Por J.A. Torres Q.
La pregunta
anterior no solo es legítima, de hecho, es bíblica, diríamos también, tesalonística. Lamentablemente y habitualmente, se responde
en el acto, con otra: ¿Es que acaso son dos eventos diferentes? Esta es la
pregunta más común que usted escuchará hoy
frente a esta pregunta sugerida. Quizás es la que usted ya se hizo al
ver la epifanía de este artículo en su pantalla. Es más, cuando se plantea una
distinción entre el arrebatamiento y al segunda venida, por supuesto, y
dependiendo de la presión arterial de quien esté detrás del PC (temperamento), la segunda aseveración que se suele emitir también en el acto y
que bien podría añadirse a la lista de los condicionamientos clásicos pavlovlianos
de los males de la retórica "protestante", es: “eso es dispensacionalismo”. Si usted no sufre
de esta patología novedosa tan común en el día de hoy, considere objetivamente
las siguientes líneas y corrobore biblia en mano, porqué estos dos eventos
escatológicos son diferentes no solo en esencia, sino también en el contexto y
propósito bíblico.
Cuando
el NT habla de la venida del Señor y en especial describe cómo es que los destinatarios
originales comprendían lo que llamaron la παρουσία (parusía→venidaRV60)
del Señor, no lo hacían como habitualmente el lector occidental (nosotros) hemos
llegado a distinguir. Así por ejemplo,
se habla de la primera, la segunda y una tercera venida, que es de algún modo la
acusación reformada que se hace a la escuela dispensacionalista. Muchos añaden
a esta imputación poco rigurosa que este sector cree
entonces, en una venida secreta y por ello, en una tercera venida. Solo diremos
aquí que al observar la idea del sustantivo parusía en el NT, esta no
define per se, el arrebatamiento como tampoco, la segunda venida. La
razón es sencilla, parusía es antónimo de apousia, “estar ausente”
(Fil. 2:12) y denota esencialmente, —y diríamos—
tangencialmente, la presencia de alguien. Así, Pablo se alegra por la presencia
de Estéfana (1 Cor. 16:17), así también,
se siente consolado por la presencia de Tito "en su habitación" (2 Cor. 7:6). Tiene un parecido a su cognado páreimi
“estar ahí”, o “haber venido” (cf. 1 Cor. 5:3; 2 Cor. 10:2; 11:19). Así,
parusía significa el estar presente, lo que incluye a veces el estar viniendo[1] o el
venir[2], subrayando
con ello la presencia activa de alguien. Por supuesto, como es común en los
términos del NT, este se deriva del AT, en el que la parusía de Dios no
estaba atada solo a lugares, así, se observa que Dios puede venir en sueños
(Gén. 20:3), teofanías (18:1ss), visiones o “manifestarse” en la victoria et al. (1 Rey. 19:12s; Jue. 5:4ss) (Braumann
1986III:302; Oepke 2002:773). Dicho en otras palabras, la
parusía —que también se refiere a la primera venida de Cristo (2 Ped.
1:16) la venida de hombres (1 Cor. 16:17), como del anticristo (2 Tes. 2:9)—
indica solamente la presencia tangible de alguien. Dicho esto, y referido a la
parusía escatológica de Cristo, tanto el AT como el NT cuando hablan de la
parusía (venida) de Cristo, lo definen por el tipo y las características de dicha presencia (parusía). Esto
es, lo que sucede en dicha venida y presencia. Así,
son dos los sentidos que se distinguen claramente con respecto a la venida de
Cristo y su presencia: una presencia a través de una venida judicial terrible, esplendorosa
y universalmente visible, descrita desde
al AT como el día de YHVH (Isa. 2:12-21) en el que Él vendrá no solo a castigar a Israel, sino esencialmente, a toda la
tierra; por ello, todos los linajes de la tierra harán lamentación (Apo. 1:7),
día o periodo en que los reyes de la tierra tratarán de esconderse de Él, esto es: de la
ira del Cordero (Apo. 6:15-17). Por ello
Amós grita: “¡Ay de los que desean el י֣וֹם
יְהוָ֔ה (día
del YHVH)! ¿Para queréis el י֣וֹם יְהוָ֔ה (día
del YHVH)!? Será tinieblas, y no luz” (Amo 5:18 cf.
[Isa. 27:1-13; 61:1-3; 63:1-6; Jer. 30:7ss; Ab. 1:15; Sof. 1:14-15).
Es por el conocimiento veterotestamentario que hemos mencionado que los tesalonicenses estaban angustiados y confundidos pues, pensaron que
estaban viviendo literalmente el día del Señor, el periodo de juicios revelado
tantas veces en el AT por medio de lo que los profetas concibieron como el gran
y terrible י֣וֹם יְהוָ֔ה (día
del YHVH) (2 Tes. 2:1s), cuando en realidad ya habían sido instruidos sobre
la exoneración de dicho periodo en la primera visita flash del apóstol con ellos y mayormente en
ambas cartas de Pablo (Hec. 17:1ss). Por ello, para la mayoría de ellos
el sentido de “y esperar de los cielos a su Hijo […] a Jesús, quien
nos libra de la ira venidera” (1 Tes. 1:10)
y el de que Dios no los puesto para ira (1 Tes. 5:9), trajo la confusión
que el mismo Pablo se vio en la necesidad de aclarar en su segunda epístola, en
la que les exhortó a no dejarse mover de las enseñanzas que habían recibido de
parte de él y el equipo pastoral (1 Tes. 1:1). Por lo que no debían
confundirse, por ello añade que ellos no estaban en tinieblas para que dicho
día terrible, dicho periodo sería experimentado por ellos (1 Tes. 5:4). Es en estas
referencias que sea dicho de paso, están plasmadas claramente en estas epístolas,
la parusía de Cristo por ellos en un contexto diferente. En una venida llena de esperanza, donde el mismo Pablo subraya tal tenor (1 Tes. 2:19; 3:13; 4:15; 5:23 cf. [Stg. 5:7-8; 1 Jn. 2:28; 1 Ped. 1:7, 13]), no de temor o de terror, como esperando un
rescate tipo extracción militar producto de un contexto bélico sobrenatural. El mismo
apóstol les repite: “y esperar de los cielos a su Hijo […] a Jesús…”,
añadiendo: quien nos libra de la ira venidera” (1 Tes. 1:10).
En
consecuencia, esta esperanza en la venida de Cristo incluía también, una esperanza
exonerante (1 Tes. 1:10; Tit. 2:13). De allí el giro arameo מָרַן אֲתָא (marán-ata) traducido
al griego como μαρὰν ἀθά (marán
atha) “ven Señor”[3],
uno de los primeros himnos de los creyentes de la iglesia primitiva, que fue claramente un himno de esperanza
constante en la mente de los creyentes (Fil. 4:5; Stg. 5:8; Apo. 20:22),
esperanza que estaba basada en una venida amistosa de parte de Cristo el Señor
(Apo. 3:11[4]).
Por eso notamos instrucciones novotestamentarias como la del hermano de Jesús a
los judíos creyentes: “Tened también vosotros paciencia, y
afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca.” (Stg.
1:7). De esta misma manera, Pablo escribía a los corintios. “El que no amare
al Señor Jesucristo, sea anatema[[5]].
El Señor viene.” (1 Cor. 16:22). Como podemos observar entonces, la
esperanza en la venida (parusía) de Cristo siempre fue una doctrina de
la iglesia primitiva, sin embargo, esta esperanza estaba también aferrada a una
liberación de la ira de Dios (1 Tes. 1:10). No es extraño entonces que Juan
esté en la misma sintonía escatológica de Pablo, porque justamente, ésta era la
noción apostólica de la venida de Cristo. “Por
cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de
la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para
probar a los que moran sobre la tierra.” (Apo. 3:10). Nótese que Juan
señala primero que la iglesia cristiana representada por Filadelfia (Apo. 3:7-13), sería librada de: la
hora de la prueba, sobre “todos” los que moran en la tierra, que en la visión profética de Juan, experimentan los juicios divinos, como lo llamó el mimos Señor: la gran tribulación (Mt. 24:29) que culmina justamente, un periodo de juicios terribles sobre los moradores de la tierra que aun se vislumbran desde el AT como receptores de la ira de Dios (cf. Isa. 24:1, 5; 51:6; Jl. 2:1; Apo. 3:10; 8:13; 9:20-21; 11:10; 13:8-18; 16:10-11; 17:8). No
se dice “en” la ira, o “durante” la ira,” que es la ira escatológica de Dios, sino, te guardaré (teréo) o preservar→ ἐκ τῆς ὥρας τοῦ πειρασμου (ék
tñs jóras tũ peirasmu)→ “de la hora del prueba”, con la preposición ἐκ (ék) que
describe la idea de ser sacados de. Esto es, el Señor promete sacar (preservar) a los suyos
en dicho tiempo de juicios (prueba) descritos desde el AT y explicados por Juan
claramente desde el capítulo 6 de Apocalipsis (6:1ss),
hasta justamente, la segunda venida del Señor en el capítulo 19, donde
vemos que antes de esta parusía final (segunda venida), la gran multitud salvada en Apo.
5:9 que fue removida de la tierra antes de los terribles juicios (Apo. 6-18),
alaban a Dios en el cielo, antes de la venida del Señor con gran poder y
gloria.
Entonces,
¿dos venidas de Cristo, una secreta otra visible? Mejor es preguntar: ¿Qué
esperamos los creyentes, la segunda venida o el arrebatamiento? Pablo ya
respondió a esta pregunta señalando: “Porque no nos ha puesto Dios para
ira, sino para alcanzar salvación por
medio de nuestro Señor Jesucristo”, habiendo añadido también que, debemos:
“…esperar de los cielos a su Hijo […] a Jesús…”, añadiendo:
“…quien nos libra de la ira venidera” (1 Tes. 1:10). ¡Esta fue la esperanza de la iglesia en
Tesalónica (primitiva) la nuestra también! Por eso decimos con Pablo maranata.
Datos bibliográficos
Oepke,
Albrecht 2002. Art: “παρουσία” En: Kittel, G.
& Friedrich, G. (eds.) 2002. Compendio del
Diccionario Teológico del Nuevo Testamento. Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 771s.
Braumann, Georg 1986. Art. “παρουσία” En: Coenen, Lothar & Erich, Beyreuther et al 1985. Diccionario Teológico Del Nuevo Testamento, Volumen III.
Salamanca (España): Sígueme. 299ss.
Vine, W.E. 2007. Diccionario
Expositivo de palabras del Antiguo y Nuevo Testamento exhaustivo.
Nashville, TN: Caribe.
Torres, J.A. 2016. Material de estudio: Comentario exegético,
escatológico, pastoral y homilético de 1 y 2 a los tesalonicenses. Under construction.
[1] Participio
de erjomai et al.
[3] O,
el Señor está viniendo.
[4] “He
aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.”
[5]
Entregado al peor juicio que puede haber, la ira de Dios.
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