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lunes, 24 de octubre de 2022

Mateo 24:21 y el cherry picking de Sam Storms

 

Por J.A. Torres Q (M.A)

El término diacrónico de  la preposición día  “a través” y  la palabra cronos “tiempo”, significa, “a través del tiempo”, y, en la exégesis de términos (palabras) es el estudio que se hace de una palabra durante un periodo extenso de tiempo. De manera similar, cuando hablamos de “sinopticidad diacrónica” en el análisis de “pasajes paralelos”, nos estamos refiriendo a aquella  “mirada en conjunto” (sinopsis) que convoca a los autores de las Escrituras, pero, de diferentes épocas. En este grupo se encuentran los pasajes paralelos de carácter  profético y escatológico. Notemos algunos ejemplos al respecto.

La expresión   י֣וֹם יְהוָ֔ה  (yom YHVH[1] [día de YHVH]) es un ejemplo claro en el AT (también en el nuevo) de la sinopticidad diacrónica que tiene esta expresión. Desde los profetas en el reino dividido, solitario y del exilio, Dios revela la connotación de Sus futuros juicios escatológicos para Israel y las naciones paganas por medio de esta expresión (cf. Sal. 2:1-12; 78:56-66; 2 Tes. 1:6-10). En otras palabras, hay un sinfín de pasajes paralelos que en conjunto revelan un consenso sinóptico,   doctrinal y escatológico de este futuro periodo de juicios. Ahora, de acuerdo a este consenso sinóptico, se observa que como tal, este periodo de juicios de Dios tiene connotaciones escatológicas relacionadas con la segunda venida del Señor. Así, y por medio de la observación de cada uno de los escritores bíblicos que ofrecen una descripción de este periodo, se puede concluir de manera consensual que este periodo de tiene una serie de implicancias que lo hacen un periodo único en la historia de la humanidad y a la vez, una bisagra entre lo que es el día de YHVH y el reino milenial de Cristo. Note con atención el siguiente recuadro que nos muestra por medio de “pasajes paralelos”, las implicancias sinópticas de este periodo, un ejemplo de la importancia de los pasajes paralelos, en especial, de los que tienen parentesco sinóptico diacrónico. 

El día de YHVH y sus connotaciones sinópticas

 

Connotación divina

Jl. 1:15; Amo. 5:18; Abd. 1:12,14; Sof. 1:7; Dn. 2:44; Hag. 2:6-7

Connotación astronómica

Jl. 2:2,10; Amo. 5:18,20; Dn. 2:44; 7:13-14; 26-27; Hag. 2:6-7

Connotación civil

Jl. 2:7:9; Sof. 1:10; Dn. 2:44; 7:13-14; Hag. 2:6-7

Connotación psicológica

 Jl. 2:1,6; Amo. 5:19; Sof. 1:10-11

Connotación política-mundial

Jl. 3:2; Sof. 1:9; Hag. 2:6-7; Zac. 14:12-21

Connotación geográfica-mundial 

Jl. 2:1; 3:2, 9, 11; Abd. 1:15; Sof. 1:2, 3-6; Hag. 2:6-7

Todas estas connotaciones se observan también, en la mayoría de los profetas  (pre exílicos, exílicos, como post-exílicos)  dejando ver la particularidad única de este día. Siguiendo con este mismo concepto, notamos que también hay una severidad única relacionada a este día y justamente, lo cual se hace patente por medio de otros pasajes paralelos. Por ejemplo, Dios siempre ha manifestado su santa ira frente al pecado (Deut. 9:8), así, tenemos la ira cataclísmica (Gén. 6,19), la ira exílica (Eze. 22:13:22), la ira de Su retribución espiritual (Jn. 3:36; Heb. 10:26s), la ira del abandono (Rom. 1:18-28) y la ira del juicio final (Rom. 2:5; 5:9; Apo. 21:8). Sin embargo,  el “día de YHVH” es por esencia la manifestación ordenada de la ira escatológica de Dios (Apo. 6-19), un periodo de juicios diferentes no sólo en intensidad, sino también, en su alcance, pues, se trata de la ira escatológica divina.  El profeta Isaías quien fuera contemporáneo de Miqueas y Oseas, por el año 740 a.C., y escribiendo en la época del reino dividido, refiriéndose no sólo a la nación de Israel,  escribió: “Porque Jehová está  airado contra todas las naciones…” (Isa. 34:2).  Por supuesto, esto puede ser una expresión general de descontento de parte de Dios con todo el mundo de aquellos días como se observan en otras referencias acerca de la ira de Dios sobre los hombres, sobre Israel y sobre las naciones (cf. Núm. 22:22;  2 Cro. 24:18; Sal. 5:5; 106:29; Rom. 1:18; Lam. 1:5; 2:1-3, 6; 4:11, 16). Sin embargo, si seguimos la ruta de estos destinarios (“las naciones”) constataremos que existen tanto en el AT como en el nuevo, una serie de referencias dirigidas a las naciones con connotación escatológica. Así por ejemplo, en Isaías 13:11 se replica: “Y castigaré al mundo por su maldad y a los impíos por su iniquidad…” (cf. 24:1-23). Esto mismo se observa en Isaías 61:2b, pasaje que en escorzo profético revela  el carácter de la segunda venida con la expresión: “el día de venganza de Dios nuestro…” (Isa. 61:2b [63:3-4]).

A esta mirada se une el profeta Sofonías  quien escribe 115 años después y refiriéndose a la ira de Dios, como un: “Día de ira aquel día…” (Sof. 1:15). Y añade: “Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día de la ira de Jehová…” (Sof. 1:18). A todo lo anterior, Sofonías  añade: “….mi determinación es reunir la naciones… para demarrar sobre ellos, todo el ardor de mi ira” (Sof. 3:8). Joel también se une a este consenso y escribiendo por el año 835 a.C., como parte de los profetas del reino dividido, profetiza del futuro día de YHVH, periodo en el que vendrá “…el día grande y espantoso de Jehová” (Jl. 2:31), periodo de juicios en el que señala Dios por boca de Joel: “…reuniré a todas la naciones…” (Jl. 3:1), énfasis universal que se repite en 3:9, 11, 12 y 3:14. Abdías también enfatiza este sentido al señalar desde su escritorio el año 760 a.C., que, “…cercano está el día de Jehová sobre todas las naciones…” (Abd. 1:15a). Miqueas (735 a.C.) dice lo mismo refiriéndose a este periodo, señala que Dios no sólo destruirá a los impíos, sino que también —dice el Señor— “…haré venganza en las naciones que no obedecieron” (Miq. 5:15). Todos estos ejemplos de sinopticidad diacrónica —más otras referencias sinónimas[2]— sobre el terrible día de YHVH constituyen pasaje paralelos proféticos escatológicos que muestran que este periodo de juicios divinos, es único y de acuerdo a sus contextos, aún futuros. Por esta razón, el mismo Juan se une a este concepto sinóptico y escribiendo posteriormente al año 90 d.C., —después de la destrucción del templo el año 70 d.C.—  lo que aún no ha sucedido con respecto a los juicios divinos del terrible día de YHVH, la gran tribulación (cf. Apo. 14:10, 19; 15:1, 7; 16:1), evento que da inicio a la ira de Dios como leemos en Apocalipsis 6:14-17.

 “Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar. Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?” (Apo. 6:14-17).

Ahora bien, al parecer este día de juicios catalogado en el AT como el día de YHVH y en el NT, como la gran tribulación no siempre se cree, es algo aún futuro, por ejemplo, el “preterismo radical”  (hiperpreterismo) cree que doctrinas como la “segunda venida”, la destrucción de Satanás  y la resurrección de los muertos, ya ocurrieron, habitualmente, en concordancia  a la destrucción del templo el año 70 d.C. (por ej.: Stuart Russell). Aunque el preterismo radical no se considera ortodoxo —de hecho, es heterodoxo— el preterismo parcial es aceptado dentro del cristianismo evangélico como una posición aceptable y de hecho, es parte de la interpretación de teólogos contemporáneos como R.C. Sproul (1939-2017) y el posmilenarista Kenneth L. Gendry Jr., entre otros. Pero, ¿en qué sentido los “pasajes paralelos” con sentido diacrónico nos ayudan a desvelar el error preterista parcial? Para comprender la utilidad de este principio hermenéutico fundamental (“pasajes paralelos”) volvamos a observar Mateo 24 versículos 29 al 31 y los diferentes  malabares “hermenéuticos” que hace el preterismo —incluyendo el parcial— para evadir lo que el consenso sinóptico diacrónico nos enseña sobre el día de YHVH y los juicios relativos a la gran tribulación. El pasaje en cuestión señala:   

“E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.” (Mt.  24:29-31.

La “gran tribulación” mencionada aquí por el Señor y su distintivo clásico en Mateo 24:21, según algunos teólogos reformados, ya ocurrió, siendo un  evento del pasado; con habitualidad, la idea señala que este evento ocurrió el 70 d.C., con la destrucción de Jerusalén y el templo por los romanos. Sin embargo, ¿es realmente la gran tribulación, la cual según el Señorno la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá” un evento del pasado?  Antes de analizar el punto y el cherry picking de Sam Storms, note con atención lo que este versículo clave señala.    

 “porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá.” (Mt. 24:21)

Al observar con detención este versículo, podemos constatar que primero, la gran tribulación sería futura (Ἔσται[3] [estai]). Literalmente, “será tribulación grande” (Carballosa 2010:354).  La idea es: “Entonces llegará la mayor tribulación que ha habido desde el comienzo del  mundo” (Luz 2013III:553). Segundo, la particularidad de esta tribulación no solo estriba en que —en la mente del Señor— sería grande (μεγάλη [megále]), sino que también (implícitamente) marcaría una bisagra de las “edades” real, no invisible ni mucho menos virtual (cf. Dan. 9:24; 12:1; Jer. 30:7; Mt. 25:31-46). Nunca ha habido algo parecido, y esto, desde el principio del mundo (ἀρχῆς  κόσμου) añade el Señor: “hasta ahora”, esto es, el mismo día en que el Señor decía tales palabras. Pero no es todo, tampoco habría algo parecido después de esta “gran tribulación” (θλίψις μεγάλη) lo cual el texto griego subraya de manera  peculiar por medio de la anexión triple de partículas negativas absolutas (οὐδ᾽  + οὐ  + μὴ)   que, sugieren exceso pero aquí como en las dos otras referencias del NT, tienen énfasis pleonástico intenso, propio de las fórmulas futuro + subjuntivo como aquí (cf. Heb. 13:5; Apo. 9:7). Dicho en otras palabras, la particularidad única de este periodo escatológico jamás ha visto su cumplimiento en la historia de la humanidad, esto no solo se debe al sentido propio de las palabras del Señor aquí brevemente analizadas, sino también, al hecho de que la destrucción del 70 d.C., aunque severa, no logra superar[4] horrores posteriores como el holocausto. En este sentido, —y como bien señala el profesor Carballosa— comparar a los criminales nazis con los romanos equivale a comparar a profesionales con aficionados (Carballosa 2010:354). Bien añade  el profesor Samuel P. Millos:

“La tribulación de que Jesús habla aquí, no puede darse por cumplida en la destrucción de Jerusalén por los ejércitos de Tito porque aunque en esa ocasión la destrucción y la angustia fueron grandes, hubo otras manifestaciones superiores en dramatismo y destrucción a lo largo de la historia siguiente hasta nuestros días.” (Millos 2009:1663)

Ahora bien, aunque teólogos posmilenaristas como Kenneth L. Gendry Jr., exhiben argumentos similares[5] para su preterismo (parcial), comentando el pasaje de Mateo 24:29-31 Sam Storms[6] dedica un par de líneas más, para argumentar que los eventos que Mateo concibe de manera concomitante a la venida del Hijo del hombre, ocurrieron el año 70 d.C. Según este teólogo amilenarista, la gran tribulación fue un evento del pasado, así escribe:

«… “la gran tribulación” de Mateo 24:21 (llamados “días de venganza” en Lucas 21:22 y “días de aflicción” en Marcos 13:19) no es un evento futuro sino un hecho establecido de la historia pasada» (Storms 2018:162).

De esta misma manera añade en la página 178.

 “…la gran tribulación anunciada por Jesús. No es un evento futuro, sino un hecho de la historia pasada”. Y agrega: “Por lo tanto, “la tribulación de estos días” (v. 29) se refiere a todo lo que ocurrió del 33 al 70 [d.C.], con especial referencia a los eventos relacionados con el asedio y el saqueo de Jerusalén en 66-70 (llamada la “gran tribulación en el vs. 21).” (Storms 2018:178).

De hecho, Storms dedica tres páginas (174-178) para explicar el sentido “correcto” de Mateo 24:21 insistiendo en que tuvo cumplimiento el 70 d.C., pues, la crueldad —entre otros argumentos— de esos días fue incomparable, para lo cual también cita al historiador judío Flavio Josefo (37-100 d.C.) que es otra carta habitual para afirma esta tesis (cf. Storms 2008:172-175). Pero esto no es todo, Storms añade a su argumentación que tal afirmación del Señor  tiene también, un tinte hiperbólico (exageración) pues, juicios como estos “…a menudo se enmarcan en términos de una hipérbole profética, un dispositivo apocalíptico común utilizado por los escritores bíblicos” (Gendry citado por Storms, pág. 176). Y, es justo aquí que Storms empieza a dirigir a sus lectores a las primeras líneas de su cherry picking, ignorando los pasajes paralelos diacrónicos precisos de Mateo 24:21 y remitiendo al lector a una serie de pasajes inconexos  con el sentido escatológico de Mateo 24:21 para probar su punto; así, cita Éxo. 11:6; 9:18; 10:14; Jl. 1:1-4; 2:2; Eze. 5:9 y Dan. 9:12. Y, aunque también cita Daniel  12:1 —uno de los versículos paralelos sinópticos precisos de esta sinopticidad escatológica— nada menciona del sentido escatológico y sinóptico que tiene éste, en relación a Mateo 24:21.

Ahora bien, es importante agregar que, ninguna de las referencias que cita Storms y las que de hecho también añade en la página 177 (2 Rey. 18:5; 23:25) tiene sentido profético ni relación al sentido escatológico que tiene Mateo 24:21. Dicho en otras palabras, Sam Storms más que iluminar el significado ilocutivo de este versículo con pasajes paralelos sinópticos correctos, simplemente silencia su significado por medio de una argumentación paralela “selectiva” invitando sutilmente al lector  a hacer lo mismo. Por eso añade: “Toma un momento y lee atentamente estos textos del Antiguo Testamento y observa los paralelos verbales con la declaración de nuestro Señor en Mateo 24:21” (Storms 2018:176). El punto es, ¿por qué Storms no invitó a sus lectores a observar con detención los pasajes realmente paralelos de Mateo 24:21, como lo son,  Daniel 12:1,  Jeremías 30, Joel 2:1-2, 32 y Apocalipsis 3:10? Por otro lado, ¿tienen alguna relación las referencias que Storms cita con el sentido escatológico que tiene Mateo 24:21? ¿Son las expresiones como “nunca antes lo ha habido y nunca más lo habrá” de Éxodo 11:6 o de Joel 1:1-4 “nunca había habido tantas langostas como entonces, ni las habrá después” paralelos del sentido escatológico de Mateo 24:21? Este un ejemplo exacto de la falacia de evidencia incompleta; el famoso “cherry picking” que consiste en ofrecer pruebas fragmentarias pero que a la vez, incluyen, una supresión de otras con la intención de probar un punto, una proposición o creencia, y en este caso, una interpretación.

Analizando el cherry picking de Storms

 Entonces, ¿son realmente  Éxodo 11:6; 9:18; 10:14; 2 Reyes 18:5; 23:25; Joel  1:1-4; 2:2; Ezequiel 5:9 con excepción de Daniel 9:12, paralelos sinópticos de Mateo 24:21? Por supuesto, Storms no ofrece ninguna explicación, solo cita este grupo de versículos para probar su punto. Notemos cada uno de estos pasajes en sus contextos y notemos si realmente son paralelos sinópticos escatológicos de Mateo 24:21.

El caso de Éxodo 11:6; 9:18; 10:14

 El primer grupo de versículos que Storms usa como evidencias de su punto, lo conforman  Éxodo 11:6; 9:18 y 10:14. Notemos el primero en su contexto.

Éxo 11:1-10  “Jehová dijo a Moisés: Una plaga traeré aún sobre Faraón y sobre Egipto, después de la cual él os dejará ir de aquí; y seguramente os echará de aquí del todo. 2  Habla ahora al pueblo, y que cada uno pida a su vecino, y cada una a su vecina, alhajas de plata y de oro. 3  Y Jehová dio gracia al pueblo en los ojos de los egipcios. También Moisés era tenido por gran varón en la tierra de Egipto, a los ojos de los siervos de Faraón, y a los ojos del pueblo. 4  Dijo, pues, Moisés: Jehová ha dicho así: A la medianoche yo saldré por en medio de Egipto, 5  y morirá todo primogénito en tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la sierva que está tras el molino, y todo primogénito de las bestias. 6  Y habrá gran clamor por toda la tierra de Egipto, cual nunca hubo, ni jamás habrá. 7  Pero contra todos los hijos de Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni un perro moverá su lengua, para que sepáis que Jehová hace diferencia entre los egipcios y los israelitas. 8  Y descenderán a mí todos estos tus siervos, e inclinados delante de mí dirán: Vete, tú y todo el pueblo que está debajo de ti; y después de esto yo saldré. Y salió muy enojado de la presencia de Faraón. 9  Y Jehová dijo a Moisés: Faraón no os oirá, para que mis maravillas se multipliquen en la tierra de Egipto. 10  Y Moisés y Aarón hicieron todos estos prodigios delante de Faraón; pues Jehová había endurecido el corazón de Faraón, y no envió a los hijos de Israel fuera de su país.”

¿Qué dice este pasaje, a quién lo dice, por qué lo dice y cuáles son sus implicancias contextuales? ¿Tienen alguna relación paralela con lo que el Señor nos dice en Mateo 24:21? Remitiéndonos a las respuestas derivadas del método inductivo, notamos que el texto es bastante claro al respecto. En primer lugar, el capítulo 11 retoma el tratamiento de Dios con Faraón y los egipcios y nos introduce a la décima plaga. Este es el contexto de esta porción histórica. En segundo lugar,  el texto deja de manifiesto que son palabras de YHYH a Moisés, el propósito, clarificar a Moisés lo que sucederá con la última plaga, razón del por qué el Faraón dejará ir al pueblo de Israel (Éxo. 11:1). Tercero, Dios da instrucciones al pueblo por medio de Moisés, para que cada uno de los israelitas pida a su vecinos, alhajas de plata y oro  (Éxo. 11:2). Tal situación ocurrió como Dios lo había dicho y a causa de la gracia que Dios mismo puso en ellos. El resto del pasaje revela como Dios reveló a Moisés lo que iba a ocurrir y cómo los primogénitos en todo Egipto morirían (Éxo. 11:4-6), cuestión que ocurrió tal cual YHVH lo predijo, trayendo con ello “…gran clamor por toda la tierra de Egipto”, y añade el autor, “cual nunca hubo, ni jamás habrá” (cf. Éxo. 12:29-30). Ahora bien, no podemos pasar por alto el aspecto característico de la providencia de Dios con su pueblo, verdad que se revela de manera clara, en el versículo 7 y que constituye un antecedente extraordinario de la providencia de Dios con Israel que se repetirá una y otra vez en la historia.  Pero contra todos los hijos de Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni un perro moverá su lengua, para que sepáis que Jehová hace diferencia entre los egipcios y los israelitas.” (Éxo 11:7).

Pues bien, el argumento de Storms subraya la expresión  cual nunca hubo, ni jamás habrá” (Éxo. 11:6). A esta referencia, le suma la de Éxo. 9:18 que señala que Dios enviaría a Egipto —como parte de la séptima plaga— granizo muy pesado, “cual nunca hubo en Egipto, desde el día que se fundó hasta ahora”. El argumento de Storms entonces, señala que las expresiones de Mateo 24:21 aunque con connotaciones universales y radicales como  porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá” (Mt. 24:21) son expresiones usadas por el Señor, ampliamente conocidas en el mundo antiguo para describir juicios horribles y calamidades intensas con ciertos tintes hiperbólicos, pero no necesariamente, referencias escatológicas futuras. De  manera que, —según Storms— la “…gran tribulación anunciada por Jesús [en Mateo 24:21]. No es un evento futuro, sino un hecho de la historia pasada” (Storms 2018:178). Sin  embargo, Storms pasa por alto un par de cosas y paraleliza una expresión que aunque similar, contextualmente nada tiene que ver con lo que Mateo 24:21 desea comunicar. En primer lugar, las expresiones usadas por Moisés en ambas referencias (Éxo. 11:6; 9:18) no son dichas en un contexto profético escatológico, sino, en un contexto de juicios históricos relativos a una liberación política de Israel. En segundo lugar, la expresión cual nunca hubo, ni jamás habrá” (Éxo. 11:6) no tiene connotaciones universales ni tampoco, cósmicas como las implicancias de la “gran tribulación” de Mateo 24:21 explicada en el mismo contexto por medio de alusiones tácitas de juicios cósmicos de parte de Dios, además, juicios concomitantes a su venida literal (cf. Mt. 24:29-31) y, aunque la plagas fueron juicios que por momentos cubrieron y afectaron milagrosamente la tierra y el cielo, no  constituyen un paralelo de los juicios mencionados por el mismo Señor en Mateo 24.

En tercer lugar, si bien es cierto esta declaración no es sinónimo de la expresión de Mateo, sí es una declaración severa, pues, a diferencia de los juicios anteriores llevados a cabo por Moisés y Aarón (cf. Éxo. 7:20; 8:6, 16; 9:10, 22; 10:12s, 21s), esta última plaga —como la cuarta y la quinta (8:24;9:5-6)—  fue  llevada a cabo por Dios mismo, de allí, su connotación: “A media noche yo saldré por en medio de Egipto…” (Éxo. 11:4). Y en cuarto lugar, tanto las expresiones de 11:6, 9:18 y 10:14, con excepción sobrenatural sobre el pueblo de Israel (cf. Éxo. 8:22-23; 9:4, 7; 26;  10:23; 11:7) fueron juicios locales sobre la tierra de Egipto (cf. Éxo. 4:20-21; 6:1, 11, 13, 26, 28; 7:2, 4,5).  En este sentido,   la expresión relacionada al clamor en toda la tierra de Egipto “cual nunca hubo, ni jamás habrá” (Éxo. 11:6) es una descripción histórica de lo que iba a ocurrir y el propio contexto deja ver ocurrió (cf. Éxo. 12:30). De la misma manera, la expresión sinónima de Éxo. 9:18  cual [granizo muy pesado] nunca hubo en Egipto, desde el día que se fundó hasta ahora” no volvió a ocurrir en Egipto. En ambos casos, tales expresiones no tienen nada de apocalíptico e hiperbólico, ni tampoco, son paralelos sinópticos de Mateo 24:21. 

El caso de 2 Reyes 18:5; 23:25

Según Storms entonces, las expresiones que el Señor utiliza en Mateo 24:21 son una manera hiperbólica para referirse a un mal tiempo y no constituyen referencias que van más allá de cualquier otro juicio histórico. Así, la terminología de “…cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá.” (Mt. 24:21) es usada como un elemento retórico hiperbólico (v. Storms 2018:176). Dicho en otras palabras, no constituye una referencia escatológica futura, porque expresiones como estas, son comunes en las Escrituras para enfatizar un punto particular. Siguiendo con esta lógica, Storms señala que tanto 2 Reyes 18:5 y  23:25 son otros ejemplos en donde se utiliza terminología similar a Mateo 24:21 que deja ver que aunque este tipo de expresiones supone eventos únicos e irrepetibles, referencias como las aludidas dejan ver que no lo son. Este es el caso del rey Ezequiel, de él, el texto señala: “En Jehová Dios de Israel puso su esperanza; ni después ni antes de él hubo otro como él entre todos los reyes de Judá.” (2 Rey. 18:5). ¿Cuál es la objeción de Storms aquí? Para ello, Storms cita la argumentación de Gary DeMar, quien presenta la evidencia del caso.   

“En 2 Rey 18:5 está escrito de Ezequías que no habría un rey después de él que mostrara la misma devoción al Señor como él lo mostró. Cuando obtenemos una evaluación del reinado de Josías, que sigue al reinado de Ezequías, se nos informa que “no hubo un rey como él que se volviera al Señor”. ¿Cómo puede ser… más grande el reinado de Ezequías (incluso considerando el reinado de un futuro rey como Josías) y el reinado de Josías ser el  más grande (incluso teniendo en cuenta el reinado de un rey pasado como Ezequiel)? ¿Es esto una contradicción? No  hay contradicciones en la Biblia. La fraseología es obviamente hiperbólica, enfatizando la completa devoción al Señor y su ley” (DeMar en Storms 2018:177).

Esta argumentación parecer ser lógica y presenta un punto razonable. Sin embargo, si notamos con cuidado lo que se dice, notaremos que tales expresiones, primero, no tienen una connotación ni profética ni escatológica; esto es, no están en un contexto profético, son, afirmaciones biográficas;  y, aunque tienen un leve énfasis “hiperbólico”, no constituye una hipérbole pues, son alusiones específicas que subrayan las características propias de ambos reyes con distinciones particulares que se hacen patente al observar el contexto.  Notemos primero, el caso de Ezequiel quien comenzó a reinar a la edad de 25 años, entre los años 715-686 a.C. reinando veintinueve años en Judá (v. 2 Rey. 18:1-20:1-11; 2 Cro. 29:1-32:33). Así, 2 de Reyes 18:5 señala: “En Jehová Dios de Israel puso su esperanza; ni después ni antes de él hubo otro como él entre todos los reyes de Judá.”  Curiosamente, —algo que ni DeMar ni Storms mencionan— la explicación de esta expresión (“ni después ni antes de él hubo otro como él”) se da en el versículo 6, en donde leemos: “Porque siguió a Jehová, y no se apartó de él, sino que guardó los mandamientos que Jehová prescribió a Moisés.” Si bien es cierto, Ezequiel no fue el único que hizo lo recto delante de YHVH, esta expresión no pasa por alto algo peculiar de cada uno de los reyes buenos de Israel que el AT subraya, esto es, que ninguno de ellos fue perfecto (cf. 1 Rey. 22:43; 2 Rey. 10:30-31; 12:2-3; 14:3-4; 15:3-5; 15:34-35);  y, aunque hicieron lo bueno delante de los ojos de YHVH, la particularidad de su vida radica en el hecho de que a pesar que Ezequiel cometió insensatez (2 Rey. 20:12-15) “hizo lo recto ante los ojos de YHVH”, quitó los lugares altos; quebró las imágenes idolátricas  haciendo pedazos los símbolos de Asera incluyendo la serpiente de bronce que había hecho Moisés (2 Rey. 18:1-4). ¿En qué sentido entonces, fue ni después ni antes de él hubo otro como él entre todos los reyes de Judá? El mismo versículo responde a esta pregunta, porque: “En Jehová Dios de Israel puso su esperanza…” Por supuesto, podemos inferir de acuerdo al relato que Josías también puso su esperanza en el Señor, no obstante, esto es lo que diferencia a Ezequiel de Josías: Ezequiel fue testigo de una de las crisis políticas más graves de Judá cuando fue asediado por el temible imperio Asirio y los grandes generales de Senaquerid, Tartán, Rabsaris y Rabsaces (cf. 2 Rey. 18:17s; 2 Cro. 32:1-19; Isa. 36:1-22). Aun así, se aferró firmemente a YHVH a pesar de la gran amenaza que estaba experimentado; como resultado de ello, Dios estuvo con él y le dio éxito de una manera sobrenatural (2 Rey. 19:35-37). Esto es lo exclusivo en Ezequías que lo diferencia de los reyes “buenos”, incluso, de Josías que no experimentó un caso como el que vivió Ezequías y quien de hecho, fue atrevidamente invitado por Rabsaces a revaluar su confianza en Dios de una manera blasfema  (cf. 2 Rey. 18:19-25; 28-36). De allí que el texto subraye este acontecimiento único en la lista de los reyes: “Y Jehová estaba con él; y adondequiera que salía, prosperaba. Él se rebeló contra el rey de Asiria, y no le sirvió.” (2 Re 18:7).  

No cabe duda que Ezequiel y Josías revelan similitudes con respecto a su devoción por Dios,  no obstante, si observamos con detención la vida de Josías, podemos ver que hay diferencias particulares que justifican la declaración de que: “No hubo otro rey antes de él, que se convirtiese a Jehová de todo su corazón, de toda su alma y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés; ni después de él nació otro igual.” (2 Rey. 23:25). En primero lugar, Josías comenzó a reinar cuando tenía ocho años (22:1) luego, en el contexto del hallazgo de la ley (22:8-20), Josías llevó al pueblo a una reforma radical como nunca antes había ocurrido (23:1-3). Este fue el inicio de una serie de medidas radicales que el pueblo nunca había visto por mandato de Josías.  En este sentido Josías renovó el pacto con Dios llevado al pueblo a comprometerse como nunca antes lo había hecho (23:3), ordenó a los sacerdotes a quemar todos los utensilios usados en el templo para Baal (23:4), quitó a los sacerdotes idólatras (23:5), de hecho, los mató a todos (cf. 23:20), profanó todos los lugares idolátricos barriendo con todos los ídolos (23:8-13), limpió la casa de YHVH de toda las imágenes idolátricas y las quemó en el valle de Cedrón (23:6), derribó los lugares de prostitución idolátrica (23:7),   quitó las esculturas dedicadas al Sol (23:11-12), profano todos los lugares de adoración idolátrica que reyes anteriores habían hecho (23:13s). Derribó también todas las casas dedicadas a la idolatría que estaba en Samaria (23:19) y barrió con todos los encantadores y adivinos del país (23:24). Además de esto, restableció la pascua a YHVH (23:21s). Todas estas medidas hicieron de Josías un rey único, por ello se dice de él que: “No hubo otro rey antes de él, que se convirtiese a Jehová de todo su corazón, de toda su alma y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés; ni después de él nació otro igual.” (2 Rey. 23:25).

A la luz de todo lo que se nos dice sobre Josías, podemos comprobar que la tesis de Storms falla en distinguir  no solo que tales expresiones son dichas desde contextos históricos, sino también, que el mismo contexto de tales afirmaciones tienen un sello particular y no son simplemente expresiones hiperbólicas como supuestamente sería Mateo 24:21. Por el contrario, aunque ambas son similares, se distinguen en destacar aspectos distintivos de ambos reyes. Y esto es bastante claro a leer lo que contextualmente se dice de ambos. No representa una novedad leer que en el caso de Josías: “No hubo otro rey antes de él, que se convirtiese a Jehová de todo su corazón, de toda su alma y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés; ni después de él nació otro igual” porque justamente, no hubo nadie como él, que hiciera lo que hizo para Dios de una manera radical. La supuesta evidencia de Storms en el caso de estos pasajes, nuevamente dejan ver que su argumentación es  un cherry picking apresurado.

El caso de Joel  1:1-4; 2:2; Ezequiel 5:9

Los otros versículos que Storms cita como evidencia de correlatividad sinónima, es  Joel  1:1-4; 2:2; Ezequiel 5:9, sin embargo nuevamente nos preguntamos, ¿son estas expresiones simplemente locuciones hiperbólicas? La tesis de Storms señala que expresiones como “cual nunca hubo, ni jamás habrá” (Éxo. 11:6) y “cual nunca hubo en Egipto, desde el día que se fundó hasta ahora” (Éxo. 9:18) son ejemplos de terminología diseñada para enfatizar la gravedad de ciertos hechos, juicios descritos de manera hiperbólica y apocalíptica de la misma manera que la declaraciones de Mateo 24:21. Así, el caso de Joel 1:1-4, 2:2 sería un ejemplo de ello, pues, comparado con lo que señala Éxodo 10:14-15, Joel revela que la invasión de langostas que había sido catalogadas en Éxodo como algo que no hubo antes y no se repetiría, se vuelve a dar en tiempos del profeta Joel. ¿Qué sucede en este caso, tiene razón Storms cuando señala que los términos que el Señor usó en Mateo 24:21 a la luz de ejemplos como Joel 1:1-4, 2:2 y Éxodo 10:14-15 dejan ver que el Señor estaba siendo simplemente hiperbólico? Notemos lo pasajes relativos.

Éxo 10:14-15  Y subió la langosta sobre toda la tierra de Egipto, y se asentó en todo el país de Egipto en tan gran cantidad como no la hubo antes ni la habrá después; 15  y cubrió la faz de todo el país, y oscureció la tierra; y consumió toda la hierba de la tierra, y todo el fruto de los árboles que había dejado el granizo; no quedó cosa verde en árboles ni en hierba del campo, en toda la tierra de Egipto.

Como puede constatar el lector atento, la plaga de langosta que azoló a los egipcios, la que se describe como una plaga que no hubo antes ni la habrá después, tenía que ver con “toda la tierra de Egipto” y el “país de Egipto”. Tal hecho, por supuesto, cubrió la faz de todo el país y oscuridad la tierra, la tierra de Egipto. Dicho en otras palabras, la expresión “…como no la hubo antes ni la habrá después” nada tiene de hiperbólico, pues, fue un juicio literal de YHVH sobre los egipcios que el texto registra de manera literal (cf. Éxo. 10:12-15). De allí las razones de Dios dichas a Moisés: “Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón; porque yo he endurecido su corazón, y el corazón de sus siervos, para mostrar entre ellos estas mis señales, y para que cuentes a tus hijos y a tus nietos las cosas que yo hice en Egipto, y mis señales que hice entre ellos; para que sepáis que yo soy Jehová.” (Éxo. 10:1-2). Fueron señales de parte de Dios para que las generaciones posteriores, reconocieran al Dios verdadero.

Ahora bien, ¿qué paso con la plaga de langosta en tiempos del profeta Joel? El argumento de Storms claramente pierde fuerza debido a que su teoría tampoco se cumple en este caso, pues, la plaga enviada por Dios en tiempos de Joel (835 a.C.) fue de juicio a causa de la decadencia moral y espiritual del pueblo, de allí, las sanciones fuertes de Joel (cf. Jl. 1:11) y su llamado directo para que los hijos de Israel se arrepintieran de manera radical  (cf. Jl. 2:12-13).  Por otro lado, aunque este tipo de plagas era inmensa, el texto no muestra que la misma fuera literalmente, la más grande de todos los tiempos, ni tampoco, una plaga sobre todo el globo terráqueo. Aunque severa, afectó a los moradores de la tierra de Israel  (cf. Jl.1:2, 6, 10; 2:17-19,23) y los términos descriptivos de la misma, no constituyen una hipérbole.  Por otro lado, y esto es relevante en Joel, pues esta plaga histórica se presenta como un tipo del futuro día de YHVH, que el profeta menciona circularmente en todo su escrito (cf. Jl. 1:15; 2:1-2,11; 28-32; 3:1-3, 9-16). ¿Qué sucede en el caso de Ezequiel 5:9? Ezequiel es un profeta del exilio (593 a.C.) anunciando el futuro juicio de Dios a través de Babilonia.  En el contexto de este pasaje, Ezequiel se refiere proféticamente a Judá y a Jerusalén anticipando el sitio babilónico a Jerusalén (Eze. 4:2).  El texto en cuestión es el siguiente:

Eze 5:8-10  Así, pues, ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo estoy contra ti; sí, yo, y haré juicios en medio de ti ante los ojos de las naciones. 9  Y haré en ti lo que nunca hice, ni jamás haré cosa semejante, a causa de todas tus abominaciones.  10  Por eso los padres comerán a los hijos en medio de ti, y los hijos comerán a sus padres; y haré en ti juicios, y esparciré a todos los vientos todo lo que quedare de ti.

Entonces, ¿es la expresión “y haré en ti lo que nunca hice, ni jamás haré cosa semejante” un paralelo verbal de Mateo 24:21 sin mayores implicancias, más que la de un lenguaje proverbial fuerte? ¿Demuestra Ezequiel 5:8-10 que el lenguaje utilizado por el Señor en Mateo 24:21 sólo fue una hipérbole retórica? Sin duda que de algún modo similar, los terribles hechos acaecidos el año 70 d.C., con el asedio y destrucción de Jerusalén y el templo, se vieron  en el sitio a Jerusalén de la época del rey Joaquín y Sedequías (2 Rey. 24-25), días en que los padres literalmente también habían comido a sus hijos debido al asedio babilónico, cuestión que de hecho, Dios en tiempos de Moisés  había advertido a Israel (cf. Lev. 26:1-33; Deut. 28:53, 55; Jer. 13:14) y que el libro de Lamentaciones constata claramente  (cf. Lam. 2:20-22; 4:10; Isa. 9:20). Sin embargo, y a diferencia del sitio romano del 70 d.C., incluso, a los horrores del holocausto (1933-1945) el caso del sitio babilónico al que hace alusión Ezequiel no deja de ser un juicio único, similar a otros que sufrió Israel como el del 70 d.C., pero único con respecto a las circunstancias  y la dinámica progresiva del avance invasivo babilónico que no había visto otro parangón en la  historia (Eze. 5:10c). Esto, por supuesto, nunca se vio en la historia de la manera en que se dio en aquellos días. En consecuencia, ¿son realmente  Éxodo 11:6; 9:18; 10:14; 2 Reyes 18:5; 23:25; Joel  1:1-4; 2:2 y Ezequiel 5:9 —entre otros—  una prueba de que las expresiones de Mateo 24:21 fueron solo una hipérbole retórica y no un indicativo particular de un periodo que nunca la historia de la humanidad ha visto? Por otro lado, si tales expresiones se asemejan a las expresiones que usa Mateo 24:21, pero,  que guardan cada una de ellas una particularidad contextual única que también tiene Mateo 24:21, ¿hay otros pasajes que sean realmente pasajes paralelos, esto es, paralelos escatológicos como lo es Mateo 24:21? Esto es lo curioso, pues, aunque Storms menciona uno de estos versículos como es el caso de Daniel 12:1, pasó por alto la particularidad ilocutiva de éste, y los otros casos que guarda un paralelismo preciso con Mateo 24:21, Jeremías 30:7, Joel 2:1-2, 32 y Apocalipsis 3:10. Notemos entonces,  las razones de lo anterior.

Paralelos precisos de Mateo 24:21

Los paralelos “verbales”, o más bien, proféticos escatológico precisos de Mateo 24:21 a la luz de un análisis medianamente cuidadoso, son sin duda Daniel 12:1, Jeremías 30:7, Joel 2:1-2, 32 y Apocalipsis 3:10. En cada uno de estos casos, se observa un paralelismo profético escatológico único y consensual. Son todos de carácter profético escatológico, porque cada una de las expresiones usadas en cada una de estas referencias fue revelada bajo este punto de vista, pero también, con un ingrediente escatológico intrínseco subrayado por sus contextos particulares. Notemos brevemente cada uno de ellos para constatar lo dicho.

“En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro.” (Dan. 12:1)

Daniel 12:1 comienza con la fraseología típica para escenarios escatológicos y mesiánicos, el tiempo final señalan Keil y Delitzsch, así,  וּבָעֵ֣ת הַהִיא֩[7] (ubaét hahi) “en aquel tiempo” como en  Jeremías 33:15 y Joel 3:1  (cf. Jer. 50:4, 20),  tiempo que incluye los acontecimientos escatológicos de Daniel 7:23-27; 9:27 y 11:36-45.  Lo que sigue, es una explicación de dicho “tiempo de angustia”. Por supuesto, Israel ha pasado por muchos tiempos de angustias en el pasado  (cf. 2 Rey. 19:3; Isa. 37:3; Sal. 116:3; Isa. 8:22; 30:6; 33:2; Jer. 6:24; 15:11; Lam. 1:12ss; Hab. 3:16; Abd. 1:12, 14). Sin embargo, este tiempo de angustia no solo es diferente en tiempo, duración e intensidad, será un tiempo en que el gran príncipe Miguel luchará a favor de Israel, trayendo la liberación del pueblo.  Como añaden Keil y Delitzsch: “Para el pueblo de Dios será necesaria esa ayuda tan poderosa para su liberación, porque aquel tiempo será de una opresión sin paralelos.” (Keil & Delitzsch 2018:487).  Además, esta salvación (מָלַט[8] [malat]) final del pueblo de Israel, se presenta como una liberación escatológica, lo cual se subraya no solo por la repetición del sintagma  adverbial temporal  וּבָעֵ֣ת הַהִיא֩  (ubaét hahí) “en aquel tiempo”, sino también, porque tal liberación está ligada —como bien añaden Keil y Delitzsch— con el levantamiento del reino mesiánico (cf. Dan. 7:23-27). La última expresión (“todos los que se hallen escritos en el libro”) no es otra idea, sino que subraya el aspecto soteriológico de Dios con los elegidos de Israel, todos, inscritos en el libro, que es el libro de los salvos (cf. Mal. 3:16-4:3; Lc. 10:20; Apo. 13:8; 17:8; 20:12, 15; 21:27). Dicho en otras palabras, —y a pesar de la objeción preterista[9]— la anatomía de este versículo apunta hacia el final de los días, días escatológicos, días no solo de juicio para Israel, sino también, de su liberación.

El segundo pasaje que tiene familiaridad sinóptica con Mateo 24:21 y por supuesto con Daniel 12:1, es Jeremías 30:7, el segundo texto paralelo de naturaleza escatológica que se suma a este grupo diacrónico de consensualidad.

“¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado.” (Jer. 30:7) 

Como es propio de los profetas, estas declaraciones tienen un énfasis profético y escatológico claro, profecía que Jeremías intercala de manera intencionada en la retórica espiral de sus argumentos. Ahora bien, de acuerdo al contexto, podemos constatar que se trata de lo que Dios ha determinado con respecto a la liberación futura-escatológica de Israel (v. Jer. 30:1-3) lo cual desea comunicar de manera clara al profeta, de allí, “así habló YHVH Dios de Israel” (30:2), “…estas, pues, son la palabras que habló YHVH acerca de Israel” (Jer. 30:4), y, como es característico en la profecía con miras escatológicas, Jeremías 30:7 forma parte de la dupla “juicio y restauración” característica habitual en los profetas para indicar lo que sucederá en la bisagra escatológica que comporta el día de YHVH y el reino  mesiánico terrenal (v. Jer. 30:7-8 9-11 cf. Isa. 2:1-4 5-21; 24 25; 34 35; 61:1-2a 61:2b; Jl. 3:1-15 16-21; Amo. 9:8-10 11-16; Abd. 15-16 17-21; Sof. 3:8 9).

Ahora bien, el contexto inmediato de estas declaraciones tiene su realidad a las portas de la caída de Judá. En este sentido, bien dicen Keil y Delitzsch: “Este día sin igual describe algo futuro y por eso, sin entrar aquí en más razones, debemos afirmar que no se trata del día de la destrucción de Jerusalén”. (Keil & Delitzsch 2017:407). De esta manera y  después de haber predicho los males que acompañarían el sitio y posterior exilio de Judá, el profeta es ordenado a dar palabras de esperanza  (Jer.  27-29), revelando una visión gloriosa de la futura liberación y restauración de Israel a su tierra (Jer. 30-31) (2017:403s). Teniendo claro todo lo anterior con respecto a lo contextual,  salta a la vista el primer aspecto de esta sinopticidad, pues, Jeremías no está describiendo un día cualquiera, se trata de “aquel día”, una expresión no solo sincrónica en su sentido, sino también, típica para referirse a los días de juicios escatológicos relativos al día de YHVH (cf. Isa. 2:11, 17, 20; Miq. 4:6; Sof. 1:10, 15 et al.), aquí, enfatizado el tratamiento que Dios hará con su pueblo, pues, se trata del “tiempo de angustia para Jacob”, esto es, de aflicción, desazón y aprietos.

La severidad de este día se hace patente por el hecho de que Jeremías usa interjecciones intencionadas y añade a este mismo sintagma, el adjetivo “grande” (גָד֛וֹל [gadol]) con dicho mismo propósito, así,  ¡Ah,  cuán grande es aquel día!” (Jer. 30:7) y Jeremías añade el detalle escatológico metonímico[10] del mismo  מֵאַ֣יִן כָּמֹ֑הוּ  (meayín camou) lit.: “ninguno como él” (Jer. 30:7b), un giro enfático. Dicho en otras palabras Jeremías está describiendo un gran “día” (periodo) de juicios (el “día de YHVH”), periodo en el que Dios llevará a cabo su agenda escatológica para con las naciones e Israel. Pero además, —y como bien señalan Keil y Delitzsch—  un tiempo en el que “…Dios edificará su reino y hará que su pueblo sea glorioso, tanto en el plano temporal como espiritual (Jer. 30, 18-22)” (Keil & Delitzsch 2017: 404). Esto es, Israel será finalmente librado y restaurado por Dios, como también lo enseñan los otros profetas (cf. Jer. 30-31; Eze. 36-37; Jl. 3:17-21).  Si comparamos lo que dice este versículo con lo que el profeta  Daniel nos dice en 12:1, notaremos que ambos están en directa relación con Mateo 24:1, incluso, en una relación semiótica, profética y escatológica como es característico de pasajes paralelos realmente emparentados. Note usted la similitud intencional de los tres versículos, a los cuales también se añade Joel 2:1-2, 32. 

Pasajes semióticamente paralelos sobre el día de YHVH

Es un tiempo único en la historia venidera             

   1 “…cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces…” (Dan. 12:1)

   2 “…tanto, que no hay otro semejante a él…” (Jer. 30:7b)

   3 “…semejante a él no lo hubo jamás, ni después de él lo habrá….” (Jl. 2:2b)

   4 “…cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá.” (Mt. 24:21)

Es un tratamiento de juicio para Israel

  1 “…y será tiempo de angustia…” (Dan. 12:1e)

  2 “…tiempo de angustia para Jacob” (Jer. 30:7c)

  3 “Tocad trompeta en Sion, y dad alarma en mi santo monte…”  (Jl. 2:1)

  4 “aborrecidos” , “cuando veáis”, “los que estén en Judea”, “día de reposo”, “escogidos” (Mt. 24:15,16, 20, 31)

Es un tiempo de salvación y restauración para Israel

  1 “…pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo…” (Dan. 12:1e)

  2 “…pero de ella será librado.” (Jer. 30:7d) 

  3 “…porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación…” (Jl. 2:32)

  4 “acortado por causa de los escogidos [de Israel]”, “redención”  (Mt. 24:22, 31, 32 cf.  [Lc. 21:20,28* 31])

Como podemos observar en los ejemplos anteriores, el principio de “pasajes paralelos” no consiste simplemente en encontrar semejanzas “verbales” ni adjetivales, sino, —y además de ello— intención sinónima doctrinal, teológica, profética o como en estos casos (Jer. 30:7; Dan. 12:1; Jl. 2:1-2,32; Mt. 24:21), además, consensualidad escatológica. Sin embargo, la particularidad extra de estos versículos paralelos es aún más intencional, pues, no solo tienen anatomía semiótica similar, sino también, —como se ilustra a continuación— representan pasajes paralelos diacrónicos que debido a ello, dejan ver con mayor claridad su relación escatológica consensual. No obstante, no podemos terminar este punto  ignorando el quinto versículo profético escatológico paralelo que se suma a este grupo, nos referimos, a Apocalipsis 3:10: “Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra.” (Apo. 3:10). Juan confirma que habrá un tiempo como nunca antes, en el que Dios probara en juicio, a los “moradores de la tierra”, esta última, una expresión propia del mundo de los hombres sin Dios (cf. Eze. 11:6; 12:19), de los incrédulos en tiempos de la gran tribulación de aquellos días (cf. Apo. 11:10; 12:12; 13:8, 12, 14).

A este tiempo Juan metonímicamente le llama, la “hora de la prueba” (ὥρας τοῦ πειρασμου [jóras tu peirasmu]); sin embargo, de la misma manera —metonímicamente— promete a la iglesia universal representada por la iglesia de Filadelfia, librarla y protegerla de la hora “de” la prueba, literalmente  ἐκ τῆς ὥρας τοῦ πειρασμου (tés jóras tú peirasmu) “sacarla de la hora del prueba”, no dice el texto, “durante” la prueba o “a través” de la prueba (cf. 1 Tes. 1:10; 5:9s). Como señalamos anteriormente,  con “paralelo diacrónico”, nos estamos refiriendo al hecho de que este paralelo consensual se construyó providencialmente por Dios, no solo por medio de una similitud gramatical evidente en cada uno de los autores bíblicos, sino también, porque tales escritores vivieron en épocas diferentes, dejando ver que su consensualidad fue una edición del Espíritu Santo, no así, una conclusión de teorizaciones hermenéuticas dispensacionales.         

Como hemos observamos en estos ejemplos, la importancia de los “pasajes paralelos” no sólo estriba en el hecho de que como tales,  nos revelan la certeza de un hecho atestiguado por más de un testigo, sino también por el hecho de que hay doctrinas que son afirmadas por este tipo de consensualidad, y no siempre de manera sincrónica, sino también —como en el caso anterior— de manera diacrónica, modalidad en la que no solo diferentes autores hablan de un mismo hecho, sino también, de diferentes épocas de la historia de la revelación.  En consecuencia, cuando comenzamos el viaje por el principio de pasajes paralelos, no debemos minimizar su alcance, ya que un buen uso de este principio, no solo nos puede dar luz sobre un hecho puntual, sino también, con habitualidad, es una manera que la misma Escritura tiene para afirmar sus consensos doctrinales, teológicos y también, escatológicos. Todo esto tiene una importancia  gravitacional para la correcta interpretación del texto bíblico, y a la vez, para encaminarnos en un camino hermenéutico correcto y coherente que nos libre de tesis interpretativas deficientes que se basan en pruebas incompletas, en supresiones de aspectos importantes de los textos bíblicos como es el caso del cherry picking, en este caso, el cherry picking de Sam Storms.

 

 

 

 

 

 

Bibliografía

 

 

Carballosa, Evis 1989. “Daniel y el reino mesiánico”. Grand, Rapids, MI: Portavoz.

Carballosa, Evis 2010. “Mateo II, 15-28”. Grand, Rapids, MI: Portavoz.

Gendry L. Kenneth Jr. 2019. “El Tendrá el Dominio”. Salen, Oregón, EE.UU.: Kerigma

Keil C.F. & Delitzsch F.J. 2018. “Comentario al texto hebreo del AT, Daniel”. Viladecavalls, Barcelona, España: Clie.

Keil C.F. & Delitzsch F.J. 2018. “Comentario al texto hebreo del AT, Lamentaciones y Jeremías”. Viladecavalls, Barcelona, España: Clie. 

Luz, Ulrich 2012. “El Evangelio según San Mateo, Vol. III”. Salamanca, España: Sígueme.

Storms, Sam 2018.  Venga tu Reino”. Salen, Oregón, EE.UU.: Kerigma.

Millos p. Samuel 2009. “Mateo, Comentario Exegético al Texto Griego del Nuevo Testamento”. Viladecavalls, Barcelona, España: Clie. 

 

 

 

 

 

 

 



[1] La expresión  י֣וֹם יְהוָ֔ה (día de YHVH) aparece 15 veces en el AT (Isa. 2:12; 13:6, 9; Eze. 13:5; 30:3; Jl. 1:15; 2:1, 11; 3:14; Amo. 5:18 [x2], 20; Abd. 1:15; Zac. 1:7, 14; 14:1) más dos alusiones introducidas por la preposición לְ (le [para]) así   “para el día de YHVH” (Isa. 2:12; Zac. 30:3).

[2] Véase, por ejemplo, Sal. 2:1-12; 11:6; 72:1-4; 110:1-*5-6, 7; Isa. 2:5-21; 13:11-13; 24:1-23; 34:1-8; 61:2; 63:1-4; Eze. 36:22-28; 38:1-22; Dan. 7:25-27; 12:1; Jl. 1:15; 2:1-11; 3:1-16; Am. 5:18-20; Abd. 1:15; Sof. 1:2, 14-15, 18; 3:8; Zac. 14; Mal. 4:1-6.

[3] Futuro indicativo singular del verbo εἰμί (eimí).

[4] Como se ha señalado, el argumento habitual de la tesis preterista con respecto a la gran tribulación,  es la cuestión de la mortandad ocurrida en el sitio a Jerusalén. Para ello aluden a Josefo, quien constató  que con la destrucción del  templo no solo llegó  el final de Jerusalén, sino también, el de una ciudad de gran magnificencia y fama. A esto Josefo añade que aproximadamente  1.110.000 personas murieron durante el asedio y 97.000 fueron capturados y esclavizados. Sin embargo, aunque severo, estos juicios no constituyen un cumplimiento del grado de severidad del día de YHVH y la expresión del Señor de la gran tribulación, “…cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá.” De hecho, para que este evento clasificara como un juicio escatológico  sumando a los 950 que murieron en Masada (tres años después) la suma no llega a las 1.300.000 muertes.   Si estas muertes representan el resultado de la “gran tribulación”, ¿que representan los 6 millones de judíos muertos en el holocausto?  

[5]  La interpretación de Kenneth L. Gendry Jr., sigue de manera muy similar a la interpretación  pesher judía, no solo en el hecho de que preteriza el pasaje en cuestión (Mt. 24:29-31) sino porque también, metaforiza la “señal” mencionada insertando (“esto es aquello”) la idea de  que: “La señal del Hijo del hombre que está en el cielo son los escombros humeantes de Jerusalén” armonizando su interpretación  con la destrucción de Jerusalén el año 70 d.C., asignando además a tal declaración, un sentido apocalíptico de naturaleza subjetiva y alegórica  (Gendry 2019:293). Pero esto no es todo, Gendry —sabiendo la tensión de su interpretación— añade el tinte espiritualizado agregando que: “A través de estos acontecimientos, los judíos debían “ver” al Hijo del hombre en su juicio, que venía en una terrible nube de gloria” (2019:294).

[6] Citamos aquí,   Venga Tu Reino”, por Sam Storms. Editorial Kerigma, 2018.

[7] Lit.: “En el tiempo el aquel”.

[8] Significa “librar” o “rescatar”, así también, “conservar”, “guardar”, entre otros sentidos similares.

[9] Vale la pena leer la respuesta que  notamente Keil y Delitzsch  (“Comentario al texto hebreo del AT, Daniel”, pág. 487s) dan a los críticos, acerca de un cumplimiento pasado de estos versículos no solo en la destrucción del Jerusalén y el templo, sino también, en Antíoco Epífanes, tipo del anticristo (Dan. 12:1ss).

[10] Relativo a la metonimia, figura retórica del lenguaje que consiste en designar una cosa con el nombre de otra, aquí, lo que es un periodo de juicios relativos, se resumen en la expresión “día” de YHVH. 

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