Por
J.A. Torres Q.
Al leer los primeros argumentos
o líneas trazadas por Robert B. Strimple (teólogo amilenarista) en “Tres
Perspectivas Sobre el Milenio y el Más Allá (2017)”, Editorial “Faro de
Gracia”, claramente se observa otra vez, el pivote por el cual el amilenarista
interpreta la escatología. Escribe Strimple que, la manera de hacerlo se basa
en: “La instrucción que recibimos del Nuevo Testamento respecto a la
correcta interpretación de la profecía del Antiguo Testamento.” (Strimple,
pág. 92).
Entiéndase,
para el amilenarismo el Nuevo Testamento interpreta al AT. La realidad, aclara
la sombra. Así, Strimple interpela al lector:
“Todos los cristianos evangélicos
estamos acostumbrados a ver los sacrificios, las fiestas y ceremonias del
Antiguo Testamento como tipos y figuras, es decir, herramientas de enseñanza
que apuntan a la obra de Cristo. ¿Por qué, entonces, no debemos entender los
siguientes elementos —la tierra de Canaán, la ciudad de Jerusalén, el templo,
el trono de David, y la misma nación de Israel— utilizando el mismo método de
interpretación que usamos para interpretar los sacrificios y ceremonias?”
(Strimple, en “Tres Perspectivas Sobre el Milenio y el Más Allá”
pág. 92).
|
Así,
Strimple remata la idea añadiendo: “La verdad es que el Nuevo Testamento nos
enseña autoritativamente que esta es precisamente la manera de entender tales
elementos en la profecía del Antiguo Testamento. Y con respecto a cualquier
figura —sea sacrificio, fiesta, templo, o la tierra— cuando llega la realidad,
la sombra desaparece.” (Pág. 92).
Primer
aspecto a comprender. El amilenarismo como claramente señala Strimple, dirá que
el NT es la clave para entender el AT. La luz, para entender la sombra. Por
esta razón, escucharán a menudo decir al amilenarista que debemos comprender la
profecía del AT como Jesús la interpretó, Lucas 24:13ss es un pasaje muy usado
en este sentido para defender este punto. Ahora, ¿hay algo ruidoso en lo que
dice Strimple? Por supuesto. Algunas cuestiones preliminares que sin duda
merecen una confirmación en las siguientes páginas.
Primero.
Claramente uno puede percatarse que la inferencia amilenarista, se antepone a
la misma "hermenéutica". Si bien es cierto esto es una apreciación
preliminar de la manera que el amilenarismo interpreta la Escritura, la
pregunta de Strimple de “¿Por qué, entonces, no debemos entender los siguientes
elementos —la tierra de Canaán, la ciudad de Jerusalén, el templo, el trono de
David, y la misma nación de Israel— utilizando el mismo método de
interpretación que usamos para interpretar los sacrificios y ceremonias?”
Revela la primera debilidad de su argumento. El NT, no es per se un texto
hermenéutico, sigue siendo "revelación"; una "mejor"
revelación, sí; con Cristo, la última revelación (Heb. 1:1ss); la luz y
aclaración de muchos conceptos veterotestamentarios, sí; el cumplimiento de
muchas profecías, también; sin embargo, lo que no es, es un pre-sistema
hermenéutico en sí mismo. Strimple y otros amilenaristas usan el NT como cuña
—tal cual pones en un tronco para partirlo con el hacha— para anteponer a la
misma disciplina de la hermenéutica un concepto inferido señalando que así fue
como Jesús y los apóstoles interpretaron la profecía, como si Jesús y los
apóstoles hubieran establecido un sistema claro, sistemático y explícito en
dichas referencias cuando en sí, son declaraciones descriptivas, no
prescriptivas, y esto, de una supuesta disciplina hermenéutica rectora
infra-novotestamentaria cristológica apostólica.
¿Usa
el amilenarismo la espiritualización entonces? Para no ser súbito, creo que no
se puede subrayarlo aún. No obstante, claramente observo en la argumentación de
Strimple leves metástasis de una clase de espiritualización teórica, esto,
porque esta primera idea hermenéutica (El NT clave del AT) llevada más allá de
lo natural, obliga al amilenarista a anteponer este concepto y de allí
simplemente forzar la interpretación porque simplemente Jesús y los apóstoles
interpretaron así, las Escrituras. Sí, parece más pío, más “escritural",
sin embargo, y, dicho de otro modo: este primer principio interpretativo
amilenarista es más bien una especie de excavadora destipologizante que no
escatima cuestiones que no fueron dadas para ser des-tipologizadas, así, y
siguiendo la inercia de esta teoría hermenéutica: !Claro! Se puede inferir que
las promesas “incondicionales” de Dios dadas a Israel, no fueron realmente
incondicionales (la tierra, el reino etc.). No es raro entonces leer a
continuación a Strimple escribir y sin anestesia del Israel Verdadero, como
Cristo y principalmente la iglesia (pág. 92,95); de que la Tierra de Canaán
pasa ahora a ser una tierra “celestial” (pág. 97); que la ciudad santa
(Jerusalén), no es la Jerusalén terrenal, sino la celestial (Heb. 12:12), la
presencia de Dios, el verdadero monte eterno de Sion (Pág. 98,99). Que el reino
de David, su trono profetizado por 2 Samuel 7, Isaías 9:6 y Lucas 1:30-32 no se refieren a un trono
literal ni mucho menos a un reino terrenal, porque todo, se cumplió con la
resurrección de Cristo. Cabe destacar nuevamente lo que Strimple subraya aquí
con clara persuasión:
“Lo repito, es la interpretación
inspirada del Antiguo Testamento por parte de los apóstoles del Nuevo
Testamento la que se vuelve para nosotros una guía de interpretación
respaldada con autoridad” (Strimple, en “Tres Perspectivas Sobre
el Milenio y el Más Allá” pág. 103).
|
Como
usted ha podido observar, es imposible hacer una crítica al amilenarismo sin
hacer un análisis previo a los conceptos pre-hermenéuticos que incluye. Esto
sin duda nos lleva a otro problema, los argumentos exegéticos del amilenarismo.
¿Por qué? Porque en sí, los argumentos exegéticos no serán necesariamente
“exegéticos, sino mas bien hermenéuticos; un ejemplo de lo anterior: “…¿restaurarás
el reino a Israel en este tiempo?” (Hec. 1:6) simplemente no significa
¿restaurarás el reino en este tiempo? porque la pre-hermenéutica amilenial dice
que “…a la luz de la respuesta de Jesús es posible e incluso plausible dar
una interpretación espiritual a la pregunta de los apóstoles” (Hendriksen,
Hechos Pág. 55). Tenemos entonces, un principio claro de la hermenéutica
amilenarista. Sin embargo, ¿es realmente correcto inferir de Jesús y los apóstoles
un parámetro interpretativo para interpretar el AT? En las próximas entradas analizaremos
esto.
Ahora, “los argumentos
exegéticos” de Strimple. Próxima entrada.
Bibliografía
Bock L. Darrell
& Blaising A. Craig et al. 2017. Tres Perspectivas Sobre el Milenio y el
más Allá. Nashville, TN: Faro de Gracia.
Hendriksen, William 2001.Comentario al Nuevo Testamento, Hechos. Grand Rapids, MI: Desafío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario