Buscar este blog

jueves, 28 de mayo de 2020

El Reino de Cristo: ¿presente o futuro?


 Por Matt Postiff  (Ph.D. Th.M.)





Un aspecto clave del amilenialismo es la idea de que Jesucristo está reinando en su reino ahora. Pero, ¿está reinando Cristo hoy realmente? Esa es la visión del amilenialismo, el dispensacionalismo progresivo y la mayoría, si no todas  las variaciones de la escatología inaugurada. Es probablemente la visión más común entre los cristianos de todo el mundo en el día de hoy. Simplemente se asume que, dado que Cristo es el Rey, por lo tanto, debe estar ejerciendo ese rol ahora al presente. Cualquier sugerencia de lo contrario se trata como una idea ridícula o incluso blasfema. Sin embargo, ¿es cierto que Cristo está reinando hoy como rey humano en el papel davídico sobre Jerusalén y el mundo como se prometió en ambos Testamentos (2 Sam. 7:11ss; Lc. 1:26-33)? ¿Es verdad que los cristianos no necesitan realmente  orar para que venga el reino del Señor (Mateo 6:10), ya que ya lo ha hecho?

La Soberanía general presente de Cristo

Ciertamente, el Dios trino reina en el sentido de Su soberanía general sobre todas las cosas como siempre lo ha hecho y siempre lo hará. No hay duda sobre ello. Pero, no parece que Cristo esté reinando de manera directa con toda la rebelión existente, así, el asesinato, las guerras, el crimen y la corrupción en todo el planeta es una realidad evidente y creciente. Si asumimos que Él está reinando actualmente, podríamos imaginar fácilmente una mejor manera de hacerlo. Admito que esto puede sonar un tanto arrogante. Pero la imaginación de la que estoy hablando no es el tipo de visión atea de un mundo mejor. Por el contrario, estoy pensando en Su reinado en la forma en que justamente leemos en tantas referencias del Antiguo Testamento. Las profecías veterotestamentarias, como las mencionadas anteriormente. En otras palabras, la mente informada bíblicamente sabe que hay algo mejor que lo que estamos experimentando en este momento, y obtenemos esa idea de las Escrituras proféticas. Eso parece ser mucho mejor que el reino “milenial” amilenial actual.

Ahora, es necesario señalar en este punto que no se debe considerar que las condiciones generalmente pacíficas y prósperas en el Occidente, particularmente en los Estados Unidos y otras naciones occidentales, nos cieguen al hecho de que en gran parte de la población mundial, se vive bajo la opresión y un déficit económico que simplemente sería inaceptable para muchos de nosotros en nuestro contexto. Aun así, la muerte prevalece en todas las sociedades, incluso en nuestro continente. En consecuencia, evidentemente no estamos experimentando lo que debería ser el gobierno directo de quien tiene la vara de hierro para dicho régimen glorioso: Cristo, escenario en el que incluso el crimen del enemigo está muy bien restringido.

¿Está Cristo Sentado hoy en el trono?

Para constatar si las Escrituras enseñan que el reinado de Cristo durante la era de la iglesia está presente hoy, debemos escrutar  una serie de textos relacionados con ese reinado para ver si se revela alguna información explícita o pistas sobre su relación con el presente. Tales textos incluyen Hebreos 10:13, 1:13, Sal 110:1s, Mateo 22:44 y 1 Cor. 15:25.

Primero Hebreos 10:13. Sin duda es la mejor explicación del Salmo 110:1 en términos de la actividad presente del Señor. En este verso, el autor explica que Jesús se sentó a la diestra de Dios, “esperando desde ese momento hasta que sus enemigos se conviertan en un estrado de sus pies.” La palabra clave es “esperar”, pues explica la acción que Cristo está ahora asumiendo a la diestra de Dios. Su posición (sentado) en Salmo 110:1 (שֵׁ֥ב) se equipara aquí no a reinar, sino a esperar. De acuerdo con BDAG, la palabra significa “permanecer en un lugar o estado y esperar un evento o la llegada de alguien, esperar”. Esto es, tiene el matiz de esperar no solo en términos de tiempo, sino de esperar con la expectativa de recibir alguna cosa. Eso se correlaciona muy bien con la verdad de Lucas 19:11–27, que nos informa que el Señor viaja a un país lejano para recibir un reino y luego regresar. El Señor está esperando el momento en que el Padre determine que los enemigos de Cristo serán subyugados hasta el punto que se cumpla la hora en que Cristo regrese y tome las riendas directas del poder sobre el mundo como rey todopoderoso y perfecto que es.
Ahora, Hebreos 1:13 es una cita más directa del Salmo 110:1 (véase también Mt. 22:44; Mr. 12:36; Lc. 20:42–43; Hec. 2:34–35). Una simple lectura de ambos textos indica que el Padre dirige al Hijo a sentarse a Su diestra por un tiempo específico. Ese tiempo de espera termina cuando Dios crea una situación diferente en la que los enemigos del Señor son finalmente Su escabel. Así, la acción de Cristo sentado sugiere una actitud pasiva, no activa. Dicho en otras palabras, el que Cristo esté sentado en estas referencias  equivalente a esperar, no a reinar. Esto se aplica a los otros textos que señalan que él está “sentado a la diestra” de Dios, como en  Mateo 26:64, Efesios 1:20, Hebreos 1:3, 8:1 y Hebreos 12:2. En apoyo a este punto, observe quién es el agente activo en el texto, es decir, ¿quién precisamente está derrocando a los enemigos? Es el primer Señor del Salmo 110:1, es decir, Dios el Padre. Él es el “Yo” que convertirá a tus enemigos [del Mesías] en estrado de tus pies [los pies del Mesías].

1 Cor. 15:25 es otro texto crucial con respecto a la pregunta de si Cristo está hoy reinando. Nuevamente viene a la mente el Salmo 110:1 con su lenguaje teológico  acerca de poner a los enemigos bajo los pies del Mesías. Esto ha provocado que algunos intérpretes lleguen a la conclusión de que este texto —con énfasis en el reinado de Cristo— deba correlacionarse exactamente con el Salmo 110:1. Pero esto confunde un par de puntos claves. Para ver esto, primero debemos resaltar las diferencias textuales de los versos. Observe los pronombres resaltados:

Salmo 110: 1— El Señor dice a mi Señor: "Siéntate a mi diestra,
                                     Hasta que  yo  ponga a                  tus enemigos por estrado de tus pies.
porque  él  debe reinar hasta que él haya puesto a todos  sus enemigos debajo       de sus pies 1 Cor. 15:25.

En el Salmo 110:1, el Padre es el actor que somete a los enemigos de Cristo y los pone bajo el escabel en nombre de Su Hijo. En 1 Cor. 15:25, Cristo es el actor que pone a sus propios enemigos bajo sus propios pies. Podemos explicar esto de dos maneras. O bien, hay dos fases de la subyugación de los enemigos de Cristo, con el Padre llevando a cabo primero la subyugación de tales enemigos y el Hijo haciéndolo después. Prefiero el siguiente entendimiento: el Salmo 110:1 es una referencia a la presente edad donde Cristo está hoy sentado. Por el contrario, la segunda opción interpretativa cree que el Padre  está ahora  subyugando a los enemigos a través de la obra del Hijo. Esto último sin embargo, requiere ver la primera parte del Salmo 110:1 como cumpliéndose ahora (“siéntate a mi diestra”), y la segunda parte (“hasta que ponga a tus enemigos”) como teniendo su cumplimiento cabal en el reino milenario. Sin embargo, en ninguna de las dos inferencias anteriores, el estado presente de Cristo “sentado” (a la diestra de Dios) se equipara a un reino presente. El contexto del Salmo 110:1 es claro que es Dios el Padre que habla al Señor de David, es decir, al Mesías. La identificación del sujeto de la oración puede no ser tan obvia en 1 Cor. 15:25 debido a todos los pronombres en el verso anterior y el mismo versículo 25. Pero, al rastrear cuidadosamente los pronombres obtenemos lo siguiente:

1 Cor. 15:24 — Luego vendrá el fin, cuando el [Mesías] entregue el reino al Dios Padre después de destruir todo dominio y toda autoridad y poder.

1 Cor. 15:25— porque él [el Mesías] debe reinar hasta que él [el Mesías] haya puesto a todos sus enemigos [del Mesías] bajo sus pies [los del Mesías].

Esto nos lleva al segundo punto clave, la cronología general del pasaje de 1 Corintios 15. El relato paulino revela que Cristo está actualmente sentado y esperando, no así, reinando. Mientras está sentado, en algún momento, el Padre someterá a todos los enemigos del Mesías a quienes Él confinará para que esto de lugar al comienzo del Reino mesiánico. Esta subyugación se producirá al final de la Tribulación. El Mesías se levantará de Su posición actual (“sentado a la diestra de Dios”), y recibirá la investidura del reino del Padre, y vendrá —en el acto— a la tierra para reinar sobre ella. Más tarde, (después de muchos días) él entregará el reino al Padre. Esta secuencia de eventos se ajusta a 1 Cor. 15:23-25. En el versículo 23, se menciona la venida de Cristo. El versículo 24 se dice: “luego vendrá el fin”, lo que sugiere el paso de una cantidad notable de tiempo, un milenio para ser precisos. En ese momento, Él entregará el reino al Padre, momento en el cual ha puesto fin a todo gobierno y poderes hostiles. El versículo 25 es explicativo, pues comienza con la palabra “para” (γὰρ), lo que indica que este verso explica algo del anterior. Cristo pone fin a todo  dominio, autoridad y poder porque el plan predeterminado de Dios es que debe destruir a todos sus enemigos, incluso al enemigo final, la muerte.

Frente a lo anterior, existe una objeción al respecto, la cual señala que el Padre ya habrá subyugado a dichos enemigos, así: ¿Cómo es que Cristo debe hacerlo de nuevo? La respuesta a esta objeción es realmente  sencilla, y es que Dios establece el escenario inicial para el reino. Pero a lo largo de más de mil años, varias formas de oposición podrían surgir en un mundo donde los pecadores todavía están presentes como se menciona en los pasajes de Isaías que observamos (Isa. 11:1ss). Todos los enemigos sin duda deben ser subyugados en todo el mundo y en una instancia definitiva y ordenada antes de que el Hijo devuelva el reino al Padre. Por lo tanto, dicha situación ocurre: la inicial, la del Padre a corto plazo y, la de Cristo  a largo plazo, esto es, en Su reino milenial sobre las naciones de la tierra.

En resumen, el Salmo 110:1 destaca el estado presente de espera de Cristo a la diestra de Dios. 1 Cor. 15:25 destaca el reinado activo de Cristo, que no se caracteriza por la idea pasiva de estar sentado, sino más bien subrayando la idea de reinar. En consecuencia, estos textos no deben armonizarse apresuradamente para sugerir que el estar sentado a la diestra de Dios es igual a reinar.

El Reinado futuro de Cristo

Una gran cantidad de textos indican que el reinado de Cristo es aún futuro hasta el momento de este escrito. Además de la oración modelo (Mateo 6:10), hay una serie de textos que hablan de un reinado futuro. Estos incluyen Hechos 14:22; 2 Tim. 4:1, 4:8; Juan 3:5; 2 Pedro 1:11; 1 Cor. 6: 9-10; 1 Cor. 15:50; Gálatas. 5:21; Ef. 5:5. Sin duda es perspicaz suponer que el debate se puede resolver apelando a estas referencias como una paradoja. Por el contrario, una mirara objetiva a la realidad presente en este mundo decadente en el que vivimos, junto con una lectura clara del texto de las Escrituras, indica que estamos justamente en un momento de espera hasta que llegue el reino. De hecho, estamos esperando con Cristo, que está esperando el tiempo dispuesto por el Padre para intervenir en los reinos de este mundo y tomarlos definitivamente. Por supuesto, no fue algo que los discípulos supieron ni aun es algo que nosotros podamos saber hoy, pues el tiempo o las fechas precisas que el Padre ha fijado por medio de Su autoridad solo es algo que pertenece a Él (Hechos 1:6s). Sin embargo, algo sí podemos saber con certeza y es que Dios finalmente restaurará el reino a Israel (Hechos 1:6). Así también,  podemos saber con certeza que los santos reinarán con Cristo (Ap. 20:6, 2 Tim. 2:12). Aun más, podemos y debemos orar para que venga el reino (Mt. 6:9s). Pero, no podemos saber el momento de su futura venida. En conclusión, dejando a un lado el reino de Dios en términos de su soberanía omnipotente hoy presente, también hay en las Escrituras (AT y NT) —como hemos observado— un sentido diferente del reino, y es el hecho escritural de que Jesucristo finalmente ejercerá en algún momento en el futuro, tal reino literal y terrenal.

Algunas aplicaciones para el creyente de hoy

¿De qué sirve a los cristianos en el siglo XXI lidiar con todo esto? Primero, tenemos que estar consientes de que se nos recuerda en las Escrituras que hay mucha revelación en ella acerca del futuro. Por lo tanto, es injustificable ser agnósticos o despreocupados acerca de lo que dicen las Escrituras claramente al respecto. Puede que aun no tengamos una posición personal en el asunto, sin embargo, difícilmente podemos decir que este tópico en realidad tiene poca importancia. En efecto, al observar el testimonio apostólico —por ejemplo— sí,  notamos que importan, pues son enseñanzas expresadas con certeza acerca  de la futura resurrección (1 Cor. 15), el reino literal de Cristo (Mt. 19:27-28; Apo. 20) y el estado eterno subsiguiente (Apo. 21-22),  así,  y entre otras cosas más, tales enseñanzas exigen de nosotros además, una ética santa hoy.

Segundo, podemos ser perdonados por pensar que la escatología es un asunto complejo y que debido a ello, —en comparación al evangelio— no importa mucho como  otras verdades cristianas centrales justamente, como el evangelio. No obstante, lo que este artículo pone de manifiesto es que el intérprete premilenial de las Escrituras mira  la Biblia de manera muy diferente al intérprete amilenial. Esto debería llamar nuestra atención. Por ejemplo, el intérprete amilenial dice que Apocalipsis 20 no es un texto muy claro. Sin embargo, la mayoría de los lectores fieles que vienen al texto por primera vez no estarían de acuerdo en lo más mínimo con esta conclusión. Por el contrario, lo que dice Juan allí, está muy claro. Sin embargo, el intérprete amilenial insiste que no hay un reino de Cristo de 1.000 años. ¡Pero el texto dice que sí, y seis veces repite el número 1,000! Tales referencias son inconfundibles. Por lo tanto, dado que el amilenialista lee las Escrituras de manera tan diferente, los aliento a que tengan  una persuasión literal y que traten con cautela las interpretaciones amilenialistas. Dichas interpretaciones —en algunos detalles— pueden estar bien; en otros —quizás en gran parte—  estar contaminadas con las mismas presuposiciones alegóricas propias del sistema en sus raíces.   

Por último, todo esto exige de nosotros la necesidad imperiosa de una exégesis cuidadosa en la correlación de todos los datos bíblicos sobre este tema o cualquier otro tema relativo. No podemos conformarnos con explicaciones que extiendan la imaginación en busca de un sistema sofisticado. El enfoque dispensacional general (o el enfoque premilenial más amplio, si lo prefiere), no es en absoluto infantil. Más bien, toma de manera literal y seriamente lo que Dios dice en Su Palabra, y a la vez, lo correlaciona coherentemente en una teología bíblica sistemática sana. Y por supuesto, no pretende en absoluto ser un enfoque humanista o simplista, por el contrario, es fiel al texto y la intención del Autor del texto.

1 comentario: