Por J.A. Torres Q (M.A)
El término diacrónico de la preposición día “a través” y la palabra cronos “tiempo”, significa,
“a través del tiempo”, y, en la exégesis de términos (palabras) es el estudio
que se hace de una palabra durante un periodo extenso de tiempo. De manera
similar, cuando hablamos de “sinopticidad diacrónica” en el análisis de
“pasajes paralelos”, nos estamos refiriendo a aquella “mirada en conjunto” (sinopsis) que convoca a
los autores de las Escrituras, pero, de diferentes épocas. En este grupo se
encuentran los pasajes paralelos de carácter
profético y escatológico. Notemos algunos ejemplos al respecto.
La expresión
י֣וֹם יְהוָ֔ה (yom
YHVH[1]
[día de YHVH]) es un ejemplo claro en el AT (también en el nuevo) de la
sinopticidad diacrónica que tiene esta expresión. Desde los profetas en
el reino dividido, solitario y del exilio, Dios revela la connotación de Sus
futuros juicios escatológicos para Israel y las naciones paganas por medio de
esta expresión (cf. Sal. 2:1-12; 78:56-66; 2 Tes. 1:6-10). En otras
palabras, hay un sinfín de pasajes paralelos que en conjunto revelan un
consenso sinóptico, doctrinal y
escatológico de este futuro periodo de juicios. Ahora, de acuerdo a este consenso
sinóptico, se observa que como tal, este periodo de juicios de Dios tiene
connotaciones escatológicas relacionadas con la segunda venida del Señor. Así,
y por medio de la observación de cada uno de los escritores bíblicos que
ofrecen una descripción de este periodo, se puede concluir de manera consensual
que este periodo de tiene una serie de implicancias que lo hacen un periodo
único en la historia de la humanidad y a la vez, una bisagra entre lo que es el
día de YHVH y el reino milenial de Cristo. Note con atención el siguiente
recuadro que nos muestra por medio de “pasajes paralelos”, las implicancias
sinópticas de este periodo, un ejemplo de la importancia de los pasajes
paralelos, en especial, de los que tienen parentesco sinóptico diacrónico.
El día de YHVH y sus
connotaciones sinópticas |
|
Connotación divina |
Jl. 1:15; Amo. 5:18; Abd.
1:12,14; Sof. 1:7; Dn. 2:44; Hag. 2:6-7 |
Connotación astronómica |
Jl. 2:2,10; Amo. 5:18,20;
Dn. 2:44; 7:13-14; 26-27; Hag. 2:6-7 |
Connotación civil |
Jl. 2:7:9; Sof. 1:10; Dn.
2:44; 7:13-14; Hag. 2:6-7 |
Connotación psicológica |
Jl. 2:1,6; Amo. 5:19; Sof. 1:10-11 |
Connotación
política-mundial |
Jl. 3:2; Sof. 1:9; Hag.
2:6-7; Zac. 14:12-21 |
Connotación
geográfica-mundial |
Jl. 2:1; 3:2, 9, 11; Abd.
1:15; Sof. 1:2, 3-6; Hag. 2:6-7 |
Todas estas connotaciones se observan también, en
la mayoría de los profetas (pre
exílicos, exílicos, como post-exílicos)
dejando ver la particularidad única de este día. Siguiendo con este
mismo concepto, notamos que también hay una severidad única relacionada a este
día y justamente, lo cual se hace patente por medio de otros pasajes paralelos.
Por ejemplo, Dios siempre ha manifestado su santa ira frente al pecado (Deut.
9:8), así, tenemos la ira cataclísmica (Gén. 6,19), la ira exílica (Eze.
22:13:22), la ira de Su retribución espiritual (Jn. 3:36; Heb. 10:26s), la ira
del abandono (Rom. 1:18-28) y la ira del juicio final (Rom. 2:5; 5:9; Apo.
21:8). Sin embargo, el “día de YHVH” es
por esencia la manifestación ordenada de la ira escatológica de Dios (Apo.
6-19), un periodo de juicios diferentes no sólo en intensidad, sino también, en
su alcance, pues, se trata de la ira escatológica divina. El profeta Isaías quien fuera contemporáneo
de Miqueas y Oseas, por el año 740 a.C., y escribiendo en la época del reino
dividido, refiriéndose no sólo a la nación de Israel, escribió: “Porque Jehová está airado contra todas las naciones…” (Isa. 34:2). Por supuesto, esto puede ser una expresión
general de descontento de parte de Dios con todo el mundo de aquellos días como
se observan en otras referencias acerca de la ira de Dios sobre los hombres,
sobre Israel y sobre las naciones (cf. Núm. 22:22; 2 Cro. 24:18; Sal. 5:5; 106:29; Rom. 1:18;
Lam. 1:5; 2:1-3, 6; 4:11, 16). Sin embargo, si seguimos la ruta de estos
destinarios (“las naciones”) constataremos que existen tanto en el AT como en
el nuevo, una serie de referencias dirigidas a las naciones con connotación
escatológica. Así por ejemplo, en Isaías 13:11 se replica: “Y castigaré al
mundo por su maldad y a los impíos por su iniquidad…” (cf. 24:1-23).
Esto mismo se observa en Isaías 61:2b, pasaje que en escorzo profético revela el carácter de la segunda venida con la
expresión: “…el día de venganza de Dios nuestro…” (Isa.
61:2b [63:3-4]).
A esta mirada se une el profeta Sofonías quien escribe 115 años después y refiriéndose
a la ira de Dios, como un: “Día de ira aquel día…” (Sof. 1:15). Y añade:
“Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día de la ira de Jehová…”
(Sof. 1:18). A todo lo anterior, Sofonías
añade: “….mi determinación es reunir la naciones… para demarrar sobre
ellos, todo el ardor de mi ira” (Sof. 3:8). Joel también se une a este
consenso y escribiendo por el año 835 a.C., como parte de los profetas del
reino dividido, profetiza del futuro día de YHVH, periodo en el que vendrá “…el
día grande y espantoso de Jehová” (Jl. 2:31), periodo de juicios en el que
señala Dios por boca de Joel: “…reuniré a todas la naciones…” (Jl. 3:1),
énfasis universal que se repite en 3:9, 11, 12 y 3:14. Abdías también enfatiza
este sentido al señalar desde su escritorio el año 760 a.C., que, “…cercano
está el día de Jehová sobre todas las naciones…” (Abd. 1:15a). Miqueas (735
a.C.) dice lo mismo refiriéndose a este periodo, señala que Dios no sólo
destruirá a los impíos, sino que también —dice el Señor— “…haré venganza en
las naciones que no obedecieron” (Miq. 5:15). Todos estos ejemplos de
sinopticidad diacrónica —más otras referencias sinónimas[2]—
sobre el terrible día de YHVH constituyen pasaje paralelos proféticos
escatológicos que muestran que este periodo de juicios divinos, es único y de
acuerdo a sus contextos, aún futuros. Por esta razón, el mismo Juan se une a
este concepto sinóptico y escribiendo posteriormente al año 90 d.C., —después
de la destrucción del templo el año 70 d.C.— lo que aún no ha sucedido con respecto a los
juicios divinos del terrible día de YHVH, la gran tribulación (cf. Apo.
14:10, 19; 15:1, 7; 16:1), evento que da inicio a la ira de Dios como leemos en
Apocalipsis 6:14-17.
“Y el cielo se desvaneció como un pergamino
que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar. Y los reyes
de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo
siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los
montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y
escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira
del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá
sostenerse en pie?” (Apo. 6:14-17). |
Ahora bien, al parecer este día de juicios
catalogado en el AT como el día de YHVH y en el NT, como la gran tribulación no
siempre se cree, es algo aún futuro, por ejemplo, el “preterismo radical” (hiperpreterismo) cree que doctrinas como la
“segunda venida”, la destrucción de Satanás
y la resurrección de los muertos, ya ocurrieron, habitualmente, en
concordancia a la destrucción del templo
el año 70 d.C. (por ej.: Stuart Russell). Aunque el preterismo radical no se
considera ortodoxo —de hecho, es heterodoxo— el preterismo parcial es aceptado
dentro del cristianismo evangélico como una posición aceptable y de hecho, es
parte de la interpretación de teólogos contemporáneos como R.C. Sproul
(1939-2017) y el posmilenarista Kenneth L. Gendry Jr., entre otros. Pero, ¿en
qué sentido los “pasajes paralelos” con sentido diacrónico nos ayudan a
desvelar el error preterista parcial? Para comprender la utilidad de este
principio hermenéutico fundamental (“pasajes paralelos”) volvamos a observar Mateo
24 versículos 29 al 31 y los diferentes
malabares “hermenéuticos” que hace el preterismo —incluyendo el parcial—
para evadir lo que el consenso sinóptico diacrónico nos enseña sobre el
día de YHVH y los juicios relativos a la gran tribulación. El pasaje en
cuestión señala:
“E inmediatamente después
de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará
su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los
cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en
el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al
Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.”
(Mt. 24:29-31. |
La “gran tribulación” mencionada aquí por el Señor
y su distintivo clásico en Mateo 24:21, según algunos teólogos reformados, ya
ocurrió, siendo un evento del pasado;
con habitualidad, la idea señala que este evento ocurrió el 70 d.C., con la
destrucción de Jerusalén y el templo por los romanos. Sin embargo, ¿es
realmente la gran tribulación, la cual según el Señor “no la ha habido desde el principio del mundo hasta
ahora, ni la habrá” un evento del pasado?
Antes de analizar el punto y el cherry picking de Sam Storms, note con
atención lo que este versículo clave señala.
“porque habrá
entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo
hasta ahora, ni la habrá.” (Mt. 24:21) |
Al observar con detención este versículo, podemos
constatar que primero, la gran tribulación sería futura (Ἔσται[3]
[estai]). Literalmente, “será tribulación grande” (Carballosa
2010:354). La idea es: “Entonces
llegará la mayor tribulación que ha habido desde el comienzo del mundo” (Luz 2013III:553). Segundo,
la particularidad de esta tribulación no solo estriba en que —en la mente del
Señor— sería grande (μεγάλη [megále]), sino que también (implícitamente)
marcaría una bisagra de las “edades” real, no invisible ni mucho menos virtual (cf.
Dan. 9:24; 12:1; Jer. 30:7; Mt. 25:31-46). Nunca ha habido algo parecido, y
esto, desde el principio del mundo (ἀρχῆς
κόσμου) añade el Señor: “hasta ahora”, esto es, el mismo día en
que el Señor decía tales palabras. Pero no es todo, tampoco habría algo
parecido después de esta “gran tribulación” (θλίψις μεγάλη) lo cual el texto
griego subraya de manera peculiar por
medio de la anexión triple de partículas negativas absolutas (οὐδ᾽ + οὐ +
μὴ) que, sugieren exceso pero aquí como
en las dos otras referencias del NT, tienen énfasis pleonástico intenso, propio
de las fórmulas futuro + subjuntivo como aquí (cf. Heb. 13:5; Apo. 9:7).
Dicho en otras palabras, la particularidad única de este periodo escatológico
jamás ha visto su cumplimiento en la historia de la humanidad, esto no solo se
debe al sentido propio de las palabras del Señor aquí brevemente analizadas,
sino también, al hecho de que la destrucción del 70 d.C., aunque severa, no
logra superar[4]
horrores posteriores como el holocausto. En este sentido, —y como bien señala
el profesor Carballosa— comparar a los criminales nazis con los romanos
equivale a comparar a profesionales con aficionados (Carballosa
2010:354). Bien añade el profesor Samuel
P. Millos:
“La tribulación de que
Jesús habla aquí, no puede darse por cumplida en la destrucción de Jerusalén
por los ejércitos de Tito porque aunque en esa ocasión la destrucción y la
angustia fueron grandes, hubo otras manifestaciones superiores en dramatismo
y destrucción a lo largo de la historia siguiente hasta nuestros días.” (Millos
2009:1663) |
Ahora bien, aunque teólogos posmilenaristas como Kenneth L. Gendry
Jr., exhiben argumentos similares[5] para
su preterismo (parcial), comentando el pasaje de Mateo 24:29-31 Sam Storms[6]
dedica un par de líneas más, para argumentar que los eventos que Mateo concibe
de manera concomitante a la venida del Hijo del hombre, ocurrieron el año 70
d.C. Según este teólogo amilenarista, la gran tribulación fue un evento del
pasado, así escribe:
«… “la gran tribulación”
de Mateo 24:21 (llamados “días de venganza” en Lucas 21:22 y “días de
aflicción” en Marcos 13:19) no es un evento futuro sino un hecho establecido
de la historia pasada» (Storms 2018:162). |
De esta misma manera añade en la página 178.
“…la gran tribulación anunciada por Jesús.
No es un evento futuro, sino un hecho de la historia pasada”. Y agrega: “Por
lo tanto, “la tribulación de estos días” (v. 29) se refiere a todo lo que
ocurrió del 33 al 70 [d.C.], con especial referencia a los eventos
relacionados con el asedio y el saqueo de Jerusalén en 66-70 (llamada la
“gran tribulación en el vs. 21).” (Storms 2018:178). |
De hecho, Storms dedica tres páginas (174-178)
para explicar el sentido “correcto” de Mateo 24:21 insistiendo en que tuvo cumplimiento
el 70 d.C., pues, la crueldad —entre otros argumentos— de esos días fue
incomparable, para lo cual también cita al historiador judío Flavio Josefo
(37-100 d.C.) que es otra carta habitual para afirma esta tesis (cf. Storms
2008:172-175). Pero esto no es todo, Storms añade a su argumentación que tal
afirmación del Señor tiene también, un
tinte hiperbólico (exageración) pues, juicios como estos “…a menudo se
enmarcan en términos de una hipérbole profética, un dispositivo apocalíptico
común utilizado por los escritores bíblicos” (Gendry citado por Storms,
pág. 176). Y, es justo aquí que Storms empieza a dirigir a sus lectores a las
primeras líneas de su cherry picking, ignorando los pasajes paralelos diacrónicos
precisos de Mateo 24:21 y remitiendo al lector a una serie de pasajes
inconexos con el sentido escatológico de
Mateo 24:21 para probar su punto; así, cita Éxo. 11:6; 9:18; 10:14; Jl. 1:1-4;
2:2; Eze. 5:9 y Dan. 9:12. Y, aunque también cita Daniel 12:1 —uno de los versículos paralelos
sinópticos precisos de esta sinopticidad escatológica— nada menciona del
sentido escatológico y sinóptico que tiene éste, en relación a Mateo 24:21.
Ahora bien, es importante agregar que, ninguna de
las referencias que cita Storms y las que de hecho también añade en la página
177 (2 Rey. 18:5; 23:25) tiene sentido profético ni relación al sentido
escatológico que tiene Mateo 24:21. Dicho en otras palabras, Sam Storms más que
iluminar el significado ilocutivo de este versículo con pasajes paralelos
sinópticos correctos, simplemente silencia su significado por medio de una
argumentación paralela “selectiva” invitando sutilmente al lector a hacer lo mismo. Por eso añade: “Toma un
momento y lee atentamente estos textos del Antiguo Testamento y observa los
paralelos verbales con la declaración de nuestro Señor en Mateo 24:21” (Storms
2018:176). El punto es, ¿por qué Storms no invitó a sus lectores a observar con
detención los pasajes realmente paralelos de Mateo 24:21, como lo son, Daniel 12:1,
Jeremías 30, Joel 2:1-2, 32 y Apocalipsis 3:10? Por otro lado, ¿tienen
alguna relación las referencias que Storms cita con el sentido escatológico que
tiene Mateo 24:21? ¿Son las expresiones como “nunca antes lo ha habido y
nunca más lo habrá” de Éxodo 11:6 o de Joel 1:1-4 “nunca había habido
tantas langostas como entonces, ni las habrá después” paralelos del sentido
escatológico de Mateo 24:21? Este un ejemplo exacto de la falacia de evidencia
incompleta; el famoso “cherry picking” que consiste en ofrecer pruebas
fragmentarias pero que a la vez, incluyen, una supresión de otras con la
intención de probar un punto, una proposición o creencia, y en este caso, una
interpretación.
Analizando el cherry
picking de Storms
El
caso de Éxodo 11:6; 9:18; 10:14
Éxo 11:1-10 “Jehová dijo
a Moisés: Una plaga traeré aún sobre Faraón y sobre Egipto, después de la
cual él os dejará ir de aquí; y seguramente os echará de aquí del todo.
2 Habla ahora al pueblo, y que cada
uno pida a su vecino, y cada una a su vecina, alhajas de plata y de oro.
3 Y Jehová dio gracia al pueblo en los
ojos de los egipcios. También Moisés era tenido por gran varón en la tierra
de Egipto, a los ojos de los siervos de Faraón, y a los ojos del pueblo.
4 Dijo, pues, Moisés: Jehová ha dicho
así: A la medianoche yo saldré por en medio de Egipto, 5 y morirá todo primogénito en tierra de
Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono, hasta el
primogénito de la sierva que está tras el molino, y todo primogénito de las
bestias. 6 Y habrá gran clamor
por toda la tierra de Egipto, cual nunca hubo, ni jamás habrá. 7 Pero contra todos los hijos de Israel,
desde el hombre hasta la bestia, ni un perro moverá su lengua, para que
sepáis que Jehová hace diferencia entre los egipcios y los israelitas. 8 Y descenderán a mí todos estos tus siervos,
e inclinados delante de mí dirán: Vete, tú y todo el pueblo que está debajo
de ti; y después de esto yo saldré. Y salió muy enojado de la presencia de
Faraón. 9 Y Jehová dijo a Moisés:
Faraón no os oirá, para que mis maravillas se multipliquen en la tierra de
Egipto. 10 Y Moisés y Aarón hicieron todos
estos prodigios delante de Faraón; pues Jehová había endurecido el corazón de
Faraón, y no envió a los hijos de Israel fuera de su país.” |
¿Qué dice este pasaje, a quién lo dice, por qué lo dice y cuáles son sus implicancias contextuales? ¿Tienen alguna relación paralela con lo que el Señor nos dice en Mateo 24:21? Remitiéndonos a las respuestas derivadas del método inductivo, notamos que el texto es bastante claro al respecto. En primer lugar, el capítulo 11 retoma el tratamiento de Dios con Faraón y los egipcios y nos introduce a la décima plaga. Este es el contexto de esta porción histórica. En segundo lugar, el texto deja de manifiesto que son palabras de YHYH a Moisés, el propósito, clarificar a Moisés lo que sucederá con la última plaga, razón del por qué el Faraón dejará ir al pueblo de Israel (Éxo. 11:1). Tercero, Dios da instrucciones al pueblo por medio de Moisés, para que cada uno de los israelitas pida a su vecinos, alhajas de plata y oro (Éxo. 11:2). Tal situación ocurrió como Dios lo había dicho y a causa de la gracia que Dios mismo puso en ellos. El resto del pasaje revela como Dios reveló a Moisés lo que iba a ocurrir y cómo los primogénitos en todo Egipto morirían (Éxo. 11:4-6), cuestión que ocurrió tal cual YHVH lo predijo, trayendo con ello “…gran clamor por toda la tierra de Egipto”, y añade el autor, “cual nunca hubo, ni jamás habrá” (cf. Éxo. 12:29-30). Ahora bien, no podemos pasar por alto el aspecto característico de la providencia de Dios con su pueblo, verdad que se revela de manera clara, en el versículo 7 y que constituye un antecedente extraordinario de la providencia de Dios con Israel que se repetirá una y otra vez en la historia. “Pero contra todos los hijos de Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni un perro moverá su lengua, para que sepáis que Jehová hace diferencia entre los egipcios y los israelitas.” (Éxo 11:7).
Pues bien, el argumento de Storms subraya la expresión “cual nunca hubo, ni jamás habrá” (Éxo. 11:6). A esta referencia, le suma la de Éxo. 9:18 que señala que Dios enviaría a Egipto —como parte de la séptima plaga— granizo muy pesado, “cual nunca hubo en Egipto, desde el día que se fundó hasta ahora”. El argumento de Storms entonces, señala que las expresiones de Mateo 24:21 aunque con connotaciones universales y radicales como “porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá” (Mt. 24:21) son expresiones usadas por el Señor, ampliamente conocidas en el mundo antiguo para describir juicios horribles y calamidades intensas con ciertos tintes hiperbólicos, pero no necesariamente, referencias escatológicas futuras. De manera que, —según Storms— la “…gran tribulación anunciada por Jesús [en Mateo 24:21]. No es un evento futuro, sino un hecho de la historia pasada” (Storms 2018:178). Sin embargo, Storms pasa por alto un par de cosas y paraleliza una expresión que aunque similar, contextualmente nada tiene que ver con lo que Mateo 24:21 desea comunicar. En primer lugar, las expresiones usadas por Moisés en ambas referencias (Éxo. 11:6; 9:18) no son dichas en un contexto profético escatológico, sino, en un contexto de juicios históricos relativos a una liberación política de Israel. En segundo lugar, la expresión “cual nunca hubo, ni jamás habrá” (Éxo. 11:6) no tiene connotaciones universales ni tampoco, cósmicas como las implicancias de la “gran tribulación” de Mateo 24:21 explicada en el mismo contexto por medio de alusiones tácitas de juicios cósmicos de parte de Dios, además, juicios concomitantes a su venida literal (cf. Mt. 24:29-31) y, aunque la plagas fueron juicios que por momentos cubrieron y afectaron milagrosamente la tierra y el cielo, no constituyen un paralelo de los juicios mencionados por el mismo Señor en Mateo 24.
En tercer lugar, si bien es cierto esta
declaración no es sinónimo de la expresión de Mateo, sí es una declaración
severa, pues, a diferencia de los juicios anteriores llevados a cabo por Moisés
y Aarón (cf. Éxo. 7:20; 8:6, 16; 9:10, 22; 10:12s, 21s), esta última plaga
—como la cuarta y la quinta (8:24;9:5-6)—
fue llevada a cabo por Dios
mismo, de allí, su connotación: “A media noche yo saldré por en medio de
Egipto…” (Éxo. 11:4). Y en cuarto lugar, tanto las expresiones de 11:6,
9:18 y 10:14, con excepción sobrenatural sobre el pueblo de Israel (cf. Éxo. 8:22-23; 9:4, 7;
26; 10:23; 11:7) fueron juicios locales
sobre la tierra de Egipto (cf. Éxo. 4:20-21; 6:1, 11, 13, 26, 28; 7:2,
4,5). En este sentido, la expresión relacionada al clamor en toda
la tierra de Egipto “cual nunca hubo, ni jamás habrá” (Éxo. 11:6) es una
descripción histórica de lo que iba a ocurrir y el propio contexto deja ver
ocurrió (cf. Éxo. 12:30). De la misma manera, la expresión sinónima de
Éxo. 9:18 “cual [granizo muy
pesado] nunca hubo en Egipto, desde el día que se fundó hasta ahora”
no volvió a ocurrir en Egipto. En ambos casos, tales expresiones no tienen nada
de apocalíptico e hiperbólico, ni tampoco, son paralelos sinópticos de Mateo
24:21.
El caso de 2 Reyes 18:5; 23:25
Según Storms entonces, las expresiones que el
Señor utiliza en Mateo 24:21 son una manera hiperbólica para referirse a un mal
tiempo y no constituyen referencias que van más allá de cualquier otro juicio
histórico. Así, la terminología de “…cual no la ha habido desde el principio
del mundo hasta ahora, ni la habrá.” (Mt. 24:21) es usada como un elemento
retórico hiperbólico (v. Storms 2018:176). Dicho en otras palabras, no
constituye una referencia escatológica futura, porque expresiones como estas,
son comunes en las Escrituras para enfatizar un punto particular. Siguiendo con
esta lógica, Storms señala que tanto 2 Reyes 18:5 y 23:25 son otros ejemplos en donde se utiliza
terminología similar a Mateo 24:21 que deja ver que aunque este tipo de
expresiones supone eventos únicos e irrepetibles, referencias como las aludidas
dejan ver que no lo son. Este es el caso del rey Ezequiel, de él, el texto
señala: “En Jehová Dios de Israel puso su esperanza; ni después ni antes de
él hubo otro como él entre todos los reyes de Judá.” (2 Rey. 18:5). ¿Cuál
es la objeción de Storms aquí? Para ello, Storms cita la argumentación de Gary
DeMar, quien presenta la evidencia del caso.
“En 2 Rey 18:5 está
escrito de Ezequías que no habría un rey después de él que mostrara la misma
devoción al Señor como él lo mostró. Cuando obtenemos una evaluación del
reinado de Josías, que sigue al reinado de Ezequías, se nos informa que “no
hubo un rey como él que se volviera al Señor”. ¿Cómo puede ser… más grande el
reinado de Ezequías (incluso considerando el reinado de un futuro rey como
Josías) y el reinado de Josías ser el
más grande (incluso teniendo en cuenta el reinado de un rey pasado
como Ezequiel)? ¿Es esto una contradicción? No hay contradicciones en la Biblia. La
fraseología es obviamente hiperbólica, enfatizando la completa devoción al
Señor y su ley” (DeMar en Storms 2018:177). |
Esta argumentación parecer ser lógica y presenta
un punto razonable. Sin embargo, si notamos con cuidado lo que se dice,
notaremos que tales expresiones, primero, no tienen una connotación ni
profética ni escatológica; esto es, no están en un contexto profético, son,
afirmaciones biográficas; y, aunque
tienen un leve énfasis “hiperbólico”, no constituye una hipérbole pues, son
alusiones específicas que subrayan las características propias de ambos reyes
con distinciones particulares que se hacen patente al observar el
contexto. Notemos primero, el caso de
Ezequiel quien comenzó a reinar a la edad de 25 años, entre los años 715-686
a.C. reinando veintinueve años en Judá (v. 2 Rey. 18:1-20:1-11; 2 Cro.
29:1-32:33). Así, 2 de Reyes 18:5 señala: “En Jehová Dios de Israel puso su
esperanza; ni después ni antes de él hubo otro como él entre todos los reyes de
Judá.” Curiosamente, —algo que ni
DeMar ni Storms mencionan— la explicación de esta expresión (“ni después ni antes de él hubo
otro como él”) se da en el versículo
6, en donde leemos: “Porque siguió a Jehová, y no se apartó de él, sino que
guardó los mandamientos que Jehová prescribió a Moisés.” Si bien es cierto,
Ezequiel no fue el único que hizo lo recto delante de YHVH, esta expresión no
pasa por alto algo peculiar de cada uno de los reyes buenos de Israel que el AT
subraya, esto es, que ninguno de ellos fue perfecto (cf. 1 Rey. 22:43; 2
Rey. 10:30-31; 12:2-3; 14:3-4; 15:3-5; 15:34-35); y, aunque hicieron lo bueno delante de los
ojos de YHVH, la particularidad de su vida radica en el hecho de que a pesar
que Ezequiel cometió insensatez (2 Rey. 20:12-15) “hizo lo recto ante los
ojos de YHVH”, quitó los lugares altos; quebró las imágenes
idolátricas haciendo pedazos los
símbolos de Asera incluyendo la serpiente de bronce que había hecho Moisés (2
Rey. 18:1-4). ¿En qué sentido entonces, fue ni después ni antes de él hubo otro
como él entre todos los reyes de Judá? El mismo versículo responde a esta
pregunta, porque: “En Jehová Dios de Israel puso su esperanza…” Por
supuesto, podemos inferir de acuerdo al relato que Josías también puso su
esperanza en el Señor, no obstante, esto es lo que diferencia a Ezequiel de
Josías: Ezequiel fue testigo de una de las crisis políticas más graves de Judá
cuando fue asediado por el temible imperio Asirio y los grandes generales de
Senaquerid, Tartán, Rabsaris y Rabsaces (cf. 2 Rey. 18:17s; 2 Cro.
32:1-19; Isa. 36:1-22). Aun así, se aferró firmemente a YHVH a pesar de la gran
amenaza que estaba experimentado; como resultado de ello, Dios estuvo con él y
le dio éxito de una manera sobrenatural (2 Rey. 19:35-37). Esto es lo exclusivo
en Ezequías que lo diferencia de los reyes “buenos”, incluso, de Josías que no
experimentó un caso como el que vivió Ezequías y quien de hecho, fue
atrevidamente invitado por Rabsaces a revaluar su confianza en Dios de una
manera blasfema (cf. 2 Rey.
18:19-25; 28-36). De allí que el texto subraye este acontecimiento único en la
lista de los reyes: “Y Jehová estaba con él; y adondequiera que salía,
prosperaba. Él se rebeló contra el rey de Asiria, y no le sirvió.” (2 Re 18:7).
No cabe duda que Ezequiel y Josías revelan
similitudes con respecto a su devoción por Dios, no obstante, si observamos con detención la
vida de Josías, podemos ver que hay diferencias particulares que justifican la
declaración de que: “No hubo otro rey antes de él, que se convirtiese a
Jehová de todo su corazón, de toda su alma y de todas sus fuerzas, conforme a
toda la ley de Moisés; ni después de él nació otro igual.” (2 Rey. 23:25).
En primero lugar, Josías comenzó a reinar cuando tenía ocho años (22:1) luego,
en el contexto del hallazgo de la ley (22:8-20), Josías llevó al pueblo a una
reforma radical como nunca antes había ocurrido (23:1-3). Este fue el inicio de
una serie de medidas radicales que el pueblo nunca había visto por mandato de
Josías. En este sentido Josías renovó el
pacto con Dios llevado al pueblo a comprometerse como nunca antes lo había
hecho (23:3), ordenó a los sacerdotes a quemar todos los utensilios usados en
el templo para Baal (23:4), quitó a los sacerdotes idólatras (23:5), de hecho,
los mató a todos (cf. 23:20), profanó todos los lugares idolátricos
barriendo con todos los ídolos (23:8-13), limpió la casa de YHVH de toda las
imágenes idolátricas y las quemó en el valle de Cedrón (23:6), derribó los
lugares de prostitución idolátrica (23:7),
quitó las esculturas dedicadas al Sol (23:11-12), profano todos los
lugares de adoración idolátrica que reyes anteriores habían hecho (23:13s).
Derribó también todas las casas dedicadas a la idolatría que estaba en Samaria
(23:19) y barrió con todos los encantadores y adivinos del país (23:24). Además
de esto, restableció la pascua a YHVH (23:21s). Todas estas medidas hicieron de
Josías un rey único, por ello se dice de él que: “No hubo otro rey antes de
él, que se convirtiese a Jehová de todo su corazón, de toda su alma y de todas
sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés; ni después de él nació otro
igual.” (2 Rey. 23:25).
A la luz de todo lo que se nos dice sobre Josías,
podemos comprobar que la tesis de Storms falla en distinguir no solo que tales expresiones son dichas
desde contextos históricos, sino también, que el mismo contexto de tales
afirmaciones tienen un sello particular y no son simplemente expresiones
hiperbólicas como supuestamente sería Mateo 24:21. Por el contrario, aunque
ambas son similares, se distinguen en destacar aspectos distintivos de ambos
reyes. Y esto es bastante claro a leer lo que contextualmente se dice de ambos.
No representa una novedad leer que en el caso de Josías: “No hubo otro rey
antes de él, que se convirtiese a Jehová de todo su corazón, de toda su alma y
de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés; ni después de él nació
otro igual” porque justamente, no hubo nadie como él, que hiciera lo que
hizo para Dios de una manera radical. La supuesta evidencia de Storms en el
caso de estos pasajes, nuevamente dejan ver que su argumentación es un cherry picking apresurado.
El caso de Joel
1:1-4; 2:2; Ezequiel 5:9
Los otros versículos que Storms cita como
evidencia de correlatividad sinónima, es
Joel 1:1-4; 2:2; Ezequiel 5:9,
sin embargo nuevamente nos preguntamos, ¿son estas expresiones simplemente
locuciones hiperbólicas? La tesis de Storms señala que expresiones como “cual
nunca hubo, ni jamás habrá” (Éxo. 11:6) y “cual nunca hubo en Egipto,
desde el día que se fundó hasta ahora” (Éxo. 9:18) son ejemplos de terminología
diseñada para enfatizar la gravedad de ciertos hechos, juicios descritos de
manera hiperbólica y apocalíptica de la misma manera que la declaraciones de
Mateo 24:21. Así, el caso de Joel 1:1-4, 2:2 sería un ejemplo de ello, pues,
comparado con lo que señala Éxodo 10:14-15, Joel revela que la invasión de
langostas que había sido catalogadas en Éxodo como algo que no hubo antes y no
se repetiría, se vuelve a dar en tiempos del profeta Joel. ¿Qué sucede en este
caso, tiene razón Storms cuando señala que los términos que el Señor usó en
Mateo 24:21 a la luz de ejemplos como Joel 1:1-4, 2:2 y Éxodo 10:14-15 dejan
ver que el Señor estaba siendo simplemente hiperbólico? Notemos lo pasajes
relativos.
Éxo 10:14-15 Y subió la
langosta sobre toda la tierra de Egipto, y se asentó en todo el país de
Egipto en tan gran cantidad como no la hubo antes ni la habrá después; 15 y cubrió la faz de todo el país, y
oscureció la tierra; y consumió toda la hierba de la tierra, y todo el fruto
de los árboles que había dejado el granizo; no quedó cosa verde en árboles ni
en hierba del campo, en toda la tierra de Egipto. |
Como puede constatar el lector atento, la plaga de
langosta que azoló a los egipcios, la que se describe como una plaga que no
hubo antes ni la habrá después, tenía que ver con “toda la tierra de Egipto”
y el “país de Egipto”. Tal hecho, por supuesto, cubrió la faz de todo el
país y oscuridad la tierra, la tierra de Egipto. Dicho en otras palabras, la
expresión “…como no la hubo antes ni la habrá después” nada tiene de
hiperbólico, pues, fue un juicio literal de YHVH sobre los egipcios que el
texto registra de manera literal (cf. Éxo. 10:12-15). De allí las
razones de Dios dichas a Moisés: “Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia
de Faraón; porque yo he endurecido su corazón, y el corazón de sus siervos,
para mostrar entre ellos estas mis señales, y para que cuentes a tus hijos y a
tus nietos las cosas que yo hice en Egipto, y mis señales que hice entre ellos;
para que sepáis que yo soy Jehová.” (Éxo. 10:1-2). Fueron señales de parte
de Dios para que las generaciones posteriores, reconocieran al Dios verdadero.
Ahora bien, ¿qué paso con la plaga de langosta en
tiempos del profeta Joel? El argumento de Storms claramente pierde fuerza
debido a que su teoría tampoco se cumple en este caso, pues, la plaga enviada
por Dios en tiempos de Joel (835 a.C.) fue de juicio a causa de la decadencia
moral y espiritual del pueblo, de allí, las sanciones fuertes de Joel (cf.
Jl. 1:11) y su llamado directo para que los hijos de Israel se arrepintieran de
manera radical (cf. Jl.
2:12-13). Por otro lado, aunque este
tipo de plagas era inmensa, el texto no muestra que la misma fuera
literalmente, la más grande de todos los tiempos, ni tampoco, una plaga sobre
todo el globo terráqueo. Aunque severa, afectó a los moradores de la tierra de
Israel (cf. Jl.1:2, 6, 10;
2:17-19,23) y los términos descriptivos de la misma, no constituyen una
hipérbole. Por otro lado, y esto es
relevante en Joel, pues esta plaga histórica se presenta como un tipo del
futuro día de YHVH, que el profeta menciona circularmente en todo su escrito (cf.
Jl. 1:15; 2:1-2,11; 28-32; 3:1-3, 9-16). ¿Qué sucede en el caso de Ezequiel
5:9? Ezequiel es un profeta del exilio (593 a.C.) anunciando el futuro juicio
de Dios a través de Babilonia. En el
contexto de este pasaje, Ezequiel se refiere proféticamente a Judá y a
Jerusalén anticipando el sitio babilónico a Jerusalén (Eze. 4:2). El texto en cuestión es el siguiente:
Eze 5:8-10 Así, pues, ha
dicho Jehová el Señor: He aquí yo estoy contra ti; sí, yo, y haré juicios en
medio de ti ante los ojos de las naciones. 9 Y haré en ti lo que nunca hice, ni jamás
haré cosa semejante, a causa de todas tus abominaciones. 10
Por eso los padres comerán a los hijos en medio de ti, y los hijos
comerán a sus padres; y haré en ti juicios, y esparciré a todos los vientos
todo lo que quedare de ti. |
Entonces, ¿es la expresión “y haré en ti lo que
nunca hice, ni jamás haré cosa semejante” un paralelo verbal de Mateo 24:21
sin mayores implicancias, más que la de un lenguaje proverbial fuerte?
¿Demuestra Ezequiel 5:8-10 que el lenguaje utilizado por el Señor en Mateo
24:21 sólo fue una hipérbole retórica? Sin duda que de algún modo similar, los
terribles hechos acaecidos el año 70 d.C., con el asedio y destrucción de
Jerusalén y el templo, se vieron en el
sitio a Jerusalén de la época del rey Joaquín y Sedequías (2 Rey. 24-25), días
en que los padres literalmente también habían comido a sus hijos debido al
asedio babilónico, cuestión que de hecho, Dios en tiempos de Moisés había advertido a Israel (cf. Lev.
26:1-33; Deut. 28:53, 55; Jer. 13:14) y que el libro de Lamentaciones constata
claramente (cf. Lam. 2:20-22;
4:10; Isa. 9:20). Sin embargo, y a diferencia del sitio romano del 70 d.C.,
incluso, a los horrores del holocausto (1933-1945) el caso del sitio babilónico
al que hace alusión Ezequiel no deja de ser un juicio único, similar a otros
que sufrió Israel como el del 70 d.C., pero único con respecto a las
circunstancias y la dinámica progresiva
del avance invasivo babilónico que no había visto otro parangón en la historia (Eze. 5:10c). Esto, por supuesto,
nunca se vio en la historia de la manera en que se dio en aquellos días. En
consecuencia, ¿son realmente Éxodo 11:6;
9:18; 10:14; 2 Reyes 18:5; 23:25; Joel
1:1-4; 2:2 y Ezequiel 5:9 —entre otros—
una prueba de que las expresiones de Mateo 24:21 fueron solo una
hipérbole retórica y no un indicativo particular de un periodo que nunca la
historia de la humanidad ha visto? Por otro lado, si tales expresiones se
asemejan a las expresiones que usa Mateo 24:21, pero, que guardan cada una de ellas una
particularidad contextual única que también tiene Mateo 24:21, ¿hay otros
pasajes que sean realmente pasajes paralelos, esto es, paralelos escatológicos
como lo es Mateo 24:21? Esto es lo curioso, pues, aunque Storms menciona uno de
estos versículos como es el caso de Daniel 12:1, pasó por alto la
particularidad ilocutiva de éste, y los otros casos que guarda un paralelismo preciso
con Mateo 24:21, Jeremías 30:7, Joel 2:1-2, 32 y Apocalipsis 3:10. Notemos
entonces, las razones de lo anterior.
Paralelos precisos de Mateo 24:21
Los paralelos “verbales”, o más bien, proféticos
escatológico precisos de Mateo 24:21 a la luz de un análisis medianamente
cuidadoso, son sin duda Daniel 12:1, Jeremías 30:7, Joel 2:1-2, 32 y
Apocalipsis 3:10. En cada uno de estos casos, se observa un paralelismo
profético escatológico único y consensual. Son todos de carácter profético
escatológico, porque cada una de las expresiones usadas en cada una de estas
referencias fue revelada bajo este punto de vista, pero también, con un
ingrediente escatológico intrínseco subrayado por sus contextos particulares.
Notemos brevemente cada uno de ellos para constatar lo dicho.
“En aquel tiempo se
levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu
pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta
entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se
hallen escritos en el libro.” (Dan. 12:1) |
Daniel 12:1 comienza con la fraseología típica
para escenarios escatológicos y mesiánicos, el tiempo final señalan Keil y
Delitzsch, así, וּבָעֵ֣ת הַהִיא֩[7] (ubaét hahi) “en aquel tiempo” como
en Jeremías 33:15 y Joel 3:1 (cf. Jer. 50:4, 20), tiempo que incluye los acontecimientos
escatológicos de Daniel 7:23-27; 9:27 y 11:36-45. Lo que sigue, es una explicación de dicho
“tiempo de angustia”. Por supuesto, Israel ha pasado por muchos tiempos de
angustias en el pasado (cf. 2 Rey. 19:3; Isa.
37:3; Sal. 116:3; Isa. 8:22; 30:6; 33:2; Jer. 6:24; 15:11; Lam. 1:12ss; Hab.
3:16; Abd. 1:12, 14). Sin embargo, este tiempo de angustia no solo es diferente
en tiempo, duración e intensidad, será un tiempo en que el gran príncipe Miguel
luchará a favor de Israel, trayendo la liberación del pueblo. Como añaden Keil y Delitzsch: “Para el pueblo de Dios será necesaria
esa ayuda tan poderosa para su liberación, porque aquel tiempo será de una
opresión sin paralelos.” (Keil & Delitzsch
2018:487). Además, esta salvación (מָלַט[8] [malat]) final del pueblo de Israel, se
presenta como una liberación escatológica, lo cual se subraya no solo por la
repetición del sintagma adverbial
temporal וּבָעֵ֣ת הַהִיא֩ (ubaét
hahí) “en aquel tiempo”, sino también, porque tal liberación está ligada
—como bien añaden Keil y Delitzsch— con el levantamiento del reino mesiánico (cf.
Dan. 7:23-27). La última expresión (“todos los que se hallen escritos en el
libro”) no es otra idea, sino que subraya el aspecto soteriológico de Dios
con los elegidos de Israel, todos, inscritos en el libro, que es el libro de
los salvos (cf. Mal. 3:16-4:3; Lc. 10:20; Apo. 13:8; 17:8; 20:12, 15;
21:27). Dicho en otras palabras, —y a pesar de la objeción preterista[9]—
la anatomía de este versículo apunta hacia el final de los días, días
escatológicos, días no solo de juicio para Israel, sino también, de su
liberación.
El segundo pasaje que tiene familiaridad sinóptica
con Mateo 24:21 y por supuesto con Daniel 12:1, es Jeremías 30:7, el segundo
texto paralelo de naturaleza escatológica que se suma a este grupo diacrónico
de consensualidad.
“¡Ah, cuán grande es
aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para
Jacob; pero de ella será librado.” (Jer. 30:7) |
Como es propio de los profetas, estas
declaraciones tienen un énfasis profético y escatológico claro, profecía que
Jeremías intercala de manera intencionada en la retórica espiral de sus
argumentos. Ahora bien, de acuerdo al contexto, podemos constatar que se trata
de lo que Dios ha determinado con respecto a la liberación futura-escatológica
de Israel (v. Jer. 30:1-3) lo cual desea comunicar de manera clara al
profeta, de allí, “así habló YHVH Dios de Israel” (30:2), “…estas,
pues, son la palabras que habló YHVH acerca de Israel” (Jer. 30:4),
y, como es característico en la profecía con miras escatológicas, Jeremías 30:7
forma parte de la dupla “juicio y restauración” característica habitual en los
profetas para indicar lo que sucederá en la bisagra escatológica que comporta
el día de YHVH y el reino mesiánico
terrenal (v. Jer. 30:7-8 → 9-11 cf. Isa. 2:1-4 ← 5-21; 24 → 25;
34 → 35; 61:1-2a→ 61:2b; Jl. 3:1-15 → 16-21; Amo. 9:8-10 → 11-16; Abd.
15-16 → 17-21; Sof. 3:8 → 9).
Ahora bien, el contexto inmediato de estas
declaraciones tiene su realidad a las portas de la caída de Judá. En
este sentido, bien dicen Keil y Delitzsch: “Este día sin igual describe algo
futuro y por eso, sin entrar aquí en más razones, debemos afirmar que no se
trata del día de la destrucción de Jerusalén”. (Keil & Delitzsch
2017:407). De esta manera y después de
haber predicho los males que acompañarían el sitio y posterior exilio de Judá,
el profeta es ordenado a dar palabras de esperanza (Jer.
27-29), revelando una visión gloriosa de la futura liberación y
restauración de Israel a su tierra (Jer. 30-31) (2017:403s). Teniendo claro
todo lo anterior con respecto a lo contextual,
salta a la vista el primer aspecto de esta sinopticidad, pues, Jeremías no
está describiendo un día cualquiera, se trata de “aquel día”, una expresión no solo sincrónica
en su sentido, sino también, típica para referirse a los días de juicios
escatológicos relativos al día de YHVH (cf. Isa. 2:11, 17, 20; Miq. 4:6;
Sof. 1:10, 15 et al.), aquí, enfatizado el tratamiento que Dios hará con
su pueblo, pues, se trata del “tiempo de angustia para Jacob”, esto es,
de aflicción, desazón y aprietos.
La severidad de este día se hace patente por el hecho de que Jeremías usa interjecciones intencionadas y añade a este mismo sintagma, el adjetivo “grande” (גָד֛וֹל [gadol]) con dicho mismo propósito, así, “¡Ah, cuán grande es aquel día!” (Jer. 30:7) y Jeremías añade el detalle escatológico metonímico[10] del mismo מֵאַ֣יִן כָּמֹ֑הוּ (meayín camou) lit.: “ninguno como él” (Jer. 30:7b), un giro enfático. Dicho en otras palabras Jeremías está describiendo un gran “día” (periodo) de juicios (el “día de YHVH”), periodo en el que Dios llevará a cabo su agenda escatológica para con las naciones e Israel. Pero además, —y como bien señalan Keil y Delitzsch— un tiempo en el que “…Dios edificará su reino y hará que su pueblo sea glorioso, tanto en el plano temporal como espiritual (Jer. 30, 18-22)” (Keil & Delitzsch 2017: 404). Esto es, Israel será finalmente librado y restaurado por Dios, como también lo enseñan los otros profetas (cf. Jer. 30-31; Eze. 36-37; Jl. 3:17-21). Si comparamos lo que dice este versículo con lo que el profeta Daniel nos dice en 12:1, notaremos que ambos están en directa relación con Mateo 24:1, incluso, en una relación semiótica, profética y escatológica como es característico de pasajes paralelos realmente emparentados. Note usted la similitud intencional de los tres versículos, a los cuales también se añade Joel 2:1-2, 32.
Pasajes semióticamente paralelos sobre el día de YHVH
Es un tiempo único en la historia venidera
1 “…cual nunca fue desde que hubo gente
hasta entonces…” (Dan. 12:1)
2 “…tanto, que no hay otro semejante a él…”
(Jer. 30:7b)
3 “…semejante a él no lo hubo jamás, ni
después de él lo habrá….” (Jl. 2:2b)
4 “…cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá.” (Mt. 24:21)
Es un tratamiento de juicio para Israel
1 “…y será tiempo de angustia…” (Dan. 12:1e)
2 “…tiempo de angustia para Jacob” (Jer.
30:7c)
3 “Tocad trompeta en Sion, y dad alarma en mi
santo monte…” (Jl. 2:1)
4 “aborrecidos” , “cuando veáis”, “los que estén en Judea”, “día de reposo”, “escogidos” (Mt. 24:15,16, 20, 31)
Es un tiempo de salvación y restauración para Israel
1 “…pero en aquel tiempo será libertado tu
pueblo…” (Dan. 12:1e)
2 “…pero de ella será librado.” (Jer.
30:7d)
3 “…porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación…” (Jl. 2:32)
4 “acortado por causa de los escogidos [de Israel]”, “redención” (Mt. 24:22, 31, 32 cf. [Lc. 21:20,28* → 31])
Como podemos observar en los ejemplos anteriores, el principio de “pasajes paralelos” no consiste simplemente en encontrar semejanzas “verbales” ni adjetivales, sino, —y además de ello— intención sinónima doctrinal, teológica, profética o como en estos casos (Jer. 30:7; Dan. 12:1; Jl. 2:1-2,32; Mt. 24:21), además, consensualidad escatológica. Sin embargo, la particularidad extra de estos versículos paralelos es aún más intencional, pues, no solo tienen anatomía semiótica similar, sino también, —como se ilustra a continuación— representan pasajes paralelos diacrónicos que debido a ello, dejan ver con mayor claridad su relación escatológica consensual. No obstante, no podemos terminar este punto ignorando el quinto versículo profético escatológico paralelo que se suma a este grupo, nos referimos, a Apocalipsis 3:10: “Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra.” (Apo. 3:10). Juan confirma que habrá un tiempo como nunca antes, en el que Dios probara en juicio, a los “moradores de la tierra”, esta última, una expresión propia del mundo de los hombres sin Dios (cf. Eze. 11:6; 12:19), de los incrédulos en tiempos de la gran tribulación de aquellos días (cf. Apo. 11:10; 12:12; 13:8, 12, 14).
A este tiempo Juan metonímicamente le llama, la “hora de la prueba” (ὥρας τοῦ πειρασμου [jóras tu peirasmu]); sin embargo, de la misma manera —metonímicamente— promete a la iglesia universal representada por la iglesia de Filadelfia, librarla y protegerla de la hora “de” la prueba, literalmente ἐκ τῆς ὥρας τοῦ πειρασμου (tés jóras tú peirasmu) “sacarla de la hora del prueba”, no dice el texto, “durante” la prueba o “a través” de la prueba (cf. 1 Tes. 1:10; 5:9s). Como señalamos anteriormente, con “paralelo diacrónico”, nos estamos refiriendo al hecho de que este paralelo consensual se construyó providencialmente por Dios, no solo por medio de una similitud gramatical evidente en cada uno de los autores bíblicos, sino también, porque tales escritores vivieron en épocas diferentes, dejando ver que su consensualidad fue una edición del Espíritu Santo, no así, una conclusión de teorizaciones hermenéuticas dispensacionales.
Como hemos observamos en estos ejemplos, la
importancia de los “pasajes paralelos” no sólo estriba en el hecho de que como
tales, nos revelan la certeza de un
hecho atestiguado por más de un testigo, sino también por el hecho de que hay
doctrinas que son afirmadas por este tipo de consensualidad, y no siempre de
manera sincrónica, sino también —como en el caso anterior— de manera diacrónica,
modalidad en la que no solo diferentes autores hablan de un mismo hecho, sino
también, de diferentes épocas de la historia de la revelación. En consecuencia, cuando comenzamos el viaje
por el principio de pasajes paralelos, no debemos minimizar su alcance, ya que
un buen uso de este principio, no solo nos puede dar luz sobre un hecho
puntual, sino también, con habitualidad, es una manera que la misma Escritura
tiene para afirmar sus consensos doctrinales, teológicos y también,
escatológicos. Todo esto tiene una importancia
gravitacional para la correcta interpretación del texto bíblico, y a la
vez, para encaminarnos en un camino hermenéutico correcto y coherente que nos
libre de tesis interpretativas deficientes que se basan en pruebas incompletas,
en supresiones de aspectos importantes de los textos bíblicos como es el caso
del cherry picking, en este caso, el cherry picking de Sam Storms.
Bibliografía
Carballosa, Evis 1989. “Daniel y el reino
mesiánico”. Grand, Rapids, MI: Portavoz.
Carballosa, Evis 2010. “Mateo II, 15-28”.
Grand, Rapids, MI: Portavoz.
Gendry L. Kenneth Jr. 2019. “El Tendrá el
Dominio”. Salen, Oregón, EE.UU.: Kerigma
Keil C.F. & Delitzsch F.J. 2018. “Comentario al texto
hebreo del AT, Daniel”. Viladecavalls, Barcelona, España: Clie.
Keil C.F. & Delitzsch F.J. 2018. “Comentario al texto
hebreo del AT, Lamentaciones y Jeremías”. Viladecavalls, Barcelona, España:
Clie.
Luz, Ulrich 2012. “El Evangelio según San
Mateo, Vol. III”. Salamanca, España: Sígueme.
Storms, Sam 2018.
“Venga tu Reino”. Salen, Oregón, EE.UU.: Kerigma.
Millos p. Samuel 2009. “Mateo, Comentario
Exegético al Texto Griego del Nuevo Testamento”. Viladecavalls, Barcelona,
España: Clie.
[1] La
expresión י֣וֹם יְהוָ֔ה (día de YHVH) aparece 15 veces en el AT (Isa. 2:12; 13:6, 9;
Eze. 13:5; 30:3; Jl. 1:15; 2:1, 11; 3:14; Amo. 5:18 [x2], 20; Abd. 1:15; Zac.
1:7, 14; 14:1) más dos alusiones introducidas por la preposición לְ (le [para]) así
“para el día de YHVH” (Isa. 2:12; Zac. 30:3).
[2]
Véase, por ejemplo, Sal. 2:1-12; 11:6; 72:1-4; 110:1-*5-6, 7; Isa. 2:5-21;
13:11-13; 24:1-23; 34:1-8; 61:2; 63:1-4; Eze. 36:22-28; 38:1-22; Dan. 7:25-27;
12:1; Jl. 1:15; 2:1-11; 3:1-16; Am. 5:18-20; Abd. 1:15; Sof. 1:2, 14-15, 18;
3:8; Zac. 14; Mal. 4:1-6.
[3] Futuro
indicativo singular del verbo εἰμί (eimí).
[4]
Como se ha señalado, el argumento habitual de la tesis preterista con respecto
a la gran tribulación, es la cuestión de
la mortandad ocurrida en el sitio a Jerusalén. Para ello aluden a Josefo, quien
constató que con la destrucción del templo no solo llegó el final de Jerusalén, sino también, el de
una ciudad de gran magnificencia y fama. A esto Josefo añade que
aproximadamente 1.110.000 personas
murieron durante el asedio y 97.000 fueron capturados y esclavizados. Sin
embargo, aunque severo, estos juicios no constituyen un cumplimiento del grado
de severidad del día de YHVH y la expresión del Señor de la gran tribulación,
“…cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá.”
De hecho, para que este evento clasificara como un juicio escatológico sumando a los 950 que murieron en Masada
(tres años después) la suma no llega a las 1.300.000 muertes. Si estas muertes representan el resultado de
la “gran tribulación”, ¿que representan los 6 millones de judíos muertos en el
holocausto?
[5] La interpretación de Kenneth L. Gendry Jr.,
sigue de manera muy similar a la interpretación
pesher judía, no solo en el hecho de que preteriza el pasaje en cuestión
(Mt. 24:29-31) sino porque también, metaforiza la “señal” mencionada insertando
(“esto es aquello”) la idea de que: “La
señal del Hijo del hombre que está en el cielo son los escombros humeantes de
Jerusalén” armonizando su interpretación
con la destrucción de Jerusalén el año 70 d.C., asignando además a tal
declaración, un sentido apocalíptico de naturaleza subjetiva y alegórica (Gendry 2019:293). Pero esto no
es todo, Gendry —sabiendo la tensión de su interpretación— añade el tinte
espiritualizado agregando que: “A través de estos acontecimientos, los
judíos debían “ver” al Hijo del hombre en su juicio, que venía en una terrible
nube de gloria” (2019:294).
[6]
Citamos aquí, “Venga Tu Reino”,
por Sam Storms. Editorial Kerigma, 2018.
[7] Lit.: “En el tiempo el aquel”.
[8]
Significa “librar” o “rescatar”, así también, “conservar”,
“guardar”, entre otros sentidos similares.
[9] Vale
la pena leer la respuesta que notamente
Keil y Delitzsch (“Comentario al texto
hebreo del AT, Daniel”, pág. 487s) dan a los críticos, acerca de un
cumplimiento pasado de estos versículos no solo en la destrucción del Jerusalén
y el templo, sino también, en Antíoco Epífanes, tipo del anticristo (Dan.
12:1ss).
[10]
Relativo a la metonimia, figura retórica del lenguaje que consiste en designar
una cosa con el nombre de otra, aquí, lo que es un periodo de juicios
relativos, se resumen en la expresión “día” de YHVH.
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