Por J.A Torres Q
Si hablas con alguien acerca del dispensacionalismo, y
mayormente, si es un crítico al respecto, la pregunta que puedes hacerle antes
de todo es, ¿qué otra acusación tienes acerca del dispensacionalismo?
Históricamente el dispensacionalismo ha sido conocido más por las calumnias
asociadas, que por su tesis. El caso de A.W. Pink (1886-1952) es un ejemplo de
lo anterior. Y sin duda, la mayoría de los cristianos de hoy conoce las facetas
“pías” de Pink, especialmente en sus excelentes títulos como “La soberanía de
Dios” y “los Atributos de Dios”, sin embargo, la “caballerosidad” de un hombre
de Dios, no solo se manifiesta en la manera en que expone verdades doctrinales
consensuales, sino también, en cómo trata a otros creyentes que no comulgan con
“nuestras interpretaciones”.
En este sentido, A.W. Pink no fue muy caballeroso
con los dispensacionalistas de sus días. Aun más, claramente cayó en lo que se
llamó después en el periodismo secular como crítica amarillista. En este
sentido, el lado arisco de Pink se ve claramente en su libro
“Dispensacionalismo refutado” escrito originalmente el año 1934 que revela
claramente imprecisiones de lo que siempre fue el espíritu del
“Dispensacionalismo bíblico”, pero también, falacias de relación (Bullinger) y
la típica diatriba nefasta de quienes simplemente, y, a falta de argumentos
válidos echan mano de cualquier argumento que se tenga a la mano, no importa si
ello es falso, nefasto o calumniador. Por ejemplo, Pink de manera gradual
empieza diciendo en su libro —y aludiendo al dispensacionalismo— que “…los
venenos no alimentan, y tampoco la refutación del error es de edificación al
alma” (pág. 9).
Así, y en esta misma página añade que su propósito
no es tratar los problemas de esta escuela, añadiendo que: “…ni tampoco
examinar en detalle las salvajes conclusiones que han sido extraídas a partir
de postulados tan endebles.” (pág. 9). Nótese, “venenos”, “salvajes”
conclusiones. Sin embargo, y sin rodeos Pink no duda añadir a lo anterior el
epíteto de “falsa enseñanza” y “terrible mal”. En estas líneas además Pink no
dudó de censurar una falsa preocupación de los teólogos dispensacionalistas de
sus días sobre las ideas de los críticos alemanes (alta crítica) pero, y a
reglón seguido, juzgando tal preocupación del pietismo dispensacional como un
engaño, su frase para calificar lo anterior es literalmente como sigue: “¡Que
astuto que es el diablo!” (pág. 18) añadiendo: «Sin embargo, la realidad
es que en los efectos producidos, la labor de los “dispensacionalistas” ha sido
tan subversiva para la fe como lo fue la de los “altos críticos”» (pág.
18).
Bueno, basten estas líneas (ya viene el artículo
completo) para demostrar algo común en algunos —no todos, por supuesto— autores
reformados, la falta de rigurosidad, honestidad y de hecho, la constante
caricaturización deshonesta acerca de lo que es el dispensacionalismo en su
propuesta bíblica. La lista de acusaciones de hecho, incluye imputaciones como
que el dispensacionalismo surgió de Marción (siglo II), que está ligado al
Mormonismo, a los Testigos de YHVH, te lleva al arminianismo, que tiene varias
formas de salvación, quizás 7, dicen algunos, entre otras calumnias más. Pese a
todo esto, obras como la de Michael Vlach (“Dispensacionalismo, Creencias
Esenciales y Mitos comunes” 2015) han venido a ser no solo notables por la
manera de abordar el tópico (con respecto, mesura y rotundidad) sino también un
gran acierto apologético para desmontar toda esta gama de mitos y acusaciones
falsas que de hecho aún usted puede escuchar hoy en boca de varios pastores
reformados jóvenes impetuosos que han seguido la misma ruta amarillista. Y por
cierto, el libro de Pink se llama, “Dispensacionalismo refutado”, pero, como
verá cualquier lector objetivo que conozca el tópico y el dispensacionalismo
bíblico, lejos de haber logrado lo prometido, el libro es simplemente una
constante diatriba de argumentos inconexos, poco rigurosos y por algunos
momentos simplemente una catarsis literaria emocional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario