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jueves, 27 de septiembre de 2018

Análisis del libro: “La Biblia y el Futuro”, de Anthony A. Hoekema. Capítulo VI: “La tensión entre el ya y el todavía no.” Parte I.


Por J.A. Torres Q.


Introducción

El concepto del “ya” y el “todavía no”, no es un concepto herético, sin embargo, solo tiene sentido “escatológico” en la jerga amilenarista como un paradigma  necesario derivado de la idea antecedente de una “era presente” y la “era porvenir.” Así Hoekema señala: “El reino de Dios solo puede ser entendido a la luz de esta tensión siendo una realidad presente y a la vez futura.” (Hoekema 2008:84). 

Antes de seguir estas líneas es bueno recordar cuál es la perspectiva general del amilenarismo respecto el reino y lo que es el “amilenarismo”. Una buena definición aun reconocida por los  teólogos amilenaristas, es la del premilenarista John Walvoord.

Amilenarismo: “Su carácter más general es el de la negación de un reino de Cristo literal sobre la tierra. Se considera a Satanás atado en la primera venida de Cristo. La presente era entre la primera y segunda venida es el cumplimiento del milenio. Sus adeptos están divididos en cuanto a si el milenio se está cumpliendo ahora sobre la tierra (Agustín) o si está siendo cumplido por los santos en el cielo (Kliefoth). Estaría resumido en la idea de que no habrá más milenio del que hay ahora, y que el estado eterno se inicia inmediatamente después de la segunda venida.” (Walvoord en Benware 2010:115).

Ahora bien, si usted observa nuevamente la definición de amilenarismo anterior comprendiendo sus implicancias, podrá constatar que la creencia amilenarista es una negación de cabo a rabo. Nótese bien: 

Se niega  un reino de Cristo literal sobre la tierra, y de allí
Se niega  una tribulación de siete años
Se niega  un arrebatamiento pretribucional

         Por lo anterior nuevamente recalcamos que, no podremos comprender del todo al amilenarismo, si no tenemos presente el pivote sobre el cual gira toda la interpretación escatológica de esta escuela. Téngase nuevamente presente entonces, el siguiente paradigma hermenéutico en el que descansa no solamente el “ya”, pero “todavía no”, sino que además, todo el sistema amilenarista “hermenéutico”  en sí. En palabras[1] del teólogo amilenarista Kim Riddlebarger, supuestamente:  

“…los escritores del Nuevo Testamento espiritualizan las profecías del Antiguo Testamento aplicándolas en un sentido no literal…”

         Es por este paradigma intrínseco de la hermenéutica reformada que tanto Hoekema como Riddlebarger, Berkhof, Grau y cualquier otro amilenarista, cree sinceramente que todo lo referente a las profecías escatológicas veterotestamentarias se deben “espiritualizar”, así, el “ya”, pero todavía “no”, es parte de toda esta estructura que el laico amilenarista evoca feliz y orgulloso, y esto, aunque aun esto surja y se encause a través  de una interpretación espiritualizada de las profecías.  Es evidente que algo sucede en el pensamiento amilenarista al llegar al Nuevo Testamento, algo inconsistente, algo que dentro de dicho esquema tiene más peso que una hermenéutica coherente pues, ¿por qué este rebote hermenéutico que arbitrariamente reinterpreta no solo enseñanzas tan claras del AT como del NT atropellando con ello incluso libros enteros como el Apocalipsis? 


Puede que el catecúmeno amilenarista aun no se percate de estas inconsistencias, sin embargo aun para los amilenaristas convencidos profecías como  Isaías 65:17-25 sigue siendo un pasaje que reclama justicia debido a los variados matices alegóricos que la hermeneutica amilenial ha generado con este cuando en términos proféticos teológicos, es una de las profecías del AT más claras y descriptivas acerca del reino mesiánico terrenal que de hecho Juan de acuerdo a la revelación progresiva señala es el reino del mil años de Cristo (Apo. 20). Sin duda esta profecía dicho sea de paso, presenta un problema continuo no menor para la hermenéutica amilenarista de las dos etapas que incluye de facto una negación  de un estado intermedio entre la segunda venida y el estado eterno, el reino terrenal del Señor Jesús.

17  Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra;  y de lo primero no habrá memoria,  ni más vendrá al pensamiento. 18  Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado;  porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría,  y a su pueblo gozo. 19  Y me alegraré con Jerusalén,  y me gozaré con mi pueblo;  y nunca más se oirán en ella voz de lloro,  ni voz de clamor. 20  No habrá más allí niño que muera de pocos días,  ni viejo que sus días no cumpla;  porque el niño morirá de cien años,  y el pecador de cien años será maldito. 21  Edificarán casas,  y morarán en ellas;  plantarán viñas,  y comerán el fruto de ellas. 22  No edificarán para que otro habite,  ni plantarán para que otro coma;  porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo,  y mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos. 23  No trabajarán en vano,  ni darán a luz para maldición;  porque son linaje de los benditos de Jehová,  y sus descendientes con ellos. 24  Y antes que clamen,  responderé yo;  mientras aún hablan,  yo habré oído. 25  El lobo y el cordero serán apacentados juntos,  y el león comerá paja como el buey;  y el polvo será el alimento de la serpiente.  No afligirán,  ni harán mal en todo mi santo monte,  dijo Jehová.” (Isa. 65:17-25 RV60). 

 Nótese entonces y, a manera de resumen, lo que enseña llanamente el profeta Isaías en concordancia con toda la perspectiva veterotestamentaria del reino mesiánico terrenal al respecto. Primero, es Dios mismo el garante de este escenario terrenal, claramente el texto lo señala con la cláusula autoritativa veterotestamentaria acostumbrada: así dijo Jehová el Señor” (Isa 65:13 cf. [65:1, 6, 8, 13,17*]). Segundo, Dios añade a través del profeta: “Yo, crearé nuevos cielos y nueva tierra”, y, “nuevos cielos”, y “nueva tierra” (65:17) son locutivamente: nuevos cielos y nueva tierra de la misma manera que Pedro lo entendió junto a los creyentes de la iglesia primitiva que esperaban según éstas promesas “…cielos nuevos y tierra nueva”,  en los cuales,  morará la justicia (2 Ped. 3:13). Tercero,  dicho escenario terrenal, está determinado en su propósito pactual, para la alegría y gozo de Jerusalén: el pueblo de Dios (65:18). Cuarto, no habrá en dicho estado, muertes prematuras, infanticidio o muertes a temprana edad incluyendo aquí, a los ancianos. Básicamente, habrá plenitud y larga vejez a lo menos, hasta los cien años (Isa. 65:20). Quinto, los benditos de YHVH, los descendientes de este linaje, edificarán sus casas y morarán en ellas con gran tranquilidad, paz, productividad y estabilidad. Además, entre otras bendiciones, Dios les responderá en el acto cuando clamen (65:21-24). Sexto, “el lobo y el cordero” apacentarán juntos, así también el “león” y el “buey”, (65:25). Dicho de otro modo, será una era terrenal holística de paz y armonía sin parangón alguno en la historia de la humanidad. Sin embargo, y como ya mencionamos, todo esto representa un problema para la idea amilenarista, esto es, no encaja en el modelo de las dos era, y claramente quita consistencia al “ya”, pero “todavía no”. Entonces, ¿qué han hecho los teólogos amilenaristas al respeto? Note nuevamente la premisa amilenarista aquí, que literalmente, y, mire por donde se mire,  reemplaza el  así dijo Jehová el Señor”, por el así dice la hermenéutica amilenarista. Los énfasis son nuestros.

“Considero que una interpretación alegórica de este pasaje no solamente se ajusta bien al resto de la Escritura sino que nos brinda un mejor entendimiento de las palabras del profeta, especialmente si mantenemos la idea de que esta es una profecía que cubre dos etapas de la nueva creación, el reino intermediario, antes de la venida de Cristo y el reino eterno que se ha de manifestar después de su venida.”[2] (Jorge L. Trujillo).  

«…los versículos 17-20 de Isaías 65 están compuestos de dos poemas. El primero es un poema de la nueva creación (v. 17-18b), el segundo es un poema sobre la ciudad y su pueblo (v. 18c-20). Como Motger nos dice: "Todo este pasaje de Isaías usa los aspectos de la vida presente para crear impresiones de la vida que aún está por venir [Estado eterno]  […]  Cosas que no tenemos una capacidad real para entender sólo se pueden expresar a través de cosas que sabemos y experimentamos.  "(Motyer, La profecía de Isaías, 530). En otras palabras, las metáforas se utilizan para cosas que no podemos, ni Isaías pudo comprender completamente. La estructura poética ciertamente apunta en esa dirección.»[3] (Kim Riddlebarger)

«Esto no puede estar hablando del cielo, ni de un tiempo después del fin del mundo; porque en estos “nuevo cielo y nueva tierra” todavía hay muerte (a muy avanzada edad – “los días de los árboles“), la gente construye, planta, trabaja, y tiene hijos. Podríamos pasarnos el resto de este capítulo examinando las implicaciones de este pasaje de Isaías, pero lo único que quiero subrayar aquí es que es claramente una declaración para esta eraantes del fin del mundo, y muestra lo que pueden esperar las futuras generaciones a medida que el evangelio penetra en el mundo, restaura la tierra a la condición de paraíso, y hace fructificar las metas del reino. Isaías está describiendo las bendiciones de Deuteronomio 28 en lo que es probablemente el mayor logro terrenal. Por eso, cuando Juan nos dice que vio “un cielo nuevo y una nueva tierra”, debemos reconocer que el significado principal de esa frase es simbólico, y tiene que ver con las bendiciones de la salvación.»[4] (Carlos Alberto Paz

Como usted lee, se trata de una alegoría, de simplemente un par de poemas, incluso, de metáforas o incluso, de un lenguaje simplemente simbólico. Pero, y antes de notar las últimas líneas de esta primera parte, ¿cómo interpreta Hoekema este pasaje? Hoekema no siempre enuncia sus ideas de manera clara, a veces —de acuerdo a lo que hemos notado—  sobrevuela algunos aspectos relativos a la hermenéutica  amilenarista, dando respuesta por cierto, concretas, pero sin mayores explicaciones. Ahora, y aunque sí, habla de este pasaje en el libro, para poder comprender bien lo que ha escrito, debemos seguir con atención el hilo de sus comentarios, porque al parecer,  deja ver en algunas líneas un aparente acuerdo con la idea de una reino terrenal. Sin embargo, no, no es así. Note entonces cómo Hoekema  —como  los autores amilenarista citados anteriormente—  literalmente usa del malabarismo propio de este sistema en el pasaje,  para darnos otra ingeniosa  interpretación amilenarista al respecto.   

La tierra ha sido, además, involucrada en los males que el pecado ha ocasionado. Existe una interrelación entre la naturaleza y la vida moral del hombre; por tanto, la tierra ha de compartir también la redención final de Dios.  Esta esperanza futura respecto a la tierra se refleja también en Isaías 65:17: Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra, y de 10 primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento (cf. 66:22)… (Hoekema 2008:23).

…Isaías 65:17-25 asimismo debe ser entendido como una descripción del estado final de los redimidos; nótense particularmente las palabras del versículo 17: "Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria ni más vendrá al pensamiento”. (pág. 204)

…Debemos admitir que éste es un texto muy difícil de interpretar. ¿Nos está diciendo aquí Isaías que habrá muerte sobre la nueva tierra? Opino que este no puede ser el significado, a la luz de lo que se ha dicho en el versículo 19: "Nunca más se oirán en ella [en la Jerusalén que se describe] voz de lloro ni voz de clamor". ¿Puede uno imaginarse una muerte no acompañada de lloros? Es significativo que en 25:8, Isaías predice con toda claridad que no habrá muerte para el pueblo de Dios en el estado final, vinculando esta predicción con la promesa de que no habrá más lágrimas: “Destruirá [el Señor de los ejércitos] a la muerte para siempre; y enjugará el Señor toda lágrima de todos los rostros”:  A la luz de lo antedicho, llego a la conclusión que en 25:20, Isaías está describiendo en lenguaje figurativo el hecho de que los habitantes de la nueva tierra vivirán vidas de una longitud incalculable. Las primeras dos cláusulas del versículo nos dicen que sobre esta tierra nueva no habrá mortandad infantil, y que la gente anciana no morirá antes de haber completado las tareas de su vida (en otras palabras, no serán quitados prematuramente, como sucede con frecuencia en la tierra presente). A la tercera cláusula la traducirían como lo hace la NBE, "Pues será joven el que muera a los cien años"... Dado que la palabra traducida pecador en la última cláusula significa alguien que ha errado al blanco, nuevamente preferiría la lectura de la NBE "y el que no los alcance se tendrá por maldito". No se sugiere aquí que habrá sobre la tierra quien no llegue a los cien años. A favor de esta interpretación del versículo 20 están las palabras del versículo 22: "Porque los años de mi pueblo serán los de un árbol, y mis elegidos podrán gastar lo que sus manos fabriquen" NBE. Este pasaje, por lo tanto, no requiere ser interpretado como una descripción del milenio, sino que tiene buen sentido cuando lo entendemos como un retrato inspirado de la nueva tierra por venir [Estado eterno]. El versículo 25 indica que no habrá violencia sobre esa nueva tierra: "No afligirán, ni harán mal en todo mi santo monte, dijo Jehová".» (Hoekema  2008:230-231).

Así es, sin anestesia hermenéutica, se trata del estado eterno. No hay por lo tanto un reino mesiánico terrenal previo al estado eterno. Al observar todas estas interpretaciones de Isaías 65:17-25 uno no puede dejar de sorprenderse, —quizás a esta altura ya no tanto— no solo respecto el crisol malabérico de los teólogos reformados a la hora de interpretar lo que Dios a través del profeta determinó tan llanamente. Dicho de otro modo, Dios dijo, pero el amilenarismo alegoriza, espiritualiza, poemitiza, metaforiza o  simplemente reinterpreta según lo requiera y exija la estructura. Por todo lo anterior, es casi irrisorio tomar en serio estas interpretaciones y aun, la excusa amilenial de "creemos sinceramente no es literal" sin ver que en el fondo el sacrificio de la hermenéutica está por encima de la misma hermenéutica, en obediencia a una cuestión simplemente de ad antiquitatem agustiniano. 

Primera parte
Entendiendo el “ya y el todavía no”

Ahora, para entender este concepto y de hecho, su necesidad en la hermenéutica amilenarista, debemos comprender que la idea del “ya” y el “todavía no”, tiene que ver con el “ya” y el “todavía no” del reino. Pero, desde la perspectiva del “reino” amilenarista. Así, el aparentemente  inocuo “ya” y “todavía no”, es no solo una frase popular amilenial, forma parte integral del cancionero escatológico reformado, en palabras de Hoekema:

«…lo que caracteriza específicamente a la escatología del Nuevo Testamento es una tensión subyacente entre el “ya” y el “todavía no.” […] El Reino de Dios sólo puede ser comprendido a la luz de esta tensión… […] “La verdad es que es imposible entender la escatología del Nuevo Testamento fuera de esta tensión. La tensión entre el “ya” y el todavía no.” […] Al contrario de lo que algunos opinan, esta tensión entre el “ya” y el “todavía no” se encuentra también en el libro de Apocalipsis…» (Hoekema 2008:84s).

Claramente el “ya”, pero “todavía no”, es no solo necesario para la hermenéutica amilenarista, llega a ser una camisa de fuerza hermenéutica para el novato amilenarista. Pero, ¿es realmente un concepto “bíblico”, un concepto teológico escritural? Respondemos: mayormente es un concepto espiritualizado  que responde justamente, a una secuencia espiritualizada  interpretativa de la profecía. Así, el “ya” puede ser sin duda compartido por otras escuelas escatológicas como el posmilerarismo y también, el premilenarismo, sí, pero, el “todavía no”, claramente es perentorio para sostener toda la idea y esperanza  amilenarista. En efecto, la esperanza de esta escuela no es esperar de los cielos a su Hijo, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera escatológica (1 Tes. 1:10; 5:4, 9,23; 2 Tes. 1:6-12; 1 Ped. 1:5; 2 Ped. 3:1-11; Tit. 2:13; Apo. 1:7-8; 3:10; 6-18), para estar siempre con el Señor (1 Tes. 2:19; 4:17), que de acuerdo a la esperanza  de la iglesia novotestamentaria (1 Tes. 4:18;5:8) es ser arrebatados por el mismo Señor e ir con él al cielo (Col. 1:15; 1 Ped. 1:3s; Heb. 11:13-16; 2 Ped. 3:10-13) mientras sus juicios profetizados desde el AT (yon YHVH) y detallados llanamente en el NT (Apo. 6-19), son llevados a cabo en la tierra de acuerdo a Su plan eterno. 

Sin embargo,  mientras el NT deja ver claramente esta esperanza, la esperanza en el esquema amilenarista es el salto directo al “estado eterno” posterior a la segunda venida. Ahora, y por todo lo anterior nuevamente preguntamos: ¿es realmente el concepto escatológico de dos etapas realmente un concepto escatológico novotestamentario?  ¿Es el “ya”,  “pero todavía no”, un concepto teológico transversal al cristianismo protestante o solamente es otro paradigma derivado de la espiritualización hermenéutica amilenarista?  Ya hemos mencionado algo acerca de la idea de dos etapas (la era presente, la era porvenir); pero, con respecto a la segunda pregunta debemos decir claramente que sí,  el “ya”,  “pero todavía no”, es eso, y reiteramos: otro paradigma derivado de la espiritualización hermenéutica amilenarista. Pero, ¿qué implica? Como ya hemos observado, este paradigma es claramente necesario para el esquema amilenarista, de tal manera que incluye —según Hoekema— seis aspectos que se derivan de ello. A saber:

1.    Caracteriza lo que comúnmente denominamos las “señales de los tiempos.”
2.    Que la iglesia se encuentra en esta tensión.
3.    Que es un aliciente para la una vida cristiana responsable.
4. Que es una imagen que tenemos de nosotros mismos deberá reflejar esta tensión.
5.    Que esta tensión nos ayuda a comprender el papel del sufrimiento en la vida de los creyentes.
6.    Y que nuestra actitud hacia la cultura está relacionada con esta tensión.

         Ahora bien, si el concepto que estamos analizando es relevante para la escatología amilenial, ¿en qué grado lo son estas conclusiones que Hoekema presenta aquí? Pues bien, para no ser demasiados extensos, analizaremos lo que nos queda en un próximo artículo. Mientras tanto, no olvide el paradigma que hace de toda la perspectiva escatológica amilenarista lo que es: la espiritualización de la profecía, uno de los puntos más débiles y cuestionables de esta escuela. 





Bibliografía 


Gromacki, Robert  2018. El Espíritu Santo y La Escatología. Internet URL:
Hoekema A. Anthony 2008. La Biblia y el Futuro. Grand, Rapids, MI: Desafío.
Wuori Scott 2016. Conceptos del Amilenialismo: el ya y el todavía no. Internet URL: https://www.youtube.com/watch?v=N3-JTYR2jc0



[1] La cita en su contexto es como sigue: “Si los escritores del Nuevo Testamento espiritualizan las profecías del Antiguo Testamento aplicándolas en un sentido no literal, entonces el pasaje del Antiguo Testamento debe ser visto a la luz de esa interpretación del Nuevo Testamento, no viceversa.” (en “A Case for Amillennialism”, 2003).
[2] Cielos Nuevos y Tierra Nueva "Isaías 65" Internet URL:
[3] “Isaías 65:17-25 uma pedra no sapato do pré e pós-milenismo”. Internet URL:
[consultado el 27.09.2018].
[4] “Nuevo cielo y nueva tierra, la nueva creación”. Internet URL:
[consultado el 27.09.2018].


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