Por. J.A. Torres Q. (M.A)
Sugel Michelén dice que
“los pasajes claros deben tener prioridad y deben interpretar los pasajes
oscuros” y a esto, se debe añadir la analogía de la fe: “Ninguna interpretación
que crea un conflicto interno en el significado del significa aceptable” en Clase de escatología Nº 4; en
ambos casos, algo de verdad tienen estas premisas, sin embargo, ambas ideas
siguen siendo premisas con una cuota inherente de subjetividad. De hecho,
en la práctica, y como bien señala el profesor Waymeyer —a quien Sugel la
verdad de las cosas, no ha leído en serio— la tesis de recurrir a dichos pasajes claros
(referencias cruzadas) son en realidad un sustituto de la exégesis propia del propio pasaje en cuestión como es Apocalipsis 20, y de hecho, algunos teólogos justifican esta práctica como la ha hecho Cox, señalando que “Ya que [Apo. 20] no da ninguna explicación
del significado de Juan, su significado debe ser cosechado en otra arte de la
Biblia” (Cox en Waymeyer 2020:166). Notemos entonces, las falencias de la tesis de Sugel relativo a la idea de interpretar el "oscuro" pasaje de Apocalipsis 20 por medio de los pasajes "claros".
¿Cuándo
fue atado satanás? Sugel y la teología reformada dice que Apo 20 es
un pasaje “oscuro”, por lo tanto, se debe aplicar lo que dicen los “pasajes
claros”. ¿Cuáles son esos pasajes claros? La respuesta de
Sugel incluye Mateo 12:22-29; Lucas 10:17-19; 11:17-22; Juan 12:30-33;
Hebreos 2:14:15 y 1 Juan 3:8. Note con atención en donde está el error
"hermenéutico" de esta tesis habitual en el estadio
reformado, pasajes que son la base dentro de la escuela reformada para concluir además, que son una prueba más de que Satanás fue atado en la primera venida
de Cristo, hecho que dio paso al milenio amilenial (Waymeyer 2020:165). Pero, y esta es una buena pregutna: ¿Quién determina cuáles son los
pasajes oscuros y los claros? Como veremos en este ejemplo, la tesis de pasajes
claros/oscuros no sólo es algo que queda al arbitrio de cada persona, y por
ende a un plano subjetivo, además, veremos que son una sutil manera de
amordazar cualquier pasaje en nombre de este binarismo relativo (pasajes claros/oscuros).
Es
importante subrayar que en la interpretación de las Escrituras, no solo se debe
aplicar una hermenéutica coherente en concordancia a la teología sistemática,
sino con mayor cuidado en concordancia con la teología bíblica. Y este es el
primer punto débil de la teoría reformada que exhibe el pastor Michelén: la
amalgama de pasajes que tienen una relación incidental mediante palabras
equivalentes con Apo. 20, no así, una relación correlacional teológica. En
otras palabras, Mateo 12:22-29, Lucas 10:17-19, 11:17-22, Juan 12:30-33,
Hebreos 2:14:15 y 1 Juan 3:8 son obligados a asumir un papel que no tienen y
que, de hecho, se usan más bien para amordazar Apocalipsis 20. Así, la analogía
de la fe en su versión reformada se convierte en una herramienta de force, es como si alguien uniera manzanas, peras, sandias, uvas y concluyera que el apio
también es una fruta, porque es verde. En
términos más teológicos, es como señalar que después de la muerte entramos a
una faceta de inexistencia (aniquilacionismo) porque la biblia en reiteradas
ocasiones y en diferentes versículos “claros” señala que los incrédulos e
impíos finalmente “perecerán” (cf. Deu. 4:26; Jos. 23:16; Job. 8:22; Sal. 1:6;
73:27; Isa. 6:21; Lc. 13:3, 5; Rom. 2:12).
Si
el lector atento nota bien, con los ejemplos entre paréntesis estamos usando la
analogía de la fe de manera equivocada, uniendo diferentes pasajes que están unidos
a causa de algunos términos como el “perecer”, pero que observando bien la
naturaleza locutiva de cada no de ellos, son diferentes en género (literario),
contexto histórico, sentido; algunos además son poéticos, otros de carácter proféticos, sinópticos
y epistolares. El punto es, no siempre la idea de la analogía de la fe es
correcta en sí misma si pasa por alto no sólo el contexto de cada uno de sus
pasajes, sino también, la exégesis propia del pasaje que se quiere esclarecer.
Lo anterior es un arma de doble filo; note usted los resultados de llevar al
límite ambas sugerencias que propone Sugel, pues, siguiendon el ejemplo del "perecer" añadiendo Eclesiastés 9:5-7 como
el “pasaje claro” a la luz de todos los anteriores, notaremos que Eclesiastés
nos enseña que “Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada
saben…” concluyendo —equivocadamente— en nombre de la analogía de
la fe y la tesis de pasajes claros/oscuros como lo hizo John Stott —teólogo
reformado amilenarista— que debemos darle una oportunidad a la idea del
aniquilacionismo en la teología cristiana; y justamente, este es uno de los
resultados de reunir diferentes versículos que, claro, mencionan algunas
palabras paralelas pero en su intención, contexto, sentido y género, no son
correlacionales.
Ahora, se sabe que para la teología reformada Apo 20 es un pasaje “oscuro, sin embargo, esta es una conclusión más bien necesarista para mantener la estructura amilenial y la idea recapitulativa de la interpretación del libro de Apocalipsis; por el contrario, el apóstol Juan jamás insinúa que su escrito sea oscuro, de hecho, el escribe lo contrario. Primero, 1:1 señala que Apocalipsis es una revelación y las revelaciones autoritativas de las Escrituras aunque incluyen figuras retóricas y en especial en Juan, un lenguaje escatológico y “apocalíptico” que desafía a cualquier lector, sigue siendo una revelación y, una revelación en las Escrituras tiene el propósito esencial de esclarecer la verdad, no oscurecerla. Esta es la razón del por qué el prólogo de Juan es alentador para el lector. De hecho, no dice el texto bienaventurado todo aquel que “encuentra el significado”, no, dice claramente, bienaventurado el que lee y los que oyen las palabras de esta, nótese, “profecía”. Y se reitera cinco veces la naturaleza del escrito: “profecía” (cf. 19:10; 22:7, 10,18,19 προφητεία [profeteía]) y una profecía es aquello que es preanunciado, aquello que es una anticipación revelada de acontecimientos futuros. Otro aspectos ignorado por Sugel en sus explicaciones debido a su tesis recapitulativa del libro.
El problema concreto con los versículos que usa Sugel (y la teología reformada) entonces, es que no son de la misma naturaleza retórica, de género y de intención ilocutiva, aunque pueda haber una relación incidental entre ellos, son en su naturaleza ilocutiva (¡teología bíblica!) diferentes. Veamos cada caso, para que notemos por qué razón la tesis de Sugel no sólo es errada, sino que también, y esto es curioso, más bien oscurece lo que es claro por defecto.
El caso de Mateo 12:22-29 (Lc. 11:17-22)
¿Es Mateo 12:22-29 (Lc.
11:17-22) un pasaje claro que explica la atadura de Satanás? Según Sugel,
—dando por sentado que apocalipsis 20 es un pasaje oscuro— dice que los pasajes claros deben tener
prioridad, añadiendo la analogía de la fe, escritura con escritura.
Según
Sugel, Satanás fue atado en la primera venida de Cristo, en el triunfo de la
Cruz. “Su triunfo en la cruz ató a Satanás”. Pero esto no es todo, note las
preguntas que Sugel hace, en especial la segunda que incluye una presuposición
inexistente en Mateo 12:22-29, así añade en pregunta: ¿Cuándo fue despojado de
su poder de modo que ahora el pueblo de Dios puede saquear su casa? ¿Dice Mateo
que ahora el pueblo de Dios puede saquear la casa del hombre fuerte? Por
supuesto, la inercia de la tesis de Sugel lo impulsa a sugerir lo anterior, en
detrimento de los límites necesarios de una sana exégesis. El NT jamás llama a
la iglesia a saquear la casa de Satanás, sino, entre otras normas, nos llama a someterse a
Dios. Resistid al diablo quien huirá de los creyentes (Stg. 4:7 cf. [Efe. 6:10-18; 1 Ped. 5:8-9; 2 Cor.
10:3-5]). Antes de refutar las conclusiones de Sugel, sobre Mateo 12, notemos el texto en
cuestión.
Mt 12:22-29 Entonces fue traído a él un endemoniado,
ciego y mudo; y le sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba. 23 Y toda la gente estaba atónita, y
decía: ¿Será éste aquel Hijo de David? 24
Mas los fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino por
Beelzebú, príncipe de los demonios. 25
Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido
contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma,
no permanecerá. 26 Y si Satanás
echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá
su reino? 27 Y si yo echo fuera
los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto,
ellos serán vuestros jueces. 28
Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha
llegado a vosotros el reino de Dios. 29
Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus
bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa. |
El clímax de este pasaje es la blasfemia imperdonable (vs. 31) y el contexto, es la sanación de un hombre endemoniado, ciego y mudo (vs. 22). La aposición de los fariseos (vs. 24) y la acusación de que el Señor echaba demonios a causa de Beelzebú. La respuesta del Señor es clave. Primero, un reino dividido no puede autodestruirse. Y si yo —responde el Señor— estuviera echando demonios a causa de Beelzebú, estaría atentando contra mi propio reino. Por el contrario, el Señor responde “…si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios.” Y añadió: “Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa.”
Lo
primero, llama la atención la respuesta del Señor, “…si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha
llegado a vosotros el reino de Dios.” El Señor hizo muchos milagros,
portentos y también, echo fuera demonios. Sin embargo, esta expresión al igual
que la de Lucas 11:20s y la expresión “yo
veía a Satanás caer del cielo como rayo” y la de Lucas 10:17, todas, son
expresiones prolécticas. Ahora, antes de
seguir es necesario explicar esto último. Una prolepsis, como bien señala
Lacueva y Bullinger, “…se anticipa a los
sucesos futuros, hablando de ellos como si fueran presentes” (Lacueva
& Bullinger 1985:801).
Segundo,
los milagros del Señor no dieron comienzo al reino literal de Cristo. La razón de esto no es difícil de observar a
la luz de los sinópticos. Cristo hizo muchos
milagros (teras), señales (semeion), demostración de poder (dunameis) y
portentos (taumasia), por medio de estos hechos, el Señor hizo sanidades
(ciegos, leprosos, paralíticos), resurrecciones (hija de Jairo, Lázaro),
trasformaciones (agua en vino) y cambió las leyes naturales (tempestad
sosegada) (Beyer 2007:78), pero, ¿cuál fue la razón de estas acciones milagrosas? Los
sinópticos nos enseñan que la razón detrás de todas estas acciones del Señor,
era autentificar su mesianidad, demostrar su deidad, mostrar los preceptos de Dios y por sobre todo, "anticipar" la
realidad del reino futuro (2007:78). Pero esto no es todo, como bien
señala el profesor Beyer: “Con los
milagros, Jesús señala que el mundo es imperfecto y necesita salvación y
restablecimiento… el pecado destruyó la perfección divina de la creación. Con
los milagros, Jesús anunciaba la llegada de una nueva etapa, el reino de Dios
(Mt. 12:28) … su Reino en suma manifestación final y eterna, es un reino sin
sufrimiento, en que el mal no tiene lugar, en que Satanás no puede actuar, en
que no hay pecado… de esta manera los milagros son un anticipo de la victoria
final de Dios y [una muestra] de la perfección del reino venidero que comenzó
con el Mesías” (Beyer 2007:79).
En
otras palabras, el propósito de Mateo 12, no tiene conexión directa con
Apocalipsis 20. Aunque muestra un ejemplo concreto del poder de Dios en Cristo
sobre Satanás, era una demostración proléctica anticipada del futuro reino por
venir. Ahora, esto no sólo muestra una
diferencia de propósito y contexto, el texto en sí, deja más diferencias que
Sugel pasa por alto. Notemos las más
evidentes.
1. En
Apocalipsis 20, Satanás es apresado por un ángel, apresado, atado por mil años,
arrojado al abismo, encerrado y tal abismo, sellado para que no pueda engañar más a las naciones. La escena es totalmente restrictiva, universalmente. En Mateo 12,
Cristo anula al hombre fuerte e impide que Satanás ejerza su autoridad sobre los
hombres (Waymeyer 2023:35). La restricción es local. No hay indicación en
Mateo de que Satanás fue anulado de manera radical como sí, lo enseña Juan.
2. En Apocalipsis 20, Satanás queda totalmente inhabilitado y el abismo donde es confinado queda sellado de manera total; en Mateo 12, la atadura de Satanás (de los demonios) no es definitiva, sino, circunstancial, mostrando que la presencia del Señor está por sobre los poderes de las tinieblas y el mismo Satanás, algo que hasta ese entonces, no había ocurrido; además, según el NT, Satanás siguió actuando y aún hoy, ejerce su dominio sobre los incrédulos (cf. 2 Cor. 4:3-4; 2 Tim. 2:26; 2 Cor. 11:3 et al.).
3. Tercera diferencia, y esto lo hace notar notablemente el profesor Waymeyer. Los amilenaristas reconocen que la cláusula del Apo. 20:3 señala que hay un sólo propósito de la atadura de Satanás, “...para que no engañe más a las naciones”, es lo que claramente dice el texto, sin embargo, en Mateo 12:29 el propósito del Señor al atar al hombre fuerte fue para sanar al endemoniado. El mismo contexto explica mejor este exorcismo. Cristo el Señor al haber entrado en la casa del hombre fuerte y haberlo atado para sanar al endemoniado, no sólo demostró su superioridad sobre los demonios y Satanás, en especial, —y aquí hay otra diferencia marcada— ató al hombre fuerte en su propia casa (mundo) despojándolo definitivamente de lo que hasta entonces, estaba bajo su control: Poseer personas específicas bajo su poder. Por el contrario, en Apocalipsis 20, Satanás es atado, finalizando el proceso de arresto en el abismo sin ninguna posibilidad de seguir actuando sobre las personas (Waymeyer 2020:167).
Como
se puede observar, Mateo 12 no tiene nada que ver con
Apocalipsis 20, y esto incluye, el tiempo en que ocurren los hechos, las
situaciones que se relatan en ambos pasajes, y por sobre todo, los resultados
de los mismos. Note otra incongruencia hermenéutica reformada que Waymeyer
también añade. Jesús en Mateo 12:29 señala que no puede exorcizar al
endemoniado si primero, no ata al hombre fuerte (12:29), sin embargo, la
mayoría de los amilenaristas incluido Sugel, señalan que la atadura de Satanás
tuvo su cumplimiento en la muerte y resurrección del Señor. En vista que el
milagro de la sanación de este endemoniado ocurrió muchom antes de Su muerte, ¿cómo pudo atar al hombre fuerte (Satanás) y liberar al
endemoniado? La propia explicación reformada de que Satanás fue atado con la
muerte y resurrección del Señor, anula la idea de que Mateo 12:29 sea un
paralelo explicativo de Apocalipsis 20 (2020:166).
El caso de Lucas 10:17-19
El segundo pasaje que
menciona Sugel como una prueba de su tesis, es Lucas 10:17-19. Según Sugel y
los amilenaristas (Riddlebarger, Hoekema, Waldron, Hendriksen, Kistemaker et al.) la caída de Satanás del cielo
coincide con la atadura de Satanás y Lucas 10:18 proporciona evidencia que esto
ocurrió en el primer siglo tras la muerte y resurrección de Cristo (Waymeyer
2020:168). Notemos el pasaje en cuestión.
Luc 10:17-20 Volvieron los setenta con gozo,
diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre. 18 Y les dijo: Yo veía a Satanás caer
del cielo como un rayo. 19 He aquí
os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del
enemigo, y nada os dañará. 20 Pero no os regocijéis de que los espíritus
se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los
cielos. |
Este pasaje, al igual
que el anterior, aunque habla de Satanás y sus demonios, concretamente
hablando, tampoco es un pasaje paralelo de Apocalipsis 20, ni mucho menos, una
llave explicativa de Apocalipsis 20. De hecho, insistir en ello como lo hace
Sugel, es simplemente forzar el texto cuando el sentido y su contexto están
diciendo cosas diferentes en tiempo y contexto (¡teología bíblica!). Recordamos
algo básico, Lucas 11 revela el ministerio de los discípulos en plena actividad
mesiánica, el pasaje de Juan (Apo. 20), por el contrario, revela un escenario
futuro no sólo porque Juan escribe varios años después de los acontecimientos
relatados por Lucas, sino también, porque las propias características sobre la
anulación de Satanás, no son parciales, sino, radicales.
1. Ahora,
notemos algunas expresiones de Lucas 11 que son claves en estas diferencias. Lo
primero que se destaca es la declaración del Señor en respuesta a la afirmación
de los discípulos (no los doce). Señor, aun los demonios se nos sujetan “en tu nombre” (vs. 17). Note que el
texto no dice que los demonios son eliminados o atados; sino, que en el nombre
del Señor, quedaban sujetos (ὑποτάσσω
[subordinar, sujetar, obedecer]). Con
respecto a la declaración del Señor, al igual que Mateo 12, es similar en
intención. “Y les dijo: Yo veía a Satanás
caer del cielo como un rayo” (vs. 18). Si uno profundiza un poco más, la
expresión del Señor no sólo es proléctica, así, «“yo veía” a satanás caer del cielo”…» (Ἐθεώρουν
τὸν Σατανᾶν…) es además verbalmente
un imperfecto, la idea puede expresarse como, “…yo vengo viendo
caer a satanás [y
seguirá haciéndolo]…” (una acción
continuada) como una alusión a la realidad del descenso progresivo de Satanás
desde la primera mención a su descenso en Isaías 14:12s. Bien agrega Bovon, “Satán
ha caído del cielo con la celeridad del rayo. Ya están, pues, desarrollándose
los sucesos del fin.” (Bovon 2002:78). Sin embargo, bien añade
Bovon, para Lucas, como para Juan el vidente, Satán, expulsado del cielo, no ha
sido matado definitivamente todavía habrá de librarse la batalla final
(2002:78).
2. Otra
inconsistencia en la argumentación de Sugel, tiene que ver con la inferencia
que deduce de este pasaje. Lucas 10:17-20 revela el ministerio de la
evangelización de los 70, el gozo de ellos al ver que aun Satanás retrocede
ante el nombre de Jesús. La inferencia reformada señala que al caer Satanás del
cielo como siendo atado, enseña que al igual que ocurrió con los 70, la iglesia
puede hacer la tarea evangelística debido a que Lucas —un pasaje claro que
explica Apo. 20— enseña que la atadura allanó el camino para la predicación del
evangelio. Un argumento recurrente. Sin embargo, una lectura llana de
Apocalipsis no dice que uno de los resultados de la atadura de Satanás fue la
apertura de los caminos para que la iglesia no tenga obstáculos para la
predicación por parte de Satanás. Por el contrario, Juan deja claro que Satanás
queda totalmente inhabilitado. Además, como bien agrega Waymeyer Lucas 10:18
presenta la caída de Satanás como una evidencia de que los 70 recibieron
autoridad para expulsar demonios, no como indicativo de que de allí en adelante
la iglesia podría predicar las buenas nuevas sin obstáculos satánicos (Waymeyer
2020:170). Todo esto no es más que inferencias tras inferencias, que
más que explicar el caso, demuestra que la tesis es una amalgama forzada.
3. En
otras palabras, la expresión del Señor («“yo
veía” a satanás caer del cielo”…») fue una manera de revelar a los creyentes que Satanás sigue en descenso progresivo, fue expulsado por Dios (Isa. 14:12ss)
y en la cruz, recibió una derrota importante en beneficio concreto para los
creyentes, pues Cristo anuló el acta de los decretos de ellos, la quitó
clavándola en la cruz (Col. 2:14), pero, además, despojó a los principados y a
las potestades exhibiéndolos públicamente como potestades sin poder frente a los salvados a causa de la
irrupción del Señor de Señores (Col. 2:15). El triunfo de Cristo entonces, es
el triunfo de los creyentes, la liberación de los creyentes; sin embargo, Satanás,
aunque golpeado fuertemente en la cruz, no fue atado en los términos de
Apocalipsis 20., de manera que no estamos aquí frente a un pasaje “claro” que
deba regular la interpretación del “oscuro”
pasaje de Apocalipsis 20, pasando por alto el sentido propio de Lucas como el
de Apocalipsis que son diferentes en intención, contexto y sentido. Por
supuesto, Cristo trajo resultados efectivos y eficaces para los creyentes,
pero, Satanás sigue actuando en el mundo como lo dice claramente el NT, note
usted las siguientes citas y vea que la tesis de Sugel es inconsistente
recordando que la enseñanza de la atadura según Juan como bien señala Grudem,
es de una remoción completa de la influencia de Satanás sobre la tierra (Grudem
en Waymeyer
2023:25). Sólo un par de ejemplos de la actividad presente de Satanás
que revelan que Apocalipsis 20 aún espera un cumplimiento futuro.
ü Se disfraza como ángel de luz (2 Cor.
11:14)
ü Sigue engañando a los incrédulos (2 Tim.
2:26)
ü Trata de engañar a los creyentes (Efe.
6:11-12; 1 Cor. 7:5)
ü Anda como león rugiente “suelto” (1 Ped.
5:8)
ü Tiene bajo su control a los incrédulos
(Hec. 26:18)
ü Es el príncipe del mal de este mundo (1 Jn.
5:19)
ü Es llamado el dios de este siglo (2 Cor.
4:4)
En el caso de Juan
12:31-32/ Heb. 2:14
¿Es Juan 12:31-32
realmente, un pasaje claro que explica el "oscuro" párrafo de Juan, en
Apocalipsis 20? El lector atento sólo tiene que leer con cuidado el pasaje en
cuestión y notará que Juan no sólo tiene otro sentido contextual, sino que
también, no tiene como objetivo explicar Apocalipsis 20. Notemos el pasaje en
cuestión.
Juan 12:31-32 Ahora es el juicio de este mundo; ahora
el príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo, si fuere levantado de la tierra,
a todos atraeré a mí mismo. |
1. El contexto de estos versículos es importante. Eran días
de fiesta, había una expectativa sobre su aparición como rey de Israel
(12:12ss), pero lo que estaba cerca, era la hora de la cruz, Jesús mismo
respondió a sus discípulos “Ha llegado la
hora para que el Hijo del hombre sea glorificado” (12:23). Después de las explicaciones del Señor sobre
la pronta llegada de su hora, y el reconocimiento del Señor de su turbación,
pero también, de su certeza de ir a la cruz, añade Juan que se escuchó una voz
desde cielo de parte de Dios “…lo he
glorificado y lo glorificaré otra vez” (vs. 28b). Algunos creyeron que fue
un trueno, otros, la voz de un ángel. Es aquí que Jesús explica no sólo la voz,
si no que anuncia que: “Ahora es el juicio de
este mundo, ahora el príncipe de este será echado fuera” (vs. 31), pero
también añade: “Y yo, si fuere levantado
de la tierra, a todos atraeré a mí mismo.” (vs. 32). Juan mismo añade que
lo que había dicho el Señor, daba a entender de que muerte iba a morir (vs.
33). Aunque las personas reunidas le hicieron preguntas claves, pues la ley
decía que el Cristo permanece para siempre, ¿cómo dices tu que es necesario que
el Hijo del hombre sea levantado (resucitado)?
De algún modo concreto las personas comprendieron que Cristo tenía que
morir. Ahora que tenemos el contexto, notemos un par de líneas más, en relación
a nuestro punto. ¿Es Juan 12:31-32 realmente, un pasaje “claro” que
explica el “oscuro” párrafo de Juan en Apocalipsis 20?
2.
“Ahora es el juicio de este mundo, ahora el príncipe de este será echado
fuera” (vs. 31). Con el triunfo de la cruz no sólo comenzó la salvación
para los creyentes, sino también, la inminencia de los juicios divinos. El primero,
en contra del mundo mismo en la persona de Cristo, quien llevó el pecado del mismo
(Jn. 1:29; 1 Jn. 3:5-9; Heb. 9:23-10:18). Esta es la razón del porque ahora, “El que cree en el Hijo tiene vida eterna;
pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios
está sobre él.” (Jn. 3:36) así también Juan 3:18-19; 5:24. En segundo
lugar, anteriormente Satanás había ofrecido a Cristo los reinos de este mundo,
pero según el NT, fue despojado de su poder sobre los creyentes a quienes el
Señor vino a liberar. Y esto es justamente lo que el autor de hebreos explica,
pues la implicancia espiritual de la resurrección y triunfo del Señor fue entre
otras cosas “…para destruir por medio de la muerte al que tenía el
imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor
de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.”
(Heb. 2:14-15). Bien señala el profesor Millos comentando el versículo anterior.
“El verbo destruir, no equivale a
eliminar en el sentido de hacer desaparecer, sino de quitar los medios con que se
mantenía e incluso impedir que vuelva a alcanzarlos” (Millos 2016:1209).
3.
Teniendo
en cuenta la anterior, Jesús también añade la expresión “…ahora el príncipe de este mundo será echado fuera”. En la cruz,
Cristo dio un golpe mortal al príncipe de este mundo, sin embargo, la evidencia
del mismo NT nos muestra que tal derrota eficaz, no tenía por propósito aún,
anular definitivamente a Satanás como se describe en Apocalipsis 20. “Curiosamente”
Sugel no explica por qué el NT señala que este mismo “príncipe de este mundo” en Efesios 2:2, sigue
operando en los hijos de desobediencia (Efe. 2:2c), confirmando el hecho de que
Satanás no fue atado en la cruz, sino sólo, perdió su franquicia sobre los
creyentes. Lo mismo señala 2 Corintios 4:4 que enseña que Satanás ciega el
entendimiento de los incrédulos para que no les resplandezca la luz del
evangelio, una acción que no podría hacer si estuviera realmente atado en los
términos que Juan menciona. Esto es, en total inoperancia.
4. Finalmente, ¿qué quiso decir el Señor entonces con que “… ahora el príncipe de este será echado fuera” (vs. 31)? Como señala el profesor Waymeyer, los amilenaristas suelen argumentar que el verbo “echar a fuera” en Juan 12:31 es de la misma raíz que el verbo “arrojar” en Apo 20, lo que sería un argumento más para señalar que Juan 12:31-32 es la explicación de Apocalipsis 20 (Waymeyer 2020:170), sin embargo, a pesar que se trata del mismo término, hay una diferencia trascendental. Jesús usa el futuro pasivo de ἐκβάλλω (ekbállo “será echado”) que justamente, subraya la idea de ser arrojado al abismo, sin embargo, Juan en Apo. 20 usa el mismo verbo (ekbállo) pero, el aoristo indicativo como el cumplimiento profético concreto de las palabras del Señor, recuerde que Juan es un libro profético (προφητεία [profeteía]) 1:3; 19:10; 22:7, 10,18,19), algo que la teología reformada trata de pasar por alto por medio del preterismo parcial o la errada idea de la recapitulación que Sugel defiende. En otras palabras, la expresión del Señor “…ahora el príncipe de este mundo será echado fuera” no solo es proléctica, esto es, anticipa lo que ya está en marcha, sino también, se distingue radicalmente de las condiciones en que Satanás queda en la atadura del Apocalipsis.
El caso de 1 Juan 3:8
1. 1 Juan 3:8 señala “El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo”. Una lectura llana de este texto deja más que claro que deshacer las obras del diablo es algo muy diferente a ser atado de manera radical. Lo que sí nos enseña, es que con la muerte y resurrección de Cristo se ha producido un balance de poderes espirituales en el mundo, como el “checks and balances” político, pero aquí, refiriéndose al equilibrio espiritual y, de hecho, al poder superior de Dios sobre las tinieblas. Satanás sigue activo (Lc. 22:3; Jn. 1:27; Hec. 5:39), es el príncipe de este mundo (Efe. 2:2; 2 Cor. 4:4), es más, el mundo estero está bajo el maligno (1 Jn. 5:19) tiene a los incrédulos bajo su poder (Hec. 26:18), sin embargo, los creyentes debido al triunfo de la cruz, han quedado lejos de sus garras a causa del poder protector de Dios y la obra de Cristo (Col. 1:13). Lo anterior deja de manifiesto que 1 Juan 3:8 no está explicando el fin de Satanñas, sino, el poder presente bajo el que los creyentes viven y son librados de las asechanzas de Satanás (2 Cor. 1:10). Equiparlo y montarlo como interprete de Apocalipsis 20, no sólo es anti contextual, es además, una imposición al texto mismo.
2. Por último, en la cruz Cristo quebrantó el poder del Satanás y arranca a
los que se encuentran bajo su poder (Beyer 2000:187). Añade y explica el profesor
Beyer: “Las obras del diablo son en
primer lugar los pecados, (v.8a; es el padre de mentira, es el acusador, es el
engañador…) Con la destrucción de [sus] obras… el mismo queda derrotado… el
mundo era la esfera del dominio del diablo, ya está vencido (Jn. 16:33). El
diablo mismo está condenado (Jn. 16:11) y está destinado a la perdición (Jn.
12:31). Ya no tiene autoridad sobre aquellos que se confían en las manos de
Cristo (Ro. 8:1-2) … no se trata de una destrucción en el sentido absoluto. Aun falta la perfección y la ejecución del castigo del diablo (cp. Apo. 12:7ss; 20:1ss, 10, 14)” (Beyer
2000:187). De la misma manera que los pasajes anteriores, la evidencia presentada por la teología reformada
representada por las explicaciones del Pr. Sugel, son inconsistente con el
argumento. 1 Juan 3:8 aunque nos habla de Satanás, su propósito no es analógico
al de Apocalipsis 20, las diferencias son evidentes para cualquier lector que
deje hablar al texto en su sentido obvio.
Como dijimos al principio, la analogía de la fe como la tesis de los pasajes claros/oscuros pueden parecer buenos principios de interpretación, sin embargo, el ejemplo que hemos tratado revela que más que esclarecer Apocalipsis 20, son una amordaza que de hecho, anula el sentido propio de lo que Juan dice claramente sobre Satanás. Por esta razón, no se trata simplemente de reunir pasajes que tenga cierta relación, el rigor exegético requiere que esta unión sea mucho más cuidadosa y rigurosa. Para esto como se dijo anteriormente, se debe considerarse también, la teología bíblica en conjunto con una hermenéutica coherente pues ambas disciplinas nos ayudan a relacionar pasajes correlacionales de manera correcta; esto, por supuesto, incluye el sentido exegético obvio de cada versículo, como también, la naturaleza ilocutiva (la intención del autor) de cada versículo, su género y el significado que su propio sentido y contexto declaran.
Por
último, ¿quién pues determina cuáles son los pasajes “claros”, y por ende los
supuestamente “oscuros”? Como aludidos al principio, determinar el significado
de Apocalipsis 20 por medio de la teoría reformada aquí revisada, no sólo es
una manera equivocada de silenciar el texto bíblico, también es un parámetro
más subjetivo que exegético. De hecho, explicar un pasaje bastante claro como
Apocalipsis desde otros pasajes, más que ser una práctica histórica saludable,
ha llegado a ser la ruta de otros errores asociados que son propios de la tesis
reformada, nos referimos, a la espiritualización de las Escrituras. El caso de la cadena larga es un buen ejemplo que puede parecer
anecdótico, pero en la escuela reformada es realmente algo que se toma en
serio. No olvidemos que Hendriksen escribió: “El diablo no está atado en un sentido total… [Pues] un perro
atado firmemente con una cadena larga y fuerte puede hacer mucho daño dentro
del círculo de su prisión” (Mas que vencedores”, pág. 195).
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