Por J.A. Torres Q.
No hay dudas, es uno de los pasajes
más difíciles del AT, y por supuesto, no se trata de diferencias entre
ortodoxos y herejes, sino, entre hermanos que de algún modo puntual, ven la profecía
de modos diferentes. Sin embargo, encontramos allí varias cuestiones claras al
leer esta extensa porción del profeta Ezequiel. Que describe un tiemplo en
visión (Eze. 40:1-4, 24, 28, 48), se menciona reiteradas veces (41:1, 15, 21,
23, 25; 42:8). Se trata de un templo. ¿Simbólico,
literal? El lector honesto de Ezequiel 40-48 puede corroborar por sí mismo, y,
por supuesto, basado en una interpretación histórico gramático literal que un
templo simbólico no tiene lugar en la profecía descrita por Ezequiel. No fue la
descripción del templo de Herodes, tampoco el templo que será profanado en la
tribulación (cf. Dan. 9:27; Mt. 24:15ss; Mr. 14:27ss; Lc. 21:20ss; 2
Tes. 2:2s), se trata de uno superior;
uno que no ha tenido existencia ni parangón escritural hasta el día de hoy. Aun
David E. Holwerda —profesor reformado— señala: “Ezequiel profetiza un templo
futuro lleno de la gloria del Señor, el cual promete morar en medio de su
pueblo para siempre (Ezequiel 43 43:5,7)” (Holwerda 2000:76).
Y añade Holwerda:
«Las visiones dadas a Ezequiel no concluyeron
describiendo destrucción, sino con la visión de un esplendido futuro, de un
templo perfecto en medio de una ciudad perfecta. Este templo ideal en el
futuro de Israel se llenará de la gloria de Dios, y el habitará “entre los
israelitas para siempre”» (Holwerda 2000:68).
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Es evidente
para el lector honesto Ezequiel
describe claramente un templo en detalle[1]. Randall Price añade,
detallando Ezequiel: 318 medidas precisas del templo (Price 2014:133).
Pero, e insistimos: ¿no fue el templo de Herodes el cumplimiento de la profecía de Ezequiel?
Hasta ahora no ha habido nada parecido en la época de los apóstoles como en la
época posterior a la era cristiana. El
propio Holwerda señala aquí también: “La
visión de Ezequiel en cuanto a un templo o monte ideal nunca se cumplió en
forma literal en la historia de Israel. El
segundo templo construido después
del regreso del exilio, carecía de la gloria mencionada en la visión de
Ezequiel […] en los tiempos de Jesús, pese a que Herodes había renovado y
expandido bastante el segundo templo, nadie en el judaísmo osaba identificar
este templo con las promesas del Antiguo Testamento.” (Holwerda
2000:68). Pero, ¿realmente está escrito, hay otros antecedentes en el AT acerca
de la presencia futura de un templo divino en el que todos los pueblos se
congregarán? Jesús se refirió a ello
también; citando a Isaías señaló: “¿No
está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Mas
vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.” (Mr. 11:17 cf. [Mt.
21:13]). No solo Ezequiel profetizó la
presencia de un templo en el futuro, otros profetas también revelaron dicha predicción.
Jl. 3:18 מִבֵּ֤ית יְהוָה֙
→ “la
casa de YHVH”
cf. (Jl. 1:9).
Isa. 2:3 אֶל־בֵּית֙ אֱלֹהֵ֣י → “a la casa de Dios”
Isa. 60:13 לְפָאֵר֙ מְק֣וֹם מִקְדָּשִׁ֔י→ “para adornar mi
santuario”)
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En todos los ejemplos anteriores, el término בַּיִת (bayit) se refiere a un edificio[2] (casa, palacio, sala, morada[3]), pero también, a lo que entendemos es un “templo”, teniendo también, una extensión semántica
relativa a una familia real o dinastía particular (cf. Gén. 17:27; 50:4;
Éxo. 1:21; Pro. 24:27; 1 Rey. 12:26).
Así también, el profeta Daniel describiendo eventos escatológicos relativos
al mesías, señaló וְלִמְשֹׁ֖חַ
קֹ֥דֶשׁ קָֽדָשִֽׁים→ “y para ungir
el lugar santísimo” (Dn. 9:24 LBLA). Hageo,
refiriéndose a la casa, al lugar físico que incluye el templo, escribió y en
plena construcción del templo: “...y llenaré de gloria esta casa…” (Hag. 2:7,7). Pero,
con un claro énfasis escatológico ajeno a su contexto histórico,
incluyendo aspectos apocalípticos previos (“y haré temblar a todas las
naciones…” Hag. 2:7), así, y a reglón seguido añadió: “y llenaré de
gloria esta casa… la gloria postrera de esta casa será mayor” (Hag.
2:7,9). Claramente Hageo vislumbró la existencia de un templo futuro; por supuesto, un lugar físico que no ha visto
comparación en la historia humana, lo cual se subraya por el hecho de que en tal templo, —y siendo
honestos con el texto— aun también, habrán sacrificios. Que, “serán aceptos…” (Isa. 56:6,7). “Serán ofrecidos con agrado
sobre [el] altar…” (Isa. 60:7). En palabras de Zacarías:
“16
Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra
Jerusalén, subirán de año en año para
adorar al Rey, a Jehová de los
ejércitos, y a celebrar la fiesta de
los tabernáculos. 17
Y acontecerá que los de las familias de la tierra que no subieren a
Jerusalén para adorar al Rey, Jehová
de los ejércitos, no vendrá sobre
ellos lluvia. 18 Y
si la familia de Egipto no subiere y no viniere, sobre ellos no habrá lluvia; vendrá la plaga con que Jehová herirá las
naciones que no subieren a celebrar la fiesta de los tabernáculos. 19 Esta será la pena del pecado de
Egipto, y del pecado de todas las
naciones que no subieren para celebrar la fiesta de los tabernáculos. 20
En aquel día estará grabado
sobre las campanillas de los caballos: SANTIDAD A JEHOVÁ; y las ollas de la casa de Jehová serán como
los tazones del altar. 21 Y toda olla en Jerusalén y Judá será
consagrada a Jehová de los ejércitos;
y todos los que sacrificaren vendrán y tomarán de ellas, y cocerán en ellas; y no habrá en aquel día más mercader en la
casa de Jehová de los ejércitos.” (Zac. 14:16 RV60 cf. [Jer. 33:18]).
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“…y todos
los que sacrificaren vendrán y tomarán de ellas, y cocerán en ellas…” (Eze. 14:21), no es
poesía. Ni un circunloquio profético. Aunque esto incluye un “dilema” teológico,
es lo que señala el texto. Dejando las
respuestas a esta dificultad hermenéutica para otro post, el quid del asunto aquí es comprender
cómo la teología reformada aborda Ezequiel 40-48.
En términos
concretos la teología reformada no ve un
futuro templo en la descripción profética de Ezequiel detallada con clara precisión en dichos ocho
capítulos. Pero más que no ver un templo allí, lo que hace la hermenéutica
reformada es reinterpretar tal profecía por razones de “esquema”. Así, el templo literal que describe Ezequiel
es en realidad una “piedra” molesta
para la viga maestra escatológica de la
interpretación reformada. De allí que toda interpretación llana premilenarista
de esta profecía (y otras),
habitualmente sea acusada de “literalismo estricto” porque justamente,
ignora el esquema reformado pre-concebido. Ahora, ¿cuál es esta viga maestra?
El punto aquí es comprender cuales son los
argumentos que la interpretación reformada
usa para evadir y negar el sentido llano de tales oráculos acerca del templo revelado
a Ezequiel, a quien Dios reveló con
expresa orden (“Cuenta todo lo que ves a la casa de Israel” Isa. 40:4c).Cabe
destacar —como ya lo aludimos— que no es
solamente Ezequiel quien vislumbra un futuro templo, profetas como Jeremías, Joel, Hageo e
Isaías también claramente concibieron un templo escatológico. Notemos entonces, cómo
y cuáles son los argumentos reformados que se usan habitualmente para negar la
realidad del templo futuro de Dios revelado en Ezequiel 40-48.
Tocante
a estos capítulos Anthony Hoekema escribe:
“Es obvio que estos capítulos describen un glorioso futuro para los
israelitas que están en cautiverio durante el tiempo en que Ezequiel escribe.
Este futuro es descrito en términos de un ritual religioso que los israelitas
conocían […] Los detalles respecto al templo y a los sacrificios deben ser
entendidos de un modo no literal sino figurativo.” (Hoekema 2008:231s). Robert B. Strimple dice que es una tipología
de Cristo, el verdadero templo. Todo lo que representa el templo, está
entonces cumplido en Jesucristo (Mt. 12:6; Jn. 2:19-22) (Strimple en Bock
ed. 2017:104, 105). Figurativo, metafórico (tipológico), es la idea de
Ezequiel según Hoekema y Strimple.
David E.
Holwerda, ingeniosamente añade: “Ezequiel profetiza un templo futuro lleno
de la gloria del Señor, el cual promete morar en medio de su pueblo para
siempre (Ezequiel 43 43:5,7). El evangelio anuncia a uno en quien la gloria de
Dios se encarna y habita entre su pueblo (Juan 1:14) […] Dios habita en Jesús y
en nosotros (Juan 14:23), y la realidad del templo de Ezequiel existe por todo
el mundo.” (Holwerda
2000:76). Sin embargo, esta nos es la
conclusión de Holwerda, aun el mismo, —y antes de explicar la interpretación de
Ezequiel 40-48 (pág. 76)— reconoce la tensión que su interpretación incluye señalando
incluso el mismo que, a más de alguno puede parecerle sorpresiva distorsión de la profecía de
Ezequiel. Sin embargo, Holwerda sigue
adelante señalando en un silogismo
sutil, lo siguiente:
“Jesús y la gloria del templo de Ezequiel. El
evangelio de Juan anuncia a uno en quien la gloria de Dios se encarna y
habita entre su pueblo (Juan 1:14). Ciertamente existe una concesión. Si la
razón por la que el templo del Antiguo Testamento existe es solo para
expresar el deseo de Dios de morar con su Pueblo (Isaías 66:1s).” (Holwerda
2000:76).
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Un par de líneas más abajo, Holwerda
añade:
“Dios
habita en Jesús y nosotros (Juan 14:23), y la realidad del templo de Ezequiel
existe por todo el mundo.” (Holwerda 2000:76).
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¿Logró captar
la explicación de Holwerda? No hay templo. No hay templo literal. Se trata de
uno templo “simbólico” ya presente que está en todo el mundo. ¿En la iglesia?
Antes de concluir lo anterior, dejemos que el propio Holwerda responda. Así, y
a reglón seguido, leemos:
“Dios ha cumplido su promesa… la veracidad de
Dios queda demostrada en su fidelidad al cumplir sus promesas del pacto. Dios
prometió que él habitaría con su pueblo, y Jesús es la demostración encarnada
que Dios es fiel en cumplir sus promesas del pacto… el cuerpo de Jesús es el
nuevo templo porque él es el lugar tanto de expiación como el de la presencia
de Dios […] Jesús es la gloria del templo de Ezequiel, una verdad revelada en la encarnación…” (Holwerda
2000:76).
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Así es, no hay
templo. Ezequiel de algún modo se refería a Cristo, no a un edificio o palacio
real divino. Él —según Holwerda— es el
templo. Pero aún más, no solo Cristo es el templo, también lo es
la comunidad, se cita aquí 1 Cor. 3:16ss, 2 Cor. 6:17-7:1 y Efe. 2:20-22. Así añade más
abajo: “El templo es una metáfora de la unidad, unidad entre creyentes en
Cristo que existe debido a la presencia del Espíritu de Dios que mora en ellos.”
(Holwerda 2000:81). Pero, ¿puede el templo ser
Cristo y la comunidad al mismo tiempo? Holwerda responde: “Evidentemente,
partiendo de las bases del judaísmo y del Antiguo Testamento, sería posible
creer en ambas opiniones acerca del templo” (Holwerda
2000:81).
Sin duda el
ingenuo hermenéutico de Holwerda es digno de destacar. Un templo literal no
encaja. Pero, ¿cuál es la idea del término
בַּיִת (bayit) usado por Ezequiel? ¿Se refiere realmente a un
templo? J.R. Williamson —docente reformado— subraya lo que ya hemos dicho. “La
palabra hebrea se refiere a la morada de un rey, un palacio… el templo es la
residencia real; es el lugar donde Dios
mora sobre la tierra… en un sentido, era la sede de la presencia Divina en la
tierra.” (Williamson 2014:186). Por supuesto, para
Williamson, aun reconociendo que el término hace referencia a un templo
literal, en su perspectiva tocante al templo de Ezequiel, no lo es. Dicho de otro modo, el término “templo” se muda a un cuerpo, a una entidad;
se trata entonces de un templo místico, un templo espiritual. Notemos entonces la
opinión de J.R. Williamson. Misionero y profesor bautista reformado. ¿Cómo
debemos entender entonces el templo de Ezequiel? James R. Williamson sin rodeos
escribió:
«Cuando Pedro hizo la gran confesión de que
Jesús era el Cristo, el Hijo del Dios Viviente, el Señor respondió declarando
el establecimiento der Su templo y su reino. No te la similitud de estas
palabras de Zacarías: “y edificará el templo de Jehová [Zac. 6:12-15]”, a la
declaración de Pedro sobre este tercer templo: “y yo también te digo, que tú
eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades
no prevalecerán con ella [Mt. 16:18].”» (Williamson 2014:191).
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J.R.
Williamson es también ingenioso. El templo de Ezequiel, es la iglesia. Y, al
igual que Holwerda, Williamson reconoce la tensión que su interpretación podría
provocar, por ello pregunta anticipándose: ¿es correcto asumir que Mateo 16:18
hace eco de la profecía de Zacarías? Y añade preguntando sin rodeos: ¿Podemos decir que la iglesia cumple
estas profecías sobre el templo? A lo cual responde: “!Ciertamente! … Muy
claramente, los creyentes en Cristo, gentiles y judíos por igual, componen el
templo del Dios viviente. Ellos son sus vigas, paredes y pelares, y Cristo es
su principal piedra angular.” (Williamson 2014:192).
La
interpretación de J.R. Williamson es sin duda atractiva para quien quiere eludir una interpretación natural y llana del pasaje que estamos aludiendo; nótese la frase
anterior: los creyentes en Cristo, —gentiles y judíos por igual— componen el
templo del Dios viviente. Ellos son sus vigas, paredes y pelares, y Cristo es
su principal piedra angular. En efecto, ¿no es Cristo la piedra angular (Efe.
12:20; Sal. 118:22; Isa. 28:16)? ¿No son los creyentes piedras vivas (1 Ped.
1:1ss; 1 Cor. 3:9)? J.R. Williamson encuentra en versículos como los aludidos
explicaciones para su interpretación, y aun —tocantes a los sacrificios— añade:
«…la oración, las dádivas y los cánticos de
alabanzas son todos designados como “sacrificios” en el Nuevo Testamento,
cumpliendo las profecías que hablan de los gentiles trayendo ofrendas a Dios…
Por tanto, las profecías del Antiguo Testamento sobre sacrificios renovados
en un templo restaurado se cumplen cada vez que los cristianos se reúnen a
adorar a Cristo de acuerdo a Su Palabra.» (Williamson
2014:193).
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Lo anterior
sin duda otra manera ingeniosa de interpretar la profecía de Ezequiel, algo
propio de la hermenéutica reformada a la
hora de abordar la escatología.
Notemos un
último comentarista de convicción reformada aquí. José Grau (1931-2014). Según
Grau, la interpretación de estos capítulos de Ezequiel dependerá de la actitud
que se tome frente a toda la problemática escatológica en general. Así tenemos
la interpretación literal inmediata, la interpretación literal futurista, y la
interpretación simbólica cristiana y apocalíptica (Grau 1977:123). La posición de Grau, la última. Así señala: “El
conjunto de 40-48 es simbólico, y expresa una gran realidad espiritual: un
pueblo redimido, en medio del cual mora Jehová (43:2-5; 48:35), no puede estar
organizado al azar” (Grau 1977:124). Es interesante que Grau
señale que Ezequiel está pensando en un templo literal restaurado, en una ley
perfectamente observada, y en sacrificios
en pleno funcionamiento (pág. 125), pero, debido a que es una “visión”, dicho significado literal se diluye en su
cumplimiento, pues —según Grau— es tipo, figura, sombra de una realidad; para
Grau se debe pasar del literalismo de la profecía, a lo simbólico de su "significado". Así Grau concluye:
1. La perfección
del plan de Dios para su pueblo restaurado, simbólicamente expresada en la
impecable simetría del pueblo.
2. La centralidad
de la adoración, dirigida únicamente a Dios y expresada como de suma
importancia en los escrupulosos detalles del ritual.
3. Las
bendiciones que fluirán de la presenta de Dios y regaran las arideces
espirituales (el rio de la vida)
4. El orden
y disciplina en la ejecución de los diversos ministerios, lo que
responsabiliza a todo el pueblo de Dios y le llama al orden y al buen
gobierno; todo ello ejemplarizado en los servicios del templo y en el reparto
de la tierra…
(Grau 1977:126)
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El propósito de Ezequiel —según Grau entonces—
al escribir tales descripciones del templo fue sólo para consolar; para
abrirles los ojos a los judíos exiliados y animarlos a mirar un futuro glorioso
idealista (pág. 126). En efecto, estaban deportados, pasando por momentos
difíciles. Era necesario presentar tales esperanzas en un lenguaje que ellos
conocían. Aunque por cierto, no fuera lo que finalmente se cumpliría, un templo
literal.
Como usted ha
podido constatar, cualquier lector que tome las referencias de Ezequiel (capítulos
40-48) de manera llana, podría ser acusado de “híper literalismo”, o, de un “estricto literalismo” como señala el Pr. Sugel Michelén en sus
diferentes exposiciones en contra del premilenarismo dispensacional. Sin
embargo, antes de hacer un examen de los argumentos presentados aquí por los
autores citados en un próximo post, tenemos que entender que existe una rigidez
hermenéutica difícil de refutar en la perspectiva reformada de quienes han sido
criados con este tipo de lectura, o, “re-educados” con este tipo de reinterpretación
de las Escrituras.
No está a la
vista, pero es la viga maestra pre-hermenéutica de todo amilenarista. Novato,
como eximio. Pues: ¿por qué interpretar tantos capítulos tan detallados de una realidad futura de manera figurativa?
El argumento esencial de fondo que todo amilenarista resguarda aquí es, que no
cuadra. No entra en un esquema hermenéutico como es el esquema de “la era
presente”, y la “era porvenir”, esta es pues, la viga maestra que no se puede
violar. Ésta es la camisa de fuerza de la escatología amilenarista que no
permite nada que no esté y cuadre dentro
de este marco. Así, cualquier pasaje que escape a este modelo se debe reinterpretar; en otras palabras, se
debe alegorizar, simbolizar o figurizar,
esto, según sea el caso. La “era presente” y la “era porvenir” entonces, es la palanca de la escatología amilenial
pues, ¿no fue este el “esquema” de Jesús y los apóstoles para interpretar las
Escrituras? Así el propio Pr. S.
Michelén llega a decir: “Es más importante que nosotros veamos la Escritura,
para luego ver donde encajan esos detalles de la escatología. Pero el punto es,
la pregunta que tenemos que hacernos antes que nada: ¿es este esquema→ [“la era
presente” y la “era porvenir”], el esquema del Nuevo Testamento? […] [Éste]
es el esquema que permea el NT, este siglo y el venidero. Entonces, lo primero
que tenemos que preguntarnos es, ¿es esta estructura bíblica? Y luego
preguntarnos: ¿y, dónde encaja todo aquello, todo…?” (Michelén 2017,
min. 10:10-10:60).
Como señalamos
al principio la idea de este post, es comprender primero, qué, o cuál es la
interpretación reformada de Ezequiel 40-48. Como observamos, hay matices en
ello, pero la idea se comprende bien. Lo cual nos da respuestas del porqué
también el amilenarismo interpreta el libro de Apocalipsis de manera cíclica, en efecto, la
interpretación llana de la carta de
Juan, atenta contra todo el “esquema” mencionado y negar dicho esquema, pone en
riesgo tal estructura, algo que el
amilenarista no se puede permitir. Así, el libro de Juan no trata de profecía predictiva
respecto las “…cosas que deben suceder pronto” (Apo.1:1) y una descripción
de los juicios de Dios. Si no, es una “profecía”
didáctica de consolación para los destinatarios que estaban sufriendo (Hendriksen
2005:8,10). Tampoco se trata “solo” del triunfo de Cristo sobre el mal y
posteriormente, su venida (Apo. 19) y gloriosa entrada para instaurar su reino,
no, aunque se trata del triunfo de la iglesia —en palabras de Hendriksen— sobre las huestes del mal, pero, en
esta era; durante toda esta era presente, sobre “…toda esta dispensación”
(pág. 10); de manera que los creyentes
ya están reinando, y por mil años, pero, en el cielo (2005:9). Dicho de otro modo, todo
el libro es una descripción simbólica que tiene el objeto de dar a los cristianos
una perspectiva de esperanza. Estas instrucciones incluyendo en ellas “advertencias”,
fueron dadas a la iglesia —según Hendriksen—
a los largo de los siglos y para su consolación y esperanza (pág. 10).
En un próximo
post veremos algunas observaciones a los argumentos que usan los teólogos
reformados para sustentar tan ingeniosa interpretación, en este caso, de la profecía
de Ezequiel. Un desafío no fácil de resolver por cierto.
Bibliografía
Bock
L. Darrell & Blaising A. Craig et al. 2017. Tres
Perspectivas Sobre el Milenio y el más Allá. Nashville, TN: Faro de Gracia.
Chávez, Moisés 1992. Diccionario Hebreo Bíblico. El Paso, TX.: Mundo Hispano.
Grau,
José 1977. Escatología Final de los Tiempos, 7. Curso de Formación
Teología Evangélica. Viladecavalls, España, Barcelona: Clie.
Hoekema A. Anthony 2008. La
Biblia y el Futuro. Gran, Rapids, MI: Desafío.
Holwerda, David 200.Israel en el
Plan de Dios. Grand, Rapids, MI: Desafío.
Hendriksen, Williams 2005. Más que
Vencedores. Gran, Rapids, MI: Desafío.
Michelén, Sugel
2017. Milenio y el Siglo Venidero. Internet URL:
Williamson,
James 2014. Desde el Huerto del Edén, Hasta la Gloria del Cielo, la
salvación de Dios desplegada por medio de los pactos. Greenville, SC.: Faro
de Gracia.
[1] El Dr. Martin Henebury expone
aquí, diez razones del por qué el templo de Ezequiel se trata de un templo
literal.
https://evangelio.blog/2017/12/26/diez-lneas-de-evidencia-para-interpretar-ezequiel-40-48-como-un-templo-literal/
[2]
“casa del rey o palacio”
(Jer. 39:8). “que está a cargo del
palacio” (Gén. 43:16, Gén. 43:19). ha-báyit→ “el templo” (Eze. 41:7). bet ha-mamlajáh→“templo real” (Amó 7:13) (Chávez
1992:72).
[3]
Del Seol, la morada
eterna (Job. 17:13).
Me parece desacertado y superficial decir, de los comentarios presentados líneas arriba, que correspondan tan solo a una "ingeniosa" interpretación bíblica, como si fuera la causa de esos comentarios, el ingenio o las ocurrencias de los teólogos citados líneas arriba.
ResponderEliminarEstamos hablando de la posibilidad de una interpretación veraz y correcta de los difíciles capítulos 40-48 del libro de Ezequiel, o de la posibilidad contraria de una "herejía". Si no es la verdad, por más ingeniosa que parezca no sería más que una herejía.
Y digo esto porque el apóstol Pedro, guiado por el Espíritu Santo, declaró en el primer capítulo de su segunda carta, que la Biblia no puede interpretarse antojadizamente o ingeniosamente. Estamos obligados los creyentes a interpretar las Escrituras a la luz de la doctrina enseñada por los apóstoles del verdadero Autor de ellas, nuestro Señor Jesucristo, hablo de aquel conjunto de doctrinas que ya en el siglo cuarto estaban en debate. En aquella época Dios levantó con poder a Agustín, Obispo de Hipona, para presentar defensa de la verdad ante las sutilezas de un extraviado Pelagio. Casi un milenio después, Dios también levantaría con poder a hombres como Martín Lutero, Juan Calvino y John Knox. Esa doctrina, conocida como doctrina reformada, es la que prevaleció como confesión de fe de las iglesias evangélicas de los siglos XVI al XIX, a tal punto que inclusive se redactaron declaraciones confesionales en países como Inglaterra, Bélgica y Holanda, para dejar claro "en qué conjunto de doctrinas cree un cristiano verdadero" y así poder identificar y hacer frente a los lobos rapaces surgidos de adentro de la iglesia que vinieran con alguna ingeniosa interpretación de las Escrituras, hablo de herejías.
La interpretación descrita en diferentes comentarios líneas arriba, corresponde a la visión apostólica de las Escrituras. Era la declaración confesional de la mayoría de verdaderas iglesias hasta hace 120 años aproximadamente. De aquella época en adelante, en EEUU surgió una nueva e ingeniosa forma de interpretar las Escrituras ligada a una corriente conocida como "Sionismo" la cual presenta a la Iglesia como una especie de Plan B divino y a los judíos como el principal pueblo de Dios o Plan A. Bajo ese pensamiento tendría que romper epístolas como Romanos, Efesios, Gálatas y principalmente Hebreos. Todo lo que escribieron los profetas del Antiguo Testamento no debe ser interpretado a la luz de Israel sino a la luz del verdadero y único Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo. Lo que corre desde Génesis hasta Apocalipsis es el único plan de Dios, "el plan redentor". Hay un sólo pueblo de Dios, "la Iglesia", llamada por el apóstol Pablo, "el Israel de Dios".
Así es, y me hace meditar efectivamente Cristo es nuestra hermenéutica, no Israel.
EliminarBuen trabajo hermano
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