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jueves, 27 de septiembre de 2018

Análisis del libro: “La Biblia y el Futuro”, de Anthony A. Hoekema. Capítulo VI: “La tensión entre el ya y el todavía no.” Parte I.


Por J.A. Torres Q.


Introducción

El concepto del “ya” y el “todavía no”, no es un concepto herético, sin embargo, solo tiene sentido “escatológico” en la jerga amilenarista como un paradigma  necesario derivado de la idea antecedente de una “era presente” y la “era porvenir.” Así Hoekema señala: “El reino de Dios solo puede ser entendido a la luz de esta tensión siendo una realidad presente y a la vez futura.” (Hoekema 2008:84). 

Antes de seguir estas líneas es bueno recordar cuál es la perspectiva general del amilenarismo respecto el reino y lo que es el “amilenarismo”. Una buena definición aun reconocida por los  teólogos amilenaristas, es la del premilenarista John Walvoord.

Amilenarismo: “Su carácter más general es el de la negación de un reino de Cristo literal sobre la tierra. Se considera a Satanás atado en la primera venida de Cristo. La presente era entre la primera y segunda venida es el cumplimiento del milenio. Sus adeptos están divididos en cuanto a si el milenio se está cumpliendo ahora sobre la tierra (Agustín) o si está siendo cumplido por los santos en el cielo (Kliefoth). Estaría resumido en la idea de que no habrá más milenio del que hay ahora, y que el estado eterno se inicia inmediatamente después de la segunda venida.” (Walvoord en Benware 2010:115).

Ahora bien, si usted observa nuevamente la definición de amilenarismo anterior comprendiendo sus implicancias, podrá constatar que la creencia amilenarista es una negación de cabo a rabo. Nótese bien: 

Se niega  un reino de Cristo literal sobre la tierra, y de allí
Se niega  una tribulación de siete años
Se niega  un arrebatamiento pretribucional

         Por lo anterior nuevamente recalcamos que, no podremos comprender del todo al amilenarismo, si no tenemos presente el pivote sobre el cual gira toda la interpretación escatológica de esta escuela. Téngase nuevamente presente entonces, el siguiente paradigma hermenéutico en el que descansa no solamente el “ya”, pero “todavía no”, sino que además, todo el sistema amilenarista “hermenéutico”  en sí. En palabras[1] del teólogo amilenarista Kim Riddlebarger, supuestamente:  

“…los escritores del Nuevo Testamento espiritualizan las profecías del Antiguo Testamento aplicándolas en un sentido no literal…”

         Es por este paradigma intrínseco de la hermenéutica reformada que tanto Hoekema como Riddlebarger, Berkhof, Grau y cualquier otro amilenarista, cree sinceramente que todo lo referente a las profecías escatológicas veterotestamentarias se deben “espiritualizar”, así, el “ya”, pero todavía “no”, es parte de toda esta estructura que el laico amilenarista evoca feliz y orgulloso, y esto, aunque aun esto surja y se encause a través  de una interpretación espiritualizada de las profecías.  Es evidente que algo sucede en el pensamiento amilenarista al llegar al Nuevo Testamento, algo inconsistente, algo que dentro de dicho esquema tiene más peso que una hermenéutica coherente pues, ¿por qué este rebote hermenéutico que arbitrariamente reinterpreta no solo enseñanzas tan claras del AT como del NT atropellando con ello incluso libros enteros como el Apocalipsis? 


Puede que el catecúmeno amilenarista aun no se percate de estas inconsistencias, sin embargo aun para los amilenaristas convencidos profecías como  Isaías 65:17-25 sigue siendo un pasaje que reclama justicia debido a los variados matices alegóricos que la hermeneutica amilenial ha generado con este cuando en términos proféticos teológicos, es una de las profecías del AT más claras y descriptivas acerca del reino mesiánico terrenal que de hecho Juan de acuerdo a la revelación progresiva señala es el reino del mil años de Cristo (Apo. 20). Sin duda esta profecía dicho sea de paso, presenta un problema continuo no menor para la hermenéutica amilenarista de las dos etapas que incluye de facto una negación  de un estado intermedio entre la segunda venida y el estado eterno, el reino terrenal del Señor Jesús.

17  Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra;  y de lo primero no habrá memoria,  ni más vendrá al pensamiento. 18  Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado;  porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría,  y a su pueblo gozo. 19  Y me alegraré con Jerusalén,  y me gozaré con mi pueblo;  y nunca más se oirán en ella voz de lloro,  ni voz de clamor. 20  No habrá más allí niño que muera de pocos días,  ni viejo que sus días no cumpla;  porque el niño morirá de cien años,  y el pecador de cien años será maldito. 21  Edificarán casas,  y morarán en ellas;  plantarán viñas,  y comerán el fruto de ellas. 22  No edificarán para que otro habite,  ni plantarán para que otro coma;  porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo,  y mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos. 23  No trabajarán en vano,  ni darán a luz para maldición;  porque son linaje de los benditos de Jehová,  y sus descendientes con ellos. 24  Y antes que clamen,  responderé yo;  mientras aún hablan,  yo habré oído. 25  El lobo y el cordero serán apacentados juntos,  y el león comerá paja como el buey;  y el polvo será el alimento de la serpiente.  No afligirán,  ni harán mal en todo mi santo monte,  dijo Jehová.” (Isa. 65:17-25 RV60). 

 Nótese entonces y, a manera de resumen, lo que enseña llanamente el profeta Isaías en concordancia con toda la perspectiva veterotestamentaria del reino mesiánico terrenal al respecto. Primero, es Dios mismo el garante de este escenario terrenal, claramente el texto lo señala con la cláusula autoritativa veterotestamentaria acostumbrada: así dijo Jehová el Señor” (Isa 65:13 cf. [65:1, 6, 8, 13,17*]). Segundo, Dios añade a través del profeta: “Yo, crearé nuevos cielos y nueva tierra”, y, “nuevos cielos”, y “nueva tierra” (65:17) son locutivamente: nuevos cielos y nueva tierra de la misma manera que Pedro lo entendió junto a los creyentes de la iglesia primitiva que esperaban según éstas promesas “…cielos nuevos y tierra nueva”,  en los cuales,  morará la justicia (2 Ped. 3:13). Tercero,  dicho escenario terrenal, está determinado en su propósito pactual, para la alegría y gozo de Jerusalén: el pueblo de Dios (65:18). Cuarto, no habrá en dicho estado, muertes prematuras, infanticidio o muertes a temprana edad incluyendo aquí, a los ancianos. Básicamente, habrá plenitud y larga vejez a lo menos, hasta los cien años (Isa. 65:20). Quinto, los benditos de YHVH, los descendientes de este linaje, edificarán sus casas y morarán en ellas con gran tranquilidad, paz, productividad y estabilidad. Además, entre otras bendiciones, Dios les responderá en el acto cuando clamen (65:21-24). Sexto, “el lobo y el cordero” apacentarán juntos, así también el “león” y el “buey”, (65:25). Dicho de otro modo, será una era terrenal holística de paz y armonía sin parangón alguno en la historia de la humanidad. Sin embargo, y como ya mencionamos, todo esto representa un problema para la idea amilenarista, esto es, no encaja en el modelo de las dos era, y claramente quita consistencia al “ya”, pero “todavía no”. Entonces, ¿qué han hecho los teólogos amilenaristas al respeto? Note nuevamente la premisa amilenarista aquí, que literalmente, y, mire por donde se mire,  reemplaza el  así dijo Jehová el Señor”, por el así dice la hermenéutica amilenarista. Los énfasis son nuestros.

“Considero que una interpretación alegórica de este pasaje no solamente se ajusta bien al resto de la Escritura sino que nos brinda un mejor entendimiento de las palabras del profeta, especialmente si mantenemos la idea de que esta es una profecía que cubre dos etapas de la nueva creación, el reino intermediario, antes de la venida de Cristo y el reino eterno que se ha de manifestar después de su venida.”[2] (Jorge L. Trujillo).  

«…los versículos 17-20 de Isaías 65 están compuestos de dos poemas. El primero es un poema de la nueva creación (v. 17-18b), el segundo es un poema sobre la ciudad y su pueblo (v. 18c-20). Como Motger nos dice: "Todo este pasaje de Isaías usa los aspectos de la vida presente para crear impresiones de la vida que aún está por venir [Estado eterno]  […]  Cosas que no tenemos una capacidad real para entender sólo se pueden expresar a través de cosas que sabemos y experimentamos.  "(Motyer, La profecía de Isaías, 530). En otras palabras, las metáforas se utilizan para cosas que no podemos, ni Isaías pudo comprender completamente. La estructura poética ciertamente apunta en esa dirección.»[3] (Kim Riddlebarger)

«Esto no puede estar hablando del cielo, ni de un tiempo después del fin del mundo; porque en estos “nuevo cielo y nueva tierra” todavía hay muerte (a muy avanzada edad – “los días de los árboles“), la gente construye, planta, trabaja, y tiene hijos. Podríamos pasarnos el resto de este capítulo examinando las implicaciones de este pasaje de Isaías, pero lo único que quiero subrayar aquí es que es claramente una declaración para esta eraantes del fin del mundo, y muestra lo que pueden esperar las futuras generaciones a medida que el evangelio penetra en el mundo, restaura la tierra a la condición de paraíso, y hace fructificar las metas del reino. Isaías está describiendo las bendiciones de Deuteronomio 28 en lo que es probablemente el mayor logro terrenal. Por eso, cuando Juan nos dice que vio “un cielo nuevo y una nueva tierra”, debemos reconocer que el significado principal de esa frase es simbólico, y tiene que ver con las bendiciones de la salvación.»[4] (Carlos Alberto Paz

Como usted lee, se trata de una alegoría, de simplemente un par de poemas, incluso, de metáforas o incluso, de un lenguaje simplemente simbólico. Pero, y antes de notar las últimas líneas de esta primera parte, ¿cómo interpreta Hoekema este pasaje? Hoekema no siempre enuncia sus ideas de manera clara, a veces —de acuerdo a lo que hemos notado—  sobrevuela algunos aspectos relativos a la hermenéutica  amilenarista, dando respuesta por cierto, concretas, pero sin mayores explicaciones. Ahora, y aunque sí, habla de este pasaje en el libro, para poder comprender bien lo que ha escrito, debemos seguir con atención el hilo de sus comentarios, porque al parecer,  deja ver en algunas líneas un aparente acuerdo con la idea de una reino terrenal. Sin embargo, no, no es así. Note entonces cómo Hoekema  —como  los autores amilenarista citados anteriormente—  literalmente usa del malabarismo propio de este sistema en el pasaje,  para darnos otra ingeniosa  interpretación amilenarista al respecto.   

La tierra ha sido, además, involucrada en los males que el pecado ha ocasionado. Existe una interrelación entre la naturaleza y la vida moral del hombre; por tanto, la tierra ha de compartir también la redención final de Dios.  Esta esperanza futura respecto a la tierra se refleja también en Isaías 65:17: Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra, y de 10 primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento (cf. 66:22)… (Hoekema 2008:23).

…Isaías 65:17-25 asimismo debe ser entendido como una descripción del estado final de los redimidos; nótense particularmente las palabras del versículo 17: "Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria ni más vendrá al pensamiento”. (pág. 204)

…Debemos admitir que éste es un texto muy difícil de interpretar. ¿Nos está diciendo aquí Isaías que habrá muerte sobre la nueva tierra? Opino que este no puede ser el significado, a la luz de lo que se ha dicho en el versículo 19: "Nunca más se oirán en ella [en la Jerusalén que se describe] voz de lloro ni voz de clamor". ¿Puede uno imaginarse una muerte no acompañada de lloros? Es significativo que en 25:8, Isaías predice con toda claridad que no habrá muerte para el pueblo de Dios en el estado final, vinculando esta predicción con la promesa de que no habrá más lágrimas: “Destruirá [el Señor de los ejércitos] a la muerte para siempre; y enjugará el Señor toda lágrima de todos los rostros”:  A la luz de lo antedicho, llego a la conclusión que en 25:20, Isaías está describiendo en lenguaje figurativo el hecho de que los habitantes de la nueva tierra vivirán vidas de una longitud incalculable. Las primeras dos cláusulas del versículo nos dicen que sobre esta tierra nueva no habrá mortandad infantil, y que la gente anciana no morirá antes de haber completado las tareas de su vida (en otras palabras, no serán quitados prematuramente, como sucede con frecuencia en la tierra presente). A la tercera cláusula la traducirían como lo hace la NBE, "Pues será joven el que muera a los cien años"... Dado que la palabra traducida pecador en la última cláusula significa alguien que ha errado al blanco, nuevamente preferiría la lectura de la NBE "y el que no los alcance se tendrá por maldito". No se sugiere aquí que habrá sobre la tierra quien no llegue a los cien años. A favor de esta interpretación del versículo 20 están las palabras del versículo 22: "Porque los años de mi pueblo serán los de un árbol, y mis elegidos podrán gastar lo que sus manos fabriquen" NBE. Este pasaje, por lo tanto, no requiere ser interpretado como una descripción del milenio, sino que tiene buen sentido cuando lo entendemos como un retrato inspirado de la nueva tierra por venir [Estado eterno]. El versículo 25 indica que no habrá violencia sobre esa nueva tierra: "No afligirán, ni harán mal en todo mi santo monte, dijo Jehová".» (Hoekema  2008:230-231).

Así es, sin anestesia hermenéutica, se trata del estado eterno. No hay por lo tanto un reino mesiánico terrenal previo al estado eterno. Al observar todas estas interpretaciones de Isaías 65:17-25 uno no puede dejar de sorprenderse, —quizás a esta altura ya no tanto— no solo respecto el crisol malabérico de los teólogos reformados a la hora de interpretar lo que Dios a través del profeta determinó tan llanamente. Dicho de otro modo, Dios dijo, pero el amilenarismo alegoriza, espiritualiza, poemitiza, metaforiza o  simplemente reinterpreta según lo requiera y exija la estructura. Por todo lo anterior, es casi irrisorio tomar en serio estas interpretaciones y aun, la excusa amilenial de "creemos sinceramente no es literal" sin ver que en el fondo el sacrificio de la hermenéutica está por encima de la misma hermenéutica, en obediencia a una cuestión simplemente de ad antiquitatem agustiniano. 

Primera parte
Entendiendo el “ya y el todavía no”

Ahora, para entender este concepto y de hecho, su necesidad en la hermenéutica amilenarista, debemos comprender que la idea del “ya” y el “todavía no”, tiene que ver con el “ya” y el “todavía no” del reino. Pero, desde la perspectiva del “reino” amilenarista. Así, el aparentemente  inocuo “ya” y “todavía no”, es no solo una frase popular amilenial, forma parte integral del cancionero escatológico reformado, en palabras de Hoekema:

«…lo que caracteriza específicamente a la escatología del Nuevo Testamento es una tensión subyacente entre el “ya” y el “todavía no.” […] El Reino de Dios sólo puede ser comprendido a la luz de esta tensión… […] “La verdad es que es imposible entender la escatología del Nuevo Testamento fuera de esta tensión. La tensión entre el “ya” y el todavía no.” […] Al contrario de lo que algunos opinan, esta tensión entre el “ya” y el “todavía no” se encuentra también en el libro de Apocalipsis…» (Hoekema 2008:84s).

Claramente el “ya”, pero “todavía no”, es no solo necesario para la hermenéutica amilenarista, llega a ser una camisa de fuerza hermenéutica para el novato amilenarista. Pero, ¿es realmente un concepto “bíblico”, un concepto teológico escritural? Respondemos: mayormente es un concepto espiritualizado  que responde justamente, a una secuencia espiritualizada  interpretativa de la profecía. Así, el “ya” puede ser sin duda compartido por otras escuelas escatológicas como el posmilerarismo y también, el premilenarismo, sí, pero, el “todavía no”, claramente es perentorio para sostener toda la idea y esperanza  amilenarista. En efecto, la esperanza de esta escuela no es esperar de los cielos a su Hijo, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera escatológica (1 Tes. 1:10; 5:4, 9,23; 2 Tes. 1:6-12; 1 Ped. 1:5; 2 Ped. 3:1-11; Tit. 2:13; Apo. 1:7-8; 3:10; 6-18), para estar siempre con el Señor (1 Tes. 2:19; 4:17), que de acuerdo a la esperanza  de la iglesia novotestamentaria (1 Tes. 4:18;5:8) es ser arrebatados por el mismo Señor e ir con él al cielo (Col. 1:15; 1 Ped. 1:3s; Heb. 11:13-16; 2 Ped. 3:10-13) mientras sus juicios profetizados desde el AT (yon YHVH) y detallados llanamente en el NT (Apo. 6-19), son llevados a cabo en la tierra de acuerdo a Su plan eterno. 

Sin embargo,  mientras el NT deja ver claramente esta esperanza, la esperanza en el esquema amilenarista es el salto directo al “estado eterno” posterior a la segunda venida. Ahora, y por todo lo anterior nuevamente preguntamos: ¿es realmente el concepto escatológico de dos etapas realmente un concepto escatológico novotestamentario?  ¿Es el “ya”,  “pero todavía no”, un concepto teológico transversal al cristianismo protestante o solamente es otro paradigma derivado de la espiritualización hermenéutica amilenarista?  Ya hemos mencionado algo acerca de la idea de dos etapas (la era presente, la era porvenir); pero, con respecto a la segunda pregunta debemos decir claramente que sí,  el “ya”,  “pero todavía no”, es eso, y reiteramos: otro paradigma derivado de la espiritualización hermenéutica amilenarista. Pero, ¿qué implica? Como ya hemos observado, este paradigma es claramente necesario para el esquema amilenarista, de tal manera que incluye —según Hoekema— seis aspectos que se derivan de ello. A saber:

1.    Caracteriza lo que comúnmente denominamos las “señales de los tiempos.”
2.    Que la iglesia se encuentra en esta tensión.
3.    Que es un aliciente para la una vida cristiana responsable.
4. Que es una imagen que tenemos de nosotros mismos deberá reflejar esta tensión.
5.    Que esta tensión nos ayuda a comprender el papel del sufrimiento en la vida de los creyentes.
6.    Y que nuestra actitud hacia la cultura está relacionada con esta tensión.

         Ahora bien, si el concepto que estamos analizando es relevante para la escatología amilenial, ¿en qué grado lo son estas conclusiones que Hoekema presenta aquí? Pues bien, para no ser demasiados extensos, analizaremos lo que nos queda en un próximo artículo. Mientras tanto, no olvide el paradigma que hace de toda la perspectiva escatológica amilenarista lo que es: la espiritualización de la profecía, uno de los puntos más débiles y cuestionables de esta escuela. 





Bibliografía 


Gromacki, Robert  2018. El Espíritu Santo y La Escatología. Internet URL:
Hoekema A. Anthony 2008. La Biblia y el Futuro. Grand, Rapids, MI: Desafío.
Wuori Scott 2016. Conceptos del Amilenialismo: el ya y el todavía no. Internet URL: https://www.youtube.com/watch?v=N3-JTYR2jc0



[1] La cita en su contexto es como sigue: “Si los escritores del Nuevo Testamento espiritualizan las profecías del Antiguo Testamento aplicándolas en un sentido no literal, entonces el pasaje del Antiguo Testamento debe ser visto a la luz de esa interpretación del Nuevo Testamento, no viceversa.” (en “A Case for Amillennialism”, 2003).
[2] Cielos Nuevos y Tierra Nueva "Isaías 65" Internet URL:
[3] “Isaías 65:17-25 uma pedra no sapato do pré e pós-milenismo”. Internet URL:
[consultado el 27.09.2018].
[4] “Nuevo cielo y nueva tierra, la nueva creación”. Internet URL:
[consultado el 27.09.2018].


martes, 25 de septiembre de 2018

Análisis del libro: “La Biblia y el Futuro”, de Anthony A. Hoekema. Capítulo V: “El Espíritu Santo y la escatología.”


Por J.A. Torres Q.




Introducción

La idea que Hoekema trata en este capítulo, es anunciado al principio del mismo, se trata del “papel desempeñado por El Espíritu Santo en la escatología.” (pág. 70). Al igual que en otros capítulos, Hoekema señala que tal tópico no ha sido apreciado debidamente, así, aborda este tópico bajo dos secciones, primero, va a explayarse primeramente respecto el papel que el Espíritu desempeña en la escatología general. Para después examinar el papel escatológico del Espíritu en relación con ciertos conceptos bíblicos específicos (pág. 74).

Ahora bien, no hay que olvidar, y esto hay que recalcar, que antes de analizar este capítulo —como todos los demás—  no se debe perder de vista  el paradigma hermenéutico amilenial. Así, en este libro uno puede observar no solo los argumentos esgrimidos de Hoekema respecto su perspectiva escatológica, sus silencios también son en este sentido bastante decidores al respecto. Así, lo que se menciona llanamente en el AT como una realidad profetizada que espera un cumplimiento literal, en la hermenéutica amilenarista es reinterpretada (G. E. Ladd), redefinida (N.T. Wright) y sin duda  también, espiritualizada (Berkhof, Riddlebarger). En consecuencia, ¿no debiéramos espera una explicación aquí  de las razones de esta espiritualización tomando justamente, al Espíritu Santo como quien toma la profecía del AT y la espiritualiza en el NT en boca de los apóstoles? Por supuesto, si el Espíritu Santo fue quien inspiró a los autores de las Escrituras, dicha “espiritualización” debiera observarse con claridad en el NT, no obstante, y por el contrario, lo que se observa es que tal práctica solo surge de manera habitual, en los teólogos amilenaristas. Note nuevamente el comentario de Hendriksen a la pregunta de los judíos,  “… ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” (Hec. 1:6).  Comenta Hendriksen: “…a la luz de la respuesta de Jesús es posible e incluso plausible dar una interpretación espiritual a la pregunta de los apóstoles” (Hendriksen 2007:55).  De esta misma manera, Satanás hoy, —de acuerdo a la escatología amilenarista— está atado, y el mismo Hendriksen señala sin titubeos que  “…un perro atado firmemente con una cadena larga y fuerte puede hacer mucho daño dentro del círculo de su prisión.” (Hendriksen  2005:195).

Ahora bien, antes de observar las debilidades que exhibe Hoekema en este capítulo, sin duda también como en todos los demás, expresa ideas correctas, a lo menos aquí, notamos las siguientes:

1.   “En Hechos 1:5 Jesús aclara que la expresión “ser bautizado con el Espíritu” se refiere a un hecho que está a punto de ocurrir “Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizado con el Espíritu Santo en no muchos días”. Ese hecho como vemos en Hechos 2 era el derramamiento del Espíritu Santo que sucedió el día de Pentecostés un acontecimiento que tenía gran significado escatológico” (Pág. 72).
2.   “Pablo visualiza al Espíritu principalmente como el don escatológico, el revelador de la nueva era, según la profecía veterotestamentario” (pág. 73).
3.   «Para Pablo, por consiguiente, recibir el Espíritu significa que uno se ha transformado en participe de un nuevo modo de existir asociado con la era futura, y que goza ya de “los poderes de la era por venir”»  (pág. 73).
4.   “Para Pablo la era del Espíritu (desde pentecostés hasta la parusía) es algo así como una era interina. Durante esta era, los creyentes ya tienen las bendiciones de la era futura, pero no todavía en su plenitud” (pág. 74).

Análisis y observaciones de la primera parte (pág. 70-74).

Relativo al primer punto

Al igual que en otros capítulos[1], Hoekema señala que el tópico no ha sido apreciado debidamente, sin embargo, tampoco notamos que él sea rigoroso aquí. La primera parte de este capítulo entonces, se trata del “papel desempeñado por El Espíritu Santo en la escatología.” El primer punto de Hoekema se describe como: (1) El Espíritu Santo, se dice, preparará el camino para la irrupción de la era escatológica final por medio de determinadas señales proféticas (pág. 70).

En términos generales, creemos que este primer concepto es correcto. Así, Hoekema dando —por cierto— un solo ejemplo, señala que Joel predijo el derramamiento del Espíritu para “después de esto…” (cf. Jl. 2:28), lo que para Pedro fueron los “postreros días” (Hec. 2:17). Para Hoekema el significado que Pedro dio a este evento (el derramamiento del Espíritu [Hec. 2:17-36]) indicaba que tal acontecimiento señalaba el  advenimiento de los últimos días (pág. 71). Hasta aquí, notamos que la primera idea de Hoekema, es relativamente clara.  Sin embargo, notemos   algunas observaciones tocantes esta primera idea.

Si bien es cierto podemos comprender que Hoekema se quiere remitir solo al “papel desempeñado por El Espíritu Santo en la escatología”,  omite en las citas que ha mencionado, referencias propias de la profecía relacionada justamente, a la obra del Espíritu Santo. Ahora, como sabemos el paradigma amilenarista es “reinterpretar” el AT, no siempre se sabe teniendo un libro de escatología amilenarista  qué parte de la profecía es reinterpretada y cual no lo es, todo va a depender del autor que tengamos al frente. Aquí notamos que Hoekema usa parte del oráculo de Joel, y lo usa en sentido literal, pero, de esta misma manera notamos —como ya señalamos— que es selectivo en su evocación de tal profecía, señalando incluso, que tal profecía ya se ha cumplido sin hacer una distinción respecto los aspectos apocalípticos de dicha profecía, note por ejemplo su escueto comentario relativo a Hechos 2 en la página 72.  
  
¿A qué nos referimos, a dónde estamos apuntando? Primero, el “papel desempeñado por El Espíritu Santo en la escatología” no solo tiene que ver con lo que él hará, sino con lo que él ha dicho por medio de las Escrituras, en efecto, él dirigió no solo a los autores humanos de las Escrituras a escribir lo que leemos, sino que también dirigió a los apóstoles a citar una y otra vez el AT y las profecías relativas a los eventos escatológicos futuros. Así, no podemos destacar justamente, el énfasis del Espíritu Santo en Joel, que en el libro  es el “Día de YHVH” (cf. Jl. 1:15; 2:1, 2, 3, 6, 10,11; 30-31; 3:14). Ahora, como es propio de los profetas  y en el caso de Joel, no solo se trata del “Día de YHVH”; el mensaje histórico para Israel en la época del reino dividido tiene que ver con una gran y severa sequía relacionada a una invasión  de langostas, lo cual el profeta consideró como juicios divinos por los pecados del pueblo. Así, este mismo ataque literal de langostas en días de Joás, es de algún modo para el profeta, un destello real de lo que será el juicio divino en el futuro escatológico, los acontecimientos bélicos y apocalípticos  del día de YHVH. Sin duda el Espíritu Santo tiene una participación evidente en los días que menciona Joel, los que en parte vieron su cumplimiento parcial en pentecostés; sin embargo, dichos eventos son "parte" de todo el escenario revelado por Joel y aun aludidos literalmente por Pedro, no una parte aislada de dichos acontecimientos.

“…después de esto” (Jl. 2:28) entonces, tiene un antecedente, el día terrible de YHVH (Jl. 1:15; 2:2:1-2; 10-11), lo que es para  Mateo y Marcos la tribulación (Mt. 24:29; Mr. 13:24; cf. [Lc. 21:7-28]). Pedro entonces, y al citar a Joel (Hec. 2:17) estaba sin duda interpretando el fenómeno de pentecostés como un cumplimiento de la profecía de Joel, pero, como un cumplimiento parcial de dicha profecía. En efecto, al notar los versículos 17 al 18  de Hechos capítulo dos, notamos que sí, lo que Pedro observó tal  día sin duda fue el derramamiento del Espíritu sobre toda carne, no obstante, lo que Pedro leyó desde los versículos 19 hasta el 21, sin duda no se cumplió en pentecostés. Sin duda Pedro fue dirigido por el mismo Espíritu Santo, y, dirigiéndose a los varones israelitas que conocían la profecía de Joel, estaba comunicándoles a ellos que Dios ya había iniciado su  plan escatológico  en concordancia con todos los eventos profetizados relativos al día de YHVH. En este sentido Hoekema tiene razón cuando señala que este derramamiento señaló el advenimiento de los últimos días, pero, parte de los últimos días, no solo  fue el derramamiento del Espíritu Santo como tampoco  los prodigios posteriores en el cielo, las señales en la tierra, la sangre y fuego y el vapor de humo con el oscurecimiento del Sol y la luna en sangre como eventos preliminares a la venida del Día de YHVH, de acuerdo a Joel, el plan escatológico final revelado por el Espíritu Santo a  Joel, incluye también para estos postreros días:

1.    La salvación de los (judíos) que invoquen su nombre aquel día (Jl. 2:31-32)
2.    La salvación del remanente que Dios llamará  (Jl. 2:32)
3.    La restauración de Sion y Jerusalén (Jl. 3:17)
4.    La restauración agronómica y civil de la tierra de Judá (Jl. 3:18,20)
5.    La destrucción de “Egipto” y “Edom”  (Jl. 3:19)

El papel del Espíritu Santo en la escatología entonces, no es una cuestión aislada o puntual. El derramamiento del Espíritu Santo es parte de todo un proceso de restauración para Israel que comenzó en pentecostés, pero que tendrá su culminación el día de YHVH sobre los moradores de Jerusalén, sobre el cual Dios derramará espíritu de gracia y oración, evento que anticipará el reencuentro de los hijos de Israel con su mesías entronado en poder y gloria (cf. Zac. 12:10). Nótese el siguiente recuadro que deja ver que lo anterior, es una cuestión transversal en la profecía del AT. Solo algunos ejemplos.




Días postreros 
Profeta
Destinatarios
Situación espiritual
(histórica)
Juicio divino
I Venida
El día de YHVH
Restauración
Civil, política y espiritual
Isaías
Judá y Jerusalén
2:5-9
2:10-21
4:1-6



9:6
9:7


24:14-16
24:18-23
25:1-8



61:1-2a
61:2b-11
Jeremías 


30:10-16
30:17-24; 31:1-10
Ezequiel

33:10-34:1-10
34:10ss
34:20-31



36:16-23
36:24-38
Daniel

9:20
9:24a
9:24b
Ose.
Anmi y Ruhama (Israel)
1:1-11;2:1
2:1-13
2:14-23
Jl.
Israel
1:13-14;2:12-13
2:1-11; 28-32; 3:1s
3:15-21
Amo.

3:1-6s; 4:1-13
3:11; 4:18;8:1-14;9:1-10
9:11-15
Ab.
Edom

1:15
1:17-21
Miq.
Samaria y Jerusalén
1:1-16
2:1-5; 5:2-3;4-6
4:1-8;5:7-15; 7:11-20
Hab.

 2:1-20
2:8-16
2:17-19
Sof.
Judá , Jerusalén
1:1-6
1:7-18;2:1-2
3:11-20
Zac.
Judíos del 1° regreso
1:1-6
3:7-10;9:9-10;12:1-14
2:10-13;8:18-23;14:1-21
Mal.
Israel
1-2:1-17
3:1-6;4:1-6
3:16-18;4:2-3


Relativo al segundo punto

El segundo punto que menciona Hoekema como el papel del Espíritu Santo en la escatología general, tiene que ver con dos cuestiones (pág. 71).

1.  …que el Espíritu reposará sobre el redentor venidero quien le equipará con los dones necesarios.
2.  …que el Espíritu estará activo de un modo permanente y significativo en la vida del Mesías.

Sí, si nos remitimos a lo que Hoekema quiere que veamos, son correctas estas afirmaciones. No obstante, y, a pesar que este capítulo se ciñe al “Espíritu Santo en la escatología”, Hoekema sigue siendo poco riguroso, pues como ya hemos aludido, la obra del Espíritu Santo en la escatología no se remite a actos aislados, sino que forman parte de todo un plan divino en el que no solo se incluyen aspectos mesiánicos relativos a la primera venida, sino que también, aspectos de la segunda venida relacionados con el propósito por el cual él es justamente, el Mesías.  Hoekema entonces y para afirmar sus puntos aquí, cita las siguientes citas sin hacer muchas declaraciones para pasar el punto (3)  (pág. 71).

Isa 11:1-2  Saldrá una vara del tronco de Isaí,  y un vástago retoñará de sus raíces. 2  Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová;  espíritu de sabiduría y de inteligencia,  espíritu de consejo y de poder,  espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.


Isa 61:1-2  El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí,  porque me ungió Jehová;  me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos,  a vendar a los quebrantados de corazón,  a publicar libertad a los cautivos,  y a los presos apertura de la cárcel; 2  a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová,  y el día de venganza del Dios nuestro;  a consolar a todos los enlutados;

La explicación de Hoekema, citando estos dos pasajes es como sigue: “Pareciera en base a estos pasajes que el Espíritu Santo estará activo de un modo permanente y significativo en la vida del Mesías. La actividad del Espíritu en el Mesías y a través de él será, por lo tanto, un rasgo privativo de la nueva era anunciada por los profetas.” (pág. 71). Ahora, ¿a qué se refiere Hoekema con la nueva era? Suponemos que se trata de la eternidad. De la era por venir que, por supuesto, no es en la perspectiva amilenarista una era milenial terrenal. Por otro lado, ¿cuál es el objetivo de este equipamiento según Hoekema? Lamentablemente estas preguntas surgen naturalmente de una lectura normal de la página 71 que estamos tratando, no obstante no son respondidas aquí, de modo que para Hoekema el énfasis de ambas alusiones tiene que ver con las dos respuestas escuetas anteriores sin mayor desarrollo.  Ahora, antes de tocar el tercer punto, Hoekema explica el punto dos con un “Pareciera…” (pág. 71) lo que también nos recuerda  la inseguridad[2] amilenarista en Hendriksen. Aunque por cierto, en esta misma  página (71) alude a Isa. 42:1 paradógicamente sin mayores explicaciones, la cual es una cita escatológicamente relevante que subraya el aspecto geopolítico del reino futuro que Hoekema aquí solo alude y casi de manera furtiva: “He aquí mi siervo,  yo le sostendré;  mi escogido,  en quien mi alma tiene contentamiento;  he puesto sobre él mi Espíritu;  él traerá justicia a las naciones.” (Isa. 42:1). 

Ahora bien, al observar las citas anteriores que Hoekema usa (abajo: en recuadro plomo), pero, en su contexto, podemos notar que el Espíritu Santo en la profecía es parte de un proceso escatológico acabado  que por cierto, Hoekema tampoco menciona.   Nótese el siguiente primer recuadro.

Isa 11:1-2  Saldrá una vara del tronco de Isaí,  y un vástago retoñará de sus raíces.



Sin duda esta es una referencia mesiánica claro, pero, ¿con qué objeto reposará el Espíritu Sobre Cristo? Todo el capítulo responde a esta cuestión.
2  Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová;  espíritu de sabiduría y de inteligencia,  espíritu de consejo y de poder,  espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.



3  Y le hará entender diligente en el temor de Jehová.  No juzgará según la vista de sus ojos,  ni argüirá por lo que oigan sus oídos; 4  sino que juzgará con justicia a los pobres,  y argüirá con equidad por los mansos de la tierra;  y herirá la tierra con la vara de su boca,  y con el espíritu de sus labios matará al impío.


El texto es claro en mencionar los propósitos del Espíritu en Cristo, su jurisprudencia sobre los hombres. Su voz de mando, sus juicios juntos y su justicia en sus labios. ¿Tuvo esto un cumplimiento en la primera venida de Cristo, o apunta a otro escenario? Los siguientes versículos responden claramente a esta pregunta.
5  Y será la justicia cinto de sus lomos,  y la fidelidad ceñidor de su cintura. 6  Morará el lobo con el cordero,  y el leopardo con el cabrito se acostará;  el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos,  y un niño los pastoreará. 7  La vaca y la osa pacerán,  sus crías se echarán juntas;  y el león como el buey comerá paja. 8  Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid,  y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. 9  No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte;  porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová,  como las aguas cubren el mar.




Espiritualizar estos versículos, no solo atenta  contra el lenguaje llano del profeta, además, el contexto mismo seria torcido y las reiteradas referencias proféticas de esta misma índole que notamos en el AT. Claramente la era de un reino literal, es parte de toda esta profecía en la que Cristo es dotado por el Espíritu justamente, para llevar a cabo no solo la regencia del reino, sino para llevar a cabo a plenitud las características de este reino en el que la tierra será llena de la gloria y el conocimiento de YHVH.     
10  Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí,  la cual estará puesta por pendón a los pueblos,  será buscada por las gentes;  y su habitación será gloriosa.

Nuevamente el profeta menciona las glorias del reino del mesías, del reino literal en donde él será el todo sobre todos, incluyendo en dicho reino, a los pueblos y las gentes quienes buscarán para bendición, a la raíz de Isaí, el Señor.
11  Asimismo acontecerá en aquel tiempo,  que Jehová alzará otra vez su mano para recobrar el remanente de su pueblo que aún quede en Asiria,  Egipto,  Patros,  Etiopía,  Elam,  Sinar y Hamat,  y en las costas del mar. 12  Y levantará pendón a las naciones,  y juntará los desterrados de Israel,  y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra. 13  Y se disipará la envidia de Efraín,  y los enemigos de Judá serán destruidos.  Efraín no tendrá envidia de Judá,  ni Judá afligirá a Efraín; 14  sino que volarán sobre los hombros de los filisteos al occidente,  saquearán también a los de oriente;  Edom y Moab les servirán,  y los hijos de Amón los obedecerán.





Nuevamente el profeta como los demás, vislumbra la gloria de los hijos de Israel. La gloria del remanente que Dios preservará para su reino. Y, cuyo pendón, será el Señor. El escenario que presenta Isaías, sin duda es de plenitud.  Un escenario donde finalmente Israel, el pueblo de Dios podrá disfrutar no solo de una restauración espiritual sino que por sobre todo, disfrutará de las promesas literales tocante s su restauración política y geográfica.

Cada uno de los aspectos mencionados por el profeta Isaías en relación al Mesías, parten con la dotación del Espíritu sobre él, pero, se extiende más allá de la era mesiánica terrenal. Lo cual sin duda podemos constatar al leer lo que sigue a continuación en la cita que Hoekema trae a colación pero que solo cita de manera parcial.   De la misma manera que esta referencia profética escatológica, la cita de Isaías mirándola  en su contexto, observa que los aspectos escatológicos relativos al propósito de la morada del Espíritu Sobre Cristo, no solo fueron un equipaje temporal para su primera venida, sino que incluye una dotación que permanece en Cristo más allá de su ministerio terrenal preliminar, pasando por ello, el día de venganza de Dios  y finalmente, la época de restauración de Israel, en donde el mismo Señor con tales prerrogativas del Espíritu, llevará a cabo el cumplimiento total de las bendiciones incluidas en dicha profecía. Ahora, y, aunque Hoekema nos  remite solo a lo que el Espíritu hace en la “escatología”, lo anterior obviamente es parte de ello, la escatología en la que el Espíritu Santo tiene un papel relevante  pues es Cristo quien finalmente por cuya dotación llevará a cabo tales profecías. Notemos entonces, los alcances de esta cita que Hoekema alude escuetamente.


Isa 61:1-2  El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí,  porque me ungió Jehová;  me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos,  a vendar a los quebrantados de corazón,  a publicar libertad a los cautivos,  y a los presos apertura de la cárcel; 2  a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová… 




Esta profecía de Isaías tuvo su cumplimiento literal  con la primera venida de Cristo, siendo el mismo Señor Jesús, quien en su primera predicación dio comienzo e inicio al “año agradable del Señor” (cf. Lc. 4:16-20). Bien añadió  el mismo Señor: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.” (Lc. 4:21).







…y el día de venganza del Dios nuestro;  a consolar a todos los enlutados;

No es casual que en la misma lectura que Jesús dio de esta profecía (Lc. 4),   haya dejado esta parte y la siguiente sin leer. “Y”, el día de venganza no es otra cosa que el gran día de YHVH. El día en que Dios por medio de Cristo finalmente establecerá su juicio sobre el mundo.   

3  a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza,  óleo de gozo en lugar de luto,  manto de alegría en lugar del espíritu angustiado;  y serán llamados árboles de justicia,  plantío de Jehová,  para gloria suya. 4  Reedificarán las ruinas antiguas,  y levantarán los asolamientos primeros,  y restaurarán las ciudades arruinadas,  los escombros de muchas generaciones.





Este orden en los acontecimiento profetizados por el AT es normal. La primera venida del mesías para tratar con las consecuencias  del pecado, su segunda venida para salvar definitivamente a los escogidos, (Heb. 9:28) y la restauración del pueblo de Israel. No a los afligidos  de un nuevo Israel (iglesia), sino a los afligidos de Sión.
5  Y extranjeros apacentarán vuestras ovejas,  y los extraños serán vuestros labradores y vuestros viñadores. 6  Y vosotros seréis llamados sacerdotes de Jehová,  ministros de nuestro Dios seréis llamados;  comeréis las riquezas de las naciones,  y con su gloria seréis sublimes. 7  En lugar de vuestra doble confusión y de vuestra deshonra,  os alabarán en sus heredades;  por lo cual en sus tierras poseerán doble honra,  y tendrán perpetuo gozo. 8  Porque yo Jehová soy amante del derecho,  aborrecedor del latrocinio para holocausto;  por tanto,  afirmaré en verdad su obra,  y haré con ellos pacto perpetuo. 9  Y la descendencia de ellos será conocida entre las naciones,  y sus renuevos en medio de los pueblos;  todos los que los vieren,  reconocerán que son linaje bendito de Jehová. 10  En gran manera me gozaré en Jehová,  mi alma se alegrará en mi Dios;  porque me vistió con vestiduras de salvación,  me rodeó de manto de justicia,  como a novio me atavió,  y como a novia adornada con sus joyas. 11  Porque como la tierra produce su renuevo,  y como el huerto hace brotar su semilla,  así Jehová el Señor hará brotar justicia y alabanza delante de todas las naciones.








Toda esta sección es una explicación y aclaración del versículo anterior. De acuerdo al profeta, Israel, el pueblo de Dios será restaurado a su tierra y los pueblos y naciones les servirán como nunca ha ocurrido. La plenitud del pueblo de Dios en este escenario será de honra, de gozo, de plenitud y gozo total para el pueblo del pacto. Un escenario donde finalmente experimentaran la gracia de Dios de manera exuberante.  Cabe señalar que todas estas bendiciones son dadas, y prescritas por el mismo Dios. No hay lugar aquí para reinterpretaciones o espiritualizaciones. EL pueblo de Dios, gozará de todas estas  bendiciones porque así Dios lo ha determinado.

Claramente y, cuando se toman estos pasajes en sus contextos, el lector atento puede constatar que si hay un énfasis del Espíritu Santo en estas profecías, claramente incluyen una descripción clara de la primera venida de Cristo, el día de YHVH en concordancia a la segunda venida, y luego, la restauración de Israel. Restauración geopolítica y espiritual. 

Ahora bien, el tercer punto que expone aquí Hoekema, es: “(3) El Espíritu aparece como fuente de la nueva vida futura de Israel, incluyendo tanto bendiciones materiales como renovación ética.” (pág. 71). Puede parecer paradójico, incluso confuso leer estas líneas. ¿Acaso Hoekema cree en una restauración geopolítica de Israel? Cualquier amilenarista no negaría esta declaración. No obstante, no debe sorprendernos que aun asintiendo  con la cabeza a esta explicación de Hoekema, la comprensión del amilenarista de profecías como estas,  son “supuestamente” reinterpretadas por el NT. Generalmente, aplicadas sin miramientos hermenéuticos a la iglesia porque justamente, la hermenéutica amilenial es tan elástica que para sus adherentes permite tales conclusiones.  Ahora, la cita que menciona Hoekema señala como bien escribe aquí, una nueva vida futura para Israel, lo cual incluye bendiciones “materiales” como una renovada ética, siendo el Espíritu el gestor de todo esto. Sin embargo, note nuevamente como Hoekema aun citando nuevamente a Isaías, pasa por alto los alcances escatológicos de la profecía al omitir parte de la perícopa profética que incluye los eventos escatológicos complementarios relacionados.


Isa 44:1  Ahora pues,  oye,  Jacob,  siervo mío,  y tú,  Israel,  a quien yo escogí. 2  Así dice Jehová,  Hacedor tuyo,  y el que te formó desde el vientre,  el cual te ayudará:



La elección eterna de Dios respecto un pueblo, claramente se reitera aquí. Dios escogió a la nación de Israel, pero además, tendrá de acuerdo al profeta, la ayuda escatológica de Dios.
No temas,  siervo mío Jacob,  y tú,  Jesurún,  a quien yo escogí.


Isaías escribió esta profecía aproximadamente 20 años antes de la deportación de las tribus del norte. Sin embargo, la restauración de la nación se vislumbra como una profecía futura en el que Dios mismo derramará  sobre ellos, Su Espíritu. Por supuesto,  el profeta usa un lenguaje figurado para esclarecer lo que Dios hará con una nación seca de Dios, y seca de Su Espíritu. 

3  Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal,  y ríos sobre la tierra árida;  mi Espíritu derramaré sobre tu generación,  y mi bendición sobre tus renuevos;
4  y brotarán entre hierba,  como sauces junto a las riberas de las aguas.




5  Este dirá: Yo soy de Jehová;  el otro se llamará del nombre de Jacob,  y otro escribirá con su mano: A Jehová,  y se apellidará con el nombre de Israel.



“Este dirá”, es una alusión al futuro terrenal glorioso de Israel. Nadie en dicho contexto se avergonzará de ser y decir, “yo soy de YHVH”, “mi nombre es Jacob.”



Si seguimos leyendo la profecía de Isaías aquí, notaremos que estas bendiciones para la nación de Israel, se basan en la determinación de Dios (Isa. 44:24) quien formó a Su pueblo. El Dios que desase las señales de los adivinos,  y quien enloquece a los agoreros (44:25). Este Dios, el único Dios es quien finalmente hará cumplir su promesa para con Israel, así, Jerusalén será  finalmente habitada y las ciudades de Judá serán nuevamente reconstruidas, pues,  Dios la reedificará  (44:26) y para esto,  Dios aun usará a los reyes de la tierra como hizo posteriormente con Ciro, quien de acuerdo al mismo Dios aquí en este pasaje: “Es mi pastor,  y cumplirá todo lo que yo quiero,  al decir a Jerusalén: Serás edificada;  y al templo: Serás fundado.” (Isa. 44:27). ¿Dónde cabe aquí una reinterpretación espiritualizada relativa a la iglesia cuando es el mismo Dios el garante de estas promesas para Israel? Hoekema de hecho, añade a esta cita en paréntesis, la profecía de Isaías 32:15-17 que sin duda también tiene relación al pasaje anterior, pues se habla allí, de lo que Dios hará por medio de Su Espíritu con Su pueblo, el texto que cita sin explicación aquí también Hoekema señala lo que ya el profeta ha dicho  más de una vez:   

Isa 32:15  hasta que sobre nosotros sea derramado el Espíritu de lo alto,  y el desierto se convierta en campo fértil,  y el campo fértil sea estimado por bosque. 16  Y habitará el juicio en el desierto,  y en el campo fértil morará la justicia. 17  Y el efecto de la justicia será paz;  y la labor de la justicia,  reposo y seguridad para siempre.

¿Cuándo ocurrió esto? ¿Es una referencia a Pentecostés? Claramente, y —por ello se hace importante el contexto— estas referencias son bendiciones que ocurrirán consecutivamente a la venida de YHVH, (la segunda venida) todas como el resultado de la obra del Espíritu de Dios.  Así, el desierto se convertirá en campo fértil, y el campo fértil será propicio para la bastedad de árboles.  ¿Acaso esta es una alusión a la iglesia? El versículo 16 y 17 hablan de la plenitud del "reino" divino, de la justicia, la paz y la seguridad que habrá allí. Ahora, los versículos 18 al 20, son parte de esta profecía que por cierto, Hoekema tampoco advierte. Nótese como el profeta Isaías considera la obra del Espíritu Santo no solo como un aspecto puntual, sino como una obra que se extiende hasta el mismo escenario terrenal del reino por venir.

Isa 32:18  Y mi pueblo habitará en morada de paz,  en habitaciones seguras,  y en recreos de reposo. 19  Y cuando caiga granizo,  caerá en los montes;  y la ciudad será del todo abatida. 20  Dichosos vosotros los que sembráis junto a todas las aguas,  y dejáis libres al buey y al asno.

No hay manera aquí que “Y mi pueblo habitará en morada de paz” se refiera a la iglesia.  Los textos aludidos son tan claros que no requieren de una explicación mayor.  Sin duda el Espíritu Santo tiene un papel preponderante en la escatología, lo cual —como señalamos— no se remite  solo, a un derramamiento pentecostal, ni escatológico final (Zac. 12).  Además y, como nota Robert Gromacki,  —lo cual no menciona hasta aquí, Hoekema— es la labor del Espíritu Santo  también, y relativo a cuestiones escatológicas, la restricción del mal, fue Pablo quien escribió a los tesalonicenses: "Y vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste. Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; solo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca y destruirá con el resplandor de su venida” (2 Tes. 2:6-8). Bien señala Gromacki, alguien o algo están restringiendo la revelación de este futuro líder satánico quien se opone al presente a Dios, cuyo ministerio de iniquidad está hoy  claramente activo como lo enseña el NT (cf. Efe. 2:2 "...el príncipe de este mundo"; 1 Jn. 5:19 "...el mundo entero está bajo el maligno" ; 2 Cor. 4:4 "...el dios de este siglo"). Bien añade Gromacki, él o ella deben ser más poderosos que el Anticristo o Satanás. Y sin duda alguna: “El único  más poderoso es Dios” (cf. Gén. 6:3). No obstante, Williams Hendriksen —otro pensador amilenarista— considera que quien detiene finalmente el mal descrito por Pablo en tesalonicenses, es “…el poder del bien [en el] ordenado gobierno humano” (Hendriksen 2000:209). Lo cual sin duda, no tiene ningún peso teológico.   
      
Pero también, otra obra del Espíritu Santo relativa a la escatología, es su ministerio en lo que el NT denomina, la época de la tribulación, que, para el amilenarismo no está en un futuro escatológico, sino, en esta era actual. Sin embargo, el NT nos dice otra cosa. Así, y como comenta Gromacki, en el Discurso del Monte de los Olivos, Cristo describió lo que sucedería en el período de siete años justo antes de su regreso a la tierra (Mt.  24:24). En la parábola de las ovejas y los cabritos, las ovejas representan a los gentiles salvos de la Tribulación que mostrarán bondad a los judíos perseguidos (25:31-46). Los israelíes modernos los llamarían “los gentiles justos”. En la parábola de las vírgenes, las cinco vírgenes sabias simbolizan a los judíos salvos que estarán listos para recibir a Cristo que retorna (25:1-13). Además, en las visiones de Juan registradas en el libro de Apocalipsis, vio 144,000 siervos sellados de Dios de las 12 tribus de Israel (Apo. 7:4-8). A través del ministerio del Espíritu, Dios salvará a estos judíos en el período de la Tribulación. Juan también vio “una gran multitud, que nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero” (Apo. 7:9). Esta profecía juanina incluye tanto a judíos como a gentiles. Son los salvados que “que vienen de la gran tribulación, y han lavado sus vestiduras y las han emblanquecido en la sangre del Cordero” (7:14). Se suma a esto, el poder de los dos testigos en su ministerio de 3½ años de acuerdo a Apocalipsis 11:3-12. ¿Quién los dotará de poder? Juan responde: “Pero después de tres días y medio entró en ellos el espíritu de vida enviado por Dios,  y se levantaron sobre sus pies,  y cayó gran temor sobre los que los vieron.” (Apo. 11:11).  Finalmente el ministerio del Espíritu Santo en la escatología  —como ya hemos aludido— será preparar también al pueblo de Israel quien finalmente invocará el nombre del Señor y será salvo (Jl. 2:32, Zac. 13:9), liberado cuando vean a Cristo regresar a la tierra (Rom. 11:26). Y así exclamarán: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” (Mt. 23:39).

Sin duda Hoekema menciona correctamente otros aspectos relativos al papel del Espíritu Santo que el premilenarismo naturalmente también adscribe, como: la filiación de los creyentes con Cristo en su estado presente y futuro (Gál. 4:4-5; Rom.  8:14s) (pág. 74ss), la adopción y heredad futura que tenemos en Cristo (1 Cor. 6:9; Gál. 5:21; Efe. 1:14; Col. 3:24; Tit. 3:7), el concepto de la primicias y sello como una garantía de bendiciones escatológicas (1 Cor. 15:29,23; 2 Cor. 1:22; Rom. 8:23; Efe. 1:13s), la resurrección del cuerpo (Rom. 8:11; 1 Cor. 15:42s) y la vida en el Espíritu hoy (kata pneuma hagiosynes). No obstante, y cabe destacar que,   estas bendiciones dadas a los escogidos por medio del Espíritu Santo no solamente están sugeridas en la teología bajo el tópico escatológico, también se incluyen bajo el estudio de la “Doctrina del Espíritu Santo”.

Ahora bien, si bien es cierto Hoekema no  es superficial en tratar el tópico que expone en este capítulo, la debilidad que observamos en su exposición, es la omisión de muchos aspectos que se relacionan con el ministerio del Espíritu  Santo en los últimos días  como  es hoy, la restricción del mal. Como hemos observado ya, el ministerio del Espíritu Santo en la escatología, es holístico. Está en todos los acontecimientos escatológicos que devinieron con el pentecostés, y que incluirá la segunda venida de Cristo, el día de YHVH y finalmente, la restauración de Israel a su tierra. Bien escribió el profeta Ezequiel, la vivificación del pueblo de  Dios, Israel, no solo incluye una obra divina realizada por el Espíritu Santo de regeneración, sino que también incluye   bendiciones  terrenales para el pueblo de Dios, esto, porque simplemente: “así ha dicho YHVH.”

Eze. 37:12  Por tanto,  profetiza,  y diles: Así ha dicho Jehová el Señor:  He aquí yo abro vuestros sepulcros,  pueblo mío,  y os haré subir de vuestras sepulturas,  y os traeré a la tierra de Israel. 13  Y sabréis que yo soy Jehová,  cuando abra vuestros sepulcros,  y os saque de vuestras sepulturas,  pueblo mío. 14  Y pondré mi Espíritu en vosotros,  y viviréis,  y os haré reposar sobre vuestra tierra;  y sabréis que yo Jehová hablé,  y lo hice,  dice Jehová.





Bibliografía  

Gromacki, Robert  2018. El Espíritu Santo y La Escatología. Internet URL:
Hoekema A. Anthony 2008. La Biblia y el Futuro. Grand, Rapids, MI: Desafío.
Hendriksen, William 2000. Comentario al Nuevo Testamento 1 y 2 Tesalonicenses. Grand, Rapids MI.: Desafío.
Hendriksen, William 2005. Mas que vencedores. Grand, Rapids, MI: Desafío.

Hendriksen, William 2007. Comentario al Nuevo Testamento Hechos. Grand, Rapids MI.: Desafío.





[1] Como señalamos en el capitulo anterior: «A pesar que Hoekema señala que ha hecho un examen “cuidadoso” de lo que es el "reino de Dios" (pág. 55), ignora toda referencia veterotestamentaria que tenga que ver con ello. Ha dicho que Juan había anunciado la visitación de Dios con la llegada de la “era mesiánica” (pág. 57), pero ignora justamente, la mayoría —sino todos— los pasajes relativos al reino mesiánico.  Cabe señalar que el libro se llama “La Biblia y el Futuro.” Lo cual no hace justicia a eso de un "cuidadoso examen" al respecto.» 
[2]  Como señalamos en el artículo de nuestro blogs, “¿Apocalipsis 19 y 20 secuenciales o recapitulativos? Una mirada a la "exégesis" de Hendriksen” nos llama la atención otras frases de Hendriksen que se pueden leer en su  libro “Más que Vencedores”, intercaladas en el comentario general como sintiendo la tensión propia de una interpretación poco probable, así se leen:    “…podía simbolizar”, “…puede indicar”, “…no es difícil de entender”, “…rogamos que no mal entienda nuestra interpretación.” Al parecer Hendriksen  sentía la tensión de su interpretación.