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jueves, 13 de octubre de 2022

¿Equivalencia identitaria o vocacional?

Por J.A. Torres Q (M.A)

Este cuadro es presentado habitualmente como una evidencia contundente de que supuestamente, la iglesia es el “nuevo Israel”; así,  los defensores de esta idea creen haber hallado en este “argumento” razones solidadas para tal conclusión.  Sam Waldron lo expone en su libro “El Fin de los Tiempos, una escatología sencilla basada en el evangelio”.  Un cuadro que se replica por aquí y por allá, repito: como una evidencia “contundente” al respecto; sin embargo, como es  característico en Waldron (representante y quizás autor original de este cuadro) su argumentación sigue siendo defectuosa,  precipitada y concretamente, superficial (por encima).  Un ejemplo sobre esta habitual manera de hacer “exégesis” es el caso de la palabra ekklesía que se usa en la LXX para referirse al pueblo de Israel (Hec. 7:38). Estirando ejemplos como este, Waldron llega a la conclusión de que la iglesia es el “nuevo Israel” argumentando que Israel era algo así como un  “andamio tipológico” que miraba a la iglesia novotestamentaria; por ello, la iglesia es el nuevo y el “verdadero Israel” (pág. 164ss) anunciado desde el AT. Por supuesto, este es otro ejemplo defectuoso de cómo la teología reformada hace “exégesis” y llega a sus conclusiones.  Y a propósito, si siguiéramos con esta línea deficiente de interpretación perfectamente podríamos decir que Salmos 26:5 deja ver que en el AT habían “iglesias” de malignos o que, en el NT  de acuerdo a Hechos 19:30; 32; 41  —versículos que usan “ekklesía”— revelan que en el primer siglo también existían “iglesias”  que adoraban a Artemisa.   Por supuesto,   cuando Waldron exhibe esta tesis, deja de manifiesto la ausencia de un trabajo más responsable y serio como es el análisis riguroso del significado sincrónico, el diacrónico y por sobre todo, el  significado  teológico del término. No dijo el Señor: «…y sobre esta roca, "remodelaré" mi iglesia» (Mt. 16:18), sino, “edificaré”; además de futuro, una obra única realizada de manera definitiva en pentecostés (Hec. 2).


Pero, ¿cuál es la deficiencia de este cuadro de supuestas equivalencias? A parte de la típica “exégesis” superficial, en sus tesis elemental. Dice Waldron, “…las características y privilegios de Israel son adoptados por la iglesia” (pág. 169), esto, añade Waldron, es supuestamente evidencia “sólida” que demuestra que la Iglesia es el nuevo Israel (pág. 162s). Por estas razones digo que la “exégesis” de Waldron es realmente deficiente. Ahora, ¿cuál es la relación correcta entre estos términos? Israel debía ser santo (Núm. 16:3), por supuesto, la iglesia también (Efe. 1:7), ¿es esto entonces, indicativo de igualdad “identitaria” o más bien, igualdad “vocacional”? Israel fue un pueblo escogido (Deut. 7:6,7), por supuesto, de la misma manera, la iglesia o los creyentes verdaderos lo son (Col. 3:12; Tit., 1:1), ¿es esto entonces, indicativo de igualdad “identitaria” o más bien, privilegio divino “electivo”? De hecho, la elección eterna se observa en el NT como una carrera separada: los creyentes fueron escogidos de manera individual (Efe. 1:3ss). Sin embargo, Israel fue elegido de manera colectiva, esto es, como pueblo. Elegidos “antes” y “desde” la eternidad, en distinción a otros pueblos.- Por ello Pablo dice: “No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció [proégno]” (Rom. 11:2). Israel es llamado “rebaño”, sí, por supuesto (Eze. 34; Sal. 77:22), y sí, en Lucas 12:32 el Señor mismo llama a un grupo de creyentes manada pequeña y el apóstol Pedro ruega a los ancianos,  Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros…” (1 Ped.  5:2), ¿es esto un indicativo de igualdad identitaria, de verdad?  Por supuesto, no es lo único que Pedro dice, sí. Éxodo 19:5 dice que Israel —el especial tesoro de Dios— debía ser una “nación santa”, pero además, un  “reino de sacerdotes”. Sí, no hay duda que Pedro toma este lenguaje para señalar que la iglesia   es “linaje escogido”, “real sacerdocio”, “nación santa” y “pueblo adquirido” (1 Ped. 5:2ss) en vista que la iglesia no tiene un “linaje” como Israel, tampoco un sacerdocio como el Aarónico, ni mucho menos, constituye un pueblo político,  ¿qué tiene en mente Pedro en su comparación, una igualdad identitaria o está subrayando los aspectos vocacionales espirituales de ambos grupos? Identidad “vocacional”  no es sinónimo de “igualdad identitaria”. La iglesia debe ser santa porque tiene un Dios Santo, no porque ahora, es el nuevo Israel y está al debe. La iglesia es metafóricamente un “linaje” escogido y un “pueblo” llamado a distinguirse de los demás en santidad no porque sea Israel 2.0, sino, porque su vocación espiritual es la evidencia de su identidad espiritual (Jn. 3; 1 Ped. 1:1ss). De esta misma manera, los calificativos usados en el NT para referirse a la iglesia propios de Israel como “Pueblo de heredad” (Deut. 4:20; Efe. 1:18) y “Tabernáculo de Dios en Israel” (Lev. 26:11; Jn. 1:14) no constituyen argumentos de una igualdad identitaria,  sino, vocacionales. Ninguno de estos pasajes “contrastados” justifica la idea forzada de ver a la iglesia como el “nuevo Israel”. Por otro lado, tanto Isa 54:5, Jer. 3:14, 6:2, 31:32 y Ose. 2:19 (citas argumentativas  de Waldron) no son paralelos identitarios de Efe 5:22s, y 2 Cor 11:2 y tampoco señalan que "Cristo" se desposó con Israel. Esto es un intento poco honesto de usar metáforas como “marido tuyo” (Isa. 54:5), “vuestro esposo” (Jer. 3:14) y  “como un marido” (Jer. 31:32) para ti (Israel) que, son usados en sus contextos justamente, como metáforas que revelan la infidelidad de Israel para con Su Dios, tal cual ocurre en una infidelidad entre dos personas casadas; de allí, el caso de Oseas (2:19).

 

Nuevamente es bueno recordar y a la luz de lo que realmente el texto está comunicando ¿son estos ejemplos evidencias de una equivalencia identitaria o más bien, son ejemplos usados —no todos claros— de una equivalencia vocacional? Llegar a la conclusión de que debido a este tipo de paralelos “equivalentes” las Escrituras revela que la iglesia es supuestamente el “nuevo Israel”, no solo revela una argumentación hermenéutica paupérrima y deficiente (esto es decir poco en realidad), sino también, es otra manera de estirar los textos de una manera artificiosa para justificar una teoría que el NT no enseña.  En otras palabras: Torcer el texto.  Anótese, comuníquese y publíquese.

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