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lunes, 21 de mayo de 2018

La hermenéutica reformada sobre el templo de Ezequiel 40-48 parte I


Por J.A. Torres Q. 


No hay dudas, es uno de los pasajes más difíciles del AT, y por supuesto, no se trata de diferencias entre ortodoxos y herejes, sino, entre hermanos que de algún modo puntual, ven la profecía de modos diferentes. Sin embargo, encontramos allí varias cuestiones claras al leer esta extensa porción del profeta Ezequiel. Que describe un tiemplo en visión (Eze. 40:1-4, 24, 28, 48), se menciona reiteradas veces (41:1, 15, 21, 23, 25; 42:8).  Se trata de un templo. ¿Simbólico, literal? El lector honesto de Ezequiel 40-48 puede corroborar por sí mismo, y, por supuesto, basado en una interpretación histórico gramático literal que un templo simbólico no tiene lugar en la profecía descrita por Ezequiel. No fue la descripción del templo de Herodes,  tampoco el templo que será profanado en la tribulación (cf. Dan. 9:27; Mt. 24:15ss; Mr. 14:27ss; Lc. 21:20ss; 2 Tes. 2:2s), se trata de  uno superior; uno que no ha tenido existencia ni parangón escritural hasta el día de hoy. Aun David E. Holwerda —profesor reformado— señala: “Ezequiel profetiza un templo futuro lleno de la gloria del Señor, el cual promete morar en medio de su pueblo para siempre (Ezequiel 43 43:5,7) (Holwerda 2000:76). Y añade Holwerda:

«Las visiones dadas a Ezequiel no concluyeron describiendo destrucción, sino con la visión de un esplendido futuro, de un templo perfecto en medio de una ciudad perfecta. Este templo ideal en el futuro de Israel se llenará de la gloria de Dios, y el habitará “entre los israelitas para siempre”» (Holwerda 2000:68).

Es evidente  para el lector honesto Ezequiel describe claramente un templo en detalle[1]. Randall Price añade, detallando Ezequiel: 318 medidas precisas del templo (Price 2014:133). Pero, e insistimos: ¿no fue el templo de Herodes  el cumplimiento de la profecía de Ezequiel? Hasta ahora no ha habido nada parecido en la época de los apóstoles como en la época posterior a la era  cristiana. El propio  Holwerda señala aquí también: “La visión de Ezequiel en cuanto a un templo o monte ideal nunca se cumplió en forma literal en la historia de Israel. El  segundo templo  construido después del regreso del exilio, carecía de la gloria mencionada en la visión de Ezequiel […] en los tiempos de Jesús, pese a que Herodes había renovado y expandido bastante el segundo templo, nadie en el judaísmo osaba identificar este templo con las promesas del Antiguo Testamento.” (Holwerda 2000:68). Pero, ¿realmente está escrito, hay otros antecedentes en el AT acerca de la presencia futura de un templo divino en el que todos los pueblos se congregarán?  Jesús se refirió a ello también;  citando a Isaías señaló: “¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.” (Mr. 11:17 cf. [Mt. 21:13]).   No solo Ezequiel profetizó la presencia de un templo en el futuro, otros profetas también revelaron dicha predicción.

Jl. 3:18  מִבֵּ֤ית יְהוָה֙ la casa de YHVHcf. (Jl. 1:9).   
Isa. 2:3  אֶל־בֵּית֙ אֱלֹהֵ֣י a la casa de Dios 
Isa. 60:13   לְפָאֵר֙ מְק֣וֹם מִקְדָּשִׁ֔יpara adornar mi santuario”)

En todos los ejemplos anteriores, el término בַּיִת (bayit) se refiere a un edificio[2] (casa, palacio, sala, morada[3]), pero también, a lo que entendemos es un “templo”,  teniendo también, una extensión semántica relativa a una familia real o dinastía particular (cf. Gén. 17:27; 50:4; Éxo. 1:21;  Pro. 24:27; 1 Rey. 12:26). Así también, el profeta Daniel  describiendo eventos escatológicos relativos al mesías, señaló  וְלִמְשֹׁ֖חַ קֹ֥דֶשׁ קָֽדָשִֽׁים y para ungir el lugar santísimo  (Dn.  9:24 LBLA). Hageo, refiriéndose a la casa, al lugar físico que incluye el templo, escribió y en plena construcción del templo: “...y llenaré de gloria esta casa…”  (Hag. 2:7,7). Pero, con un claro énfasis escatológico ajeno a su contexto histórico, incluyendo aspectos apocalípticos previos (“y haré temblar a todas las naciones…” Hag. 2:7), así, y a reglón seguido añadió: “y llenaré de gloria esta casa… la gloria postrera de esta casa será mayor” (Hag. 2:7,9).  Claramente Hageo vislumbró la existencia de un templo futuro;  por supuesto, un lugar físico que no ha visto comparación en la historia humana, lo cual se subraya por el hecho de que en tal templo, —y siendo honestos con el texto— aun también, habrán sacrificios. Que, “serán aceptos…” (Isa. 56:6,7). Serán ofrecidos con agrado sobre [el]  altar…” (Isa. 60:7). En palabras de Zacarías:   

 16 Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén,  subirán de año en año para adorar al Rey,  a Jehová de los ejércitos,  y a celebrar la fiesta de los tabernáculos. 17  Y acontecerá que los de las familias de la tierra que no subieren a Jerusalén para adorar al Rey,  Jehová de los ejércitos,  no vendrá sobre ellos lluvia. 18  Y si la familia de Egipto no subiere y no viniere,  sobre ellos no habrá lluvia;  vendrá la plaga con que Jehová herirá las naciones que no subieren a celebrar la fiesta de los tabernáculos. 19  Esta será la pena del pecado de Egipto,  y del pecado de todas las naciones que no subieren para celebrar la fiesta de los tabernáculos. 20  En aquel día estará grabado sobre las campanillas de los caballos: SANTIDAD A JEHOVÁ;  y las ollas de la casa de Jehová serán como los tazones del altar. 21  Y toda olla en Jerusalén y Judá será consagrada a Jehová de los ejércitos;  y todos los que sacrificaren vendrán y tomarán de ellas,  y cocerán en ellas;  y no habrá en aquel día más mercader en la casa de Jehová de los ejércitos.” (Zac. 14:16 RV60 cf. [Jer. 33:18]).

“…y todos los que sacrificaren vendrán y tomarán de ellas,  y cocerán en ellas…” (Eze. 14:21), no es poesía. Ni un circunloquio profético. Aunque esto incluye un “dilema” teológico, es lo que señala el texto.  Dejando las respuestas a esta dificultad hermenéutica para otro post,  el quid del asunto aquí es comprender cómo la teología reformada aborda Ezequiel 40-48.

En términos concretos  la teología reformada no ve un futuro templo en la descripción profética de Ezequiel detallada con clara precisión en dichos ocho capítulos. Pero más que no ver un templo allí, lo que hace la hermenéutica reformada es reinterpretar tal profecía por razones de “esquema”.  Así, el templo literal que describe Ezequiel es en realidad  una “piedra” molesta para  la viga maestra escatológica de la interpretación reformada. De allí que toda interpretación llana premilenarista de esta profecía  (y otras),  habitualmente sea acusada de “literalismo estricto” porque justamente, ignora el esquema reformado pre-concebido. Ahora, ¿cuál es esta viga maestra? 

 El punto aquí es comprender cuales son los argumentos que la  interpretación reformada usa para evadir y negar el sentido llano de tales oráculos acerca del templo revelado a  Ezequiel, a quien Dios reveló con expresa orden (“Cuenta todo lo que ves a la casa de Israel” Isa. 40:4c).Cabe destacar  —como ya lo aludimos— que no es solamente Ezequiel quien vislumbra un futuro templo,  profetas como Jeremías, Joel, Hageo e Isaías  también claramente concibieron  un templo escatológico. Notemos entonces, cómo y cuáles son los argumentos reformados que se usan habitualmente para negar la realidad del templo futuro de Dios  revelado en Ezequiel 40-48.

Tocante a estos capítulos  Anthony Hoekema escribe: “Es obvio que estos capítulos describen un glorioso futuro para los israelitas que están en cautiverio durante el tiempo en que Ezequiel escribe. Este futuro es descrito en términos de un ritual religioso que los israelitas conocían […] Los detalles respecto al templo y a los sacrificios deben ser entendidos de un modo no literal sino figurativo.”  (Hoekema 2008:231s).  Robert B. Strimple dice que es una tipología de Cristo, el verdadero templo. Todo lo que representa el templo, está entonces cumplido en Jesucristo (Mt. 12:6; Jn. 2:19-22) (Strimple en Bock ed. 2017:104, 105). Figurativo, metafórico (tipológico), es la idea de Ezequiel según Hoekema y Strimple.

David E. Holwerda, ingeniosamente añade: “Ezequiel profetiza un templo futuro lleno de la gloria del Señor, el cual promete morar en medio de su pueblo para siempre (Ezequiel 43 43:5,7). El evangelio anuncia a uno en quien la gloria de Dios se encarna y habita entre su pueblo (Juan 1:14) […] Dios habita en Jesús y en nosotros (Juan 14:23), y la realidad del templo de Ezequiel existe por todo el mundo.”  (Holwerda 2000:76). Sin embargo, esta  nos es la conclusión de Holwerda, aun el mismo, —y antes de explicar la interpretación de Ezequiel 40-48 (pág. 76)— reconoce la tensión que su interpretación incluye señalando incluso el mismo que, a más de alguno puede parecerle  sorpresiva distorsión de la profecía de Ezequiel. Sin  embargo, Holwerda sigue adelante señalando  en un silogismo sutil, lo siguiente:

“Jesús y la gloria del templo de Ezequiel. El evangelio de Juan anuncia a uno en quien la gloria de Dios se encarna y habita entre su pueblo (Juan 1:14). Ciertamente existe una concesión. Si la razón por la que el templo del Antiguo Testamento existe es solo para expresar el deseo de Dios de morar con su Pueblo (Isaías 66:1s).” (Holwerda 2000:76).

Un par de líneas más abajo, Holwerda añade:

 “Dios habita en Jesús y nosotros (Juan 14:23), y la realidad del templo de Ezequiel existe por todo el mundo.” (Holwerda 2000:76).

¿Logró captar la explicación de Holwerda? No hay templo. No hay templo literal. Se trata de uno templo “simbólico” ya presente que está en todo el mundo. ¿En la iglesia? Antes de concluir lo anterior, dejemos que el propio Holwerda responda. Así, y a reglón seguido, leemos:

“Dios ha cumplido su promesa… la veracidad de Dios queda demostrada en su fidelidad al cumplir sus promesas del pacto. Dios prometió que él habitaría con su pueblo, y Jesús es la demostración encarnada que Dios es fiel en cumplir sus promesas del pacto… el cuerpo de Jesús es el nuevo templo porque él es el lugar tanto de expiación como el de la presencia de Dios […] Jesús es la gloria del templo de Ezequiel, una verdad  revelada en la encarnación…” (Holwerda 2000:76).

Así es, no hay templo. Ezequiel de algún modo se refería a Cristo, no a un edificio o palacio real divino.  Él —según Holwerda— es el templo. Pero aún más, no solo Cristo es el templo, también lo es la comunidad, se cita aquí 1 Cor. 3:16ss, 2 Cor. 6:17-7:1  y Efe. 2:20-22. Así añade más abajo: “El templo es una metáfora de la unidad, unidad entre creyentes en Cristo que existe debido a la presencia del Espíritu de Dios que mora en ellos.” (Holwerda 2000:81). Pero, ¿puede el templo ser Cristo y la comunidad al mismo tiempo? Holwerda responde: Evidentemente, partiendo de las bases del judaísmo y del Antiguo Testamento, sería posible creer en ambas opiniones acerca del templo (Holwerda 2000:81).

Sin duda el ingenuo hermenéutico de Holwerda es digno de destacar. Un templo literal no encaja. Pero, ¿cuál es la idea del término  בַּיִת (bayit) usado por Ezequiel? ¿Se refiere realmente a un templo? J.R. Williamson —docente reformado— subraya lo que ya hemos dicho. “La palabra hebrea se refiere a la morada de un rey, un palacio… el templo es la residencia real; es el  lugar donde Dios mora sobre la tierra… en un sentido, era la sede de la presencia Divina en la tierra.” (Williamson 2014:186). Por supuesto, para Williamson, aun reconociendo que el término hace referencia a un templo literal, en su perspectiva tocante al templo de Ezequiel, no lo es.  Dicho de otro modo, el término  “templo” se muda a un cuerpo, a una entidad; se trata entonces de un templo místico, un templo espiritual. Notemos entonces la opinión de J.R. Williamson. Misionero y profesor bautista reformado. ¿Cómo debemos entender entonces el templo de Ezequiel? James R. Williamson sin rodeos escribió:

«Cuando Pedro hizo la gran confesión de que Jesús era el Cristo, el Hijo del Dios Viviente, el Señor respondió declarando el establecimiento der Su templo y su reino. No te la similitud de estas palabras de Zacarías: “y edificará el templo de Jehová [Zac. 6:12-15]”, a la declaración de Pedro sobre este tercer templo: “y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán con ella [Mt. 16:18].”» (Williamson 2014:191).

J.R. Williamson es también ingenioso. El templo de Ezequiel, es la iglesia. Y, al igual que Holwerda, Williamson reconoce la tensión que su interpretación podría provocar, por ello pregunta anticipándose: ¿es correcto asumir que Mateo 16:18 hace eco de la profecía de Zacarías? Y añade preguntando sin  rodeos: ¿Podemos decir que la iglesia cumple estas profecías sobre el templo? A lo cual responde: “!Ciertamente! … Muy claramente, los creyentes en Cristo, gentiles y judíos por igual, componen el templo del Dios viviente. Ellos son sus vigas, paredes y pelares, y Cristo es su principal piedra angular.” (Williamson 2014:192).

La interpretación de J.R. Williamson es sin duda atractiva para quien quiere eludir una interpretación natural y llana del pasaje que estamos aludiendo; nótese la frase anterior: los creyentes en Cristo, —gentiles y judíos por igual— componen el templo del Dios viviente. Ellos son sus vigas, paredes y pelares, y Cristo es su principal piedra angular. En efecto, ¿no es Cristo la piedra angular (Efe. 12:20; Sal. 118:22; Isa. 28:16)? ¿No son los creyentes piedras vivas (1 Ped. 1:1ss; 1 Cor. 3:9)? J.R. Williamson encuentra en versículos como los aludidos explicaciones para su interpretación, y aun —tocantes a los sacrificios— añade:

«…la oración, las dádivas y los cánticos de alabanzas son todos designados como “sacrificios” en el Nuevo Testamento, cumpliendo las profecías que hablan de los gentiles trayendo ofrendas a Dios… Por tanto, las profecías del Antiguo Testamento sobre sacrificios renovados en un templo restaurado se cumplen cada vez que los cristianos se reúnen a adorar a Cristo de acuerdo a Su Palabra.» (Williamson 2014:193).

Lo anterior sin duda otra manera ingeniosa de interpretar la profecía de Ezequiel, algo propio de  la hermenéutica reformada a la hora de abordar la escatología.

Notemos un último comentarista de convicción reformada aquí. José Grau (1931-2014). Según Grau, la interpretación de estos capítulos de Ezequiel dependerá de la actitud que se tome frente a toda la problemática escatológica en general. Así tenemos la interpretación literal inmediata, la interpretación literal futurista, y la interpretación simbólica cristiana y apocalíptica (Grau 1977:123).  La posición de Grau, la última. Así señala: “El conjunto de 40-48 es simbólico, y expresa una gran realidad espiritual: un pueblo redimido, en medio del cual mora Jehová (43:2-5; 48:35), no puede estar organizado al azar” (Grau 1977:124). Es interesante que Grau señale que Ezequiel está pensando en un templo literal restaurado, en una ley perfectamente observada, y en  sacrificios en pleno funcionamiento (pág. 125), pero, debido a que es una “visión”,   dicho significado literal se diluye en su cumplimiento, pues —según Grau— es tipo, figura, sombra de una realidad; para Grau se debe pasar del literalismo de la profecía, a lo simbólico de su "significado". Así Grau concluye:

1.    La perfección del plan de Dios para su pueblo restaurado, simbólicamente expresada en la impecable simetría del pueblo.
2.    La centralidad de la adoración, dirigida únicamente a Dios y expresada como de suma importancia en los escrupulosos detalles del ritual.
3.    Las bendiciones que fluirán de la presenta de Dios y regaran las arideces espirituales (el rio de la vida)
4.    El orden y disciplina en la ejecución de los diversos ministerios, lo que responsabiliza a todo el pueblo de Dios y le llama al orden y al buen gobierno; todo ello ejemplarizado en los servicios del templo y en el reparto de la tierra…
(Grau 1977:126)


 El propósito de Ezequiel —según Grau entonces— al escribir tales descripciones del templo fue sólo para consolar; para abrirles los ojos a los judíos exiliados y animarlos a mirar un futuro glorioso idealista (pág. 126). En efecto, estaban deportados, pasando por momentos difíciles. Era necesario presentar tales esperanzas en un lenguaje que ellos conocían. Aunque por cierto, no fuera lo que finalmente se cumpliría, un templo literal.  

Como usted ha podido constatar, cualquier lector que tome las referencias de Ezequiel (capítulos 40-48) de manera llana, podría ser acusado de “híper literalismo”, o, de un  “estricto literalismo”  como señala el Pr. Sugel Michelén en sus diferentes exposiciones en contra del premilenarismo dispensacional. Sin embargo, antes de hacer un examen de los argumentos presentados aquí por los autores citados en un próximo post, tenemos que entender que existe una rigidez hermenéutica difícil de refutar en la perspectiva reformada de quienes han sido criados con este tipo de lectura, o, “re-educados” con este tipo de reinterpretación de las Escrituras.  

No está a la vista, pero es la viga maestra pre-hermenéutica de todo amilenarista. Novato, como eximio. Pues: ¿por qué interpretar tantos capítulos tan detallados de una realidad futura de manera figurativa? El argumento esencial de fondo que todo amilenarista resguarda aquí es, que no cuadra. No entra en un esquema hermenéutico como es el esquema de “la era presente”, y la “era porvenir”, esta es pues, la viga maestra que no se puede violar. Ésta es la camisa de fuerza de la escatología amilenarista que no permite nada que no esté y cuadre  dentro de este marco. Así, cualquier pasaje que escape a este modelo  se debe reinterpretar; en otras palabras,   se debe alegorizar, simbolizar  o figurizar, esto, según sea el caso. La “era presente” y la “era porvenir” entonces,  es la palanca de la escatología amilenial pues, ¿no fue este el “esquema” de Jesús y los apóstoles para interpretar las Escrituras?  Así el propio Pr. S. Michelén llega a decir: “Es más importante que nosotros veamos la Escritura, para luego ver donde encajan esos detalles de la escatología. Pero el punto es, la pregunta que tenemos que hacernos antes que nada: ¿es este esquema [“la era presente” y la “era porvenir”], el esquema del Nuevo Testamento?  […] [Éste] es el esquema que permea el NT, este siglo y el venidero. Entonces, lo primero que tenemos que preguntarnos es, ¿es esta estructura bíblica? Y luego preguntarnos: ¿y, dónde encaja todo aquello, todo…?” (Michelén  2017, min. 10:10-10:60).

Como señalamos al principio la idea de este post, es comprender primero, qué, o cuál es la interpretación reformada de Ezequiel 40-48. Como observamos, hay matices en ello, pero la idea se comprende bien. Lo cual nos da respuestas del porqué también el amilenarismo interpreta el libro de Apocalipsis  de manera cíclica, en efecto, la interpretación  llana de la carta de Juan, atenta contra todo el “esquema” mencionado y negar dicho esquema, pone en riesgo  tal estructura, algo que el amilenarista no se puede permitir. Así, el libro de Juan no trata de profecía predictiva respecto las “…cosas que deben suceder pronto” (Apo.1:1) y una descripción de los juicios de Dios. Si no,  es una “profecía” didáctica de consolación para los destinatarios que estaban sufriendo (Hendriksen 2005:8,10). Tampoco se trata “solo” del triunfo de Cristo sobre el mal y posteriormente, su venida (Apo. 19) y gloriosa entrada para instaurar su reino, no, aunque se trata del triunfo de la iglesia —en palabras de Hendriksen— sobre las huestes del mal, pero, en esta era; durante toda esta era presente, sobre “…toda esta dispensación” (pág. 10);  de manera que los creyentes ya están reinando, y por mil años, pero,  en el cielo (2005:9). Dicho de otro modo, todo el libro es una descripción simbólica que tiene el objeto de dar a los cristianos una perspectiva de esperanza. Estas instrucciones incluyendo en ellas “advertencias”, fueron dadas  a la iglesia —según Hendriksen— a los largo de los siglos y para su consolación  y esperanza  (pág. 10).  


En un próximo post veremos algunas observaciones a los argumentos que usan los teólogos reformados para sustentar tan ingeniosa interpretación, en este caso, de la profecía de Ezequiel. Un desafío no fácil de resolver por cierto.   








Bibliografía

Bock L. Darrell &  Blaising A. Craig et al. 2017. Tres Perspectivas Sobre el Milenio y el más Allá. Nashville, TN: Faro de Gracia.
Chávez, Moisés 1992. Diccionario Hebreo Bíblico. El Paso, TX.: Mundo Hispano. 
Grau, José 1977. Escatología Final de los Tiempos, 7. Curso de Formación Teología Evangélica. Viladecavalls, España, Barcelona: Clie.
Hoekema A. Anthony 2008. La Biblia y el Futuro. Gran, Rapids, MI: Desafío.
Holwerda, David 200.Israel en el Plan de Dios. Grand, Rapids, MI: Desafío.
Hendriksen, Williams 2005. Más que Vencedores. Gran, Rapids, MI: Desafío.
Michelén, Sugel 2017. Milenio y el Siglo Venidero. Internet URL: 
Williamson, James 2014. Desde el Huerto del Edén, Hasta la Gloria del Cielo, la salvación de Dios desplegada por medio de los pactos. Greenville, SC.: Faro de Gracia.



[1] El Dr. Martin Henebury expone aquí, diez razones del por qué el templo de Ezequiel se trata de un templo literal.  https://evangelio.blog/2017/12/26/diez-lneas-de-evidencia-para-interpretar-ezequiel-40-48-como-un-templo-literal/
[2] “casa del rey o palacio” (Jer. 39:8).  “que está a cargo del palacio” (Gén. 43:16, Gén. 43:19). ha-báyit “el templo” (Eze. 41:7). bet ha-mamlajáh“templo real” (Amó 7:13) (Chávez 1992:72).
[3] Del Seol, la morada eterna (Job. 17:13).

3 comentarios:

  1. Me parece desacertado y superficial decir, de los comentarios presentados líneas arriba, que correspondan tan solo a una "ingeniosa" interpretación bíblica, como si fuera la causa de esos comentarios, el ingenio o las ocurrencias de los teólogos citados líneas arriba.
    Estamos hablando de la posibilidad de una interpretación veraz y correcta de los difíciles capítulos 40-48 del libro de Ezequiel, o de la posibilidad contraria de una "herejía". Si no es la verdad, por más ingeniosa que parezca no sería más que una herejía.
    Y digo esto porque el apóstol Pedro, guiado por el Espíritu Santo, declaró en el primer capítulo de su segunda carta, que la Biblia no puede interpretarse antojadizamente o ingeniosamente. Estamos obligados los creyentes a interpretar las Escrituras a la luz de la doctrina enseñada por los apóstoles del verdadero Autor de ellas, nuestro Señor Jesucristo, hablo de aquel conjunto de doctrinas que ya en el siglo cuarto estaban en debate. En aquella época Dios levantó con poder a Agustín, Obispo de Hipona, para presentar defensa de la verdad ante las sutilezas de un extraviado Pelagio. Casi un milenio después, Dios también levantaría con poder a hombres como Martín Lutero, Juan Calvino y John Knox. Esa doctrina, conocida como doctrina reformada, es la que prevaleció como confesión de fe de las iglesias evangélicas de los siglos XVI al XIX, a tal punto que inclusive se redactaron declaraciones confesionales en países como Inglaterra, Bélgica y Holanda, para dejar claro "en qué conjunto de doctrinas cree un cristiano verdadero" y así poder identificar y hacer frente a los lobos rapaces surgidos de adentro de la iglesia que vinieran con alguna ingeniosa interpretación de las Escrituras, hablo de herejías.
    La interpretación descrita en diferentes comentarios líneas arriba, corresponde a la visión apostólica de las Escrituras. Era la declaración confesional de la mayoría de verdaderas iglesias hasta hace 120 años aproximadamente. De aquella época en adelante, en EEUU surgió una nueva e ingeniosa forma de interpretar las Escrituras ligada a una corriente conocida como "Sionismo" la cual presenta a la Iglesia como una especie de Plan B divino y a los judíos como el principal pueblo de Dios o Plan A. Bajo ese pensamiento tendría que romper epístolas como Romanos, Efesios, Gálatas y principalmente Hebreos. Todo lo que escribieron los profetas del Antiguo Testamento no debe ser interpretado a la luz de Israel sino a la luz del verdadero y único Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo. Lo que corre desde Génesis hasta Apocalipsis es el único plan de Dios, "el plan redentor". Hay un sólo pueblo de Dios, "la Iglesia", llamada por el apóstol Pablo, "el Israel de Dios".

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    1. Así es, y me hace meditar efectivamente Cristo es nuestra hermenéutica, no Israel.

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