la  “buena voluntad” de Dios para con los hombres —como ya aludimos—  es en la perspectiva escatológica de las Escrituras, el cumplimiento “del año de la buena voluntad” de Dios que profetizó Isaías y que de hecho, Lucas menciona en 4:17-21, donde el mismo Señor señala entre muchas cosas que él, aquel día, estaba cumpliendo literalmente el “año agradable del Señor” que predijo Isaías como el “año de la buena voluntad” de Dios. Literalmente, la correspondencia escritural testamentaria de este hecho, es claramente la confirmación del inicio escatológico del plan escatológico final de Dios que espera aun, “…el día de venganza del  Dios nuestro” (Isa. 61:2b).

לַֽיהוָ֔ה
שְׁנַת־רָצוֹן֙
לִקְרֹ֤א
(Isa 61:2)

de YHVH
año [de la] buena voluntad
para proclamar





δεκτόν
ἐνιαυτὸν κυρίου
κηρύξαι
(Lc. 4:19)
favorable
el año del Señor
para proclamar

  
Séptimo y último, como se observa en el Isaías y se subraya en Lucas, se trata de un “año” (שְׁנַת) de “buena voluntad”, que se proclama en voz alta, en contra posición a un “día” (וְי֥וֹם) de venganza de YHVH  que irrevocablemente  le sigue (Isa. 61:2b) (Delitzsch & Keil   2016:827s). Por supuesto, no se trata de un año y un día convencional, sino,  del tiempo actual en que aun los hombres tienen a disposición la misericordia divina a través de Su Hijo, antes que el día de juicios divinos del día, —que no es otro que el  día de YHVH (Isa. 34:8; Sof. 1:14-18)— comience dando paso al reino esperado del Mesías. El reino literal en la tierra como el mismo Isaías profetiza en el mismo capítulo (Isa. 61:1-7), en concatenación al día de venganza de Dios.

Dicho en otras palabras, el nacimiento del Señor, aparte de todos los aspectos relacionados a nuestra salvación, es la confirmación de que Dios cumple Su Palabra y que, de la misma manera que la cumplió enviando a Su Hijo para que en el contexto “del año de la buena voluntad” de Él  fuésemos objetos de su gracia bajo el glorioso plan soteriológico del evangelio que ideó en la eternidad para nuestro bien eterno (Rom. 1:1; Efe. 1:4ss), así, lo que sigue de este evento glorioso acaecido en un rustico establo de Belén, es simplemente el comienzo del final escatológico de lo que Dios ha determinado también con este niño, a quien determinó darle el trono de David para siempre (2 Sam. 7; Isa. 9:7), un reino terrenal donde veremos Su gloria de manera literal,  bajo un reino de Justicia perdurable (Dan. 9:24) en el que él, y solamente él (Sal. 2; 110; Miq. 4:1-8; Isa. 2:1-4; Apo. 19:1-16) será el centro de dicho régimen glorioso del que seremos corregentes con él  (Apo. 5:9-10; 1 Cor. 6:13). No es casual que Gabriel no solo “determinara” por prescripción divina el nombre del niño acentuando con ello su ministerio preliminar, sino también, expresando claramente la perspectiva final de ese glorioso niño nacido en Belén:    Este será grande,  y será llamado Hijo del Altísimo;  y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre,  y su reino no tendrá fin.” (Lc. 1:32-32).  









Bibliografía

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Carrol, Stuhlmueller 1972. Evangelio San Lucas, en Comentario San Jerónimo, Tomo III. Madrid, España: Ediciones Cristiandad.
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Robertson, A.T. 2003.Al texto Griego del Nuevo Testamento; 6 Tomos en uno. Viladecavalls (Barcelona) España: Clie.




[1] Señala el profesor Beyer: «Otras versiones católicas (entre católicos) como “para los hombres de buena voluntad” hay que rechazar porque señalan una justificación por obras, lo que no sería compatible con el resto de la enseñanza del NT»  (Beyer 2007:45).
[2] La idea de Pelagio de la libertad humana, no solo admitía autonomía en la moralidad, sino también libertad soteriológica operativa y autónoma —y por cierto—  sin la intervención de Dios en el proceso; esto es, consideraba que el propio hombre se podía salvar a sí mismo. El semipelagianismo subraya la misma idea, pero un poco más moderada, la cual asume un crédito a Dios por su provisión (Gracia), pero al mismo tiempo, asumiendo que es el hombre por su libre albedrío es el que finalmente tiene el control de su propia salvación.
[3] Reina Valera Actualizada (RVA-2015).
[4]  Jubileo Biblia 2000
[5] La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
[6] “…con el nacimiento del Mesías es glorificado Dios en las alturas y ha venido la salvación en la tierra sobre los hombres que son objeto del amor divino […] por esta acción divina, la salvación [es] sobre “los hombres, objeto del amor divino” (Smith 1968:105). Smith (teólogo católico) no señala algo ajeno al sentido teológico, pero sí, es redundante en señalar que la salvación es sobre los hombres que son objetos de Su amor, pues, en efecto, es sobre los hombres que este amor es derramado, sin embargo, no se trata de “ciertos” hombres,  sino de “todos” los hombres como “raza”, ese es el sentido.
[7] Miguel A. Fuentes (teólogo  católico) traduce: “…y en la tierra paz a los hombres que Él ama” (Fuentes 2015:49). “Que Él ama” no aparece en el texto griego, y, aunque es cierto que el ama a los hombres (Jn. 3:16), el texto es claro en señalar que a quien tiene  en  mente Lucas, es al “pueblo” (2:10) que los ángeles bajo la dirección coral de Dios interpretan inclusivamente, así, salvación para todos los hombres. Por supuesto, esto no es un indicativo de universalismo, sino, de distinción como es propio en el NT  cuando se refiere a “todos” (Rom. 11:30-32).
[8] Señala Alday  traduce “a los hombres del beneplácito divino o de buena voluntad” y añade correctamente que,  no tiene sentido restrictivo, como si la paz fuera solamente para un grupo”, pero añade de manera imprecisa que se trata de “los hombres –la humanidad entera– [quienes] son invitados a abrir el corazón a la gracia de Dios” como si la gracia dependiera de una acción sinergista  (cf. Alday 2009:80).
[9] Dice el teólogo católico, Joseph Fizmyer: «Los manuscritos más importantes [Alejandrinos], aunque poco…  muchas de las versiones antiguas —toda la tradición latina, incluyendo la Vulgata, y la versión gótica— e innumerables citas de los Santos Padres leen en genitivo: eudokias (=  “de [su] complacencia”).» (Fizmyer 1987:229).
[10] Bovon también señala: “Por lo que se refiere a la critica textual, la mayor parte de los manuscritos bizantinos, algunas versiones antiguas y varios Padres de la Iglesia leen («benevolencia entre los hombres»)” (Bovon 1995I:187).    
[11] ¡Gloria a Dios en lo más alto; Y sobre la tierra paz; buena voluntad para con los hombres!
[12] «¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!»
[13] Cf. Gabriel 1:26-33 (nacionalista); María  1:46-56 (nacionalista);  Zacarías 1:67-79 (nacionalista).
[14] El salmo 2 es netamente  mesiánico y vislumbra al Mesías como ya reinando en Sion: “Pero yo he puesto mi rey Sobre Sion, mi santo monte.” El verbo נָסַךְ (nasák) es el qal perfecto, que subraya la realidad, no la expectativa. El hecho ya realizado. Esto es común en la perspectiva profética: ver hechos futuros como hechos realizados.   
[15]  De la raíz  שׁמע  hifil imperfecto singular. Con variados significados dependiendo de su estructura verbal (“nifal” oírse, ser oído Gén. 45:16; “piel”, hacer escuchar 1 Sam. 15:4) pero aquí, tiene  la idea de proclamar, de anunciar, pero subrayando el aspecto verbal de hacer oír su voz, la de Dios. Sin embargo, Isaías  42:9 no solo implica un discurso escatológico cumplido, sino también, futuro. De esta manera, lo que dice Dios aquí o lo que él hace oír no solo es eso, “palabras”, sino, determinaciones futuras, por ello el “yo anuncio cosas nuevas”, sigue el patrón de las primeras, las cuales se cumplieron de la misma manera que pasará con las segundas, antes que “salgan a la luz” deben considerarse hechas, porque Dios así lo ha dicho.
[16] La LXX traduce este término con ἐδηλώθη, aoristo pasivo indicativo de δηλόω “hacer claro”, “revelar” (cf. 1 Cor. 3:13; Heb. 9:8; 2 Ped 1:14).
[17] Por ejemplo, R.C. Sproul dice: “La tarea de la iglesia es hacer visible el reino invisible.” (Sproul 2018:1). Y añade: “El acento de la propia predicación de Jesús también está puesto sobre el anuncio del evangelio del reino. Declara que el reino ha venido con poder y que está en medio de su pueblo. En su ascensión, Jesús le ordenó a sus discípulos que fuesen sus testigos en el mundo. Deben testificar el reino de Jesús como el Rey de Reyes. La posición presente de Jesús como Rey cósmico es invisible. El mundo ignora su soberanía o la niega. La tarea de la iglesia es dar testimonio visible de este reino invisible.” (Sproul 2011:1).
[18] La posición amilenarista tradicional no cree en un milenio terrenal futuro. Por el contrario, cree que entre la primera venida de Cristo y la segunda, es que este “milenio” se está llevando a cabo. Esta tesis no solo es la tesis del amilenarismo antiguo agustiniano que siguió Allis y Berkhof, es también, la tesis católica del reino. Por otro lado, la segunda corriente tradicional que plantearon Duesterdieck y Kliefoth y promovido en los EE.UU por Warfield (contraria a la agustiniana)  que el reino es el dominio de Dios sobre los santos que están en el cielo, lo cual justamente, lo convierte en eso: solo en un reino celestial (Pentecost 1989:294)
[19] Bovon, citando a C. H. Dodd, —quien  ha hecho un análisis exhaustivo de este término en el Nuevo Testamento—  observó  que el sentido incluye la decisión divina, señalando: «Esencialmente es un acto de voluntad, no es una expresión de sentimiento », « entonces indicaría, no tanto gratificación o aprobación, sino acción divina, y la acción en cuestión es, característicamente, el acto de gracia predestinante que es el fundamento último de nuestra salvación.» (Dodd en Bovon 1995I:187).    
[20] {A} ἐν ἀνθρώποις εὐδοκίας * A B* D W itd vgww, st copsa Origengr 2/5, lat Cyril-Jerusalem; Gaudentius Jerome4/15 Augustine2/41 (UBS5).
[21] 0233vid ƒ1 ƒ13 28 157 180 205 565 579 597 700 892 1006 1010 1071 1241 1243 1292 1342 1424 1505 Byz [E G H P]
[22] Orígenes (253 d.C.), Eusebio (339 d.C.), Didimus (338 d.C.),  Filo Carpasia (IV), Epifanios (403 d.C.), Severiano (408 d.C.), Juan Crisóstomo (407 d.C.), Marcos-Eremita (430 d.C.), Pablo-Emesa (432 d.C.), Cirilo (444 d.C.), et al. (UBS5/NT Aland-Nestle 28).
[23] Bárbara Aland, Kurt Aland, Johannes Karavidopoulos, Carlo M. Martini, y  Bruce Metzger. Quinta edición del aparato crítico de las Sociedad Bíblicas.