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lunes, 10 de abril de 2023

Jeremías 31 ¿el mayor desafío para la hermenéutica “dispensacional”?

 



Por J.A. Torres Q. (M.A)



I.    Introducción

Según el propio testimonio[1] del Pr. Sugel Michelén, se convirtió el año 77 en el contexto de una iglesia dispensacionalista. Su primera Biblia fue la “Biblia de Referencias Scofield”. Posteriormente, asistió a un seminario fundado por el mismo Scofield llegando a ser un dispensacionalista convencido. Por supuesto, también —explica el mismo— leyó a Lewis Sperry Chafer (1871-1952), Dwight Pentecost (1915-2014), Charles C. Ryrie (1925-2016) y a todos los grandes dispensacionalistas. Sin embargo, después de varios años  conoció a unos hermanos reformados (amilenaristas). Cuando los conocí  —añade Michelén— me di cuenta que necesitaba estudiar este tema con gran profundidad, así que, durante tres años comencé a estudiar profundamente el tema del dispensacionalismo y la nueva hermenéutica que había descubierto, propia del amilenialismo. Lo que vino después, fueron más lecturas “reformadas” como Anthony Hoekema (1913-1988), John H. Gerstner (1914-1996) y otros;  sin embargo, no fue hasta su encuentro con el libro de Curtis Crenshaw  “Dispensationalism Today, Yesterday, and Tomorrow” (una crítica al libro de Charles Ryrie  “Dispensacionalismo Hoy”) que el pastor Michelén quedó convencido de que el dispensacionalismo estaba “equivocado”. Fue así —dice él— que “estudiando las Escrituras” finalmente abrazó el amilenarismo y su paradigma hermenéutico rector, la teología del pacto.

Ya han pasado varios años de la publicación del libro de Crenshaw  (1989) y hace dos años atrás (2020) recién fue traducido al español por un grupo de personas dirigidos por Arlington Vaca; así tenemos hoy, la versión al español del libro de Curtis Crenshaw que en esta edición lleva el título de  “Dispensacionalismo, hoy, ayer y mañana” El entusiasmo en torno a esta traducción no ha sido menor,  pues, fue uno de los textos que llevó a pastores como Michelén a abandonar el dispensacionalismo y al  mismo tiempo, a abrazar la tesis contraria: el amilenarismo. De hecho, su editor — Arlington Vaca[2]— ha anunciado con gran entusiasmo que este es el libro que los “dispensacionalistas” quieres que tú no leas. Por supuesto, la declaración de Vaca no sólo revela un entusiasmo sincero, sino también,  un intento honesto y respetuoso de persuadir  —añade Vaca— “…a mis hermanos dispensacionalistas[3]. Por supuesto, una invitación de este tipo no debe ofender, pues, es la manera correcta de proponer o invitar a quien no comulga con las conclusiones del amilenarismo y las críticas que Grover E. Gunn III y Curtis I. Crenshaw hicieron al dispensacionalismo. Por supuesto, aunque este libro tiene algunas imprecisiones[4]  sobre el dispensacionalismo, en su momento fue gravitante para “refutar” el dispensacionalismo revisado de Ryrie, Chafer y Pentecost.  

Ahora bien, aunque este libro está un poco desactualizado no deja de sugerir un desafío que sigue presente, pues, ¿realmente es el libro prohibido para los dispensacionalistas? Curiosamente este libro llegó a nuestras manos, no obstante y, a diferencia de lo que esgrime el Pr. Michelén no encontramos en él, argumentos realmente relevantes en contra del “dispensacionalismo” que dice refutar. Aunque podríamos mencionar algunos ejemplos concretos, nos remitiremos a responder al caso esencial  del nuevo pacto; según estos autores, el desafío más grande que tiene el dispensacionalista e independientemente este “desafío” ya ha sido respondido, reactualizaremos aquí, la crítica constante que han hecho los teólogos reformados que hasta el día de hoy se esgrimen. Ahora bien, ¿cuál es entonces el supuesto desafío para el “dispensacionalista”?  Gunn III y Crenshaw escriben:

“Uno de los mayores desafíos ante cualquier persona que se llame a sí mismo dispensacionalista es explicar cómo el nuevo pacto que Jeremías dijo que se haría con Israel y Judá está relacionado con la iglesia cristiana hoy” (Gunn III & Crenshaw 2020:70).

Y añaden:

“Seguramente ahora puede ver que el dispensacionalista consecuente tiene un problema con el nuevo pacto. Según una aplicación coherente de los supuestos dispensacionales básicos y la hermenéutica dispensacional, el nuevo pacto de Jeremías 31 es para Israel en un milenio judío, no para la iglesia del Nuevo Testamento en la era de la iglesia” (2020:60).

No cabe duda que al leer Jeremías 31:31-34 notamos que el nuevo pacto hecho por YHVH fue estipulado por Dios para con Israel, el texto es claro al señalar: “He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá.” (Jer. 31:31). De esta manera, Gunn y Crenshaw citando a algunos dispensacionalistas concluyen que: “…los dispensacionalistas enseñan que ninguna profecía del Antiguo Testamento puede referirse a la iglesia del Nuevo Testamento” (Gunn III & Crenshaw 20:2057).   Entonces, si el nuevo pacto claramente fue instaurado por el Señor como el NT así lo ratifica claramente (cf. Mt. 26:28; Mr. 14:24; Lc. 22:20; 1 Cor. 11:25; 2 Cor. 3:6; Heb. 8:8-15; 12:24), ¿significa esto que la iglesia es el “nuevo Israel” que se apropia de las promesas hechas al Israel étnico? ¿Significa esto que el “dispensacionalista” tiene que aceptar el hecho de que esta profecía no se cumplió literalmente en Israel y su hermenéutica “literalista” debe ser abandonada?

Como observamos en el “desafío” de estos autores, uno de los mayores retos para cualquier persona que se adhiere al “dispensacionalista”  es explicar cómo el nuevo pacto que Jeremías dijo que se haría con Israel y Judá, está relacionado con la iglesia cristiana hoy; sin embargo,  y esto debemos señalar: el desafío no es sólo para el “dispensacionalista”, también lo es para el teólogo reformado que tiene que justificar cómo es que tal profecía dada en términos concretos a Israel llega a tener un supuesto “cumplimiento” en un supuesto “nuevo Israel” y esto, independientemente la iglesia haya sido beneficiada con algunos aspectos progresivos del pacto. De hecho, esta es la tesis de estos autores al concluir:

“Dado que la iglesia del Nuevo Testamento es la continuación del programa del reino del Antiguo Testamento y es el Israel espiritual en esta era y es el cumplimiento de muchas profecías del Antiguo Testamento, no hay ningún problema en relaciona directamente el nuevo pacto de Jeremías con la iglesia en esta era” (Gunn III & Crenshaw  2020:80). 

Como puede notar cualquier estudiante serio de las Escrituras que usa una hermenéutica coherente,  la tesis reformada no deja de exhibir dos problemas evidentes con la idea de un “Israel espiritual”; primero, esto es una clara espiritualización del pasaje de Jeremías y segundo, el NT nunca equipara a Israel con un “nuevo Israel”. Sin embargo, para estos autores, “…esta piedra se ha convertido en una piedra angular en su sistema de interpretación” (2020:80), el sistema reformado. Curiosamente Gunn III & Crenshaw advierten a sus lectores que el dilema hermenéutico del dispensacionalismo consiste en conciliar las Escrituras con su presupuesto básico, un presupuesto que toma los términos de Jeremías tal cual fueron dados a sus lectores originales.   

Ahora bien, si bien es cierto la crítica de Gunn III & Crenshaw es acertada con respecto a la tesis de Chafer, Walvoord y Ryrie quienes para sortear este “dilema” propusieron la tesis de los dos pactos[5], esto sin embargo, no es el resultado del “sistema” dispensacional, sino más bien, un postura particular de estos teólogos que ofrecieron una respuesta inadecuada al punto. Curiosamente, Gunn III & Crenshaw tampoco ofrecen una respuesta satisfactoria, pues —como es propio de la interpretación reformada— pretenden resolver el caso por el camino de la espiritualización, una conclusión tan deficiente como la teoría de los dos pactos.

Entonces, ¿cuál es la respuesta hermenéutica “dispensacional” correcta a este supuesto dilema? Si bien es cierto la idea de los “dos pactos” no responden de manera adecuada a este desafío, por el contrario, no dejan de tener razón Pentecost, Walvoord y Ryrie en el hecho escriturario de que el nuevo pacto sigue teniendo un cumplimiento futuro con Israel, independientemente la iglesia  haya comenzado a participar del mismo a causa de su relación con el Señor, quien es el testador por excelencia del nuevo pacto.  Antes de responder a la crítica de Gunn III & Crenshaw, notemos primero, qué es lo que Jeremías 31 nos enseña para después, observar a la luz del NT cómo es que la promesa de Dios a Israel sigue siendo vigente para ellos y cómo también, la iglesia ha llegado a ser parte del mismo, sin que esto implique un reemplazo de Israel, ni tampoco, una espiritualización de Israel como erradamente sugieren Gunn III y Crenshaw.

II.   El significado del nuevo pacto de Jeremías 31

Cuando nos acercamos al AT y observamos el detalle de esta promesa, notamos que el mismo texto es suficiente en sí mismo para descartar cualquier tipo de reemplazo o espiritualización. El locus classicus del nuevo pacto entonces, es el siguiente pasaje.

Jer 31:31-34  He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. 32  No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. 33  Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. 34  Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.

¿Cuáles son las enseñanzas transcendentales de este pasaje? ¿Sugiere este texto una verdad modificable? Notemos entonces y por orden, lo que Jeremías nos dice —lo que enseña tácitamente el texto— sobre el nuevo pacto y con ello, las implicancias de los términos que Dios mismo da al profeta.  

1.    Lo primero que Jeremías comunica, es la implicancia temporal de estos eventos. La expresión “…he aquí viene días” (יָמִ֥ים בָּאִ֖ים) es a veces, un alusión a días históricos (cf. 2 Rey. 20:17; Isa. 39:6; Jer. 9:24; 49:2; 51:47), pero también,  una referencia común para referirse a tiempos mesiánicos (Jer. 23:5)  y escatológicos (cf. Jer. 19:6; 30:6; 31:27; 31:38; 33:14; Am. 9:13). Las características mencionadas en el contexto (vs. 33) dejan ver que Jeremías está hablando de tiempos escatológicos que incluyen  no sólo juicios para Israel (Jer. 30:7-9), sino por sobre todo, tiempos de restauración. Esto último implica la “renovación” de la relación paternal de Dios para con ellos (Jer. 31:1; 33:23-26), el restablecimiento geo-político de la nación (cf. Jer. 31:7, 23-24; 33:14-16; Eze. 36:7-12; 26→ 28; 37:15-28*; Isa. 61:2b-7; 65:20-25) pero por sobre todo, su restauración espiritual  (cf. Jer. 31:7-14; 33:14; Eze. 36:24-27; 37:1-14).

2.    Segundo, el anuncio comienza con una interjección (הִנֵּה  [hinneh]de atención, ¡He aquí! ¡Miren! (ἰδοLXX cf. Apo. 3:20). Así: “He aquí vienes días dice YHVH…” (31:31b). No se trata de lo que simplemente “dice” el profeta, sino, de lo que Dios ha revelado a Jeremías, quien tiene que comunicarlo. Pero, la idea no solamente es “comunicar” algo que “dice” YHVH, sino, comunicar a los destinatarios un pronunciamiento de Dios. El texto hebreo  literalmente dice נְאֻם־יְהוָ֑ה  (neum YHVH) “…declaración de YHVH” y cada vez que el AT hace uso de este vocablo (נְאֻם  [neum] “decir”) lleva incluido la idea de un pronunciamiento de parte de Dios. En algunos casos, la idea deנְאֻם־יְהוָ֑ה    “…declaración de YHVH” lleva explícito el juramento de Dios como en Génesis 22:16 (cf. Núm. 14:28; Isa. 1:24; 43:10, 12; 54:17; Jer. 1:19; Sal. 110:1).  

3.      Tercero, en “estos días” Dios decidió hacer  un “…nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá.” (31:31).  Y añade: “No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.” Dios habla aquí de un  בְּרִ֥ית חֲדָשָֽׁה    (berit jadasháh) “nuevo pacto” (διαθήκην καινήνLXX) y Dios no desea ser ambiguo: se trata de un “nuevo pacto” con la “casa de Israel” (יִשְׂרָאֵ֛ל  [yisraél]) y con la “casa de Judá” (יְהוּדָ֖ה  [yehudáh]).  Ahora bien, Dios puede hablar de un “nuevo pacto” con Israel porque justamente, fue con Israel que concertó un pacto anterior (cf. Éxo. 19:1-24:18). Un pacto que ellos invalidaron (vs. 32).  La particularidad de este “nuevo pacto” no sólo subyace en el hecho de que no es una “renovación” o “mejoramiento” de algo antiguo,  no, es algo absolutamente nuevo[6]  (חָדָשׁ  [jadash]) que, reemplaza al antiguo (mosaico); pero también, es un  בְּרִ֥ית עוֹלָ֖ם   (berít olám) “pacto eterno”: dos veces en el contexto (32:40; 50:5). “Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí.” (Jer 32:40). La idea de  “pacto eterno” es una expresión que subraya su temporalidad, pero también, una realidad tangible que Dios mismo se compromete a cumplir  (cf. Gén. 9:16; 1 Cro. 16:17; Sal. 105:10; Isa. 55:3; Eze. 16:60; 37:26).

4.      Cuarto, Dios manifiesta nuevamente los receptores de este pacto אֶת־בֵּ֙ית יִשְׂרָאֵ֜ל   (et-beyit yisraél) para “casa de Israel”. Y a reglón seguido, clarifica en qué consistirá este nuevo pacto. La versión de las Américas (LBLA) traduce: “Pondré mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.” El énfasis está en YHVH, Dios mismo es quien se encarga de que se cumpla y el énfasis de la primera persona del singular en los versículos 33-34 subraya este hecho. Algunas versiones traducen “daré…” (RV), otras, “pondré…” (JER; DHH; NTV; NVI) y, aunque estas opciones no son incorrectas,   el verbo  נָתַן   (natan) tiene una serie de sentidos (“dar” [Gén. 3:6], “causar” [Pro. 10:10], “producir” [Sal. 1:3] et al.) y conlleva la idea de una acción divina de carácter ontológico, “…y meteré mi ley en sus mentes” (cfSchökel 2013:1087). En este sentido el texto deja ver una acción monergista que señala a la regeneración espiritual de Israel, una perspectiva que no sólo Jeremías subraya, también lo hace Isaías (44:1-4) y Ezequiel (36-37). Bien escribe el profesor Compton: “El nuevo pacto incluye la trasformación o regeneración de YHVH del corazón del individuo para que exista tanto el deseo como la capacidad de obediencia” (Compton 2019:4). El texto continúa señalando en singular que Dios introducirá Su ley (singularתּוֹרָה  [toráh]) en sus “entrañas” (קֶרֶב [qereb]) es decir, en la mente y en el corazón.

5.      Quinto, además de la transformación espiritual de Israel,  Dios asegura por medio de sus propias palabras que: “…y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.” (Jer. 31:33c). Esta declaración acompaña a todas las anteriores y asegura la relación eterna de Dios con su pueblo. En la expresión וְהֵ֖מָּה יִֽהְיוּ־לִ֥י לְעָֽם   (vehémmah yihyon-li leám) “…y ellos serán a mí por pueblo” Dios no está prometiendo simplemente la existencia posterior de “israelitas” particulares, sino, la existencia de un pueblo (עַם  [am] λαόςLXX [laós]), de una nación.  Pero además, este término incluye los tres sentidos adjuntos en עַם (am “pueblo”), el sentido político: Israel seguirá siendo una  nación ante Dios, de y para Dios (cf. Gén. 49:10s; Núm. 24:14-24; Isa. 2:1ss; 40:1-11; 43:1-21, 25; 44:1-4; 61:1-7; 65:17-25; Jer. 31:36, 37 “nación”; 31:23-24 “Judá”, y sus “ciudades” cf. [Eze. 36:7-12]; Eze. 36-37). El sentido étnico: Israel seguirá siendo ante Dios una etnia distintiva entre las demás (“descendencia” [Isa. 66:22-23]; Sal. 89:29, 36; 102:28; Isa. 45:22-25*; 66:22; Jer. 31:36, 37). Y el sentido corporativo: Esto nos recuerda que el rol escatológico de Israel no ha sido eliminado (Isa. 49:1-7; Jer. 33:22 [servicio]; Jer. 30:1-6 “familias”; Eze. 37:15-22 “dos palos”→ “una nación”; Eze. 44:9-23 “servicio” [vs. 23]),  Israel será finalmente una nación salvada.

Esta relación entre Dios y la “nación” particular de la humanidad que Dios mismo escogió para Él no sólo desde sus inicios políticos (Deut. 7:7s), sino, desde la eternidad misma (Rom. 11:1-2s) se amplifica en el NT en declaraciones concluyentes como: “No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció.” (Rom 11:2). Expresión que subraya fuertemente la elección divina (προέγνω) de un “pueblo” en su conjunto. Por esta razón la respuesta de Pablo a la pregunta  “¿Ha desechado Dios a Su Pueblo?”  No sólo subraya que se trata de algo de exclusiva propiedad de Dios (“Su pueblo” [1 Sam. 12:22; Sal. 94:14]), específicamente, el término “ha desechado” (ἀπωθέω) es un verbo retórico “espejo”. La respuesta “en ninguna manera” —que es enfática en el texto griego— implica en la argumentación paulina preguntar casi una ofensa, un absurdo, una insensatez. Y Pablo lo hace a propósito, pues, tiene en mente (como en 9:19s) al proto-supersesionista. Newell replica muy bien la idea: “...que Dios haya abandonado, “reprobado” definitivamente a Su pueblo Israel. Que todos los cristianos rechacen con igual horror esa idea” (Newell 1984:325). Aquí entonces, se subrayar veterotestariamente la importancia divina que esta relación única tiene en los planes de Dios. Así, “…y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.” (Jer. 31:33c).

6.      El resultado de esta futura obra monergista de Dios, es: “Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová” (Jer. 31:34).  El nuevo pacto trae consigo una futura proactividad espiritual de Israel. El gran problema del Israel histórico: su rebeldía, su idolatría, su continua apostasía por fin tendrá una solución definitiva cuando el Señor mismo cumpla los términos concretos de este nuevo pacto con Israel como nación, lo cual traerá como resultado, la obediencia perfecta de Israel a Su Dios.  

Los versículos 31 al 34 entonces, son una explicación del nuevo pacto, una explicación teológica del mismo, cuestión que se hace patente por medio del uso constante de la primera persona divina en el sentido pretérito: “hice[7] (vs. 32c), “tomé[8] (vs. 32b) y en el sentido escatológico futuro “haré[9] (vs. 31b, 33a), “daré[10] (vs. 33b), “escribiré[11] (vs. 33c) y “seré”[12]et al. Sin embargo, esto no es todo lo que Dios desea comunicar por medio del profeta. Los versículos 35 al 37 son una cláusula añadida de carácter teológico que no se puede separar de las especificaciones mismas del pacto porque son los términos de seguridad y de irrevocabilidad del pacto de Dios. Así, se leemos:

Jer 31:35-37  Así ha dicho Jehová, que da el sol para luz del día, las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche, que parte el mar, y braman sus ondas; Jehová de los ejércitos es su nombre: 36  Si faltaren estas leyes delante de mí, dice Jehová, también la descendencia de Israel faltará para no ser nación delante de mí eternamente. 37  Así ha dicho Jehová: Si los cielos arriba se pueden medir, y explorarse abajo los fundamentos de la tierra, también yo desecharé toda la descendencia de Israel por todo lo que hicieron, dice Jehová.

Esta cláusula establece la irrevocabilidad del nuevo pacto en términos netamente teológicos, de allí, la autoridad explícita divinaכֹּ֣ה׀ אָמַ֣ר יְהוָ֗ה     (kóh amár YHVH) “así ha dicho YHVH”. La NVI como LBLA traducen así dice YHVH”, sin embargo, el énfasis es el perfecto, lo cual subraya la determinación de Dios. Segundo, Dios desea que el lector comprenda claramente la  seriedad de Sus palabras, de manera que si el sol no diera su luz, la luna  y  las estrellas no salieran más, recién allí, —añade Dios mismo—pensaría en ignorar a Israel como “nación”. Pero esto no es todo, un segundoכֹּ֣ה׀ אָמַ֣ר יְהוָ֗ה    (kóh amár YHVH) “así ha dicho YHVH”, subraya la intención autoral de Dios, pero ahora, evocando un segundo imposible: si alguien puede medir los cielos y explorar los fundamentos de la tierra, entonces, recién ahí —dice YHVH— yo  consideraré desechar[13], aborrecer y repudiar a “toda la descendencia de Israel” (vs. 37). Dicho en otras palabras, si tomamos en serio las palabras de Dios el tema de Israel y su papel en la historia de la salvación no es una cuestión de “dispensacionalismo versus teología reformada”, es esencialmente un tema teológico: Si Dios que eligió a Israel tiene que rechazar a su pueblo elegido (Deut. 7:7-8; Rom. 9:11,11s), entonces, tiene que retirar Su palabra en los términos que la dio; de hecho, si al Dios que nos estamos refiriéndonos es el verdadero Dios de Israel: el Dios de los pactos, el Dios de las promesas incondicionales dadas en términos irrevocables como claramente Jeremías 31:35-37 lo revela y de hecho,  Jeremías 33:19-26 lo vuelve a subrayar: aspecto en que el mesías es previsto (Jer. 33:15, 21 cf. Isa. 11:1-5, 10).  

Entonces, es imposible que Su palabra caiga por tierra por medio de una revocación de sus propias palabras.  Esto nos sugiere una pregunta clave: si los términos del nuevo pacto de Dios con Israel se instituyeron por medio de términos teológicos irrevocables, ¿es su cumplimiento modificable para con “ellos”? Y con “modificable” nos referimos a sus destinatarios legales: Israel como nación que es el énfasis del nuevo pacto (cf. Jer. 31:1, 27, 31, 33, 36, 37). Por otro lado, si el nuevo pacto en términos legales fue hecho con la “casa de Israel” y la “casa de Judá”: Israel como nación, ¿excluye este pacto a los gentiles?  La respuesta a esta última pregunta es clave para esta discusión. Y en este sentido, aunque en la descripción de este nuevo pacto (Jer. 31:31-34) no se menciona explícitamente a gentiles como receptores de este pacto, la inclusión constante de los extranjeros en Israel (cf. Éxo. 22:21; Lev. 17:8; 19:34; Deut. 10:19; 31:12 et al.), los términos de los pactos divinos (cf. Gén. 12:1-4; 49:10s; Am. 9:11-15; Isa. 14:1-2; 89:3-37; 110) que confluyen en el nuevo pacto (cf. Sal. 2:6-12; 23:27-31; 72:1-11) y el contexto mismo del locus classicus del nuevo pacto (cf. Jer. 31:31-34) dejan ver que los gentiles (naciones) sí, también disfrutarán (y disfrutamos) las bendiciones del nuevo pacto (Jer. 31:7 cf. Jer. 33:14s; Sal. 110) una realidad que los demás profetas complementan de manera clara (cf. Sal. 2; 23:27-31; 72:1-11; 17;  86:9; 96:10; 97:1; 110; Isa. 2:3-4; 9:7 et al.).

Ahora bien, habiendo observado  el significado, los resultados y los términos teológicos del “nuevo pacto” en Jeremías,  ¿qué nos enseña el NT al respecto?  Históricamente hablando, hay a lo menos, cincos interpretaciones acerca de lo que supuestamente enseña el NT sobre la aplicación del nuevo pacto. De acuerdo al resumen del profesor Compton, las cinco ideas son como siguen:

1.     La iglesia reemplaza al Israel nacional

2.     Existen dos pactos: uno para Israel otro para la iglesia

3.     El nuevo pacto es exclusivamente por Israel

4.     La iglesia cumple parcialmente el nuevo pacto; Israel lo hará en el futuro

5.     La iglesia participa del nuevo pacto, Israel lo cumple en el futuro 

Ante nosotros tenemos finamente sólo tres posibilidades concretas que están en constante lucha: la posición que defiende la teología reformada y las opciones 2, 4 y 5, sin embargo, para quienes nos adherimos a una hermenéutica histórico gramático literal,  el método de interpretación que defiende el dispensacionalismo actual, hay una sola opción que responde de manera cabal al asunto. En este sentido consideramos que la posición 2 como la 3, son insostenibles justamente, de acuerdo a una hermenéutica histórico gramático literal. La interpretación número 2, fue sostenida por algunos profesores del Seminario de Dallas que, aunque eran dispensacionalistas (L.S. Chafer, Charles Ryrie, John Walvoord), esgrimieron mas bien, una posición personal sobre asunto y no, el resultado concreto de una hermenéutica “dispensacional” coherente (Compton 2019:2; cfCarballosa 2010:443s). En efecto, la idea de que existe un nuevo pacto para Israel y “otro” nuevo pacto para la iglesia no se deriva de una hermenéutica histórico gramático literal, sino, de un intento hermenéuticamente insostenible por resolver el asunto.  

Ahora bien, la idea de que la “iglesia cumple parcialmente el nuevo pacto; Israel lo hará en el futuro” pudiera ser tentadora. Así, esta interpretación es característica entre algunos dispensacionalistas “progresivos”[14] (Saucy, Bock, Decker) que sugieren que el nuevo pacto se está cumpliendo parcialmente en la iglesia, pero que, encontrará su cumplimiento cabal con Israel en el futuro.  La idea es que en esta opción hay un “ya, pero todavía no[15] del nuevo pacto. Sin embargo, esto tampoco resulta de una hermenéutica histórico gramático literal coherente, sino, de un intento de conciliar hermenéuticas antagónicas (espiritualizada, literal) al respecto. En este sentido, quedan solamente dos opciones, o bien, la iglesia de algún modo reemplaza[16]  y asume la identidad del Israel étnico en un supuesto “nuevo Israel” o un “Israel espiritual” que cumple el nuevo pacto —teoría de los teólogos del pacto (amilenaristas, posmilenarista)— o la iglesia simplemente participa del nuevo pacto, teniendo el mismo un cumplimiento futuro con Israel como nación, tal cual se establece en Jeremías 31:31-34 y de hecho, en Hebreos 8.

Ahora bien, según Gunn III y Crenshaw: “Uno de los mayores desafíos ante cualquier persona que se llame a sí mismo dispensacionalista es explicar cómo el nuevo pacto que Jeremías dijo que se haría con Israel y Judá está relacionado con la iglesia cristiana hoy” (Gunn III & Crenshaw 2020:70), sin embargo, como el lector podrá comprobar, no existe realmente un desafío para quien tome en serio los términos originales del nuevo pacto y se adhiere a una hermenéutica histórico gramático literal coherente. Por el contrario, el verdadero desafío sigue teniéndolo la  interpretación reformada que insiste en ignorar los términos objetivos del pacto dados por Dios mismo, cayendo en una espiritualización de su interpretación y en una aplicación que el NT nunca nos sugiere en la idea de que la iglesia compuesta por gentiles y judíos es supuestamente, el “nuevo Israel”, “el  Israel espiritual” en quien el nuevo pacto se cumple cabalmente  (Gunn III & Crenshaw  2020:80).

Teniendo claro lo anterior, es necesario hacernos la siguiente pregunta, ¿cuál de las dos opciones interpretativas finalmente es la correcta? En casos como estos, hablar de correcta o incorrecta pudiera ser pretensioso, sin embargo, la intención autoral de Dios en Su palabra no es polisémica ni mucho menos, ambigua. Dios tenía un propósito definido con el nuevo pacto, lo comunicó y Él mismo de hecho, es el garante de Sus palabras. Dicho en otras palabras, ¿qué interpretación honra los propios términos de Dios? ¿Qué interpretación toma en serio el lenguaje en los términos que fueron dados?  Por supuesto, las respuestas a estas preguntas no pueden ser satisfechas con éxito por la escuela reformada, pues, como sabemos, esta escuela cree sinceramente que el NT reinterpreta el AT con el permiso de los apóstoles y el mismo Señor, por eso, una pregunta añadida puede ser más precisa en este asunto, ¿revela realmente el NT que la espiritualización del nuevo pacto es la intención del NT, en especial, por parte del autor de la epístola a los hebreos? Pues bien, notemos las siguientes líneas en las que observaremos por qué razón el NT no justifica ni respalda la idea de que la iglesia sea el “nuevo Israel”, ni tampoco, que los términos dados en Jeremías llegan a cumplirse en  la iglesia, el supuesto “Israel espiritual”. 

III. El nuevo pacto según el NT

El Nuevo Testamento se refiere al nuevo pacto trece veces, incluyendo sus alusiones. Tres veces en los sinópticos (Mt. 26:28; Mr. 14:24; Lc. 22:20) tres veces en las carta de Pablo (Rom. 11:27; 1 Cor. 11:25; 2 Cor. 3:6) y siete veces, en la epístola a los hebreos (Heb. 7:22; 8:6-13; 9:15; 10:15-18, 29; 12:24; 13:20).  Notemos entonces, qué es lo que nos dicen cada uno de estas referencias.

A.   Lo que nos dicen los sinópticos

Las tres referencias de los sinópticos (Mt. 26:28; Mr. 14:24; Lc. 22:20) describen la ceremonia que anticipa la apertura del nuevo pacto en la comida pascual de la última cena  en presencia de los doce (Mt. 26:20). “Mi tiempo está cerca…” (vs. 18) fue un anuncio de que el Cordero de Dios iba a dar su vida para solucionar de manera definitiva el problema del pecado de Su pueblo. Pero esto no es todo, los sinópticos dejan ver que la sangre de Cristo sería clave en la inauguración del nuevo pacto. En este sentido, son dos cosas relevantes en que los sinópticos concuerdan.

1.     Primero, los tres dejan ver que la sangre de Cristo está relacionada con el nuevo pacto. Mateo dice “…porque esto es mi sangre del nuevo pacto” (Mt. 26:28a). Marcos, “…esto es mi sangre del nuevo pacto” (Mr. 14:24a) y Lucas añade: “…Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre” (Lc. 22:20).  Los tres indican que la copa “es el nuevo pacto”, añade el Señor, “en mi sangre”, una metonimia de sujeto (Millos 2009:1844). La coherencia hermenéutica aquí, no implica una interpretación absurda como la transustanciación[17] católica, la consubstantación[18] luterana o la espiritualización reformada (calvinista)[19]. Por supuesto, estamos en frente de un lenguaje simbólico. El vino era símbolo de su sangre y su muerte daba comienzo al régimen superior del nuevo pacto. Superioridad que el autor de hebreos explica notablemente. El sentido referido, no era algo desconocido para sus discípulos —todos hebreos— pues, los pactos eran ratificados con la sangre como lo fue el pacto mosaico (cf. Gén. 8:20; 15:9-10; Éxo. 24:8; Lev. 17:11). De esta manera, el único autorizado por Dios (Mt. 3:17) estaba además, anunciado el fin el pacto antiguo y dando a conocer a sus discípulos la realidad de un nuevo arreglo de Dios para con los pecadores. Así, la referencia a la sangre de Cristo estaba comunicando la ratificación y corte del nuevo pacto. Bien señala Mark L. Strauss: “De la misma manera que un sacrificio de sangre selló el primer pacto, así la muerte de Cristo sella o ratifica el nuevo pacto” (Strauss 2017:659).   

2.   Segundo, los tres añaden el aspecto vicario (“por”) del derramamiento de la sangre del Señor.  Mateo señala: “…que por muchos es derramada” (Mt. 26:28). Marcos: “…que por muchos es derramada” (Mr. 14:24). Y Lucas: “…que por vosotros se derrama.” (Lc. 22:20). El énfasis de estas frases claramente subraya el carácter sustitutorio de Cristo. Así, él muere  “en nombre de” (περὶ) los pecadores, como también, “en lugar” (ὑπὲρ) de “vosotros”, señala Lucas.   

3.    Aunque en Marcos como Lucas está implícito (Cristo derrama su sangre), Mateo clarifica que la sangre de Cristo por el cual el nuevo pacto es cortado y ratificado, es “…para remisión de los pecados.” (Mt. 26:28). Esto es, para perdón de los pecados. Lo cual amplifica la idea de Jeremías 31:34 “…porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.”

¿Qué añaden los sinópticos al nuevo pacto previsto en Jeremías 31? ¿Lo que añaden, modifica los términos dados por Dios a la casa de Judá y la casa de Israel de manera que cancelen sus cláusulas originales? A luz del análisis de los sinópticos, ni Mateo, ni Marcos ni Lucas modifican los términos originales de manera que el pacto original pierda su vigencia con los destinatarios originales. Lo único que los sinópticos hacen, es dar más luz con respecto al mismo en vista de la presencia del mediador de este nuevo pacto, el Señor Jesús.  El nuevo pacto en los sinópticos entonces, no niega un cumplimiento futuro con la casa de Judá y la casa de Israel tal cual se señala en Jeremías 31. Dicho en otras palabras, así como la sangre del cordero pascual en Egipto untado en los dinteles (Éxo. 12) salvó la vida de los que creyeron,  la sangre del Cordero de Dios no sólo da comienzo a una nueva era soteriológica, sino que también, incluye a toda la humanidad que corre a la cruz para encontrar perdón definitivo de sus pecados. Ahora bien, las palabras del Señor no pueden considerarse un cumplimiento[20] per se del nuevo pacto —los términos usados por los sinópticos no lo permiten—  sino, la ratificación[21], la inauguración y el establecimiento[22] de sus aspectos fundamentales y con ello, el inicio de la cuenta regresiva de su cumplimiento progresivo con miras a Israel.

B.  Lo que nos dice Pablo  

Pablo se refiere al nuevo pacto en tres ocasiones. Rom. 11:27; 1 Cor. 11:25 y 2 Cor. 3:6. Notemos algunas breves explicaciones de este y los demás pasajes.

1.      En 1 de Corintos 11:25 leemos: “Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí.” Lo que Pablo hace aquí es instruir a los Corintios sobre la santa cena instituida por el Señor (Mt. 26:28; Mr. 14:24; Lc. 22:20). Y de hecho, les llama la atención a los que no estaban conduciéndose correctamente (11:17-22) dejando advertencias concretas para aquellos que procedieran a tomar la misma indignamente (11:27, 29). Algo que ya había anticipado en 10:14-22. El énfasis de esta referencia entonces, recae sobre la importancia memorial y evangelical que tiene el nuevo pacto por medio de la cruz de Cristo para los creyentes de Corintios con miras al regreso del Señor. Al menos aquí, no hay atisbos de que los términos originales del nuevo pacto (Jer. 31:31-34) hayan desplazado a sus destinatarios originales, más bien, —como ya observamos— se vuelve a subrayar la inclusión concreta de los creyentes en las bendiciones soteriológicas del καινὴ διαθήκη (kainè diathéke) “nuevo pacto”.

2.      La segunda referencia de Pablo se encuentra en  2 Cor. 3:6, donde leemos: “…el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.” El énfasis de Pablo aquí es contrastar la superioridad del nuevo pacto con respecto al pacto mosaico. No cabe duda que aquí se subraya otro aspecto inaugural de la regencia del nuevo pacto: la actividad sobrenatural del Espíritu Santo. Y es lo que Pablo enfatiza en el contexto (cf. 2 Cor. 3:3,6, 8, 17,18). Pero esto no es todo, Pablo enseña a los creyentes corintios que el Señor nos ha hecho “diáconos competentes”. Y por cierto, tal competencia no radica en los diáconos, sino, en el poder del Espíritu Santo (2 Cor. 3:6, 17). Por esta razón, este nuevo pacto tiene una efectividad que el pacto mosaico no tenía, esto es, la capacidad de generar vida espiritual en los hombres.  Ahora bien, aunque la ley según el mismo Pablo es santa, justa y buena (Rom. 7:12) no tenía el poder de vivificar el corazón como sí lo haría el nuevo pacto que es infundido en el corazón del hombre incrédulo por medio del Espíritu Santo, pues, añade Pablo: “…el espíritu vivifica” (2 Cor. 3:6).  Al igual que 1 de Corintos 11:25, este versículo no niega los términos originales del nuevo pacto, más bien, subraya los aspectos espirituales presentes del mismo provistos para todo pecador (cf. Jer.  31:33; Eze. 36:26-27).

3.      Finalmente Pablo alude al nuevo pacto en Romanos 11:25-27. Pasaje que deja ver cómo es que el nuevo pacto  sigue estando relacionado con Israel no sólo por el contexto específico en donde Pablo habla de Israel de manera específica (cf. Rom. 9:4-6, 13; 27, 31; 10:1,19, 21; 11:1-2; 7, 11; 25) sino también, por las propias declaraciones de Pablo en estos versículos. Lo primero que Pablo hace entonces, es declarar el misterio; una clarificación necesaria en vista de posibles arrogancias y desprecio hacia el pueblo de Dios, Israel (vs. 25). Tal misterio Pablo lo explica como: “…que ha acontecido a Israel endureciendo en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles y luego, todo Israel será salvo…” (Rom. 11:25-26). 

En términos concretos, Pablo sigue los términos del AT sin cambiar la tesis de que Israel como nación finalmente será salva. Ahora bien,  la cláusula καὶ οὕτως[23] (kaì jútos) “y luego” de romanos 11:26   —como señala Douglas Moo—   ha sido el ojo de la tormenta en la interpretación de romanos 9-11 respecto los judíos y su futuro (Moo  2014:791). Sin embargo, la objeción reformada no resulta ser realmente un problema, pues, aunque la traducción más correcta sea “y de esta manera” o “y así”, esto concuerda con la futura salvación de Israel como nación, una cuestión que el AT  deja ver abundantemente y que como tal, refuta la idea reformada de que este “todo Israel” no verá una futura conversión masiva al final de esta dispensación, sino que viene siendo una realidad presente que al final de la era estará realizada. Sin embargo, el antecede directo de “y de esta manera” o “y así”, tiene relación a una secuencia de eventos previstos por Dios mismo que el versículo anterior (vs. 25) deja ver de manera clara, no así, una secuencia cronológica de conversiones individuales de judíos  durante esta era que en la suma total, cumpliría este “todo Israel”. Esta secuencia entonces, es como sigue.

1)   La afluencia de un remanente continuo (11:5)

2)   El endureciendo parcial de la nación y… (11:25a)

3)   Una afluencia de gentiles experimentando la salvación hasta completar el número total (11:25b)

Y así”, o de “esta manera” todo Israel será salvo (Rom. 11:26). Esto, acto seguido del   cumplimiento total del número de los gentiles que Dios salvará. No hay indicios en el texto bíblico de que Israel como nación es salva —aparte del remanente— de manera individual —durante esta dispensación— hasta completar el número del todo. Esta es uno de las interpretaciones típicas del amilenarismo como el pastor Sugel Michelén lo ha planteado: «…el rechazo de los judíos, trajo salvación a los gentiles pero la salvación de los gentiles está provocando a celos a los judíos, para que ellos también vengan al Señor, y en esta ola que va y viene de una parte a otra, se van salvado gentiles y judíos  a lo largo de toda la era evangélica, es de “esta manera”, que todo Israel será salvo…»[24]  Sin embargo,  Pablo y en concordancia a las profecías del AT que describen una salvación masiva de Israel al final del día de YHVH, subraya también aquí, que, en concordancia al cumplimiento de la plenitud de los gentiles y a la venida del Libertador, Jacob será salvo. Esto ocurre justamente, al final del tiempo de angustia para Jacob en concordancia a la segunda venida del Señor. Algo que se subraya en la mayoría de los profetas que hablan de la restauración futura de Israel. La misma cita que Pablo usa en el versículo 26 y 27, subraya la verdad teológica de que este todo Israel será salvo, en concordancia a la segunda venida, no durante una gotera continua de judíos llegando a Cristo hasta la segunda venida. 

4.      Curiosamente el pastor Sugel dice que la referencia de Pablo en los versículos 26 y 27, se refiere a la primera venida. Así añade:

«… como  está escrito: “Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad.” Éste texto era futuro para Isaías… pero, ¿está hablando de la primera venida o de la segunda?» [Responde Michelén]… de la primera; el problema que la gente lee “vendrá” y dicen: ¡La segunda venida!  En la segunda venida se van a convertir… No, está diciendo, ese es el pacto que Dios hizo con Israel, vendrá de Sion, no a Sion. En la primera venida Cristo no vino a Sion, vino de Sion, y el murió en la cruz para apartar de Jacob la impiedad y este será mi pacto cuando yo quite sus pecados…»

Según la interpretación reformada, este “todo Israel será salvo” no tiene que ver con un cumplimiento masivo paralelo a la segunda venida, sino, un hecho presente que se está produciendo  “…a lo largo de toda esta historia”; y el pastor Michelén añade:  

 

«…se los voy a leer de las Américas, porque las Américas es más literal; la palabra griega  νῦν  (nũn→ [“ahora”]) aparece  tres veces en el pasaje, pero Reina-Valera solo la tradujo dos veces… Oigan la conclusión de Pablo y díganme si esto tiene  que ver con una conversión masiva de Judíos [en la segunda venida], o si tiene que ver con  [una salvación en este tiempo de ellos]   Dice Pablo: “Pues así como vosotros en otro tiempo fuisteis desobedientes a Dios, pero ahora se os ha mostrado misericordia por razón de la desobediencia de ellos, 31  así también ahora éstos han sido desobedientes, para que por la misericordia mostrada a vosotros, también a ellos ahora les sea mostrada misericordia.” [Rom. 11:30-31] Entonces, ¿está hablando Pablo de una conversión masiva de judíos, al final de los tiempos, antes de la venida de Cristo [segunda venida], o está diciendo Pablo: señores, Dios siempre ha tenido un remanente y a lo largo de toda esta era de siembra, se van a estar convirtiendo judíos?  … el endurecimiento no fue total, fue parcial y se va a confirmar el pacto que yo hice con ellos cuando yo les prometí enviarles un redentor que iba a quitar sus pecados… »[25]

Antes de notar las implicancias del nuevo pacto y su ratificación por parte de Pablo según los términos originales (Jer. 31), notemos por qué razón la interpretación reformada anterior es deficiente. Lo que nos permitirá comprender con mayor claridad la irrevocabilidad de los términos del nuevo pacto para con Israel. 

En primer lugar, la expresión «como  está escrito: “Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad.» (Rom. 11:26 LBLA) no puede entenderse bien, si se ignora su trasfondo que se encuentran en tres pasajes del AT, a saber: Salmos 14:7, Isaías 27:9 y 59:20-21. Note con atención  el siguiente recuadro.

Sal 14:7  ¡Oh, que de Sion saliera la salvación de Israel!  Cuando Jehová hiciere volver a los cautivos de su pueblo, se gozará Jacob, y se alegrará Israel

Isa 27:9  De esta manera, pues, será perdonada la iniquidad de Jacob, y este será todo el fruto, la remoción de su pecado; cuando haga todas las piedras del altar como piedras de cal desmenuzadas, y no se levanten los símbolos de Asera ni las imágenes del sol.

Isa. 59:20 Y vendrá el Redentor a Sion, y a los que se volvieren de la iniquidad en Jacob, dice Jehová.

Rom. 11:26 Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad. (LBLA)

La expresión de Isaías “Que de Sion” (Sal. 14:7) está correctamente traducida pues la palabra מִצִּיּוֹן֘   (mitsiyón) “de Sion” lleva prefijada la preposición מִן  (min) “de”, de allí, “de Sion”. La LXX subraya este sentido de la misma manera con el genitivo  ἐκ Σιων (ek Sion) “de Sion”. El caso de Isa. 59:20 “Y vendrá el Redentor a Sion…” también es correcta pues la idea que comporta וּבָ֤א לְצִיּוֹן֙   (ubá letsyon “vendrá a Sion”) lleva prefijado la preposición לְ  (le) que aquí correctamente tiene el sentido adverbial de dirección,  “a” (“hacia”), así, “a Sion”. La LXX traduce de la misma manera con genitivo καὶ ἥξει ἕνεκεν Σιων  (kaí jéxei jéneken Sion) “y vendrá por causa de Sion”. (cf. LBLA). Finalmente, Pablo escribe Ἥξει ἐκ Σιὼν (exei ek Sión) “vendrá de Sion” (Rom. 11:26 LBLA).Teniendo en mente las referencias de donde surge la expresión paulina,  ¿por qué Pablo sigue  a Isaías 14:7 y no a Isaías 59:20? ¿Por qué escogió la idea de que el Libertador “vendrá de Sion”? Pero aún más, ¿por qué en la profecía que comportan estos pasajes las dos opciones (a/de) son correctas? Antes de responder a estas preguntas, es importante definir qué significa o cuál es la implicancia de la palabra Sion como término y concepto teológico. El siguiente recuadro es un resumen de lo que este término implica.

Sion:

Como un lugar geográfico terrenal[26]

Sion:

Como una metonimia de Israel[27]

Sion:

Como el monte de YHVH[28]

Sion:

Como la ciudad de David[29] 

Sion:

Como el lugar donde habita YHVH[30]   

Sion:

Como una propiedad de YHVH[31]  

Sion:

Como la morada geográfica de Israel, Jerusalén[32]   

Sion:

Como un lugar en donde el Mesías reina[33]  

Sion:

Como el lugar donde reina YHVH[34]

Sion:

Como un lugar de donde prorrumpe la salvación de Dios[35]    

Sion:

Como un lugar de donde irrumpe YHVH[36]   

Sion:

Como un lugar de donde surge la ley de YHVH[37] 

 

Como podemos observar,  Pablo en romanos 11:26 tiene en mente el Salmo 14:7  (מִצִּיּוֹן֘ [mitsiyón]  ἐκ Σιων [ek Sion] “de Sion”) “¡Oh, que de Sion saliera la salvación de Israel!” Y añade el salmista.  “Cuando Jehová hiciere volver a los cautivos de su pueblo, se gozará Jacob, y se alegrará Israel”. Ambas declaraciones, son alusiones a la segunda venida. Si tomamos en cuenta cada una de estas referencias más Isaías 27:9 (“Y vendrá el Redentor a Sion…”) claramente lo que Pablo está haciendo entonces, notamos que reafirma la tesis veterotestamentaria de la salvación de Israel y su restauración espiritual en concordancia al día de YHVH, la segunda venida. Dicho en otras palabras,  Pablo no está reinterpretando el AT, por el contrario, sigue la intención autoral de cada alusión veterotestamentaria, subrayando los tres aspectos soteriológicos que acompañan los acontecimientos proféticos que Pablo recapitula en Romanos 11:26-27 en torno a la salvación de Israel a la luz de la segunda venida de Cristo. Nótese el siguiente recuadro.

 

Pablo

Obras divinas con Israel

Intención autoral reafirmada

 

 

 

Rom. 11:26a 

La salvación de Israel

Sal. 14:7; Isa. 46:13; 62:11-12; Os. 1:7; Jl. 2:32; Abd. 17

Rom. 11:26b

El Libertador (Mesías) surge de Sion

Miq. 5:2-3 segunda venida → 4-9

Rom. 11:26c

El Libertador (Mesías) regenera a Jacob

Jer. 31:33-34; Eze. 36:25-24; Zac. 12:10)

Rom. 11:26d-27

El Libertador redime (perdón) a Israel

Eze. 36:29,33; 37:56; 11-14; 23; Isa. 27:9; Dan. 9:24; Os. 14:4; Jl. 3:17; Sof. 3:11, 13; Zac. 13:1

  Si el lector atento observa bien,  la idea paulina no tiene nada que ver —como señala Michelén—  con una cuestión de trayecto  simplemente. Dicho en otra palabras, la expresión paulina recogida de  Sal 14:7, Isa 27:9  e Isa. 59:20 plasmada en la idea de  “Vendrá de Sion el Libertador...” (LBLA) enfatiza la idea muy bien expresada por el Salmos 14:7 de que la salvación de Dios vendrá “de Sion” (ἐκ Σιὼν)  porque Dios habita allí (cfSal. 9:11; 76:2; 84:7; 132:13; Jer. 8:19; Jl. 3:17, 21) porque de allí Dios desplegará su poder, porque desde allí, la ciudad de David (cf. 2 Sam. 5:7; 1 Rey. 8:1; 2 Cro. 5:2) saldrá el Hijo de David (cf. Miq. 5:2-3) porque desde allí: Sion, saldrá la ley (Miq. 4:2); porque desde allí, reinará el Mesías (Sal. 2:6; Isa. 28:16). El énfasis de Pablo entonces, no es simplemente locativo, sino, profético vocacional.  De allí que el salmista exclame: “¡Oh, que de Sion saliera la salvación de Israel!” Pablo responde, sí, de Sion saldrá el Salvador, de Sion saldrá la salvación, de Sion saldrá el Libertador (cf. Miq. 5:1-6).  

Teniendo esto en mente, —como ya advertimos— notaremos que Pablo no está reinterpretando el AT, por el contrario, sigue la intención autoral de cada alusión veterotestamentaria subrayando los aspectos soteriológicos que acompañan los acontecimientos proféticos en torno a la salvación de Israel a la luz de la segunda venida de Cristo. Cada uno de estos aspectos, replicados por Pablo. En este sentido, —y volvemos a señalarlo— no tiene nada que ver con una cuestión de trayecto[38], sino, con una cuestión de vocación soteriológica mesiánica. Por otro lado, la expresión “de Sion…” (Rom. 11:26)   tampoco tiene que ver con una venida desde la Sion celestial[39] (como Moo cree pág. 799s), o una alusión a la “primera venida”[40]  (así también Stott 2007:352). Bien señala Wilckens, Pablo está pensando en la parusía de Cristo como Redentor, como tal, hará con Israel en aquellos días lo que ya ha hecho con los cristianos: les quitará sus pecados y con restituirá el pacto con ellos (Wilckens 2016:313).

Considerando lo anterior y la propiedad del énfasis vocacional soteriológico (“de Sion” [Sal. 14:7]) no cabe duda que la cuestión geográfica también se encuentra presente en la cronología escatológica, por ello encontramos la declaración de Isaías 59:20 que enfatiza la parusía de Cristo con:  “Y vendrá el Redentor Sion…” y el mismo Isaías en la misma sintonía de Jeremías añade las características propias de la segunda venida: “Y este será mi pacto con ellos, dijo Jehová: El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehová, desde ahora y para siempre.” (Isa 59:21).

C.  Lo que nos dice hebreos 

Llegamos a una de las referencias claves del NT acerca de la implicancia del nuevo pacto para la iglesia en el Nuevo Testamento. ¿Hay aquí atisbos de reinterpretación? Notemos el pasaje.

Heb 8:8  Porque reprendiéndolos dice:

He aquí vienen días, dice el Señor,

En que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto;

Heb 8:9  No como el pacto que hice con sus padres

El día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto;

Porque ellos no permanecieron en mi pacto,

Y yo me desentendí de ellos, dice el Señor.

Heb 8:10  Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel

Después de aquellos días, dice el Señor:

Pondré mis leyes en la mente de ellos,

Y sobre su corazón las escribiré;

Y seré a ellos por Dios,

Y ellos me serán a mí por pueblo;

Heb 8:11  Y ninguno enseñará a su prójimo,

Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor;

Porque todos me conocerán,

Desde el menor hasta el mayor de ellos.

Heb 8:12  Porque seré propicio a sus injusticias,

Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades.

Heb 8:13  Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.

¿Revela el autor de estas líneas una reinterpretación de los términos veterotestamentarios? ¿Es esta alusión prueba de que el “nuevo pacto” se ha cumplido en la iglesia? ¿Revela este pasaje que la “casa de Israel” y la “casa de Judá” se transforman en la iglesia del NT, el nuevo Israel? Según Gunn III y Crenshaw la iglesia del Nuevo Testamento es la continuación del programa del reino del Antiguo Testamento y es el Israel espiritual en esta era, así escriben:

“…no hay ningún problema en relacionar directamente el nuevo pacto de Jeremías 31 con la iglesia en esta era y fue hecho mediante los escritores del Nuevo Testamento. El nuevo pacto se relaciona directamente con el Israel físico solo en la medida en que los judíos aceptan a Cristo y se vuelven a injertar en el olivo del Israel espiritual” (Gunn III & Crenshaw 2020:80)

  Claramente la iglesia está relacionada con el “nuevo pacto”, sin embargo, nada de lo que añaden Gunn III y Crenshaw sugiere realmente este pasaje. Dicho en otras palabras, contrariamente a lo que en su momento escribieron, sí que hay un problema pues, la relación del nuevo pacto con el Israel físico nada tiene que ver aquí con la idea de que “…en la medida en que los judíos aceptan a Cristo y se vuelven a injertar en el olivo del Israel espiritual”; no,  el autor de esta epístola no invierte el lenguaje de Jeremías, por el contrario, lo vuelve a afirmar independientemente la iglesia disfrute de las bendiciones espirituales preliminares del nuevo pacto. Dicho en otras palabras, el texto no nos sugiere que “la casa de Israel y la casa de Judá” se trasforman en la iglesia o que el judío individual y la suma de ellos durante esta época (dispensación) cumplen el nuevo pacto. Como leemos en el versículo 10, el autor de esta epístola vuelve a confirmar los términos originales del nuevo pacto repitiendo: “Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios,  y ellos me serán a mí por pueblo”.

Si bien es cierto esta epístola fue escrita a judíos creyentes (Heb. 13:7, 17,24) que a propósito, estaban dudando de la superioridad de Cristo, en este pasaje —y en los otros que se han mencionado—  no hay atisbos que indiquen que las promesas incluidas en el nuevo pacto fueron transferidas de sus destinatarios originales a un “nuevo Israel” o que, el comienzo del nuevo pacto con Cristo descarte un cumplimiento futuro con aquellos con los que Dios hizo este pacto: la casa de Judá y la casa de Israel (Jer. 31:31s).  Aun así, los teólogos reformados actuales no dudan en señalar que pasajes como estos  son indicativos de que la iglesia es la casa de Israel y la casa de Judá.  Samuel Waldron (teólogo amilenarista) refiriéndose a este pasaje es un ejemplo actual de cómo los teólogos reformados insisten en adjudicar un significado inexistente a pasajes como el que estamos observando. Literalmente Waldron escribe:

“El Nuevo Pacto se hace con la casa de Israel y la casa de Judá según Jeremías 31. Según el Nuevo Testamento, se hace con la Iglesia. La conclusión natural es que la Iglesia de Cristo es la casa de Israel y la casa de Judá. De hecho, hemos visto que esto es exactamente lo que enseña el resto del Nuevo Testamento” (Waldron 2008:102s)

Como hemos observado en otros ejemplos, la rigurosidad exegética de Samuel Waldron[41] deja mucho que desear, no obstante, esto es una característica habitual de los teólogos reformados, una necesidad que implica mantener el sistema amilenarista aun por sobre la perspicuidad e intención de los autores bíblicos. Por otro lado, Gunn III y Crenshaw no ofrecen más respuestas sobre el asunto. Y de hecho, pasan por alto el énfasis que el autor de esta epístola asienta en paralelo con Jeremías. Para observar esto último, notemos una comparación de ambos pasajes.  

Jer 31:31  He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá.

 

Heb 8:8…He aquí vienen días, dice el Señor, en que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto

Según Samuel Waldron: “La conclusión natural es que la Iglesia de Cristo es la casa de Israel y la casa de Judá…”, sin embargo, para  el autor de la epístola a los hebreos “la casa de Israel” (בֵּ֧ית יִשְׂרָאֵ֛ל  [beyit yisraél]) y “la casa de Judá” (בֵּ֥ית יְהוּדָ֖ה  [beyit yehudáh]) siguen siendo lo que son: la “casa de Israel” τὸν οἶκον Ἰσραὴλ  (tòn oikon Israèl) y la “casa de Judá”  τὸν οἶκον Ἰούδα  (tòn oikon Iuda). Literalmente, el autor de la epístola repite los  términos preliminares del nuevo pacto. La profecía no ha sido trasferida, la “casa de Israel” y la “casa de Judá” siguen estando presente para el autor de esta epístola. Y la expresión “vienen días” sigue siendo aún, una expresión que se repite y que espera un cumplimiento escatológico. Bien señala el profesor Beyer quien recapitula el sentido escatológico presente e inclusivo del nuevo pacto:

“El cumplimiento literal (de la letra), material y nacional será para Israel (cp. Rom. 11:26s).No obstante, las repercusiones y bendiciones espirituales de este pacto no serán exclusivo, sino, inclusivos, e.d. podrán ser disfrutadas por todos los creyentes, no importa su raza y nacionalidad. El Mediador del Nuevo Pacto también es el Salvador y Señor de los creyentes gentiles y la sangre del Nuevo Pacto también es para ellos (1 Co 11:23ss). Por esta misma razón también, el pacto es futuro y presente a la vez. Las bendiciones espirituales del pacto ya podrán ser disfrutadas, porque la base y la razón de este pacto yacen en la obra de salvación en la cruz ya efectuada y consumada una vez por todas. Precisamente esto quiere señalar el autor a sus destinatarios. Cristo es el Mediado del Nuevo Pacto, cuya obra es vigente desde ya y puede ser disfrutada ahora” (Beyer 2010:148).

Como bien lo explica el profesor Beyer, el nuevo pacto está vigente a causa de Cristo, y por ende, si la iglesia al presente goza de sus bendiciones espirituales, es por su relación con el Salvador. Lo que Dios hará con la nación de Israel en concordancia a la segunda venida tal cual se menciona en la letra de pacto (Jer. 31:31s; Rom. 11:26s), sigue estando presente y el autor de esta epístola no se ha atrevido a cambiar los términos de este aspecto como leemos a continuación.  

Jer 31:32  No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.  

 

Heb 8:9  No como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; Porque ellos no permanecieron en mi pacto, y yo me desentendí de ellos, dice el Señor.

El autor de la epístola sigue citando los términos del nuevo pacto con leves modificaciones sinónimas (invalidaron/no permanecieron). Así escribe: “No como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto” (Heb. 8:9b), ¿qué pueblo fue sacado de Egipto? Pareciera una pregunta innecesaria, sin embargo, el autor de la epístola no desea confusiones. No está hablando aquí de un nuevo pueblo o un supuesto “nuevo Israel”, tiene en la mente el Israel étnico. El Israel nacional, el Israel  que Dios escogió, el Israel con que Dios hizo el nuevo pacto y con quienes lo cumplirá. Se trata de “ellos”, no de otros. Note con atención el siguiente avance.

Jer 31:33  Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.

 

Heb 8:10  Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y  seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mí por pueblo

El autor de la epístola vuelve a replicar los mismos términos originales de nuevo pacto. Añade: “Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor” (Heb. 8:10a). Nuevamente, se trata de “ellos”.

Jer 31:34  Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.

 

Heb 8:11-12  Y ninguno enseñará a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; Porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor de ellos12  Porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades.

Finalmente, el autor de la epístola no sólo replica los resultados del nuevo pacto con Israel, sino que también, subraya a sus destinatarios originales.  “Y ninguno enseñará a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor…”, uno de los resultados derivados de la futura regeneración que experimentará la nación de acuerdo a este mismo pacto (Jer. 31; Eze. 36-37), pero también, y subraya el autor de la epístola: y seré propicio a “sus (αὐτῶν) injusticias, las de Israel; y nunca más me acordaré de “sus” (αὐτῶν) pecados e   iniquidades, los pecados e iniquidades de Israel.  Finalmente, las otras referencias al nuevo pacto en esta epístola enfatizan lo mismo: la mediación superior de Cristo y los resultados que los creyentes tienen en Cristo, la remisión de las transgresiones y la promesa de la herencia eterna   (v. Heb. 9:15; 12:24). En este sentido es importante señalar que la tesis de esta epístola no es la relación entre Israel y la Iglesia, sino, los resultados superiores del nuevo pacto en virtud de la mediación de Cristo y sus prerrogativas en este pacto.   

IV.Conclusión

Habiendo observado todos los versículos relativos al nuevo pacto en el Nuevo Testamento y de manera esencial, las referencias del autor de la epístola a los hebreos, podemos constatar que siguiendo una hermenéutica coherente y consecuente (histórico gramático literal), es imposible caer en la teoría reformada de la reinterpretación y con ello, en la reformulación de los términos del nuevo pacto en una aplicación  inexistente sobre un supuesto “nuevo Israel”. Teniendo en cuenta esto,  Gunn III y Crenshaw aseguran que  uno de los mayores desafíos para cualquier persona que se llame a sí mismo dispensacionalista, es explicar cómo el nuevo pacto que Jeremías dijo que se haría con Israel y Judá está relacionado con la iglesia cristiana hoy (pág. 70). Sin embargo, ¿es realmente esto un desafío para el teólogo dispensacionalista? Es evidente que a la luz de una lectura objetiva de los versículos examinados, en especial, los aludidos por el autor de la epístola a los hebreos los creyentes son participes de las bendiciones del nuevo pacto como el perdón definitivo de los pecados (Heb. 8:6; 10:15-18; 10:29; 13:20) y las bendiciones espirituales  ya presentes por medio de la fe en Cristo, como un camino nuevo concluyente a Dios (Heb. 10:19ss) una herencia eterna definitiva y una santificación final y definitiva para los creyentes (Heb. 10:14). Sin embargo, esto último, en ningún caso anula los términos originales del nuevo pacto con la “casa de Israel” y la “casa de Judá”. Ninguno de los versículos analizados —como observamos— sugiere una reinterpretación de los términos y mucho menos, una reformulación de la dinámica de la conversión de Israel en torno a “aquellos días” en concordancia a la segunda venida. 

Teniendo en cuenta  lo anterior,  —como ya observamos— tenemos ante nosotros cinco opciones, pero sólo una opción es coherente con la hermenéutica histórico gramático literal y con ello, al mensaje del NT en relación al nuevo pacto. En primer lugar, y teniendo en cuenta el uso que hacen los autores del NT del nuevo pacto, la idea de que la iglesia reemplaza al Israel nacional (teología de reemplazo, supersesionismo) sólo puede ser sostenida ignorando los términos bíblicos  dados, una tesis que aún persiste en el ala reformada. También debemos agregar que, la idea de “dos pactos” —una tesis de algunos teólogos dispensacionales (Chafer, Walvoord, Ryrie)— tampoco se deriva de un análisis riguroso del NT, por el contrario, es un intento fallido de responder al punto como resultado del uso deficiente del sistema hermenéutico. Por otro lado, es evidente también que, la idea de que el nuevo pacto es exclusivamente para Israel  falla en responder de manera concreta a la evidencia del NT que revela que los creyentes ya están participando de las bendiciones del nuevo pacto que todo creyente tiene por su unión a Cristo (cf. Heb. 8:6; 11-12; 15; 10:14; 19-23). Finalmente tenemos sólo dos opciones más. O,  la iglesia cumple parcialmente el nuevo pacto e Israel lo hará en el futuro, o la iglesia participa actualmente del nuevo pacto e Israel lo cumplirá en el futuro. Por supuesto, teniendo en cuenta el uso del NT de cada pasaje relativo al nuevo pacto y en especial, el tratamiento que hace el autor de la epístola a los hebreos, notamos —como ya advertimos— que la respuesta que se ajusta de manera natural a los argumentos dados, es la que expresa la idea de que la iglesia está participando del nuevo pacto e Israel  lo cumplirá en el futuro en concordancia a la venida del Libertador, quien quitará —como subraya Pablo— la impiedad de Jacob (Rom. 11:26). La razones de esta interpretación se basan en los propios términos que se usan en el NT y en Hebreos 8:8-12 —pasaje que no sólo reafirma los términos originales del nuevo pacto dado en Jeremías 31 para la “casa de Israel” y la “casa de Judá”. Y como bien lo señala el profesor Compton, al citar Jeremías 31:33 en 10:16 el autor de la epístola a los hebreos añade otro dato importante que ratifica la tesis anterior, esto es: cambia levemente la identificación de los nuevos receptores del pacto (“la casa de Israel”) a “ellos” (πρὸς αὐτοὺς “con ellos”) (Compton 2019:16) lo que nuevamente re-confirma a sus destinatarios originales.

No hay en el NT entonces, una teología del reemplazo ni mucho menos, un “nuevo Israel” en que el nuevo pacto se haya cumplido cabalmente (“teología del cumplimiento”). Habiendo observado cada pasaje relativo al nuevo pacto y su pertinencia al presente entonces, podemos constatar que el verdadero desafío no está del lado del “dispensacionalismo” o más bien, de la hermenéutica histórico gramático literal, sino, de parte de aquellos que insisten en imponer al texto la idea exógena de un “nuevo Israel”, asignando un significado infundado a los pasajes observados.  Para terminar dejamos aquí un extracto de las palabras del profesor Michael Vlach, quien refiriéndose a hebreos 8 señala notablemente:

«Aspectos espirituales del Nuevo pacto, como el perdón de los pecados y el Espíritu Santo mostrando en nosotros se están realizando en la época actual, mientras que las bendiciones físicas del pacto esperan un cumplimiento futuro con la nación de Israel. Como escribe Ware: “El cumplimento del nuevo pacto de Dios por lo tanto no debería ahora ser visto como un asunto de todo o nada. Mas bien., es mejor visto como parcialmente cumplido ahora (aspectos espirituales del perdón y el Espíritu que mora en nosotros para todos los participantes del pacto) y más tarde para hacerse realidad en su integridad (cuando todo Israel sea salvo y se restaure a su tierra”. Esta aplicación de solo las bendiciones espirituales del Nuevo Pablo para la iglesia de hoy es prueba de que la iglesia no ha reemplazado a Israel. La nuevas promesas del pacto, tal como se encuentran en el Antiguo Testamento, hablan de  bendiciones físicas como espirituales., Si la iglesia hereda el nuevo pacto en el lugar de Israel, entonces se podría esperar que tanto las bendiciones espirituales y físicas del nuevo pacto se aplicarían a la iglesia, Pero no lo son. Solo las bendiciones espirituales del nuevo pacto se aplican a la iglesia por el NT. Como explica Saucy: “Si el nuevo Testamento hace ver a la iglesia como un Israel nuevo y reconstituido, como se pretende a menudo, ¿por qué ninguna de las nuevas bendiciones del pacto con respecto a la restauración y la exaltación de Israel jamás se aplican a modo de “reinterpretación” a la iglesia? Parece razonable que si la  iglesia es un nuevo “Israel espiritual” e Israel como un pueblo étnico o nación quedó en el pasado, podríamos esperar encontrar algunas de las bendiciones materiales de Israel reinterpretadas y aplicadas por los apóstoles a la iglesia. La ausencia de cualquier aplicación de las bendiciones — muchas de las cuales eran de material directamente relacionado con la nación de Israel —conduce a la conclusión de que los apóstoles no tenían la intención de enseñar que la iglesia estaba cumpliendo el nuevo pacto en el lugar de Israel”» (Vlach 2008:141s).

 

 

 

 

 

 

 

V.  Bibliografía 

Beyer, Hartmut  2010. Epístola a los hebreos. Material de Estudio, ICAT, Temuco.

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Millos, Samuel 2014. Comentario Exegético al Texto Griego del Nuevo Testamento, Romanos. Viladecavalls, Barcelona, España: Clie.

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Sproul ed. 2020. La Biblia de Estudio de la Reforma.  

Stott, John 2007. El Mensaje de Romanos. Barcelona, España: Certeza.

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Wilckens, Ulrich 2006. Romanos, Vol. II.  Salamanca, España: Sígueme.

Waldron, Sam  2008. Una Respuesta Amistosa al Manifiesto Milenarista de MacArhur.

Westermann, Jenni 1985. Diccionario Teología Manual del Antiguo Testamento. Madrid, España: Ediciones Cristiandad.

 

  


 



[1] Pr. Sugel Michelén. Clase de Escatología 1. Internet URL: https://youtu.be/r0DdLn3P_8Q [consultado el 24.05.2022].

[2] Vaca, es un entusiasta y firme maestro amilenarista conocido en redes sociales por ser un férreo detractor del dispensacionalismo. Además de esto, es pastor de la “Iglesia Bautista Reformada El Redentor” en Bogotá, Colombia. 

[3] Grover E. Gunn III & Curtis I. Crenshaw 2020. Dispensacionalismo Hoy, Ayer y Mañana. Ed. Arlington Vaca.

[4] El profesor Michael Vlach refuta la idea planteada por Gerstner y también, Crenshaw y Grover Gunn de que el dispensacionalismo es intrínsecamente antinomiano. Así añade: «La declaración de Crenshaw y Gunn de que los dispensacionalistas rechazan “la ley moral” es una tergiversación de lo que cree la mayoría de dispensacionalistas.» (Vlach en MacArthur & Mayhue eds. 2020:54).

[5] La teoría consiste en que en que hay dos pactos nuevos, uno para Israel y el otro para la iglesia, por supuesto, una idea que no tiene asidero en una exégesis sana.

[6] Hb.  חָדָשׁ (jadash) quiere decir “nuevo” tanto en el sentido de reciente, tierno o fresco (lo contrario de viejo) como con la connotación de algo que antes no existía (cf. Lev. 23:16  el nuevo grano”; Éxo. 1:8 “nuevo rey en Egipto”; Isa. 42:10   un “cántico nuevo”). «He aquí, ya sucedieron las cosas primeras; ahora os anuncio las cosas nuevas. Antes que salgan a luz, yo os las anuncio» (Isa. 42:9) (Vine 2007:121s). Vine añade: “Jer. 31:31-34 emplea el mismo matiz cuando habla del nuevo pacto (cf. Eze. 11:19; Eze. 18:31).” (212). La idea de algo “renovado” sólo se encuentra en la forma verbal piel (Sal. 103:5). Westermann añade que, ni el verbo hds [raíz consonantal] piel “renovar”, ni jadash “nuevo” tienen sinónimos propios. Muchas veces aparecen como opuestos de “antiguo”, “anterior”. Así, se renueva el templo (2 Cro. 24:4-12), un altar (2 Cro. 15:8), ciudades (Isa. 61:4). Así también, se pide a Dios que restablezca la anterior fortuna y salvación (Lam. 5:21). El salmista  pide a Dios que renueve su energía vital (Sal. 51:12). Sin embargo, y especialmente en los textos narrativos aparece el empleo cotidiano de tanto en oposición a “viejo” como en el sentido de “todavía no existente”. Así, se habla de una nueva cosecha (Lev. 26:10), nuevos frutos (Can. 7:14), nuevas casas (Deut. 20:5; 22:8), nuevos odres (Jos. 9:13). Con respecto al “nuevo pacto” en los textos proféticos; Westermann añade: “…solamente en la época del exilio se habla de algo nuevo en la historia de Dios con Israel; en ninguna otra época aparece la idea… existen tres contexto en los que los profetas exílicos e inmediatamente posteriores al exilio hablan de algo nuevo: 1) Isa. 42, 9-10; 43:19; 48:6: lo antiguo y lo nuevo 2) Jer. 31:31 y Eze 11:19; 18:31 36:26: nueva alianza y nuevo corazón; 3) Isa. 65:17; 66:22: nuevo cielo y nueva tierra.” (Westermann 1978I:734s). Esto, en contra posición a la idea de los teólogos del pacto que creen que le nuevo pacto es una renovación del pacto mosaico, según ellos, “…ya que ambos son formulaciones del mismo pacto de gracia” (Compton 2019:5).

[7] Hb. כָּרַ֙תִּי֙   (karettí) qal perfecto de כָּרַת (karet) cortar, talar, así, cortar un pacto: hacer un pacto.

[8] Hb. הֶחֱזִיקִ֣י  (hejeziqí) hifil infinitivo de חָזַק (jazeq)  fijar en; de aquí, atrapar, agarrar, ser fuerte.

[9] Hb. אֶכְרֹת֩  (ekerót) qal imperfecto de כָּרַת (karet) cortar, talar, así, cortar un pacto: hacer un pacto.

[10] Hb. נָתַ֤תִּי  (natatty) qal perfecto de נָתַן  (natan) entregar, dar, colocar, establecerse, poner, hacer.

[11]Hb. אֶכְתֲּבֶ֑נָּה  (ekettábennah)  qal imperfecto  כָּתַב  (katab) escribir, inscribir, grabar.

[12] Hb. וְהָיִ֤יתִי   (vehayiity) qal perfecto vav consecutiva de  הָיָה  (hayah) existir,  ser o llegar a ser, tener lugar. 

[13] Hb. אֶמְאַ֙ס (emeas) qal imperfecto  de מָאַס (maas) abominar, aborrecer, desestimar, despreciar, menospreciar, rehusar, repudiar, et al. LXX ἀποδοκιμάζω  (apodokimádzo) desaprobar, repudiar, desechar, como en Mateo 21:42 “Jesús les dijo ¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores, ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?

[14] De algún modo concreto, la idea de un dispensacionalismo “progresivo”, es un oxímoron, es algo similar a la propuesta de la NTP (Nueva Teología del Pacto).     

[15] Darrell L. Bock escribe: «Con el cumplimiento inicial y futuro, uno puede tener un cierto cumplimiento en la iglesia ahora y un mayor cumplimiento para Israel más adelante…la opción de un cumplimiento [doble] también se puede poner en términos de un escenario “ya todavía no”» (Bock en Compton 2019:27).

[16]  Loraine Boettner (1901-1990) teólogo posmilenarista, escribió: “El hecho es que el Antiguo Pacto, que tenemos en la primera parte de nuestras biblias en el Antiguo Testamento, fue hecho exclusivamente con la nación de Israel y que ahora ha sido reemplazado por el Nuevo Pacto, que llamados Nuevo Testamento, que fue hecho exclusivamente con la iglesia” (Loraine  en Compton 2019:27).

[17] La transubstanciación es la doctrina mayormente católica que sostiene que sostenida que los elementos de la santa cena (el pan y el vino) se convierten “milagrosamente” en el cuerpo y la sangre de Cristo durante la consagración de los mismos. Esta idea subyace en una interpretación  literalista mística  que sostiene que tras la consagración, el pan y el vino aunque  siguen aparentando su condición de pan y vino, se transforman literalmente y realmente, en el cuerpo de Jesús. McCune añade: “Según la teoría católica romana el sacerdote a través de la consagración del pan y el vino, los convierte en el cuerpo y la sangre reales de Cristo  (McCune 2018:693).

[18] McCune explica: “A ésta por lo general se le llama la teoría luterana, que otros también la defienden… Según esta teoría, el cuerpo corpóreo de Cristo está en, con y debajo del pan y el vino. Esta asociación no es permanente y no es llevada a cabo por un sacerdote sino por la Palabra de Dios. Esta teoría acerca de la santa cena precisaba de otra doctrina, la de la ubicuidad del cuerpo de Jesús. Este punto de vista enfatizaba la presencia real y corporal de Jesús en los elementos de la santa cena.” (McCune 2018:693) ubicuidad del cuerpo de Jesús. Este punto de vista enfatizaba la presencia real y corporal de Jesús en los elementos de la santa cena.” (McCune 2018:693).

[19] La interpretación reformada o calvinista promovida por los presbiterianos, episcopales y metodistas, enseña que Jesucristo no está físicamente en los elementos (pan y vino). Sin embargo, en el momento de participar de ellos, el creyente se alimenta del verdadero cuerpo y sangre de Cristo que está en los cielos mediante el poder infinito del Espíritu Santo (Millos 2014:1357; Carballosa 2010:440).

[20] En este sentido la teología reformada tiende a hablar no sólo de inauguración, sino también, de cumplimiento. R.C. Sproul, por ejemplo, señala: “La Cena del Señor simboliza y sella para los creyentes la inauguración y el cumplimiento del pacto de Cristo en su favor” (Sproul ed. 2020:1649). D.A. Carson de manera insegura señala: “Parece, entonces, que Jesús entiende el pacto que está presentando como el cumplimiento de las profecías de Jeremías…” (Carson 2004:609). Así también, Michael J. Wilkins (pág. 36).

[21] Carballosa habla de la ratificación del nuevo pacto (Carballosa 2010:413).

[22] Millos habla del establecimiento del nuevo pacto (Millos 2014:1362; 2009:1845).   

[23] El giro καὶ οὕτως (kaì jútos) se observa sin duda muchas veces en el Nuevo Testamento como también,  en la LXX, derivado de giros como  וְזֶ֕ה אֲשֶׁ֥ר  (vezéh ashér) “y de tal manera…” Gén. 6:15 (RV60/LBLA); וְזֶה֘ דְּבַ֣ר  (vezéh debáh) “…y de esta manera” Deut. 15:2 (RV60). “Así se hará…” 2 Sam. 16:7 (LBLA); וְכֹֽה־אָמַ֥ר   (vekóh-amár) “así decía” (LBLA); “Y decía…” (RV60). וְכֵ֥ן עָשָׂ֛ה  (vekén tsasáh) “Así mismo…” 1 Rey. 6:33 (NVI); “…igualmente hizo…” (RV60). Y, וְכֵ֤ן תַּֽעֲשֶׂה֙   (vekén tátsaseh)   “…así harás…” Eze. 45:20 (RV60). En términos generales, y en este escueto sondeo veterotestamentario se puede constatar que la LXX usa este giro mayormente de manera modal (“…y de esta manera…”), no tanto en sí, de manera cronológica o temporal (“y luego…”RV60).

[24] Michelén, Sugel 2017. “Milenio y El Siglo Venidero”. Internet URL: https://www.youtube.com/watch?v=hbl0Ebf9JLg [consultado el 24.05.2022].

[25] Michelén, Sugel 2017. “Milenio y El Siglo Venidero”. Internet URL: https://www.youtube.com/watch?v=hbl0Ebf9JLg

[26]Cf. Sal. 69:35; 78:68; 87:5; 129:5; Isa. 1:27; 14:32; Jer. 31:6; 31:12; 51:10; Lam. 4:11; Jl. 2:1, 32; 3:16; Rom. 9:33; 1 Ped. 2:6; Apo. 14:1.

[27] Cf. Sal. 126:1; 146:10; Isa. 4:4; Isa. 12:6; 51:3; 52:8; 62:11; Lam. 2:4, 22; Zac. 2:10; 9:9; Mt. 21:5; Jn. 12:15

[28] Cf. Sal. 2:6; 48:2; Isa. 2:3

[29] Cf. 2 Sam. 5:7; 1 Rey. 8:1; 2 Cro. 5:2.

[30] Cf. Sal. 9:11; 76:2; 84:7; 132:13; Jer. 8:19; Jl. 3:17, 21; Heb. 12:22.

[31] Cf. Isa. 60:4; Jl. 2:1.

[32] Cf. Sal. 87:2; Isa. 30:19; 46:13; 51:11; 52:1; Sof. 3:16; Zac. 8:3.

[33] Cf. Sal. 2:6; Isa. 28:16.

[34] Cf. Isa. 24:23; Miq. 4:7; Zac. 2:10-12; 8:3.

[35] Cf. Sal. 14:7; 46:13; Abd. 1:17, 21.

[36] Cf. Am. 1:2; Sal. 110:2.

[37] Cf. Miq. 4:2.

[38] Bien señala Wilckens: “Es dudoso si Pablo inicia con ello la Jerusalén celestial (cf. Gál. 4,26), porque el Libertador vendrá del cielo. Ciertamente es más natural que quiera acentuar que él será el centro de Israel, del que no solo parte ahora la misión a los gentiles (cf. 15,19) sino desde el que será readmitido en la alianza el Israel caído.” (Wilckens 2016:313).

[39] Como escribe Lacueva: «Para los amilenialista, este texto o no tiene relevancia alguna para Israel o debe entenderse “en sentido general”. Dice J. Murray: “No se sugiere aquí ningún privilegio o estado que no sea común a judíos y gentiles en la fe de Cristo”. Y, en la misma vena comenta el jesuita Vicentini: “Pero Cristo en su primera venida no convirtió a los judíos, y para su segunda venida su conversión ya se habrá producido. Por eso hay que tomar el texto en un sentido general; la conversión de los judíos será la obra de Cristo en su vida terrestre o a través de la iglesia» (Henry & Lacueva 1999:1593).

[40] Explica el Pr. Michelén: “… ¿está hablando de la primera venida o de la segunda?» [Responde Michelén]… de la primera; el problema que la gente lee “vendrá” y dicen: ¡La segunda venida!  En la segunda venida se van a convertir… No, está diciendo, ese es el pacto que Dios hizo con Israel, vendrá de Sion, no a Sion. En la primera venida Cristo no vino a Sion, vino de Sion…”

[41] Nótese otro ejemplo de las deficiencias —falacias exegéticas— de Waldron a la hora de interpretar. Escribe Waldron: “Según Efesios 2:12 19, es «…la ciudadanía de Israel» con ciudadanos étnicamente judíos y ahora también con ciudadanos que eran gentiles, quienes se han hecho nuevos israelitas por la circuncisión no hecha por manos (Col. 2:11).” (Waldron 2008:67s). ¿Señala Pablo realmente que los nuevos convertidos gentiles ahora se han hecho israelitas? Por supuesto, esto no es más que una interpretación insostenible a la luz de texto mismo.