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martes, 24 de marzo de 2020

Como Dios libera a la iglesia de la ira venidera 1 Tes. 1:10



Por J.A. Torres Q.

Introducción

“…y esperar de los cielos a su Hijo,  al cual resucitó de los muertos,  a Jesús,  quien nos libra de la ira venidera.” (1 Tes. 1:10).

Hace unas semanas alguien comentó en mi muro una breve frase referente a una reflexión que aludí acerca del arrebatamiento pretribucional: “No hay ni un solo versículo en la Biblia que diga que la iglesia es arrebatada antes de una tribulación de siete años y que luego de esos siete años vuelve.” Por supuesto, esta respuesta aunque  sincera,  revela la tensión que incluye la incomodidad que supone la perspectiva pretribucional. Sin embargo, tal declaración aunque en algunos casos sincera expresión de desacuerdo, desde el punto de vista del rigor  del debate, solo puede ser clasificada debajo de otra declaración del mismo tenor: “no, yo no soy ni calvinista, ni arminiano, soy bíblico.” Ahora, ¿por qué esta objeción bastante "popular" ya, no es consistente? La respuesta no es difícil. Si siguiéramos la ruta de este “argumento” o más bien, la objeción  aplicándola a otras áreas de la teología, podríamos  decir también que, no hay ni un solo versículo en la Biblia que diga locutivamente (textualmente) que el Espíritu Santo es Dios. Lo cual es “verdad”, de la misma manera que las Escrituras enseñan que él, sí es Dios. Así mismo, no hay ningún versículo que diga textualmente que Cristo es Dios de la misma manera que toda  la  Escritura lo presenta como Dios. Así también, no existe ningún versículo en la Biblia que enseñe de manera textual la Trinidad, sin embargo, también es verdad que todas las Escrituras dejan ver a un Dios trino. ¿Cuál es el error de este silogismo entonces?

En primer lugar, todo estudiante de las Escrituras debe entender que la Biblia define sus doctrinas de manera  particular en concordancia a su propio lenguaje, época e idiosincrasia racional teológica  de sus autores.  Por supuesto, no hay ningún versículo que diga locutivamente (textualmente) por ejemplo: “Jesús es Dios”; sin embargo, hay varios que afirman Su deidad  en declaraciones  tan contundentes como “el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse”, lo cual en el texto griego es aun más explícito  τὸ εἶναι ἶσα θεῷel ser igual a Dios” (Fil. 2:6), igual, no semejante, sino igual. En el fondo, decir que no hay ni un solo versículo en la Biblia que diga que la iglesia es arrebatada antes de una tribulación de siete años y que luego de esos siete años vuelve” es simplemente desconocer los términos hermenéuticos propios en que las Escrituras   presentan sus doctrinas, a veces, textualmente claras, en otras, por medio de diferentes formas de redacción, disquisición teológica  y expresiones particulares.

¿De qué manera entonces se observa el pretribucionalismo en las Escrituras? El camino básico, es el inductivo, esto es, dejando que el texto hable por sí mismo. Así, si el lector honesto deja habla al texto por sí mismo, podrá constatar que las Escrituras distinguen una cuestión básica pero elemental, Pablo escribe: “No hagan tropezar a nadie,  ni a judíos,  ni a gentiles ni a la iglesia de Dios.” (1 Cor. 10:32). Judíos, gentiles y la iglesia, es la distinción que no solo Pablo hace de a quienes los autores se dirigen; todo el AT llega al Nuevo con esta distinción.  Teniendo este elemento en la mesa, un elemento bíblico en todos sus aspectos, el lector podrá comprobar que el “día de la ira” (Sof. 1:18), “la ira venidera” (1 Tes. 1:10), “la gran tribulación” (Mt. 24:21, 29s; Jer. 30:7-8)  es un tiempo de castigo y juicios universales ideado por Dios para Israel (Jer. 30:7s) y las naciones (Jl. 2:1;3:1-2; 9-14), no para la iglesia (1 Tes. 5:1-11). Así, el texto mismo deja ver una perspectiva premilenarista y pretribulacionista a través del consenso general de las Escrituras por medio de una hermenéutica histórica gramático literal. Esta consensualidad va dando a la teología bíblica su contenido, cuerpo doctrinal escatológico al que el NT notablemente se suma. Así,  el estudioso de las Escrituras que no ha sido encandilado por las ideas exógenas al texto en esta área (alegorización/espiritualización) podrá comprobar que sin prejuicios confesionales y aún  “dispensacionales” las doctrinas de las últimas cosas mencionadas por Pablo por ejemplo, en las epístolas a los tesalonicenses  (1 Tes. 1:10; 4:1-18; 5:1-11 con 2 Tes. 1-2) forman parte de todo el corpus  doctrinal escatológico de las Escrituras y, la única manera de reinterpretarlos, es introduciendo ideas totalmente ajenas a lo que ellas enseñan consensualmente rompiendo así, la consensualidad que tienen todos autores bíblicos con respecto justamente, a las doctrinas de las últimas cosas.

Un ejemplo breve es el caso del milenio, ¿cuántas veces se escucha que solo “un” pasaje de las Escrituras habla  de un milenio? A esto añaden,  “en un  libro oscuro”, como si Juan hubiera escrito para oscurecer la verdad escatológica cayendo muchos aún hoy todavía, en una especie de descuartización  de este libro por medio de una interpretación preterista[1] del texto, otros, simbólica[2] (amilenarista) y otros, idealistas[3] de su mensaje,  ignorando el propósito indiscutible de Juan en el libro que es primero, revelar (Apo. 1:1-3, 19) no oscurecer, y segundo,  dar a los creyentes una “profecía inspirada” (Apo. 1:3, 19; 22:18-19) de las cosas venideras reveladas por medio de su característica redacción en el texto en concordancia con toda  la revelación de las Escrituras del asunto venidero.


Ahora bien, ¿qué quiso decir Pablo y su equipo entonces, cuando afirmó que Cristo “nos libra” (de la ira venidera)? ¿Sabían ellos a qué se refirió Pablo con la “ira venidera”? ¿Qué quiso decir Pablo con “nos libra”?  ¿Qué clase de “liberación” tenía  en mente? Los creyentes  de Tesalónica no eran ignorantes sobre los asuntos escatológicos. Puede que en algún sentido fueron confundidos (cf. 2 Tes. 2:1s2), sin embargo, sabían muy bien a qué se refería Pablo con la “ira venidera” y además, que ellos serían librados de tales terribles juicios.   En efecto, ellos conocían muy bien el AT (era su “Biblia”) y a la vez, conocían muy bien el eco de la expresión “día de la ira”; o “ira venidera”, sintagma que les recordaba  las diferentes referencias al día de YHVH, un periodo de juicios de parte de Dios denominado también en el AT  el “día grande de YHVH” (Zac. 1:14), el “grande el día de YHVH y terrible” (Jl. 2:11);  el “día grande de YHVH y espantoso” (Jl. 2:31; 3:4 cf. [Mal. 3:5]), el  “cercano   día grande  de YHVH [el] cercano y muy próximo”  (Sof.  1:14),  el “día de venganza” de Dios (Isa. 61:2 cf. [63:4]),  el “el día del ardor de Su ira” (Isa 13:13  cf. [Sof. 1:18; 2:2; Isa. 13:9, 13]) el que Pablo describió a los romanos, como el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios” (Rom. 2:5). Dicho en otras palabras, Pablo no se estaba refiriendo a la ira divina cataclísmica  histórica (Gén. 6; 19), o la ira exílica   (cf. Eze. 22:13-22; Zac. 1:12) o, a la ira del abandono divino (Rom. 1:18ss), sino, a la ira  venidera escatológica de Dios, periodo del que los creyentes según Pablo serían liberados  por el Señor, a quienes enseñó esperar  “…de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien los *librará de la “ira venidera” (1 Tes. 1:10). 

Esta mismo énfasis se subraya en la primera epístola (5:1ss) cuando Pablo mismo les dijo a los tesalonicenses que ellos no estaban en tinieblas ni tampoco que eran de la noche para que la venida en juicio del “día del Señor”  los sorprenda, por el contrario, añade Pablo, “nosotros” que somos del día tenemos que seguir siendo sobrios habiéndonos vestido de fe y de amor con la “esperanza” de la salvación de aquel tiempo (1 Tes. 5:8), recalcando nuevamente que Dios no “nos” ha puesto para ira escatológica (1 Tes. 1:10), sino para alcanzar “salvación”, esto es, rescate, liberación y seguridad por medio de la venida de nuestro Señor Jesucristo (1 Tes. 5:9). Por ello, si el arrebatamiento y la segunda venida son el mismo día, ¿cuál es la idea de estas clarificaciones tan claras de un rescate de un periodo de juicios que tiene  como culminación la segunda venida del Señor en poder y llama de fuego (1 Tes. 1:6-10)?  Como señalamos, Pablo mismo dice a la iglesia de los tesalonicenses que Dios no nos ha puesto para ira, sino para alcanzar sotería (salvación), esto es,  rescate, liberación y seguridad, entonces: ¿Rescate de qué, liberación de qué, seguridad de qué? A mayoría de los comentaristas está de acuerdo aquí, en que la ira que menciona Pablo es la escatológico (el día de YHVH), por estas razones el apóstol diferencia muy bien en estas epístolas justamente, el día de “la ira venidera” (1 Tes. 1:10), el “día del Señor” (5:2), el día de YHVH de   …y[4] nuestra reunión con él” (2 Tes. 2:1a) una referencia al arrebatamiento, evento que ellos estaban esperando. Esta distinción  que Pablo hace,  además se deja ver en el texto por las transiciones temáticas retóricas que usa en el original  para diferenciar ambos aspectos de la venida del Señor. 


Transición temática

“aquel día” (1 Tes. 1:10) →
“Pero con respecto”  (2 Tes. 2:1s) →
“Nuestra reunión con el” (2 Tes. 2:1s)
El arrebatamiento” (1 Tes. 4:13-18) →
“Pero acerca”  (1 Tes. 5:1) →
“el día de YHVH” (1 Tes. 5:2).

Teniendo lo anterior en cuenta entonces, ¿qué quiso decir Pablo y su equipo entonces, cuando afirmó que Cristo “nos libra” (de la ira venidera)? ¿Sabían ellos a qué se refirió Pablo con “ira venidera”? ¿Qué quiso decir Pablo con la palabra “libra”, por qué la usó en el texto?  ¿Qué clase de “liberación” tenía  en mente con dicha palabra? Aunque  Pablo usa el término fulásso (φυλάσσω) en 2 Tes. 3:2  solo una vez[5] que significa “vigilar”, “custodiar”, “cuidar”, “guardar”[6]  para señalar que Dios los  “…afirmará y guardará→ fulásso del mal”. (2 Tes.  3:3b) prefiere usar rúomai  (ῥύομαι) en 1 de Tesalonicenses 1:10 cuando leemos “…y esperar de los cielos a su Hijo,  al cual resucitó de los muertos,  a Jesús,  quien nos libra de la ira venidera.” (1 Tes. 1:10).

Ahora bien, las siguientes líneas tienen el propósito de explicar por medio de algunos paralelos  del libro de  Daniel (y otras referencias) cuales son las imágenes que las palabras revelan en las Escrituras acerca de este tipo de liberación que Pablo alude en 1 Tes. 1:10  y además,  cómo se usa la palabra rúomai  (ῥύομαι) —y otras más— que el apóstol usó en nuestra cita, una nota de esperanza para la iglesia. La esperanza de ser librada del día de la ira venidera.

La liberación que sugiere rúomai  y otros

En términos generales rúomai  (ῥύομαι) que usa Pablo en 1 Tes. 1:10 significa “salvar”, su sentido predominante es  “rescatar de”, “preservar de”, lo cual subraya  la manera en que el NT subraya uno de los aspectos de la salvación[7]. El significado fundamental, —como señala Schneider— es defender, preservar, es decir, mantener a salvo a los hombres o a las cosas mediante el empleo de la fuerza o también por medios sobrenaturales, en la LXX casi siempre reemplaza a נְצַל[8] netsal  “salvar” por arrebato, —como acción rápida— así, arrebatar un objeto (Deut. 25:11; 1 Sam. 30:8,18) aunque este sentido desaparece en otros casos donde la liberación toma ribetes de perdón, exoneración del juicio divino (Éxo. 12:27), de preservación de la vanidad (1 Sam. 12:21) vuelve a aparecer  el sentido de preservación por medio de acciones divinas como las que las aves usan para “amparar, librar, preservar y salvar a los suyos”, este es el caso de  Isa. 31:5 donde de Dios se dice: Como las aves que vuelan,  así amparará [גָּנַן (cercar, proteger)] Jehová de los ejércitos a Jerusalén,  amparando [גָּנַן (cercar, proteger)],  librando [נָצַל (arrebatar)],  preservando [פָּסַח  (saltar encima)] y salvando [מָלַט [rescatar)].” (cf. Éxo. 19:4; Deut. 32:11; Sal. 37:40; 91:4)[9].

Sofonías 1:18 es una referencia escatológica importante dirigida al Israel rebelde (1:1) como parte de la purificación que Dios hará con ellos (Sof. 1:4s; 2:1-2) y en ellos (Jl. 2:18-19; 3:28-32),  con miras escatológicas de castigo para todos los hombres (Sof. 1:2 14-18; 3:8) en el contexto del día de la ira  (el día YHVH 3:8) donde el profeta dice a Israel y a las naciones:  Ni su plata ni su oro podrá librarlos [נָצַל[10] (arrebatar)],  en el día de la ira de Jehová,  pues toda la tierra será consumida con el fuego de su celo;  porque ciertamente destrucción apresurada hará de todos los habitantes de la tierra.”  Lichtenberger añade que  netsal  (“salvar, arrebatar”) en una serie de pasajes del NT, se halla el trasfondo del sentido (cf. Mt. 27:43 cf. Sal. 21:9LXX; Rom. 11:26 cf. Isa. 59:20; Lc. 1:74 cf. Sal. 96:10; Miq. 4:10 entre otros)[11] pero su énfasis teológico en el NT es exclusivamente divino y subraya los diferentes matices circunstanciales (espacio-temporales)  de cómo Dios salva, rescata y mantiene a salvo a los suyos mediante el empleo de su poder sobrenatural  de la amenaza de todo tipo de peligros, así, del mal en su sentido general (cf. Mt. 6:13; 2 Tim. 4:18),  de los enemigos (Lc. 1:73), de la ley de la carne (Rom. 7:24), del mal satánico escatológico (Rom. 11:26) de los hombres malvados (Rom. 15:31; 2 Tes. 2:3) de las tribulaciones, de las aflicciones y de la muerte (cf. 2 Cor. 1:10; 2 Tim. 3:11; 4:17), del poder de las tinieblas (Col 1:13), del juicio divino circunstancial (2 Ped. 2:7), del juicio del día del juicio (2 Ped. 2:9) y también, del juicio escatológico, como Pablo subraya en 1 Tes. 1:10.

La liberación que sugiere rúomai y otros en Daniel

Ahora bien, ¿de qué manera ilustran las Escrituras los aspectos de estos términos? Teniendo en cuenta los términos aludidos anteriormente, a estos se suman otros, los cuales en términos generales subrayan en conjunto lo que es “salvar”, pero enfatizando levemente diferentes aspectos de ello.

rúomai  (ῥύομαι)
1 Tes. 1:10
“rescatar de”, “preservar de”, mantener a salvo (seguridad)
netsal (נְצַל)
Isa. 31:5
“salvar” por arrebato, como acción rápida
shezab (שְׁזַב)
Dan 3:17
“rescatar”, salvar”, “liberar de daño”
exairéo (ἐξαιρέω)
Dan. 3:15d LXX
salvar “llevando afuera” (del peligro)
sódzo (σῴζω),
Dan. 3:27 LXX
en general, “salvar”, “librar” como viendo todo el evento salutífero
fulásso (φυλάσσω)
2 Tes. 2:3
“vigilar”, “custodiar”, “cuidar”, “guardar”.

Teniendo en cuenta lo anterior, notemos esto brevemente en el caso de Daniel y el caso de Sadrac, Mesac y Abed-nego y Nabucodonosor, y el mismo Daniel, frente a los sátrapas en la regencia de Darío. Leyendo el libro de Daniel notamos que Nabucodonosor con ira y enojo preguntó a Sadrac, Mesac y Abed-nego (3:12-13) “¿y qué dios será aquel que os libre (שְׁזַב[12]ἐξαιρέωLXX) de mis manos?” (Dan. 3:15d) asumiendo que nadie los podría liberar[13] (שְׁזַב [dejar ir]). Por supuesto, Nabucodonosor pensaba en una liberación real.  Ahora, la respuesta de Sadrac, Mesac y Abed-nego al rey revela que ellos no pensaban en una clase de liberación ficticia, por el contrario, tenían en su mente  la noción de una liberación sobrenatural de preservación que subraya el sentido predominante que tiene rúomai  (ῥύομαι)  pues contestaron con plena seguridad y convicción tomando en cuenta “todos” los aspectos de una liberación efectiva y total respondiendo en coro: “He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos [exairéo ἐξαιρέω[14]] del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará [שְׁזַב shezab (ῥύομαι[15] rúomai)]”  (Dan 3:17).

Dicho en otras palabras, estos tres hebreos sabían que Dios podía literalmente sacarlos de aquel lugar, pero aun más, que también  podía preservarlos en el horno mismo, tal cual sucedió. El texto es claro en señalar la ferocidad de aquel horno —calentado siete veces más (3:19)— indicando el texto que quienes los ataron aun siendo fuertes y entre los más vigorosos del ejército del rey (3:20) no soportaron la fuerza del horno ardiendo muriendo en el acto en el momento que  echaron a los hebreos al horno. Este detalle histórico del hecho en el texto no es casual, pues pone de relieve de manera antitética el hecho de que en ese mismo momento, en ese mismo lugar, y bajo las mismas circunstancias, Sadrac,  Mesac y Abed-nego ninguna consecuencia sufrieron sobre sus cuerpos,  ni aun, sobre sus cabellos, recalcando el texto que aun sus ropas estaban intactas y ni siquiera olor de fuego tenían, una cuestión humanamente  imposible.

Esta liberación divina deja ver la imagen  no solo del término exairéo (ἐξαιρέω)  que el texto señala Nabucodonosor había discurrido, sino también, el concepto que comporta el término sódzo (σῴζω salvación plena), cuestión que el texto pone en los labios de Nabucodonosor al final cuando comprendió el aspecto semántico  más increíble de una liberación (σῴζω[16] [salvación/rescate] 3:28), reconociendo así, la superioridad, soberanía y poder del verdadero Dios llegando a reconocer la abismante diferencia entre el otro dios (el de ellos), del Dios de los hebreos añadiendo:  Bendito sea el Dios de ellos,  de Sadrac,  Mesac y Abed-nego,  que envió su ángel y libró [שְׁזַב (shezab)→ σῴζωLXX] a sus siervos que confiaron en él,  y que no cumplieron el edicto del rey,  y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios.” (Dan. 3:27).

Cabe señalar que la última declaración de Nabucodonosor revela  que él comprendió todo el evento salutífero llegando a concluir  que no había otro “dios” que podía librar como éste, el Dios de los hebreos. Esta es la última vez que el texto deja ver el uso del término "librar" por boca de Nabucodonosor, sin embargo, el texto hebreo deja ver que no usó los términos que ya había usado, esta vez y por medio del infinitivo  netsal (נְצַלquiso subrayar que el Dios libra, salva y asegura  de manera total, palabra que la septuaginta tradujo con el aoristo infinito medio de rúomai  (ῥύομαι) que como hemos subrayado arriba, su sentido predominante es el “rescatar de” y así,  “preservar de” manteniendo a salvo a quienes son objetos de su salvación, aun,  mediante el empleo de la fuerza o también por medios sobrenaturales lo cual deriva en una salvación eficaz en todos sus aspectos. El ejemplo de Lot y su liberación del juicio sobre Sodoma y Gomorra es un paralelo del NT que revela la eficacia de este tipo de rescate: “y libró [ῥύομαι] al justo Lot,  abrumado por la nefanda conducta de los malvados” (2 Ped. 2:7).  

Posteriormente a este hecho, en el contexto del reino de Media y Persia (5:30-31; 6:1) Daniel mismo deja ver su experiencia con el Dios que salva y preserva cuando frente a la confabulación de los sátrapas del reino (6:4-9) y a la prohibición de orar, fue procesado por su desacato a tal engaño y condenado al foso de los leones. Aunque Darío entristecido trató de liberar a Daniel (6:14), el edicto engañoso  era irrevocable según las leyes del imperio, de manera que Daniel fue apresado y echado al foso de los leones, lugar que fue clausurado (Dan. 6:16-17). Ahora bien, las nociones de la “liberación” que experimentó Daniel de este castigo son aludidas aquí por Darío, quien estimaba a Daniel y que en primera instancia y frente al edicto irrevocable resignado  manifestó la primera expresión de su deseo de salvación para Daniel cuando le dijo: “El Dios tuyo, a quien tu continuamente sirves, él te libre→ [שְׁזַב (shezab)→ ἐξαιρέω[17] 6:16]”. Y Darío estaba pensando en una liberación y rescate de todo daño, en este caso, físico  (cf. Hec. 7:10, 34; 12:11; 26:17; Gál. 1:4).

 Al día siguiente Darío después de una noche difícil (6:18) y habiéndose levantado muy de mañana, corrió apresuradamente al lugar de los hechos aun con la esperanza de encontrar vivo a Daniel. Así profirió con voz triste las siguientes palabras: “Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien sirves, ¿te ha podido librar→ [שְׁזַב (shezab)→ ἐξαιρέω] de los leones” (6:20). Darío seguía pensando en una liberación y rescate de todo daño físico. Al responder Daniel en el acto y responderle  que el Dios verdadero había enviado a su ángel a cerrarle la boca a los leones (6:22) Darío no solo se alegró en gran manera, sino que acto seguido mandó a apresar a quienes idearon tal confabulación en contra de Daniel ordenando el mismo destino que ellos habían maquinado contra Daniel, sufriendo de manera drástica no  solo ellos el juicio del rey, sino también, sus familias (6:24). Es aquí (6:25-27) que el texto deja ver al igual que en el caso de Nabucodonosor, la impresionante conversión-teológica de Darío cuando este  ordenó y por mandato supremo universal que todos los moradores de la tierra de aquellos días (vs. 23) debían temer y además, temblar ante el Dios de Daniel, dando para ello una razón teológica impresionante que revela que este rey medo-persa comprendió de manera literal en qué consistía el poder libertario de Dios, expresándolo de la siguiente manera:

  “El salva[18] (shezáb) y libra[19] (netsal)    y hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra;  él ha librado[20]  (shezáb) a Daniel del poder de los leones.”  (Dan. 6:27)

        Teniendo en cuenta lo anterior,  y en especial el antecedente histórico de salvación de los cuatro hebreos aludidos, el término rúomai (ῥύομαι) que usa Pablo en  1 Tes. 1:10 resalta de manera admirable, efectiva y sobrenatural de qué manera Dios libra a su iglesia de la “ira venidera” (1 Tes. 1:10), del juicio que comporta “el día de YHVH” (1 Tes. 5:1-11)  y como Pablo les enseña a los tesalonicenses en qué consiste la esperanza  liberadora  deesperar de los cielos a su Hijo,  al cual resucitó de los muertos,  a Jesús”,  quien —añadiéndose él y su equipo retóricamente— “nos” libra de la “ira venidera”, “del juicio” (RV95), “del castigo” (NVI) que viene[21], del “terrible castigo” (DHH) que es la esperanza de los cristianos  quienes efectivamente  esperan al Hijo de Dios para salvación y rescate  (1 Tes. 1:3; 2:19; 3:13; 5:9-11)],  


¿De qué forma será entonces esta liberación escatológica que Pablo menciona en 1 Tes. 1:10 cuando enseña a los creyentes  a esperar de los cielos a su Hijo,  al cual resucitó de los muertos,  a Jesús,  quien nos libra de la ira venidera? Las imágenes anteriores dejan ver de manera vívida y gráfica la forma en que Dios preserva a los suyos, lo hizo también con Noé preservándolo del juicio universal (Gén. 7:5-9), lo hizo con Lot sacándolo del fuego divino (Gén. 19:29; 2 Ped. 2:7 [rúomai]) lo hizo con José preservándolo del mal de sus hermanos y de la muerte (Gén. 37:18→26; 39:20ss). Y, aunque los creyentes siempre han sufrido toda clase de tribulación, y en algunos casos también la muerte (cf. Heb. 11), Dios ha prometido librarlos del mal escatológico,  preservándolos de la ira venidera, lo cual rúomai describe con precisión es una extracción o exfil militar, un proceso de resguardo (rescate) y preservación en el que los rescatados son reubicados fugazmente fuera del ambiente hostil llevados a otra área de plena seguridad. Tal cual Pablo enseñó a los tesalonicenses es el arrebatamiento. Guardando los límites de la comparación, esto es lo que Juan por sinécdoque[22] retórica señala de Sardis (la iglesia)  señalando que ella será librada “de la hora de la prueba” que vendrá sobre “todos” los que moran en la tierra.

Como se sabe, no dice Juan que Dios liberará a la iglesia  “en” la ira, o “durante” la ira,” que es la  ira escatológica: la ira venidera (1 Tes. 1:10), sino, “de” la ἐκ τῆς ὥρας τοῦ πειρασμου → “de la hora del prueba”, con ἐκ (ek) que describe la idea de extracción o exfil escatológico-divino, lo cual Pablo describe en la primera epístola a los tesalonicenses con el acontecimiento que llama “nuestra reunión con él”[23], un evento de acuerdo a su naturaleza[24] repentino y raudo[25].  Ahora bien, refiriéndose al pasaje paralelo del arrebatamiento Pablo también escribió: He aquí,  os digo un misterio: No todos dormiremos;  pero todos seremos transformados,  en un momento,  en un abrir y cerrar de ojos,  a la final trompeta;  porque se tocará la trompeta,  y los muertos serán resucitados incorruptibles,  y nosotros seremos transformados.” (1 Cor. 15:51-52).  Nótese, “en un momento,  en un abrir y cerrar de ojos” el texto griego es una más gráfico al señalar  ἐν ἀτόμῳ, ἐν ῥιπῇ ὀφθαλμοῦ → “en instante, en parpadeo de ojo[26], Lacueva traduce, “en un instante, en un pestañeo de ojo[27].

La idea es clara:  el Señor promete sacar a los suyos de manera sobrenatural en dicho tiempo de juicios (prueba) descritos desde el AT y explicados por Juan claramente desde el capítulo 6 de Apocalipsis,  hasta justamente, la segunda venida del Señor en el capítulo 19, donde vemos que antes de esta parusía final, la gran multitud salvada en Apo. 5:9 que fue removida, librada y preservada de la tierra antes de los terribles juicios del día de YHVH, de la gran tribulación (Apo. 6-18; Mt. 24:21, 29), alaban a Dios y al Señor Jesucristo en el cielo antes de su segunda venida (Apo. 19:1-10).  Dicho en otras palabras, cuando Pablo escribió a los tesalonicenses y a la iglesia corporativa que debemos  esperar de los cielos a su Hijo,  al cual resucitó de los muertos,  a Jesús”,  quien  “nos” libra de la “ira venidera” estaba aclarando la gran confusión que tenían ellos, quienes pensaban no habían sido exonerados de los juicios del día de YHVH (cf. 2 Tes. 2:1ss), del periodo extenso de tales acontecimientos profetizados  en los profetas que ellos conocían muy bien. Por estas razones Pablo y su equipo se vieron en la necesidad de aclararles primero, que ellos no  estaban esperando el día de la ira, el día de YHVH, la segunda venida, sino, “nuestra reunión” con él (2 Tes. 2:1)  para salvación justamente, de tales juicios terribles (Apo. 3-19; cf. 6:16-17).  esto es lo que subraya justamente la palabra  rúomai  (ῥύομαι)   que usa Pablo en 1 Tes. 1:10, siendo su sentido predominante el defender, preservar, es decir, el mantener a salvo a  quienes son objetos de dicha liberación mediante el empleo de la fuerza o también por medios sobrenaturales, lo que describe con precisión, lo que es el arrebatamiento pretribucional.   









[1] Explica el profesor Truman: “El método pretérito acepta el contenido del libro como fidedigno, pero cree que todo lo que aconteció (con excepción de la visión del estado eterno en los capítulos 20-21) fue cumplido en los días de Juan.   horizonte. La primera sistemática presentación pretérita originó en el siglo XVII con un sacerdote jesuita llamado Alcázar (1616 d.C.).” (Truman Cliff, Apocalipsis, pág. 19).   
[2] Conocido como el método histórico, dice Truman: «Éste dice que el libro es una presentación simbólica del curso entero de la historia de la iglesia desde el final del primer siglo hasta el fin del tiempo y la venida de Cristo. Este método es adoptado por la mayoría de los comentaristas protestantes […]  La mayoría de los Reformadores interpretaban el libro así: cada uno dando su propia interpretación, resultando en una gran confusión de ideas conflictivas. En 1522 Lutero escribió “Mi espíritu no puede adaptarse a este libro, y la razón por la que no lo puedo tener en alta estima es porque Cristo ni es enseñado ni reconocido en él”. Doce años después, Lutero había modificado algo su punto de vista, pero hasta el fin, él dudaba de su apostolicidad. La postura de Lutero resulta muy extraña porque ningún otro libro de la Biblia exalta a Cristo como el libro de Apocalipsis.» (Truman Cliff, Apocalipsis, pág. 20).   
[3] El método idealista presenta grandes principios en constante conflicto. Como los dos anteriores, el idealista cree en la historicidad de los hechos, pero en lugar de ocuparse con los detalles, el libro meramente muestra, a grandes rasgos, cómo Dios vence lo malo a través de los siglos. Los idealistas creen que el Apocalipsis presenta una filosofía de la historia que presenta al cristianismo como una fuerza triunfante sobre el diablo y el mal. Interpretan el texto a la luz de alguna situación socio-política contemporánea. Esto produce una alejamiento de los principios básicos de una hermenéutica normal, gramática, histórica y literal.” (Truman Cliff, Apocalipsis, pág. 23).   

[4] ¿Qué función cumple aquí καὶ? ¿Es  “la venida” de nuestro Señor Jesús” e “y nuestra reunión con él” el mismo evento? Lo primero que hay que señalar, es que “y” es epexegético: “que es” → “nuestra reunión con él”,
[5] Futuro indicativo activo  singular de φυλάσσω “vigilar”, “custodiar”, “cuidar”, “guardar”.
[6] Beyer Hartmut, Las Cartas de Juan, notas exegéticas, Hermenéutica y Exégesis  (Terrassa, Barcelona: Clie, 2000), 325. Bertram G. Compendio del Diccionario Teológico del Nuevo Testamento (Grand, Rapids, Michigan: Desafío,  2002), 1267.
[7] Vine, W.E.  Diccionario Expositivo de palabras del Antiguo y Nuevo Testamento exhaustivo (Nashville, TN: Caribe, 2007), 380.
[8] Básicamente significa “salvar”, pero también, significa quitar o libertar de toda clase de retención. Dice Bergmann, el significado básico es “arrebatar, quitar [del peligro]” siendo arrebatar el sentido habitual (cf. Deut. 25:11; 32:39; Isa. 43:13; 1 Sam. 30:18), así,  negativamente: “Ni su plata ni su oro podrá librarlos [ἐξελέσθαι] en el día de la ira de Jehová” (Sof. 1:18). La LXX traduce preferentemente por ῥύομαι y ἐξαιρέω que corresponden a “arrebatar” y “salvar”. Bergmann, U. Diccionario Teológico Manual del Antiguo Testamento II, (Madrid, España: Cristiandad,  1985), 136.
[9] Schneider Johannes, art: “ῥύομαι” en:  Coenen Lothar & Beyreuther Erich et al.  Diccionario Teológico Del Nuevo Testamento, Volumen IV, (Salamanca, España: Sígueme, 1984), 59.
[10] Gr. ἐξαιρέω LXX. lit.: “llevar afuera” (ex fuera; jaireo, llevar) en voz activa,  sacando, arrancado.
[11] Lichtenberger Balz, art: “ῥύομαι” en: Diccionario Exegético del Nuevo Testamento Vol. II Horst, Balz & Gerhard, Schneider  (Salamanca, Barcelona: Sígueme, 2005),  1322s.
[12] Significa rescatar, salvar —añade Swanson— liberar de daño físico (Dan. 3:15, 17, 28; 6:15) y agrega, que puede ser más una liberación general que un rescate físico.  Swanson, J. Diccionario de idiomas bı́blicos: Griego del Nuevo Testamento edición electrónica (Bellingham, WA: Logos Bible Software, 1997), 115.
[13] Gr.  ἐξελεῖταιLXX  futuro indicativo medio singular de ἐξαιρέω lit.: “llevar afuera” (ex fuera; jaireo, llevar) en voz activa,  sacando, arrancado.
[14]  Hb.  יְכֵל  “poder”, “vencer”, la LXX usa ἐξαιρέω  “llevar afuera.” Pablo lo usa en Gál. 1:4, del acto de Dios de librar a los creyentes “del presente siglo malo”, indicándose con la voz media su placer en el resultado de la liberación de ellos. En otros lugares se usa de librar,  rescatando de peligro (cf. Hec.12:11; 23:27; 26:17); de la esclavitud (cf. Hec. 7:10, 34). Otros sentidos,   “arrancar” (cf. Mt. 5:29; 18:9).
[15] “Salvar”, “librar”, ῥύσεταιLXX, futuro indicativo medio singular de ῥύομαι. 
[16] Gr. ἔσωσε (ésose) aoristo indicativo activo singular de  σῴζω (sódzo). En general, salvar, así, de peligros materiales y temporales (cf. Mt. 8:25; Mc. 13:20), de enfermedad (Mt. 9:22; Lc. 8:48). También se usa de la salvación espiritual (Hec. 2:47; 16:312; Rom. 8:24; Efe. 2:5s; 1 Tim. 2:4), de la agencia humana (Rom. 11:14; 1 Cor. 7:16) entre otros.   Vine, W.E.  Diccionario Expositivo de palabras del Antiguo y Nuevo Testamento exhaustivo (Nashville, TN: Caribe, 2007), 808.
[17] La LXX usa ἐξελεῖταί (exeleitaí) futuro indicativo medio  singular de ἐξαιρέω (exairéo) que en voz media subraya el acto de ser librado, rescatado, salvado. 
[18] Hb. שֵׁיזִב (sheyzab)→ ἀντιλαμβάνω LXX.  Significa rescatar, salvar —añade Swanson— liberar de daño físico (Dan. 3:15, 17, 28; 6:15) y agrega, que puede ser más una liberación general que un rescate físico.  Swanson, J. Diccionario de idiomas bı́blicos: Griego del Nuevo Testamento edición electrónica (Bellingham, WA: Logos Bible Software, 1997), 115. Tuggy Alfred, Léxico Griego-Español del Nuevo Testamento (El paso, Texas: Hispano, 1996), 334.
[19] Hb.  נְצַל  (netsal) significa —de acuerdo a Schökel— básicamente sacar de, quitar a. Si es de un peligro, previniendo: proteger, defender; de una sujeción: librar, salvar, liberar; de una posesión: quitar, despojar; algo propio: recuperar, recobrar, rescatar. Schökel, A. Luis, Diccionario Bíblico Hebreo-Español (Madrid, España: Trotta, 1994), 508. La septuaginta usa  ῥύεται (rúetai) presente indicativo medio singular de ῥύομαι (rúomai).
[20]  Hb.  perfecto de  שְׁזַב (shezab) la septuaginta usa ἐξείλατο (exeílato) aoristo indicativo medio   singular de ἐξαιρέω, visto aquí, como un evento completo  (aspecto perfectivo).
[21] Schneider Johannes, art: “ῥύομαι” en:  Coenen Lothar & Beyreuther Erich et al.  Diccionario Teológico Del Nuevo Testamento, Volumen IV, (Salamanca, España: Sígueme, 1984), 59.
[22] Sardis aquí, también alude a la iglesia universal.
[23] Gr.  καὶ  ἡμῶν ἐπισυναγωγῆς  ἐπ᾽ αὐτόν (2 Tes. 2:1a).
[24] Gr. jarpádzo “arrebatamiento” (ἁρπάζω - del latín rapio)   no solo describe un acto de “apoderarse de alguien” con rapidez y fuerza, sino también, de llevar consigo lo que se ha arrebatado  (cf. Gén. 5:24; Sal. 10:9; 69:4; Deut. 28:31; Jue. 21:21, 23; 2 Sam. 23:21; Job. 24:2; Ose. 5:14; 6:1; Nah. 2:12; Isa. 10:2; Eze. 18:18; 19:3; 22:27; Hec. 8:39; 23:10; 2 Cor. 12:2, 4; Mt. 13:19; Jn. 10:12, 28, 29; Apo. 12:5).
[25] Lo repentino, lo veloz, y el carácter divino del poder que se pone en operación en este acto de ser arrebatado, recibe aquí su debido énfasis.” Hendriksen William, Comentario al Nuevo Testamento, 1 y 2 Tesalonicenses (Grand Rapids, MI: Desafío, 2007), 138.
[26] Vidal Cesar, El Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español (Nashville, Tennessee, EE.UU.: Nelson, 2011) 624.
[27] Lacueva Francisco, Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español (Viladecavalls, España: Clie, 1984), 781.