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viernes, 30 de agosto de 2019

¿Qué esperamos los creyentes, la segunda venida o el arrebatamiento?


Por J.A. Torres Q.


La pregunta anterior no solo es legítima, de hecho, es bíblica, diríamos también,  tesalonística.  Lamentablemente y habitualmente, se responde en el acto, con otra: ¿Es que acaso son dos eventos diferentes? Esta es la pregunta más común que usted escuchará hoy  frente a esta pregunta sugerida. Quizás es la que usted ya se hizo al ver la epifanía de este artículo en su pantalla. Es más, cuando se plantea una distinción entre el arrebatamiento y al segunda venida, por supuesto, y dependiendo de la presión arterial de quien esté detrás del  PC (temperamento),  la segunda aseveración que se suele emitir también en el acto y que bien podría añadirse a la lista de los condicionamientos clásicos pavlovlianos de los males de la retórica "protestante", es: “eso es dispensacionalismo”. Si usted no sufre de esta patología novedosa tan común en el día de hoy, considere objetivamente las siguientes líneas y corrobore biblia en mano, porqué estos dos eventos escatológicos son diferentes no solo en esencia, sino también en el contexto y propósito  bíblico. 

Cuando el NT habla de la venida del Señor y en especial describe cómo es que los destinatarios originales comprendían lo que llamaron la παρουσία (parusía→venidaRV60) del Señor, no lo hacían como habitualmente el lector occidental (nosotros) hemos llegado a  distinguir. Así por ejemplo, se habla de la primera, la segunda y una tercera venida, que es de algún modo la acusación reformada que se hace a la escuela dispensacionalista. Muchos añaden a esta   imputación poco rigurosa que este sector cree entonces, en una venida secreta y por ello, en una tercera venida. Solo diremos aquí que al observar la idea del sustantivo parusía en el NT, esta no define per se, el arrebatamiento como tampoco, la segunda venida. La razón es sencilla, parusía es antónimo de apousia, “estar ausente” (Fil. 2:12) y denota esencialmente, —y diríamos— tangencialmente, la presencia de alguien. Así, Pablo se alegra por la presencia de Estéfana  (1 Cor. 16:17), así también, se siente consolado por la presencia de Tito "en su habitación" (2 Cor. 7:6). Tiene un parecido a su cognado páreimi “estar ahí”, o “haber venido” (cf. 1 Cor. 5:3; 2 Cor. 10:2; 11:19). Así, parusía significa el estar presente, lo que incluye a veces el estar viniendo[1] o el venir[2], subrayando con ello la presencia activa de alguien. Por supuesto, como es común en los términos del NT, este se deriva del AT, en el que la parusía de Dios no estaba atada solo a lugares, así, se observa que Dios puede venir en sueños (Gén. 20:3), teofanías (18:1ss), visiones o “manifestarse” en la victoria  et al. (1 Rey. 19:12s; Jue. 5:4ss) (Braumann 1986III:302; Oepke 2002:773). Dicho en otras palabras, la parusía —que también se refiere a la primera venida de Cristo (2 Ped. 1:16) la venida de hombres (1 Cor. 16:17), como del anticristo (2 Tes. 2:9)— indica solamente la presencia tangible de alguien. Dicho esto, y referido a la parusía escatológica de Cristo, tanto el AT como el NT cuando hablan de la parusía (venida) de Cristo, lo definen por el tipo y las características de dicha presencia (parusía). Esto es, lo que sucede en dicha venida y presencia.   Así, son dos los sentidos que se distinguen claramente con respecto a la venida de Cristo y su presencia: una presencia a través de una venida judicial terrible,  esplendorosa y universalmente visible,  descrita desde al AT como el día de YHVH (Isa. 2:12-21) en el que Él vendrá  no solo a castigar a Israel, sino esencialmente, a toda la tierra; por ello, todos los linajes de la tierra harán lamentación (Apo. 1:7), día o periodo en que los reyes de la tierra tratarán de esconderse de Él, esto es: de la ira  del Cordero (Apo. 6:15-17). Por ello Amós grita: “¡Ay de los que desean el  י֣וֹם יְהוָ֔ה  (día del YHVH)! ¿Para queréis el  י֣וֹם יְהוָ֔ה  (día del YHVH)!? Será tinieblas, y no luz” (Amo 5:18 cf. [Isa. 27:1-13; 61:1-3; 63:1-6; Jer. 30:7ss; Ab. 1:15; Sof. 1:14-15).

Es por el conocimiento veterotestamentario que hemos mencionado que los tesalonicenses estaban angustiados y confundidos pues, pensaron que estaban viviendo literalmente el día del Señor, el periodo de juicios revelado tantas veces en el AT por medio de lo que los profetas concibieron como el gran y terrible י֣וֹם יְהוָ֔ה  (día del YHVH) (2 Tes. 2:1s), cuando en realidad ya habían sido instruidos sobre la exoneración de dicho periodo en la primera visita flash del apóstol con ellos y mayormente en ambas cartas de Pablo  (Hec. 17:1ss). Por ello, para la mayoría de ellos el sentido de “y esperar de los cielos a su Hijo […] a Jesús, quien nos libra de la ira venidera” (1 Tes. 1:10)  y el de que Dios no los puesto para ira (1 Tes. 5:9), trajo la confusión que el mismo Pablo se vio en la necesidad de aclarar en su segunda epístola, en la que les exhortó a no dejarse mover de las enseñanzas que habían recibido de parte de él y el equipo pastoral (1 Tes. 1:1). Por lo que no debían confundirse, por ello añade que ellos no estaban en tinieblas para que dicho día terrible, dicho periodo sería experimentado por ellos (1 Tes. 5:4). Es en estas referencias que sea dicho de paso, están plasmadas claramente en estas epístolas, la parusía de Cristo por ellos en un contexto diferente. En una venida llena de esperanza, donde el mismo Pablo subraya tal tenor (1 Tes. 2:19; 3:13; 4:15; 5:23 cf. [Stg. 5:7-8; 1 Jn. 2:28; 1 Ped. 1:7, 13]), no de temor o de terror, como esperando un rescate tipo extracción militar producto de un contexto bélico sobrenatural. El mismo apóstol les repite: “y esperar de los cielos a su Hijo […] a Jesús…”, añadiendo: quien nos libra de la ira venidera” (1 Tes. 1:10). 

En consecuencia, esta esperanza en la venida de Cristo incluía también, una esperanza exonerante (1 Tes. 1:10; Tit. 2:13). De allí el giro arameo מָרַן אֲתָא   (marán-ata) traducido al griego como μαρὰν ἀθά (marán atha) “ven Señor”[3], uno de los primeros himnos de los creyentes de la iglesia primitiva, que fue claramente un himno de esperanza constante en la mente de los creyentes (Fil. 4:5; Stg. 5:8; Apo. 20:22), esperanza que estaba basada en una venida amistosa de parte de Cristo el Señor (Apo. 3:11[4]). Por eso notamos instrucciones novotestamentarias como la del hermano de Jesús a los judíos creyentes:Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca.” (Stg. 1:7). De esta misma manera, Pablo escribía a los corintios. “El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema[[5]]. El Señor viene.” (1 Cor. 16:22). Como podemos observar entonces, la esperanza en la venida (parusía) de Cristo siempre fue una doctrina de la iglesia primitiva, sin embargo, esta esperanza estaba también aferrada a una liberación de la ira de Dios (1 Tes. 1:10). No es extraño entonces que Juan esté en la misma sintonía escatológica de Pablo, porque justamente, ésta era la noción apostólica de la venida de Cristo. Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra.” (Apo. 3:10). Nótese que Juan señala primero que la iglesia cristiana representada por Filadelfia (Apo. 3:7-13), sería librada de: la hora de la prueba, sobre “todos” los que moran en la tierra, que en la visión profética de Juan, experimentan los juicios divinos, como lo llamó el mimos Señor: la gran tribulación (Mt. 24:29) que culmina justamente, un periodo de juicios terribles sobre los moradores de la tierra que aun se vislumbran desde el AT como receptores de la ira de Dios (cf. Isa. 24:1, 5; 51:6; Jl. 2:1;  Apo. 3:10; 8:13; 9:20-21; 11:10; 13:8-18; 16:10-11; 17:8). No se dice “en” la ira, o “durante” la ira,” que es la  ira escatológica de Dios, sino, te guardaré (teréo) o preservar  ἐκ τῆς ὥρας τοῦ πειρασμου (ék tñs jóras tũ peirasmu)→ “de la hora del prueba”, con la preposición ἐκ (ék) que describe la idea de ser sacados de. Esto es, el Señor promete sacar (preservar) a los suyos en dicho tiempo de juicios (prueba) descritos desde el AT y explicados por Juan claramente desde el capítulo 6 de Apocalipsis (6:1ss),  hasta justamente, la segunda venida del Señor en el capítulo 19, donde vemos que antes de esta parusía final (segunda venida), la gran multitud salvada en Apo. 5:9 que fue removida de la tierra antes de los terribles juicios (Apo. 6-18), alaban a Dios en el cielo, antes de la venida del Señor con gran poder y gloria.

Entonces, ¿dos venidas de Cristo, una secreta otra visible? Mejor es preguntar: ¿Qué esperamos los creyentes, la segunda venida o el arrebatamiento? Pablo ya respondió a esta pregunta señalando: “Porque no nos ha puesto Dios para ira,  sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo”, habiendo añadido también que, debemos: “…esperar de los cielos a su Hijo […] a Jesús…”, añadiendo: …quien nos libra de la ira venidera” (1 Tes. 1:10).  ¡Esta fue la esperanza de la iglesia en Tesalónica (primitiva) la nuestra también! Por eso decimos con Pablo  maranata. 






Datos bibliográficos  


Oepke, Albrecht  2002. Art: “παρουσία” En: Kittel, G. & Friedrich, G. (eds.) 2002. Compendio del Diccionario Teológico del Nuevo Testamento. Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 771s.
Braumann, Georg 1986. Art. “παρουσία” En: Coenen, Lothar  & Erich, Beyreuther et al 1985. Diccionario Teológico Del Nuevo Testamento, Volumen  III. Salamanca (España): Sígueme. 299ss.
Vine, W.E. 2007. Diccionario Expositivo de palabras del Antiguo y Nuevo Testamento exhaustivo. Nashville, TN: Caribe.
Torres, J.A. 2016. Material de estudio: Comentario exegético, escatológico, pastoral y homilético de 1 y 2 a los tesalonicenses. Under construction.  

   



[1] Participio de erjomai et al.
[2] Erjomai.
[3] O, el Señor está viniendo.
[4] “He aquí,  yo vengo pronto;  retén lo que tienes,  para que ninguno tome tu corona.”
[5] Entregado al peor juicio que puede haber, la ira de Dios.

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