Por J.A. Torres Q. (M.A)
I.
Introducción
Según el propio testimonio[1]
del Pr. Sugel Michelén, se convirtió el año 77 en el contexto de una iglesia
dispensacionalista. Su primera Biblia fue la “Biblia de Referencias Scofield”.
Posteriormente, asistió a un seminario fundado por el mismo Scofield llegando a
ser un dispensacionalista convencido. Por supuesto, también —explica el mismo— leyó
a Lewis Sperry Chafer (1871-1952), Dwight Pentecost (1915-2014), Charles C. Ryrie
(1925-2016) y a todos los grandes dispensacionalistas. Sin embargo, después de varios
años conoció a unos hermanos reformados (amilenaristas). Cuando los
conocí —añade Michelén— me di cuenta que necesitaba estudiar este
tema con gran profundidad, así que, durante tres años comencé a estudiar
profundamente el tema del dispensacionalismo y la nueva hermenéutica que había
descubierto, propia del amilenialismo. Lo que vino después, fueron más lecturas
“reformadas” como Anthony Hoekema (1913-1988), John H. Gerstner (1914-1996) y
otros; sin embargo, no fue hasta su encuentro con el libro de Curtis
Crenshaw “Dispensationalism Today, Yesterday, and Tomorrow” (una
crítica al libro de Charles Ryrie “Dispensacionalismo Hoy”) que el
pastor Michelén quedó convencido de que el dispensacionalismo estaba
“equivocado”. Fue así —dice él— que “estudiando las Escrituras” finalmente abrazó
el amilenarismo y su paradigma hermenéutico rector, la teología del pacto.
Ya han pasado varios años de
la publicación del libro de Crenshaw (1989) y hace dos años atrás
(2020) recién fue traducido al español por un grupo de personas dirigidos por
Arlington Vaca; así tenemos hoy, la versión al español del libro de Curtis
Crenshaw que en esta edición lleva el título de “Dispensacionalismo, hoy,
ayer y mañana” El entusiasmo en torno a esta traducción no ha sido menor, pues,
fue uno de los textos que llevó a pastores como Michelén a abandonar el
dispensacionalismo y al mismo tiempo, a abrazar la tesis contraria: el
amilenarismo. De hecho, su editor — Arlington
Vaca[2]—
ha anunciado con gran entusiasmo que este es el libro que los
“dispensacionalistas” quieres que tú no leas. Por supuesto, la declaración de
Vaca no sólo revela un entusiasmo sincero, sino también, un intento
honesto y respetuoso de persuadir —añade Vaca— “…a mis hermanos
dispensacionalistas”[3].
Por supuesto, una invitación de este tipo no debe ofender, pues, es la manera
correcta de proponer o invitar a quien no comulga con las conclusiones del
amilenarismo y las críticas que Grover E. Gunn III y Curtis I. Crenshaw hicieron
al dispensacionalismo. Por supuesto, aunque este libro tiene algunas
imprecisiones[4] sobre el dispensacionalismo, en su momento fue
gravitante para “refutar” el dispensacionalismo revisado de Ryrie, Chafer y
Pentecost.
Ahora bien, aunque este libro
está un poco desactualizado no deja de sugerir un desafío que sigue presente,
pues, ¿realmente es el libro prohibido para los dispensacionalistas? Curiosamente
este libro llegó a nuestras manos, no obstante y, a diferencia de lo que
esgrime el Pr. Michelén no encontramos en él, argumentos realmente
relevantes en contra del “dispensacionalismo” que dice refutar. Aunque
podríamos mencionar algunos ejemplos concretos, nos remitiremos a responder al caso
esencial del nuevo pacto; según estos autores, el desafío más grande
que tiene el dispensacionalista e independientemente este “desafío” ya ha sido
respondido, reactualizaremos aquí, la crítica constante que han hecho los
teólogos reformados que hasta el día de hoy se esgrimen. Ahora bien, ¿cuál es
entonces el supuesto desafío para el “dispensacionalista”? Gunn III
y Crenshaw escriben:
“Uno de los mayores desafíos ante cualquier persona que se llame a sí
mismo dispensacionalista es explicar cómo el nuevo pacto que Jeremías dijo
que se haría con Israel y Judá está relacionado con la iglesia cristiana hoy”
(Gunn III & Crenshaw 2020:70). |
Y añaden:
“Seguramente ahora puede ver que el dispensacionalista consecuente tiene
un problema con el nuevo pacto. Según una aplicación coherente de los
supuestos dispensacionales básicos y la hermenéutica dispensacional, el nuevo
pacto de Jeremías 31 es para Israel en un milenio judío, no para la iglesia
del Nuevo Testamento en la era de la iglesia” (2020:60). |
No cabe duda que al leer
Jeremías 31:31-34 notamos que el nuevo pacto hecho por YHVH fue estipulado por
Dios para con Israel, el texto es claro al señalar: “He aquí que vienen
días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel
y con la casa de Judá.” (Jer. 31:31). De esta manera, Gunn y
Crenshaw citando a algunos dispensacionalistas concluyen que: “…los
dispensacionalistas enseñan que ninguna profecía del Antiguo Testamento puede
referirse a la iglesia del Nuevo Testamento” (Gunn III & Crenshaw 20:2057). Entonces,
si el nuevo pacto claramente fue instaurado por el Señor como el NT así lo
ratifica claramente (cf. Mt. 26:28; Mr. 14:24; Lc. 22:20; 1 Cor. 11:25;
2 Cor. 3:6; Heb. 8:8-15; 12:24), ¿significa esto que la iglesia es el “nuevo
Israel” que se apropia de las promesas hechas al Israel étnico? ¿Significa esto
que el “dispensacionalista” tiene que aceptar el hecho de que esta profecía no
se cumplió literalmente en Israel y su hermenéutica “literalista” debe ser
abandonada?
Como observamos en el
“desafío” de estos autores, uno de los mayores retos para cualquier persona que
se adhiere al “dispensacionalista” es explicar cómo el nuevo pacto
que Jeremías dijo que se haría con Israel y Judá, está relacionado con
la iglesia cristiana hoy; sin embargo, y esto debemos señalar: el
desafío no es sólo para el “dispensacionalista”, también lo es para el teólogo
reformado que tiene que justificar cómo es que tal profecía dada en términos
concretos a Israel llega a tener un supuesto “cumplimiento” en un supuesto
“nuevo Israel” y esto, independientemente la iglesia haya sido beneficiada con
algunos aspectos progresivos del pacto. De hecho, esta es la tesis de estos
autores al concluir:
“Dado que la iglesia del Nuevo Testamento es la continuación del programa
del reino del Antiguo Testamento y es el Israel espiritual en esta era y es
el cumplimiento de muchas profecías del Antiguo Testamento, no hay ningún
problema en relaciona directamente el nuevo pacto de Jeremías con la iglesia
en esta era” (Gunn III & Crenshaw 2020:80). |
Como puede notar cualquier
estudiante serio de las Escrituras que usa una hermenéutica coherente, la
tesis reformada no deja de exhibir dos problemas evidentes con la idea de un
“Israel espiritual”; primero, esto es una clara espiritualización del pasaje de
Jeremías y segundo, el NT nunca equipara a Israel con un “nuevo Israel”. Sin
embargo, para estos autores, “…esta piedra se ha convertido en una piedra
angular en su sistema de interpretación” (2020:80), el sistema reformado.
Curiosamente Gunn III & Crenshaw advierten a sus lectores que el dilema
hermenéutico del dispensacionalismo consiste en conciliar las Escrituras con su
presupuesto básico, un presupuesto que toma los términos de Jeremías tal cual
fueron dados a sus lectores originales.
Ahora bien, si bien es cierto
la crítica de Gunn III & Crenshaw es acertada con respecto a la tesis de
Chafer, Walvoord y Ryrie quienes para sortear este “dilema” propusieron la
tesis de los dos pactos[5],
esto sin embargo, no es el resultado del “sistema” dispensacional, sino más
bien, un postura particular de estos teólogos que ofrecieron una respuesta
inadecuada al punto. Curiosamente, Gunn III & Crenshaw tampoco ofrecen una
respuesta satisfactoria, pues —como es propio de la interpretación reformada—
pretenden resolver el caso por el camino de la espiritualización, una
conclusión tan deficiente como la teoría de los dos pactos.
Entonces, ¿cuál es la respuesta hermenéutica “dispensacional” correcta a este supuesto dilema? Si bien es cierto la idea de los “dos pactos” no responden de manera adecuada a este desafío, por el contrario, no dejan de tener razón Pentecost, Walvoord y Ryrie en el hecho escriturario de que el nuevo pacto sigue teniendo un cumplimiento futuro con Israel, independientemente la iglesia haya comenzado a participar del mismo a causa de su relación con el Señor, quien es el testador por excelencia del nuevo pacto. Antes de responder a la crítica de Gunn III & Crenshaw, notemos primero, qué es lo que Jeremías 31 nos enseña para después, observar a la luz del NT cómo es que la promesa de Dios a Israel sigue siendo vigente para ellos y cómo también, la iglesia ha llegado a ser parte del mismo, sin que esto implique un reemplazo de Israel, ni tampoco, una espiritualización de Israel como erradamente sugieren Gunn III y Crenshaw.
II.
El significado del nuevo pacto de Jeremías 31
Cuando nos acercamos al AT y observamos el detalle
de esta promesa, notamos que el mismo texto es suficiente en sí mismo para
descartar cualquier tipo de reemplazo o espiritualización. El locus
classicus del nuevo pacto entonces, es el siguiente pasaje.
Jer 31:31-34 He
aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa
de Israel y con la casa de Judá. 32 No como el pacto
que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de
Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para
ellos, dice Jehová. 33 Pero este es el pacto que haré
con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en
su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos
me serán por pueblo. 34 Y no enseñará más ninguno a su
prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me
conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová;
porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado. |
¿Cuáles son las enseñanzas
transcendentales de este pasaje? ¿Sugiere este texto una verdad modificable?
Notemos entonces y por orden, lo que Jeremías nos dice —lo que enseña
tácitamente el texto— sobre el nuevo pacto y con ello, las implicancias de los
términos que Dios mismo da al profeta.
1. Lo primero que Jeremías comunica, es la implicancia
temporal de estos eventos. La expresión “…he aquí viene días” (יָמִ֥ים
בָּאִ֖ים) es a veces, un alusión a días históricos (cf. 2 Rey.
20:17; Isa. 39:6; Jer. 9:24; 49:2; 51:47), pero también, una referencia común para referirse a tiempos
mesiánicos (Jer. 23:5) y escatológicos (cf. Jer. 19:6; 30:6;
31:27; 31:38; 33:14; Am. 9:13). Las características mencionadas en el contexto (vs.
33) dejan ver que Jeremías está hablando de tiempos escatológicos que
incluyen no sólo juicios para Israel
(Jer. 30:7-9), sino por sobre todo, tiempos de restauración. Esto último
implica la “renovación” de la relación paternal de Dios para con ellos (Jer.
31:1; 33:23-26), el restablecimiento geo-político de la nación (cf. Jer.
31:7, 23-24; 33:14-16; Eze. 36:7-12; 26→ 28; 37:15-28*; Isa. 61:2b-7; 65:20-25)
pero por sobre todo, su restauración espiritual (cf. Jer.
31:7-14; 33:14; Eze. 36:24-27; 37:1-14).
2. Segundo, el anuncio comienza con una interjección (הִנֵּה [hinneh]) de atención, ¡He aquí! ¡Miren!
(ἰδούLXX cf. Apo.
3:20). Así: “He aquí vienes
días dice YHVH…” (31:31b). No se trata de lo que simplemente “dice” el
profeta, sino, de lo que Dios ha revelado a Jeremías, quien tiene que
comunicarlo. Pero, la idea no solamente es “comunicar” algo que “dice” YHVH,
sino, comunicar a los destinatarios un pronunciamiento de
Dios. El texto hebreo literalmente dice נְאֻם־יְהוָ֑ה (neum YHVH) “…declaración de YHVH” y cada vez que el AT hace
uso de este vocablo (נְאֻם [neum] “decir”) lleva incluido la idea
de un pronunciamiento de parte de Dios. En algunos casos, la idea deנְאֻם־יְהוָ֑ה “…declaración de YHVH” lleva explícito el
juramento de Dios como en Génesis 22:16 (cf. Núm. 14:28; Isa. 1:24;
43:10, 12; 54:17; Jer. 1:19; Sal. 110:1).
3. Tercero, en “estos días” Dios
decidió hacer un “…nuevo pacto con la casa de Israel y con la
casa de Judá.” (31:31). Y añade: “No como el pacto que hice
con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto;
porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice
Jehová.” Dios habla aquí de un בְּרִ֥ית חֲדָשָֽׁה (berit jadasháh) “nuevo
pacto” (διαθήκην
καινήνLXX) y Dios no desea ser ambiguo: se trata de un “nuevo
pacto” con la “casa de Israel” (יִשְׂרָאֵ֛ל [yisraél]) y con la “casa de
Judá” (יְהוּדָ֖ה [yehudáh]). Ahora
bien, Dios puede hablar de un “nuevo pacto” con Israel porque justamente, fue
con Israel que concertó un pacto anterior (cf. Éxo. 19:1-24:18). Un
pacto que ellos invalidaron (vs. 32). La particularidad de este
“nuevo pacto” no sólo subyace en el hecho de que no es una “renovación” o
“mejoramiento” de algo antiguo, no, es algo absolutamente nuevo[6] (חָדָשׁ [jadash]) que, reemplaza al antiguo (mosaico);
pero también, es un בְּרִ֥ית עוֹלָ֖ם (berít olám) “pacto eterno”: dos veces en el
contexto (32:40; 50:5). “Y haré con ellos pacto eterno, que no me
volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para
que no se aparten de mí.” (Jer 32:40). La idea de “pacto
eterno” es una expresión que subraya su temporalidad, pero también, una
realidad tangible que Dios mismo se compromete a cumplir (cf.
Gén. 9:16; 1 Cro. 16:17; Sal. 105:10; Isa. 55:3; Eze. 16:60; 37:26).
4. Cuarto, Dios manifiesta
nuevamente los receptores de este pacto אֶת־בֵּ֙ית יִשְׂרָאֵ֜ל (et-beyit yisraél) para “casa
de Israel”. Y a reglón seguido, clarifica en qué consistirá este nuevo pacto.
La versión de las Américas (LBLA) traduce: “Pondré mi ley dentro de ellos, y sobre sus
corazones la escribiré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.” El énfasis está en YHVH, Dios
mismo es quien se encarga de que se cumpla y el énfasis de la primera persona
del singular en los versículos 33-34 subraya este hecho. Algunas versiones
traducen “daré…” (RV), otras, “pondré…” (JER; DHH; NTV; NVI) y,
aunque estas opciones no son incorrectas, el verbo נָתַן (natan) tiene una serie de sentidos (“dar”
[Gén. 3:6], “causar” [Pro. 10:10], “producir” [Sal. 1:3] et
al.) y conlleva la idea de una acción divina de carácter ontológico, “…y
meteré mi ley en sus mentes” (cf. Schökel 2013:1087).
En este sentido el texto deja ver una acción monergista que señala a la
regeneración espiritual de Israel, una perspectiva que no sólo Jeremías
subraya, también lo hace Isaías (44:1-4) y Ezequiel (36-37). Bien escribe el
profesor Compton: “El nuevo pacto incluye la trasformación o regeneración de
YHVH del corazón del individuo para que exista tanto el deseo como la capacidad
de obediencia” (Compton 2019:4). El texto continúa
señalando en singular que Dios introducirá Su ley (singularתּוֹרָה [toráh]) en sus “entrañas” (קֶרֶב [qereb]) es decir, en la mente y en el corazón.
5. Quinto, además de la
transformación espiritual de Israel, Dios asegura por medio de sus
propias palabras que: “…y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.” (Jer. 31:33c). Esta
declaración acompaña a todas las anteriores y asegura la relación eterna de
Dios con su pueblo. En la expresión וְהֵ֖מָּה יִֽהְיוּ־לִ֥י לְעָֽם (vehémmah yihyon-li leám)
“…y ellos serán a mí por pueblo” Dios no está prometiendo
simplemente la existencia posterior de “israelitas” particulares, sino, la
existencia de un pueblo (עַם [am] λαόςLXX [laós]), de una nación.
Pero además, este término incluye los tres sentidos adjuntos en עַם (am “pueblo”), el sentido político:
Israel seguirá siendo una nación ante Dios, de y para Dios
(cf. Gén. 49:10s; Núm. 24:14-24; Isa. 2:1ss; 40:1-11; 43:1-21, 25;
44:1-4; 61:1-7; 65:17-25; Jer. 31:36, 37 “nación”; 31:23-24 “Judá”, y sus
“ciudades” cf. [Eze. 36:7-12]; Eze. 36-37). El sentido
étnico: Israel seguirá siendo ante Dios una etnia distintiva entre las
demás (“descendencia” [Isa. 66:22-23]; Sal. 89:29, 36; 102:28; Isa. 45:22-25*;
66:22; Jer. 31:36, 37). Y el sentido corporativo: Esto nos recuerda
que el rol escatológico de Israel no ha sido eliminado (Isa. 49:1-7; Jer. 33:22
[servicio]; Jer. 30:1-6 “familias”; Eze. 37:15-22 “dos palos”→ “una nación”; Eze.
44:9-23 “servicio” [vs. 23]), Israel será finalmente una nación
salvada.
Esta relación entre Dios y la “nación” particular de la
humanidad que Dios mismo escogió para Él no sólo desde sus inicios políticos
(Deut. 7:7s), sino, desde la eternidad misma (Rom. 11:1-2s) se amplifica en el
NT en declaraciones concluyentes como: “No ha desechado Dios a su pueblo, al
cual desde antes conoció.” (Rom 11:2). Expresión que subraya fuertemente la
elección divina (προέγνω) de un “pueblo” en su
conjunto. Por esta razón la respuesta de Pablo a la pregunta “¿Ha
desechado Dios a Su Pueblo?” No sólo subraya que se trata de
algo de exclusiva propiedad de Dios (“Su pueblo” [1 Sam. 12:22; Sal. 94:14]),
específicamente, el término “ha desechado” (ἀπωθέω) es un verbo retórico
“espejo”. La respuesta “en ninguna manera” —que es enfática en el texto griego—
implica en la argumentación paulina preguntar casi una ofensa, un absurdo, una
insensatez. Y Pablo lo hace a propósito, pues, tiene en mente (como en 9:19s)
al proto-supersesionista. Newell replica muy bien la idea: “...que Dios haya
abandonado, “reprobado” definitivamente a Su pueblo Israel. Que todos los
cristianos rechacen con igual horror esa idea” (Newell 1984:325).
Aquí entonces, se subrayar veterotestariamente la importancia divina que esta
relación única tiene en los planes de Dios. Así, “…y yo seré a ellos por
Dios, y ellos me serán por pueblo.” (Jer.
31:33c).
6. El resultado de esta futura obra
monergista de Dios, es: “Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno
a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el
más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová” (Jer.
31:34). El nuevo pacto trae consigo una futura proactividad
espiritual de Israel. El gran problema del Israel histórico: su rebeldía, su
idolatría, su continua apostasía por fin tendrá una solución definitiva cuando
el Señor mismo cumpla los términos concretos de este nuevo pacto con Israel como
nación, lo cual traerá como resultado, la obediencia perfecta de Israel a Su
Dios.
Los versículos 31 al 34
entonces, son una explicación del nuevo pacto, una explicación teológica del
mismo, cuestión que se hace patente por medio del uso constante de la primera
persona divina en el sentido pretérito: “hice”[7] (vs.
32c), “tomé”[8]
(vs. 32b) y en el sentido escatológico futuro “haré”[9]
(vs. 31b, 33a), “daré”[10]
(vs. 33b), “escribiré”[11] (vs.
33c) y “seré”[12], et
al. Sin embargo, esto no es todo lo que Dios desea comunicar por medio del
profeta. Los versículos 35 al 37 son una cláusula añadida de carácter teológico
que no se puede separar de las especificaciones mismas del pacto porque son los
términos de seguridad y de irrevocabilidad del pacto de Dios. Así, se leemos:
Jer 31:35-37 Así
ha dicho Jehová, que da el sol para luz del día, las leyes de la luna y de
las estrellas para luz de la noche, que parte el mar, y braman sus ondas;
Jehová de los ejércitos es su nombre: 36 Si faltaren
estas leyes delante de mí, dice Jehová, también la descendencia de Israel
faltará para no ser nación delante de mí eternamente. 37 Así
ha dicho Jehová: Si los cielos arriba se pueden medir, y explorarse abajo los
fundamentos de la tierra, también yo desecharé toda la descendencia de Israel
por todo lo que hicieron, dice Jehová. |
Esta cláusula establece la irrevocabilidad del
nuevo pacto en términos netamente teológicos, de allí, la autoridad explícita
divinaכֹּ֣ה׀ אָמַ֣ר יְהוָ֗ה (kóh amár YHVH) “así ha dicho YHVH”.
La NVI como LBLA traducen “así dice YHVH”, sin embargo, el énfasis es
el perfecto, lo cual subraya la determinación de Dios. Segundo, Dios desea que
el lector comprenda claramente la seriedad de Sus palabras, de
manera que si el sol no diera su luz, la
luna y las estrellas no salieran más, recién allí, —añade
Dios mismo—pensaría en ignorar a Israel como “nación”. Pero esto no es todo, un
segundoכֹּ֣ה׀ אָמַ֣ר יְהוָ֗ה (kóh amár YHVH)
“así ha dicho YHVH”, subraya la intención autoral de Dios, pero
ahora, evocando un segundo imposible: si alguien puede medir los cielos y
explorar los fundamentos de la tierra, entonces, recién ahí —dice YHVH—
yo consideraré desechar[13],
aborrecer y repudiar a “toda la descendencia de Israel” (vs. 37). Dicho
en otras palabras, si tomamos en serio las palabras de Dios el tema de Israel y
su papel en la historia de la salvación no es una cuestión de
“dispensacionalismo versus teología reformada”, es esencialmente un tema
teológico: Si Dios que eligió a Israel tiene que rechazar a su
pueblo elegido (Deut. 7:7-8; Rom. 9:11,11s), entonces, tiene que retirar Su
palabra en los términos que la dio; de hecho, si al Dios que nos estamos
refiriéndonos es el verdadero Dios de Israel: el Dios de los pactos, el Dios de
las promesas incondicionales dadas en términos irrevocables como claramente
Jeremías 31:35-37 lo revela y de hecho, Jeremías 33:19-26 lo vuelve
a subrayar: aspecto en que el mesías es previsto (Jer. 33:15, 21 cf. Isa.
11:1-5, 10).
Entonces, es imposible que Su
palabra caiga por tierra por medio de una revocación de sus propias
palabras. Esto nos sugiere una pregunta clave: si los términos del
nuevo pacto de Dios con Israel se instituyeron por medio de términos teológicos
irrevocables, ¿es su cumplimiento modificable para con “ellos”? Y con
“modificable” nos referimos a sus destinatarios legales: Israel como nación que
es el énfasis del nuevo pacto (cf. Jer. 31:1, 27, 31, 33, 36, 37). Por
otro lado, si el nuevo pacto en términos legales fue hecho con la “casa de
Israel” y la “casa de Judá”: Israel como nación, ¿excluye este pacto a los
gentiles? La respuesta a esta última pregunta es clave para esta
discusión. Y en este sentido, aunque en la descripción de este nuevo pacto
(Jer. 31:31-34) no se menciona explícitamente a gentiles como receptores de
este pacto, la inclusión constante de los extranjeros en Israel (cf.
Éxo. 22:21; Lev. 17:8; 19:34; Deut. 10:19; 31:12 et al.), los
términos de los pactos divinos (cf. Gén. 12:1-4; 49:10s; Am. 9:11-15;
Isa. 14:1-2; 89:3-37; 110) que confluyen en el nuevo pacto (cf. Sal.
2:6-12; 23:27-31; 72:1-11) y el contexto mismo del locus classicus del
nuevo pacto (cf. Jer. 31:31-34) dejan ver que los gentiles (naciones)
sí, también disfrutarán (y disfrutamos) las bendiciones del nuevo pacto (Jer.
31:7 cf. Jer. 33:14s; Sal. 110) una realidad que los demás profetas
complementan de manera clara (cf. Sal. 2; 23:27-31; 72:1-11;
17; 86:9; 96:10; 97:1; 110; Isa. 2:3-4; 9:7 et al.).
Ahora bien, habiendo
observado el significado, los resultados y los términos teológicos
del “nuevo pacto” en Jeremías, ¿qué nos enseña el NT al
respecto? Históricamente hablando, hay a lo menos, cincos
interpretaciones acerca de lo que supuestamente enseña el NT sobre la
aplicación del nuevo pacto. De acuerdo al resumen del profesor Compton, las
cinco ideas son como siguen:
1. La
iglesia reemplaza al Israel nacional
2. Existen
dos pactos: uno para Israel otro para la iglesia
3. El
nuevo pacto es exclusivamente por Israel
4. La
iglesia cumple parcialmente el nuevo pacto; Israel lo hará en el
futuro
5. La
iglesia participa del nuevo pacto, Israel lo cumple en el
futuro
Ante nosotros tenemos finamente sólo tres
posibilidades concretas que están en constante lucha: la posición que defiende
la teología reformada y las opciones 2, 4 y 5, sin embargo, para quienes nos
adherimos a una hermenéutica histórico gramático literal, el método
de interpretación que defiende el dispensacionalismo actual, hay una sola
opción que responde de manera cabal al asunto. En este sentido consideramos que
la posición 2 como la 3, son insostenibles justamente, de acuerdo a una
hermenéutica histórico gramático literal. La interpretación número 2, fue
sostenida por algunos profesores del Seminario de Dallas que, aunque eran
dispensacionalistas (L.S. Chafer, Charles Ryrie, John Walvoord), esgrimieron
mas bien, una posición personal sobre asunto y no, el resultado concreto de una
hermenéutica “dispensacional” coherente (Compton 2019:2; cf. Carballosa 2010:443s).
En efecto, la idea de que existe un nuevo pacto para Israel y “otro” nuevo
pacto para la iglesia no se deriva de una hermenéutica histórico gramático
literal, sino, de un intento hermenéuticamente insostenible por resolver el
asunto.
Ahora bien, la idea de que la
“iglesia cumple parcialmente el nuevo pacto; Israel lo hará
en el futuro” pudiera ser tentadora. Así, esta interpretación es
característica entre algunos dispensacionalistas “progresivos”[14]
(Saucy, Bock, Decker) que sugieren que el nuevo pacto se está cumpliendo
parcialmente en la iglesia, pero que, encontrará su cumplimiento cabal con
Israel en el futuro. La idea es que en esta opción hay un “ya,
pero todavía no”[15] del
nuevo pacto. Sin embargo, esto tampoco resulta de una hermenéutica histórico
gramático literal coherente, sino, de un intento de conciliar hermenéuticas
antagónicas (espiritualizada, literal) al respecto. En este sentido, quedan
solamente dos opciones, o bien, la iglesia de algún modo reemplaza[16] y asume la identidad del Israel étnico en un supuesto
“nuevo Israel” o un “Israel espiritual” que cumple el nuevo pacto —teoría de
los teólogos del pacto (amilenaristas, posmilenarista)— o la iglesia
simplemente participa del nuevo pacto, teniendo el mismo un
cumplimiento futuro con Israel como nación, tal cual se establece en Jeremías
31:31-34 y de hecho, en Hebreos 8.
Ahora bien, según Gunn III y
Crenshaw: “Uno de los mayores desafíos ante cualquier persona que se llame a
sí mismo dispensacionalista es explicar cómo el nuevo pacto que Jeremías dijo
que se haría con Israel y Judá está relacionado con la iglesia cristiana hoy”
(Gunn III & Crenshaw 2020:70),
sin embargo, como el lector podrá comprobar, no existe realmente un desafío
para quien tome en serio los términos originales del nuevo pacto y se adhiere a
una hermenéutica histórico gramático literal coherente. Por el contrario, el
verdadero desafío sigue teniéndolo la interpretación reformada que insiste
en ignorar los términos objetivos del pacto dados por Dios mismo, cayendo en
una espiritualización de su interpretación y en una aplicación que el NT nunca
nos sugiere en la idea de que la iglesia compuesta por gentiles y judíos es
supuestamente, el “nuevo Israel”, “el Israel espiritual” en
quien el nuevo pacto se cumple cabalmente (Gunn III & Crenshaw 2020:80).
Teniendo claro lo anterior, es
necesario hacernos la siguiente pregunta, ¿cuál de las dos opciones
interpretativas finalmente es la correcta? En casos como estos, hablar de
correcta o incorrecta pudiera ser pretensioso, sin embargo, la intención
autoral de Dios en Su palabra no es polisémica ni mucho menos, ambigua. Dios
tenía un propósito definido con el nuevo pacto, lo comunicó y Él mismo de
hecho, es el garante de Sus palabras. Dicho en otras palabras, ¿qué
interpretación honra los propios términos de Dios? ¿Qué interpretación toma en
serio el lenguaje en los términos que fueron dados? Por supuesto,
las respuestas a estas preguntas no pueden ser satisfechas con éxito por la
escuela reformada, pues, como sabemos, esta escuela cree sinceramente que el NT
reinterpreta el AT con el permiso de los apóstoles y el mismo Señor, por eso,
una pregunta añadida puede ser más precisa en este asunto, ¿revela realmente el
NT que la espiritualización del nuevo pacto es la intención del NT, en
especial, por parte del autor de la epístola a los hebreos? Pues bien, notemos
las siguientes líneas en las que observaremos por qué razón el NT no justifica
ni respalda la idea de que la iglesia sea el “nuevo Israel”, ni tampoco, que los
términos dados en Jeremías llegan a cumplirse en la iglesia, el
supuesto “Israel espiritual”.
III. El nuevo pacto según el NT
El Nuevo Testamento se refiere al nuevo pacto trece
veces, incluyendo sus alusiones. Tres veces en los sinópticos (Mt. 26:28; Mr. 14:24; Lc. 22:20) tres veces en las carta de Pablo (Rom.
11:27; 1 Cor. 11:25; 2 Cor. 3:6) y siete veces, en la epístola a los hebreos
(Heb. 7:22; 8:6-13; 9:15; 10:15-18, 29; 12:24; 13:20). Notemos
entonces, qué es lo que nos dicen cada uno de estas referencias.
A. Lo que nos dicen los sinópticos
Las tres referencias de los sinópticos (Mt. 26:28;
Mr. 14:24; Lc. 22:20) describen la ceremonia que anticipa la apertura del nuevo
pacto en la comida pascual de la última cena en presencia de los
doce (Mt. 26:20). “Mi tiempo está cerca…” (vs. 18) fue un anuncio de que
el Cordero de Dios iba a dar su vida para solucionar de manera definitiva el
problema del pecado de Su pueblo. Pero esto no es todo, los sinópticos dejan
ver que la sangre de Cristo sería clave en la inauguración del nuevo pacto. En
este sentido, son dos cosas relevantes en que los sinópticos concuerdan.
1. Primero, los tres dejan ver
que la sangre de Cristo está relacionada con el nuevo pacto. Mateo dice “…porque
esto es mi sangre del nuevo pacto” (Mt. 26:28a). Marcos, “…esto es mi sangre
del nuevo pacto” (Mr. 14:24a) y Lucas añade: “…Esta copa es el nuevo
pacto en mi sangre” (Lc. 22:20). Los tres indican que la copa “es
el nuevo pacto”, añade el Señor, “en mi sangre”, una metonimia de
sujeto (Millos 2009:1844). La coherencia hermenéutica aquí,
no implica una interpretación absurda como la transustanciación[17] católica,
la consubstantación[18] luterana
o la espiritualización reformada (calvinista)[19].
Por supuesto, estamos en frente de un lenguaje simbólico. El vino era símbolo
de su sangre y su muerte daba comienzo al régimen superior del nuevo pacto.
Superioridad que el autor de hebreos explica notablemente. El sentido referido,
no era algo desconocido para sus discípulos —todos hebreos— pues, los pactos
eran ratificados con la sangre como lo fue el pacto mosaico (cf. Gén.
8:20; 15:9-10; Éxo. 24:8; Lev. 17:11). De esta manera, el único autorizado por
Dios (Mt. 3:17) estaba además, anunciado el fin el pacto antiguo y dando a
conocer a sus discípulos la realidad de un nuevo arreglo de Dios para con los
pecadores. Así, la referencia a la sangre de Cristo estaba comunicando la
ratificación y corte del nuevo pacto. Bien señala Mark L. Strauss: “De la
misma manera que un sacrificio de sangre selló el primer pacto, así la muerte
de Cristo sella o ratifica el nuevo pacto” (Strauss 2017:659).
2. Segundo, los tres añaden el aspecto vicario (“por”)
del derramamiento de la sangre del Señor. Mateo señala: “…que por muchos
es derramada” (Mt. 26:28). Marcos: “…que por muchos es
derramada” (Mr. 14:24). Y Lucas: “…que por vosotros se
derrama.” (Lc. 22:20). El énfasis de estas
frases claramente subraya el carácter sustitutorio de Cristo. Así, él
muere “en nombre de” (περὶ) los pecadores, como también, “en lugar” (ὑπὲρ) de
“vosotros”, señala Lucas.
3. Aunque en Marcos como Lucas está implícito (Cristo
derrama su sangre), Mateo clarifica que la sangre de Cristo por el cual el
nuevo pacto es cortado y ratificado, es “…para remisión de los pecados.” (Mt. 26:28). Esto es, para
perdón de los pecados. Lo cual amplifica la idea de Jeremías 31:34 “…porque
perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.”
¿Qué añaden los sinópticos al
nuevo pacto previsto en Jeremías 31? ¿Lo que añaden, modifica los términos
dados por Dios a la casa de Judá y la casa de Israel de manera que cancelen sus
cláusulas originales? A luz del análisis de los sinópticos, ni Mateo, ni Marcos
ni Lucas modifican los términos originales de manera que el pacto original
pierda su vigencia con los destinatarios originales. Lo único que los
sinópticos hacen, es dar más luz con respecto al mismo en vista de la presencia
del mediador de este nuevo pacto, el Señor Jesús. El nuevo pacto en
los sinópticos entonces, no niega un cumplimiento futuro con la casa de Judá y
la casa de Israel tal cual se señala en Jeremías 31. Dicho en otras palabras,
así como la sangre del cordero pascual en Egipto untado en los dinteles (Éxo.
12) salvó la vida de los que creyeron, la sangre del Cordero de Dios
no sólo da comienzo a una nueva era soteriológica, sino que también, incluye a
toda la humanidad que corre a la cruz para encontrar perdón definitivo de sus
pecados. Ahora bien, las palabras del Señor no pueden considerarse un
cumplimiento[20] per
se del nuevo pacto —los términos usados por los sinópticos no lo
permiten— sino, la ratificación[21],
la inauguración y el establecimiento[22] de
sus aspectos fundamentales y con ello, el inicio de la cuenta regresiva de su
cumplimiento progresivo con miras a Israel.
B. Lo que nos dice Pablo
Pablo se refiere al nuevo pacto en tres ocasiones.
Rom. 11:27; 1 Cor. 11:25 y 2 Cor. 3:6. Notemos algunas breves explicaciones de
este y los demás pasajes.
1. En 1 de Corintos 11:25 leemos:
“Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa
es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en
memoria de mí.” Lo que Pablo hace aquí es instruir a los Corintios sobre la
santa cena instituida por el Señor (Mt. 26:28; Mr. 14:24; Lc. 22:20). Y de
hecho, les llama la atención a los que no estaban conduciéndose correctamente
(11:17-22) dejando advertencias concretas para aquellos que procedieran a tomar
la misma indignamente (11:27, 29). Algo que ya había anticipado en 10:14-22. El
énfasis de esta referencia entonces, recae sobre la importancia memorial y
evangelical que tiene el nuevo pacto por medio de la cruz de Cristo para los
creyentes de Corintios con miras al regreso del Señor. Al menos aquí, no hay
atisbos de que los términos originales del nuevo pacto (Jer. 31:31-34) hayan
desplazado a sus destinatarios originales, más bien, —como ya observamos— se
vuelve a subrayar la inclusión concreta de los creyentes en las bendiciones
soteriológicas del καινὴ διαθήκη (kainè diathéke) “nuevo
pacto”.
2. La segunda referencia de Pablo
se encuentra en 2 Cor. 3:6, donde leemos: “…el cual asimismo nos
hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del
espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.” El énfasis de
Pablo aquí es contrastar la superioridad del nuevo pacto con respecto al pacto
mosaico. No cabe duda que aquí se subraya otro aspecto inaugural de la regencia
del nuevo pacto: la actividad sobrenatural del Espíritu Santo. Y es lo que
Pablo enfatiza en el contexto (cf. 2 Cor. 3:3,6, 8, 17,18). Pero
esto no es todo, Pablo enseña a los creyentes corintios que el Señor nos ha
hecho “diáconos competentes”. Y por cierto, tal competencia no radica en los
diáconos, sino, en el poder del Espíritu Santo (2 Cor. 3:6, 17). Por esta
razón, este nuevo pacto tiene una efectividad que el pacto mosaico no tenía,
esto es, la capacidad de generar vida espiritual en los
hombres. Ahora bien, aunque la ley según el mismo Pablo es santa,
justa y buena (Rom. 7:12) no tenía el poder de vivificar el corazón como sí lo
haría el nuevo pacto que es infundido en el corazón del hombre incrédulo por
medio del Espíritu Santo, pues, añade Pablo: “…el espíritu vivifica” (2
Cor. 3:6). Al igual que 1 de Corintos 11:25, este versículo no niega
los términos originales del nuevo pacto, más bien, subraya los aspectos
espirituales presentes del mismo provistos para todo pecador (cf.
Jer. 31:33; Eze. 36:26-27).
3. Finalmente Pablo alude al
nuevo pacto en Romanos 11:25-27. Pasaje que deja ver cómo es que el nuevo
pacto sigue estando relacionado con Israel no sólo por el contexto
específico en donde Pablo habla de Israel de manera específica (cf. Rom.
9:4-6, 13; 27, 31; 10:1,19, 21; 11:1-2; 7, 11; 25) sino también, por las
propias declaraciones de Pablo en estos versículos. Lo primero que Pablo hace
entonces, es declarar el misterio; una clarificación necesaria en vista de
posibles arrogancias y desprecio hacia el pueblo de Dios, Israel (vs. 25). Tal
misterio Pablo lo explica como: “…que ha acontecido a Israel endureciendo en
parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles y luego, todo Israel
será salvo…” (Rom. 11:25-26).
En términos concretos, Pablo sigue los términos del AT
sin cambiar la tesis de que Israel como nación finalmente será salva. Ahora
bien, la cláusula καὶ οὕτως[23] (kaì jútos) “y luego” de romanos
11:26 —como señala Douglas Moo— ha sido el
ojo de la tormenta en la interpretación de romanos 9-11 respecto los judíos y
su futuro (Moo 2014:791). Sin embargo, la objeción
reformada no resulta ser realmente un problema, pues, aunque la traducción más
correcta sea “y de esta manera” o “y así”, esto concuerda con la
futura salvación de Israel como nación, una cuestión que el AT deja
ver abundantemente y que como tal, refuta la idea reformada de que este “todo Israel”
no verá una futura conversión masiva al final de esta dispensación, sino que
viene siendo una realidad presente que al final de la era estará realizada. Sin
embargo, el antecede directo de “y de esta manera” o “y así”,
tiene relación a una secuencia de eventos previstos por Dios mismo que el
versículo anterior (vs. 25) deja ver de manera clara, no así, una secuencia
cronológica de conversiones individuales de judíos durante esta era
que en la suma total, cumpliría este “todo Israel”. Esta secuencia entonces, es
como sigue.
1) La afluencia de un remanente
continuo (11:5) 2) El endureciendo parcial de la
nación y… (11:25a) 3) Una afluencia de gentiles
experimentando la salvación hasta completar el número total (11:25b) |
“Y así”, o de “esta manera” todo
Israel será salvo (Rom. 11:26). Esto, acto seguido
del cumplimiento total del número de los gentiles que Dios
salvará. No hay indicios en el texto bíblico de que Israel como nación es salva
—aparte del remanente— de manera individual —durante esta dispensación— hasta
completar el número del todo. Esta es uno de las interpretaciones típicas del
amilenarismo como el pastor Sugel Michelén lo ha planteado: «…el rechazo de
los judíos, trajo salvación a los gentiles pero la salvación de los gentiles
está provocando a celos a los judíos, para que ellos también vengan al Señor, y
en esta ola que va y viene de una parte a otra, se van salvado gentiles y
judíos a lo largo de toda la era evangélica, es de “esta manera”,
que todo Israel será salvo…»[24] Sin embargo, Pablo y en
concordancia a las profecías del AT que describen una salvación masiva de
Israel al final del día de YHVH, subraya también aquí, que, en concordancia al
cumplimiento de la plenitud de los gentiles y a la venida del Libertador, Jacob
será salvo. Esto ocurre justamente, al final del tiempo de angustia para Jacob
en concordancia a la segunda venida del Señor. Algo que se subraya en la
mayoría de los profetas que hablan de la restauración futura de Israel. La
misma cita que Pablo usa en el versículo 26 y 27, subraya la verdad teológica
de que este todo Israel será salvo, en concordancia a la segunda
venida, no durante una gotera continua de judíos llegando a Cristo hasta la
segunda venida.
4. Curiosamente el pastor Sugel dice que la referencia de Pablo en los
versículos 26 y 27, se refiere a la primera venida. Así añade:
«… como está escrito: “Vendrá de Sion
el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad.” Éste texto era futuro para
Isaías… pero, ¿está hablando de la primera venida o de la segunda?» [Responde
Michelén]… de la primera; el problema que la gente lee “vendrá” y dicen: ¡La
segunda venida! En la segunda venida se van a convertir… No, está
diciendo, ese es el pacto que Dios hizo con Israel, vendrá de Sion, no a
Sion. En la primera venida Cristo no vino a Sion, vino de Sion, y el murió en
la cruz para apartar de Jacob la impiedad y este será mi pacto cuando yo
quite sus pecados…» |
Según la
interpretación reformada, este “todo Israel será salvo” no tiene que ver con un
cumplimiento masivo paralelo a la segunda venida, sino, un hecho presente que
se está produciendo “…a lo largo de toda esta historia”; y el
pastor Michelén añade:
«…se los voy a leer de las Américas, porque las Américas es más literal;
la palabra griega νῦν (nũn→ [“ahora”]) aparece tres veces en el
pasaje, pero Reina-Valera solo la tradujo dos veces… Oigan la conclusión de
Pablo y díganme si esto tiene que ver con una conversión masiva de
Judíos [en la segunda venida], o si tiene que ver con [una
salvación en este tiempo de ellos] Dice Pablo: “Pues así
como vosotros en otro tiempo fuisteis desobedientes a Dios, pero ahora
se os ha mostrado misericordia por razón de la desobediencia de ellos,
31 así también ahora éstos han sido desobedientes, para que
por la misericordia mostrada a vosotros, también a ellos ahora les sea
mostrada misericordia.” [Rom. 11:30-31] Entonces, ¿está hablando Pablo de una
conversión masiva de judíos, al final de los tiempos, antes de la venida de
Cristo [segunda venida], o está diciendo Pablo: señores, Dios siempre ha
tenido un remanente y a lo largo de toda esta era de siembra, se van a estar
convirtiendo judíos? … el endurecimiento no fue total, fue parcial
y se va a confirmar el pacto que yo hice con ellos cuando yo les prometí enviarles
un redentor que iba a quitar sus pecados… »[25] |
Antes de notar las implicancias del nuevo pacto y su ratificación por parte
de Pablo según los términos originales (Jer. 31), notemos por qué razón la
interpretación reformada anterior es deficiente. Lo que nos permitirá
comprender con mayor claridad la irrevocabilidad de los términos del nuevo
pacto para con Israel.
En primer lugar, la expresión «como está escrito: “Vendrá de
Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad.» (Rom. 11:26 LBLA)
no puede entenderse bien, si se ignora su trasfondo que se encuentran en tres
pasajes del AT, a saber: Salmos 14:7, Isaías 27:9 y 59:20-21. Note con
atención el siguiente recuadro.
Sal 14:7 ¡Oh, que
de Sion saliera la salvación de Israel! Cuando Jehová
hiciere volver a los cautivos de su pueblo, se gozará Jacob, y se alegrará
Israel |
Isa 27:9 De
esta manera, pues, será perdonada la iniquidad de
Jacob, y este será todo el fruto, la remoción de su pecado; cuando haga todas
las piedras del altar como piedras de cal desmenuzadas, y no se levanten los
símbolos de Asera ni las imágenes del sol. |
Isa. 59:20 Y vendrá
el Redentor a Sion, y a los que se volvieren de la iniquidad en
Jacob, dice Jehová. |
Rom. 11:26 Vendrá
de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad. (LBLA) |
La expresión de Isaías “Que de Sion” (Sal. 14:7) está correctamente
traducida pues la palabra מִצִּיּוֹן֘ (mitsiyón) “de Sion” lleva prefijada
la preposición מִן (min) “de”, de allí, “de Sion”. La LXX subraya este sentido de la
misma manera con el genitivo ἐκ Σιων (ek Sion) “de Sion”. El caso de Isa. 59:20 “Y vendrá el Redentor
a Sion…” también es correcta pues la idea que comporta וּבָ֤א
לְצִיּוֹן֙
(ubá letsyon “vendrá a Sion”) lleva prefijado la
preposición לְ (le) que aquí correctamente tiene el sentido
adverbial de dirección, “a” (“hacia”),
así, “a Sion”. La LXX traduce de la misma manera con genitivo καὶ ἥξει ἕνεκεν Σιων (kaí jéxei jéneken Sion) “y vendrá por causa de
Sion”. (cf. LBLA). Finalmente, Pablo escribe Ἥξει ἐκ Σιὼν (exei ek Sión) “vendrá de Sion”
(Rom. 11:26 LBLA).Teniendo en mente las referencias de donde surge la expresión
paulina, ¿por qué Pablo sigue a Isaías 14:7 y no
a Isaías 59:20? ¿Por qué escogió la idea de que el Libertador “vendrá de Sion”?
Pero aún más, ¿por qué en la profecía que comportan estos pasajes las dos
opciones (a/de) son correctas? Antes de responder a estas preguntas, es importante
definir qué significa o cuál es la implicancia de la palabra Sion como término
y concepto teológico. El siguiente recuadro es un resumen de lo que este
término implica.
Sion: |
Como un lugar
geográfico terrenal[26] |
Sion: |
Como una
metonimia de Israel[27] |
Sion: |
Como el monte de
YHVH[28] |
Sion: |
Como la ciudad de
David[29] |
Sion: |
Como el lugar
donde habita YHVH[30] |
Sion: |
Como una
propiedad de YHVH[31] |
Sion: |
Como la morada
geográfica de Israel, Jerusalén[32] |
Sion: |
Como un lugar en
donde el Mesías reina[33] |
Sion: |
Como el lugar
donde reina YHVH[34] |
Sion: |
Como un lugar de
donde prorrumpe la salvación de Dios[35] |
Sion: |
Como un lugar de
donde irrumpe YHVH[36] |
Sion: |
Como un lugar de
donde surge la ley de YHVH[37] |
Como podemos
observar, Pablo en romanos 11:26 tiene en mente el Salmo
14:7 (מִצִּיּוֹן֘ [mitsiyón] ἐκ Σιων [ek Sion] “de Sion”) “¡Oh,
que de Sion saliera la salvación de Israel!” Y añade el
salmista. “Cuando Jehová hiciere volver a los cautivos de su
pueblo, se gozará Jacob, y se alegrará Israel”. Ambas declaraciones, son
alusiones a la segunda venida. Si tomamos en cuenta cada una de estas
referencias más Isaías 27:9 (“Y vendrá el Redentor a
Sion…”)
claramente lo que Pablo está haciendo entonces, notamos que reafirma la tesis
veterotestamentaria de la salvación de Israel y su restauración espiritual en
concordancia al día de YHVH, la segunda venida. Dicho en otras
palabras, Pablo no está reinterpretando el AT, por el contrario,
sigue la intención autoral de cada alusión veterotestamentaria, subrayando los
tres aspectos soteriológicos que acompañan los acontecimientos proféticos que
Pablo recapitula en Romanos 11:26-27 en torno a la salvación de Israel a la luz
de la segunda venida de Cristo. Nótese el siguiente recuadro.
Pablo |
Obras divinas con Israel |
Intención autoral
reafirmada |
|
|
|
Rom. 11:26a |
La salvación de Israel |
Sal. 14:7; Isa. 46:13; 62:11-12; Os. 1:7; Jl.
2:32; Abd. 17 |
Rom. 11:26b |
El Libertador (Mesías) surge de Sion |
Miq. 5:2-3 segunda venida → 4-9 |
Rom. 11:26c |
El Libertador (Mesías) regenera a Jacob |
Jer. 31:33-34; Eze. 36:25-24; Zac. 12:10) |
Rom. 11:26d-27 |
El Libertador redime (perdón) a Israel |
Eze. 36:29,33; 37:56; 11-14; 23; Isa. 27:9; Dan.
9:24; Os. 14:4; Jl. 3:17; Sof. 3:11, 13; Zac. 13:1 |
Si el lector atento observa bien, la idea paulina no
tiene nada que ver —como señala Michelén— con una cuestión de trayecto simplemente.
Dicho en otra palabras, la expresión paulina recogida de Sal 14:7,
Isa 27:9 e Isa. 59:20 plasmada en la idea de “Vendrá de
Sion el Libertador...” (LBLA) enfatiza la idea muy bien expresada por el
Salmos 14:7 de que la salvación de Dios vendrá “de Sion” (ἐκ Σιὼν) porque Dios habita allí (cf. Sal. 9:11; 76:2; 84:7; 132:13; Jer. 8:19; Jl. 3:17, 21) porque de allí
Dios desplegará su poder, porque desde allí, la ciudad de David
(cf. 2 Sam. 5:7; 1 Rey. 8:1; 2 Cro. 5:2) saldrá el Hijo de David (cf.
Miq. 5:2-3) porque desde allí: Sion, saldrá la ley (Miq. 4:2); porque desde allí, reinará el Mesías (Sal. 2:6; Isa. 28:16). El
énfasis de Pablo entonces, no es simplemente locativo, sino, profético
vocacional. De allí que el salmista exclame: “¡Oh, que de Sion
saliera la salvación de Israel!” Pablo responde, sí, de Sion saldrá el
Salvador, de Sion saldrá la salvación, de Sion saldrá el Libertador (cf.
Miq. 5:1-6).
Teniendo esto en mente, —como ya advertimos— notaremos que Pablo no está reinterpretando
el AT, por el contrario, sigue la intención autoral de cada alusión
veterotestamentaria subrayando los aspectos soteriológicos que acompañan los
acontecimientos proféticos en torno a la salvación de Israel a la luz de la
segunda venida de Cristo. Cada uno de estos aspectos, replicados por Pablo. En
este sentido, —y volvemos a señalarlo— no tiene nada que ver con una cuestión
de trayecto[38],
sino, con una cuestión de vocación soteriológica mesiánica. Por otro lado, la
expresión “de Sion…” (Rom. 11:26) tampoco tiene que ver
con una venida desde la Sion celestial[39] (como Moo cree
pág. 799s), o una alusión a la “primera venida”[40]
(así también Stott 2007:352). Bien señala
Wilckens, Pablo está pensando en la parusía de Cristo como Redentor,
como tal, hará con Israel en aquellos días lo que ya ha hecho con los cristianos:
les quitará sus pecados y con restituirá el pacto con ellos (Wilckens 2016:313).
Considerando lo anterior
y la propiedad del énfasis vocacional soteriológico (“de Sion” [Sal.
14:7]) no cabe duda que la cuestión geográfica también se encuentra presente en
la cronología escatológica, por ello encontramos la declaración de Isaías 59:20
que enfatiza la parusía de Cristo con: “Y vendrá el
Redentor a Sion…” y el mismo Isaías en la misma sintonía
de Jeremías añade las características propias de la segunda venida: “Y este
será mi pacto con ellos, dijo Jehová: El Espíritu mío que está sobre ti, y mis
palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus
hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehová, desde ahora y para
siempre.” (Isa 59:21).
C. Lo que nos dice hebreos
Llegamos a una de las referencias claves del NT
acerca de la implicancia del nuevo pacto para la iglesia en el Nuevo
Testamento. ¿Hay aquí atisbos de reinterpretación? Notemos el pasaje.
Heb
8:8 Porque reprendiéndolos dice: He
aquí vienen días, dice el Señor, En
que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto; Heb
8:9 No como el pacto que hice con sus padres El
día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; Porque
ellos no permanecieron en mi pacto, Y
yo me desentendí de ellos, dice el Señor. Heb
8:10 Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de
Israel Después
de aquellos días, dice el Señor: Pondré
mis leyes en la mente de ellos, Y
sobre su corazón las escribiré; Y
seré a ellos por Dios, Y
ellos me serán a mí por pueblo; Heb
8:11 Y ninguno enseñará a su prójimo, Ni
ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; Porque
todos me conocerán, Desde
el menor hasta el mayor de ellos. Heb
8:12 Porque seré propicio a sus injusticias, Y
nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades. Heb
8:13 Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero;
y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer. |
¿Revela el autor de estas
líneas una reinterpretación de los términos veterotestamentarios? ¿Es esta
alusión prueba de que el “nuevo pacto” se ha cumplido en la
iglesia? ¿Revela este pasaje que la “casa de Israel” y la “casa de Judá” se
transforman en la iglesia del NT, el nuevo Israel? Según Gunn III y Crenshaw la
iglesia del Nuevo Testamento es la continuación del programa del reino del
Antiguo Testamento y es el Israel espiritual en esta era, así escriben:
“…no hay ningún problema en relacionar directamente el nuevo pacto de
Jeremías 31 con la iglesia en esta era y fue hecho mediante los escritores
del Nuevo Testamento. El nuevo pacto se relaciona directamente con el Israel
físico solo en la medida en que los judíos aceptan a Cristo y se vuelven a
injertar en el olivo del Israel espiritual” (Gunn III & Crenshaw 2020:80) |
Claramente la
iglesia está relacionada con el “nuevo pacto”, sin embargo, nada de lo que
añaden Gunn III y Crenshaw sugiere realmente este pasaje. Dicho en otras
palabras, contrariamente a lo que en su momento escribieron, sí que hay un
problema pues, la relación del nuevo pacto con el Israel físico nada tiene que
ver aquí con la idea de que “…en la medida en que los judíos aceptan a
Cristo y se vuelven a injertar en el olivo del Israel espiritual”;
no, el autor de esta epístola no invierte el lenguaje de Jeremías,
por el contrario, lo vuelve a afirmar independientemente la iglesia disfrute de
las bendiciones espirituales preliminares del nuevo pacto. Dicho en otras
palabras, el texto no nos sugiere que “la casa de Israel y la casa de Judá”
se trasforman en la iglesia o que el judío individual y la suma de ellos
durante esta época (dispensación) cumplen el nuevo pacto. Como leemos en el
versículo 10, el autor de esta epístola vuelve a confirmar los términos
originales del nuevo pacto repitiendo: “Por lo cual, este es el pacto que
haré con la casa de Israel Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis
leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos
por Dios, y ellos me serán a mí por pueblo”.
Si bien es cierto esta
epístola fue escrita a judíos creyentes (Heb. 13:7, 17,24) que a propósito,
estaban dudando de la superioridad de Cristo, en este pasaje —y en los otros
que se han mencionado— no hay atisbos que indiquen que las promesas
incluidas en el nuevo pacto fueron transferidas de sus
destinatarios originales a un “nuevo Israel” o que, el comienzo del nuevo pacto
con Cristo descarte un cumplimiento futuro con aquellos con los que Dios hizo
este pacto: la casa de Judá y la casa de Israel (Jer. 31:31s). Aun
así, los teólogos reformados actuales no dudan en señalar que pasajes como
estos son indicativos de que la iglesia es la casa de Israel y la
casa de Judá. Samuel Waldron (teólogo amilenarista) refiriéndose a
este pasaje es un ejemplo actual de cómo los teólogos reformados insisten en
adjudicar un significado inexistente a pasajes como el que estamos observando.
Literalmente Waldron escribe:
“El Nuevo Pacto se hace con la casa de Israel y la casa de Judá según
Jeremías 31. Según el Nuevo Testamento, se hace con la Iglesia. La conclusión
natural es que la Iglesia de Cristo es la casa de Israel y la casa de Judá.
De hecho, hemos visto que esto es exactamente lo que enseña el resto del
Nuevo Testamento” (Waldron 2008:102s) |
Como hemos observado en otros
ejemplos, la rigurosidad exegética de Samuel Waldron[41]
deja mucho que desear, no obstante, esto es una característica habitual de los
teólogos reformados, una necesidad que implica mantener el sistema amilenarista
aun por sobre la perspicuidad e intención de los autores bíblicos. Por otro
lado, Gunn III y Crenshaw no ofrecen más respuestas sobre el asunto. Y de
hecho, pasan por alto el énfasis que el autor de esta epístola asienta en
paralelo con Jeremías. Para observar esto último, notemos una comparación de
ambos pasajes.
Jer 31:31 He
aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa
de Israel y con la casa de Judá. |
|
Heb 8:8…He aquí vienen
días, dice el Señor, en que estableceré con la casa de Israel y la casa de
Judá un nuevo pacto |
Según Samuel Waldron: “La
conclusión natural es que la Iglesia de Cristo es la casa de Israel y la casa
de Judá…”, sin embargo, para el autor de la epístola a los
hebreos “la casa de Israel” (בֵּ֧ית יִשְׂרָאֵ֛ל [beyit yisraél]) y “la casa de Judá” (בֵּ֥ית
יְהוּדָ֖ה [beyit yehudáh])
siguen siendo lo que son: la “casa de Israel” τὸν οἶκον Ἰσραὴλ (tòn oikon Israèl) y la “casa de Judá” τὸν οἶκον Ἰούδα (tòn oikon Iuda). Literalmente, el autor de la
epístola repite los términos preliminares del nuevo pacto. La
profecía no ha sido trasferida, la “casa de Israel” y la “casa de Judá” siguen
estando presente para el autor de esta epístola. Y la expresión “vienen días”
sigue siendo aún, una expresión que se repite y que espera un cumplimiento
escatológico. Bien señala el profesor Beyer quien recapitula el sentido
escatológico presente e inclusivo del nuevo pacto:
“El cumplimiento literal (de la letra), material y nacional será para
Israel (cp. Rom. 11:26s).No obstante, las repercusiones y bendiciones
espirituales de este pacto no serán exclusivo, sino, inclusivos, e.d. podrán
ser disfrutadas por todos los creyentes, no importa su raza y nacionalidad.
El Mediador del Nuevo Pacto también es el Salvador y Señor de los creyentes
gentiles y la sangre del Nuevo Pacto también es para ellos (1 Co 11:23ss).
Por esta misma razón también, el pacto es futuro y presente a la vez. Las
bendiciones espirituales del pacto ya podrán ser disfrutadas, porque la base
y la razón de este pacto yacen en la obra de salvación en la cruz ya
efectuada y consumada una vez por todas. Precisamente esto quiere señalar el
autor a sus destinatarios. Cristo es el Mediado del Nuevo Pacto, cuya obra es
vigente desde ya y puede ser disfrutada ahora” (Beyer 2010:148). |
Como bien lo explica el profesor Beyer, el nuevo
pacto está vigente a causa de Cristo, y por ende, si la iglesia al presente
goza de sus bendiciones espirituales, es por su relación con el Salvador. Lo
que Dios hará con la nación de Israel en concordancia a la segunda venida tal
cual se menciona en la letra de pacto (Jer. 31:31s; Rom. 11:26s), sigue estando
presente y el autor de esta epístola no se ha atrevido a cambiar los términos
de este aspecto como leemos a continuación.
Jer 31:32 No
como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos
de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un
marido para ellos, dice Jehová. |
|
Heb 8:9 No como el
pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de
la tierra de Egipto; Porque ellos no permanecieron en mi pacto, y yo me
desentendí de ellos, dice el Señor. |
El autor de la epístola sigue citando
los términos del nuevo pacto con leves modificaciones sinónimas (invalidaron/no
permanecieron). Así escribe: “No como el pacto que hice con sus padres el
día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto” (Heb.
8:9b), ¿qué pueblo fue sacado de Egipto? Pareciera una pregunta innecesaria,
sin embargo, el autor de la epístola no desea confusiones. No está hablando
aquí de un nuevo pueblo o un supuesto “nuevo Israel”, tiene en la mente el
Israel étnico. El Israel nacional, el Israel que Dios escogió, el
Israel con que Dios hizo el nuevo pacto y con quienes lo cumplirá. Se trata de
“ellos”, no de otros. Note con atención el siguiente avance.
Jer 31:33 Pero este
es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice
Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a
ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. |
|
Heb 8:10 Por
lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos
días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su
corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos me serán a
mí por pueblo |
El autor de la epístola vuelve
a replicar los mismos términos originales de nuevo pacto. Añade: “Por lo
cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días,
dice el Señor” (Heb. 8:10a). Nuevamente, se trata de “ellos”.
Jer 31:34 Y no
enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce
a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta
el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos,
y no me acordaré más de su pecado. |
|
Heb 8:11-12 Y ninguno enseñará a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo:
Conoce al Señor; Porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor
de ellos. 12 Porque seré propicio
a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados
y de sus iniquidades. |
Finalmente, el autor de la epístola no sólo replica los resultados del nuevo pacto con Israel, sino que también, subraya a sus destinatarios originales. “Y ninguno enseñará a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor…”, uno de los resultados derivados de la futura regeneración que experimentará la nación de acuerdo a este mismo pacto (Jer. 31; Eze. 36-37), pero también, y subraya el autor de la epístola: y seré propicio a “sus” (αὐτῶν) injusticias, las de Israel; y nunca más me acordaré de “sus” (αὐτῶν) pecados e iniquidades, los pecados e iniquidades de Israel. Finalmente, las otras referencias al nuevo pacto en esta epístola enfatizan lo mismo: la mediación superior de Cristo y los resultados que los creyentes tienen en Cristo, la remisión de las transgresiones y la promesa de la herencia eterna (v. Heb. 9:15; 12:24). En este sentido es importante señalar que la tesis de esta epístola no es la relación entre Israel y la Iglesia, sino, los resultados superiores del nuevo pacto en virtud de la mediación de Cristo y sus prerrogativas en este pacto.
IV.Conclusión
Habiendo observado todos los versículos relativos
al nuevo pacto en el Nuevo Testamento y de manera esencial, las referencias del
autor de la epístola a los hebreos, podemos constatar que siguiendo una
hermenéutica coherente y consecuente (histórico gramático literal), es
imposible caer en la teoría reformada de la reinterpretación y con ello,
en la reformulación de los términos del nuevo pacto en una
aplicación inexistente sobre un supuesto “nuevo Israel”. Teniendo en
cuenta esto, Gunn III y Crenshaw aseguran que uno de los
mayores desafíos para cualquier persona que se llame a sí mismo
dispensacionalista, es explicar cómo el nuevo pacto que Jeremías dijo que se
haría con Israel y Judá está relacionado con la iglesia cristiana hoy (pág.
70). Sin embargo, ¿es realmente esto un desafío para el teólogo
dispensacionalista? Es evidente que a la luz de una lectura objetiva de los
versículos examinados, en especial, los aludidos por el autor de la epístola a
los hebreos los creyentes son participes de las bendiciones
del nuevo pacto como el perdón definitivo de los pecados (Heb. 8:6; 10:15-18;
10:29; 13:20) y las bendiciones espirituales ya presentes por medio
de la fe en Cristo, como un camino nuevo concluyente a Dios (Heb. 10:19ss) una
herencia eterna definitiva y una santificación final y definitiva para los
creyentes (Heb. 10:14). Sin embargo, esto último, en ningún caso anula los
términos originales del nuevo pacto con la “casa de Israel” y la “casa de
Judá”. Ninguno de los versículos analizados —como observamos— sugiere una
reinterpretación de los términos y mucho menos, una reformulación de la
dinámica de la conversión de Israel en torno a “aquellos días” en concordancia
a la segunda venida.
Teniendo en
cuenta lo anterior, —como ya observamos— tenemos ante nosotros
cinco opciones, pero sólo una opción es coherente con la hermenéutica histórico
gramático literal y con ello, al mensaje del NT en relación al nuevo pacto. En
primer lugar, y teniendo en cuenta el uso que hacen los autores del NT del nuevo
pacto, la idea de que la iglesia reemplaza al Israel nacional (teología de
reemplazo, supersesionismo) sólo puede ser sostenida ignorando los términos
bíblicos dados, una tesis que aún persiste en el ala reformada.
También debemos agregar que, la idea de “dos pactos” —una tesis de algunos
teólogos dispensacionales (Chafer, Walvoord, Ryrie)— tampoco se deriva de un
análisis riguroso del NT, por el contrario, es un intento fallido de responder
al punto como resultado del uso deficiente del sistema hermenéutico. Por otro
lado, es evidente también que, la idea de que el nuevo pacto es exclusivamente
para Israel falla en responder de manera concreta a la evidencia del
NT que revela que los creyentes ya están participando de las bendiciones
del nuevo pacto que todo creyente tiene por su unión a Cristo (cf. Heb.
8:6; 11-12; 15; 10:14; 19-23). Finalmente tenemos sólo dos opciones más.
O, la iglesia cumple parcialmente el nuevo pacto e
Israel lo hará en el futuro, o la iglesia participa actualmente del
nuevo pacto e Israel lo cumplirá en el futuro. Por supuesto, teniendo en cuenta
el uso del NT de cada pasaje relativo al nuevo pacto y en especial, el
tratamiento que hace el autor de la epístola a los hebreos, notamos —como ya
advertimos— que la respuesta que se ajusta de manera natural a los argumentos
dados, es la que expresa la idea de que la iglesia está participando del
nuevo pacto e Israel lo cumplirá en el futuro en concordancia a la
venida del Libertador, quien quitará —como subraya Pablo— la impiedad de Jacob
(Rom. 11:26). La razones de esta interpretación se basan en los propios
términos que se usan en el NT y en Hebreos 8:8-12 —pasaje que no sólo reafirma
los términos originales del nuevo pacto dado en Jeremías 31 para la “casa de
Israel” y la “casa de Judá”. Y como bien lo señala el profesor Compton, al
citar Jeremías 31:33 en 10:16 el autor de la epístola a los hebreos añade otro
dato importante que ratifica la tesis anterior, esto es: cambia levemente la
identificación de los nuevos receptores del pacto (“la casa de Israel”) a
“ellos” (πρὸς αὐτοὺς “con ellos”) (Compton 2019:16)
lo que nuevamente re-confirma a sus destinatarios originales.
No hay en el NT entonces, una
teología del reemplazo ni mucho menos, un “nuevo Israel” en que el nuevo pacto
se haya cumplido cabalmente (“teología del cumplimiento”). Habiendo observado
cada pasaje relativo al nuevo pacto y su pertinencia al presente entonces,
podemos constatar que el verdadero desafío no está del lado del
“dispensacionalismo” o más bien, de la hermenéutica histórico gramático
literal, sino, de parte de aquellos que insisten en imponer al texto la idea
exógena de un “nuevo Israel”, asignando un significado infundado a los pasajes
observados. Para terminar dejamos aquí un extracto de las palabras
del profesor Michael Vlach, quien refiriéndose a hebreos 8 señala notablemente:
«Aspectos espirituales del Nuevo pacto, como el perdón de los pecados y
el Espíritu Santo mostrando en nosotros se están realizando en la época
actual, mientras que las bendiciones físicas del pacto esperan un
cumplimiento futuro con la nación de Israel. Como escribe Ware: “El
cumplimento del nuevo pacto de Dios por lo tanto no debería ahora ser visto
como un asunto de todo o nada. Mas bien., es mejor visto como parcialmente
cumplido ahora (aspectos espirituales del perdón y el Espíritu que mora en
nosotros para todos los participantes del pacto) y más tarde para hacerse
realidad en su integridad (cuando todo Israel sea salvo y se restaure a su
tierra”. Esta aplicación de solo las bendiciones espirituales del Nuevo Pablo
para la iglesia de hoy es prueba de que la iglesia no ha reemplazado a
Israel. La nuevas promesas del pacto, tal como se encuentran en el Antiguo
Testamento, hablan de bendiciones físicas como espirituales., Si
la iglesia hereda el nuevo pacto en el lugar de Israel, entonces se podría
esperar que tanto las bendiciones espirituales y físicas del nuevo pacto se
aplicarían a la iglesia, Pero no lo son. Solo las bendiciones espirituales
del nuevo pacto se aplican a la iglesia por el NT. Como explica Saucy: “Si el
nuevo Testamento hace ver a la iglesia como un Israel nuevo y reconstituido,
como se pretende a menudo, ¿por qué ninguna de las nuevas bendiciones del
pacto con respecto a la restauración y la exaltación de Israel jamás se
aplican a modo de “reinterpretación” a la iglesia? Parece razonable que si
la iglesia es un nuevo “Israel espiritual” e Israel como un pueblo
étnico o nación quedó en el pasado, podríamos esperar encontrar algunas de las
bendiciones materiales de Israel reinterpretadas y aplicadas por los
apóstoles a la iglesia. La ausencia de cualquier aplicación de las
bendiciones — muchas de las cuales eran de material directamente relacionado
con la nación de Israel —conduce a la conclusión de que los apóstoles no
tenían la intención de enseñar que la iglesia estaba cumpliendo el nuevo
pacto en el lugar de Israel”» (Vlach 2008:141s). |
V. Bibliografía
Beyer, Hartmut 2010. Epístola a los hebreos. Material de Estudio, ICAT, Temuco.
Compton, Bruce 2019. Dispensacionalismo, la iglesia y el nuevo pacto.
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al Texto Griego del Nuevo Testamento, hebreos. Viladecavalls,
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al Texto Griego del Nuevo Testamento, Romanos. Viladecavalls, Barcelona,
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MacArthur, John & Mayhue Richard 2017. Teología
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MacArthur, John 2010. Comentario MacArhur del
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Matthew Henry. Viladecavalls, Barcelona, España: Clie.
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Estudio de la Reforma.
Stott, John 2007. El Mensaje de Romanos.
Barcelona, España: Certeza.
Wilkins J. Michael 2016. Mateo, comentarios
bíblicos con aplicación. Nashville, TN: Vida.
Wilckens, Ulrich 2006. Romanos, Vol. II. Salamanca,
España: Sígueme.
Waldron, Sam 2008. Una Respuesta
Amistosa al Manifiesto Milenarista de MacArhur.
Westermann, Jenni 1985. Diccionario
Teología Manual del Antiguo Testamento. Madrid, España: Ediciones Cristiandad.
[1] Pr. Sugel Michelén. Clase de Escatología 1.
Internet URL: https://youtu.be/r0DdLn3P_8Q [consultado el 24.05.2022].
[2] Vaca, es un entusiasta y firme maestro amilenarista conocido
en redes sociales por ser un férreo detractor del dispensacionalismo. Además de
esto, es pastor de la “Iglesia Bautista Reformada El Redentor” en Bogotá,
Colombia.
[3] Grover E. Gunn III & Curtis I. Crenshaw 2020. Dispensacionalismo
Hoy, Ayer y Mañana. Ed. Arlington Vaca.
[4] El profesor
Michael Vlach refuta la idea planteada por Gerstner y también, Crenshaw y
Grover Gunn de que el dispensacionalismo es intrínsecamente antinomiano. Así
añade: «La declaración de Crenshaw y Gunn de que los dispensacionalistas
rechazan “la ley moral” es una tergiversación de lo que cree la mayoría de
dispensacionalistas.» (Vlach en MacArthur
& Mayhue eds. 2020:54).
[5] La teoría
consiste en que en que hay dos pactos nuevos, uno para Israel y el otro para la
iglesia, por supuesto, una idea que no tiene asidero en una exégesis sana.
[6] Hb. חָדָשׁ (jadash) quiere decir “nuevo” tanto
en el sentido de reciente, tierno o fresco (lo contrario de viejo) como con la
connotación de algo que antes no existía (cf. Lev. 23:16 “el nuevo grano”; Éxo. 1:8 “nuevo
rey en Egipto”; Isa. 42:10 un “cántico
nuevo”). «He aquí, ya sucedieron las cosas primeras; ahora os anuncio
las cosas nuevas. Antes que salgan a luz, yo os las anuncio» (Isa. 42:9) (Vine
2007:121s). Vine añade: “Jer. 31:31-34 emplea el mismo matiz cuando habla
del nuevo pacto (cf. Eze. 11:19; Eze. 18:31).” (212). La idea de algo
“renovado” sólo se encuentra en la forma verbal piel (Sal. 103:5). Westermann
añade que, ni el verbo hds [raíz consonantal] piel “renovar”, ni jadash
“nuevo” tienen sinónimos propios. Muchas veces aparecen como opuestos de
“antiguo”, “anterior”. Así, se renueva el templo (2 Cro. 24:4-12), un altar (2
Cro. 15:8), ciudades (Isa. 61:4). Así también, se pide a Dios que restablezca la
anterior fortuna y salvación (Lam. 5:21). El salmista pide a Dios que renueve su energía vital
(Sal. 51:12). Sin embargo, y especialmente en los textos narrativos aparece el
empleo cotidiano de tanto en oposición a “viejo” como en el sentido de “todavía
no existente”. Así, se habla de una nueva cosecha (Lev. 26:10), nuevos frutos
(Can. 7:14), nuevas casas (Deut. 20:5; 22:8), nuevos odres (Jos. 9:13). Con
respecto al “nuevo pacto” en los textos proféticos; Westermann añade: “…solamente
en la época del exilio se habla de algo nuevo en la historia de Dios con
Israel; en ninguna otra época aparece la idea… existen tres contexto en los que
los profetas exílicos e inmediatamente posteriores al exilio hablan de algo
nuevo: 1) Isa. 42, 9-10; 43:19; 48:6: lo antiguo y lo nuevo 2) Jer. 31:31 y Eze
11:19; 18:31 36:26: nueva alianza y nuevo corazón; 3) Isa. 65:17; 66:22: nuevo
cielo y nueva tierra.” (Westermann 1978I:734s). Esto, en
contra posición a la idea de los teólogos del pacto que creen que le nuevo
pacto es una renovación del pacto mosaico, según ellos, “…ya que ambos son
formulaciones del mismo pacto de gracia” (Compton 2019:5).
[7] Hb. כָּרַ֙תִּי֙ (karettí) qal perfecto de כָּרַת (karet) cortar, talar, así, cortar
un pacto: hacer un pacto.
[8] Hb. הֶחֱזִיקִ֣י (hejeziqí)
hifil infinitivo de חָזַק (jazeq) fijar en; de aquí, atrapar, agarrar, ser
fuerte.
[9] Hb. אֶכְרֹת֩ (ekerót)
qal imperfecto de כָּרַת (karet)
cortar, talar, así, cortar un pacto: hacer un pacto.
[10] Hb. נָתַ֤תִּי (natatty)
qal perfecto de נָתַן (natan) entregar, dar, colocar, establecerse,
poner, hacer.
[11]Hb. אֶכְתֲּבֶ֑נָּה (ekettábennah) qal imperfecto כָּתַב (katab) escribir, inscribir, grabar.
[12] Hb. וְהָיִ֤יתִי (vehayiity) qal perfecto vav
consecutiva de הָיָה (hayah)
existir, ser o llegar a ser, tener
lugar.
[13] Hb. אֶמְאַ֙ס (emeas)
qal imperfecto de מָאַס (maas) abominar, aborrecer, desestimar,
despreciar, menospreciar, rehusar, repudiar, et al. LXX ἀποδοκιμάζω (apodokimádzo)
desaprobar, repudiar, desechar, como en Mateo 21:42 “Jesús les dijo ¿Nunca
leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores, ha
venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, Y es cosa maravillosa a
nuestros ojos?”
[14] De algún modo concreto, la idea de un
dispensacionalismo “progresivo”, es un oxímoron, es algo similar a la propuesta
de la NTP (Nueva Teología del Pacto).
[15] Darrell L.
Bock escribe: «Con el cumplimiento inicial y futuro, uno puede tener un
cierto cumplimiento en la iglesia ahora y un mayor cumplimiento para Israel más
adelante…la opción de un cumplimiento [doble] también se puede poner en términos
de un escenario “ya todavía no”» (Bock en Compton
2019:27).
[16] Loraine Boettner (1901-1990) teólogo posmilenarista,
escribió: “El hecho es que el Antiguo Pacto, que tenemos en la primera parte
de nuestras biblias en el Antiguo Testamento, fue hecho exclusivamente con la
nación de Israel y que ahora ha sido reemplazado por el Nuevo Pacto, que
llamados Nuevo Testamento, que fue hecho exclusivamente con la iglesia” (Loraine en Compton 2019:27).
[17] La
transubstanciación es la doctrina mayormente católica que sostiene que
sostenida que los elementos de la santa cena (el pan y el vino) se convierten
“milagrosamente” en el cuerpo y la sangre de Cristo durante la consagración de
los mismos. Esta idea subyace en una interpretación literalista mística que sostiene que tras la consagración, el pan
y el vino aunque siguen aparentando su
condición de pan y vino, se transforman literalmente y realmente, en el cuerpo
de Jesús. McCune añade: “Según la teoría católica romana el sacerdote a
través de la consagración del pan y el vino, los convierte en el cuerpo y la
sangre reales de Cristo” (McCune
2018:693).
[18] McCune
explica: “A ésta por lo general se le llama la teoría luterana, que otros
también la defienden… Según esta teoría, el cuerpo corpóreo de Cristo está en,
con y debajo del pan y el vino. Esta asociación no es permanente y no es
llevada a cabo por un sacerdote sino por la Palabra de Dios. Esta teoría acerca
de la santa cena precisaba de otra doctrina, la de la ubicuidad del cuerpo de
Jesús. Este punto de vista enfatizaba la presencia real y corporal de Jesús en
los elementos de la santa cena.” (McCune 2018:693) ubicuidad
del cuerpo de Jesús. Este punto de vista enfatizaba la presencia real y
corporal de Jesús en los elementos de la santa cena.” (McCune
2018:693).
[19] La
interpretación reformada o calvinista promovida por los presbiterianos,
episcopales y metodistas, enseña que Jesucristo no está físicamente en los
elementos (pan y vino). Sin embargo, en el momento de participar de ellos, el
creyente se alimenta del verdadero cuerpo y sangre de Cristo que está en los
cielos mediante el poder infinito del Espíritu Santo (Millos 2014:1357;
Carballosa 2010:440).
[20] En este
sentido la teología reformada tiende a hablar no sólo de inauguración, sino
también, de cumplimiento. R.C. Sproul, por ejemplo, señala: “La Cena del
Señor simboliza y sella para los creyentes la inauguración y el cumplimiento
del pacto de Cristo en su favor” (Sproul ed.
2020:1649). D.A. Carson de manera insegura señala: “Parece, entonces, que
Jesús entiende el pacto que está presentando como el cumplimiento de las
profecías de Jeremías…” (Carson 2004:609). Así también,
Michael J. Wilkins (pág. 36).
[21] Carballosa
habla de la ratificación del nuevo pacto (Carballosa 2010:413).
[22] Millos
habla del establecimiento del nuevo pacto (Millos 2014:1362;
2009:1845).
[23] El giro καὶ οὕτως (kaì jútos)
se observa sin duda muchas veces en el Nuevo Testamento como también, en la LXX, derivado de giros como וְזֶ֕ה אֲשֶׁ֥ר (vezéh ashér) “y de tal manera…” Gén.
6:15 (RV60/LBLA); וְזֶה֘ דְּבַ֣ר (vezéh debáh) “…y de esta manera” Deut.
15:2 (RV60). “Así se hará…” 2 Sam. 16:7 (LBLA); וְכֹֽה־אָמַ֥ר (vekóh-amár)
“así decía” (LBLA); “Y decía…” (RV60). וְכֵ֥ן עָשָׂ֛ה (vekén tsasáh) “Así mismo…” 1 Rey. 6:33
(NVI); “…igualmente hizo…” (RV60). Y, וְכֵ֤ן תַּֽעֲשֶׂה֙ (vekén tátsaseh) “…así harás…” Eze. 45:20 (RV60). En
términos generales, y en este escueto sondeo veterotestamentario se puede
constatar que la LXX usa este giro mayormente de manera modal (“…y de esta manera…”),
no tanto en sí, de manera cronológica o temporal (“y luego…”RV60).
[24] Michelén, Sugel 2017. “Milenio y El Siglo Venidero”.
Internet URL: https://www.youtube.com/watch?v=hbl0Ebf9JLg [consultado el 24.05.2022].
[25] Michelén,
Sugel 2017. “Milenio y El Siglo Venidero”. Internet URL: https://www.youtube.com/watch?v=hbl0Ebf9JLg
[26]Cf. Sal.
69:35; 78:68; 87:5; 129:5; Isa. 1:27; 14:32; Jer. 31:6; 31:12; 51:10; Lam.
4:11; Jl. 2:1, 32; 3:16; Rom. 9:33; 1 Ped. 2:6; Apo. 14:1.
[27] Cf. Sal. 126:1; 146:10; Isa. 4:4; Isa. 12:6; 51:3; 52:8;
62:11; Lam. 2:4, 22; Zac. 2:10; 9:9; Mt. 21:5; Jn. 12:15
[28] Cf. Sal. 2:6; 48:2; Isa. 2:3
[29] Cf. 2 Sam. 5:7; 1 Rey. 8:1; 2 Cro. 5:2.
[30] Cf. Sal. 9:11; 76:2; 84:7; 132:13; Jer. 8:19; Jl. 3:17,
21; Heb. 12:22.
[31] Cf. Isa. 60:4; Jl. 2:1.
[32] Cf. Sal. 87:2; Isa. 30:19; 46:13; 51:11; 52:1;
Sof. 3:16; Zac. 8:3.
[33] Cf. Sal. 2:6; Isa. 28:16.
[34] Cf. Isa. 24:23; Miq. 4:7; Zac. 2:10-12; 8:3.
[35] Cf. Sal. 14:7; 46:13; Abd. 1:17, 21.
[36] Cf. Am. 1:2; Sal. 110:2.
[37] Cf. Miq. 4:2.
[38] Bien señala Wilckens: “Es dudoso si Pablo inicia
con ello la Jerusalén celestial (cf. Gál. 4,26), porque el Libertador vendrá
del cielo. Ciertamente es más natural que quiera acentuar que él será el centro
de Israel, del que no solo parte ahora la misión a los gentiles (cf. 15,19)
sino desde el que será readmitido en la alianza el Israel caído.” (Wilckens
2016:313).
[39] Como
escribe Lacueva: «Para los amilenialista, este texto o no tiene relevancia
alguna para Israel o debe entenderse “en sentido general”. Dice J. Murray: “No
se sugiere aquí ningún privilegio o estado que no sea común a judíos y gentiles
en la fe de Cristo”. Y, en la misma vena comenta el jesuita Vicentini: “Pero
Cristo en su primera venida no convirtió a los judíos, y para su segunda venida
su conversión ya se habrá producido. Por eso hay que tomar el texto en un
sentido general; la conversión de los judíos será la obra de Cristo en su vida
terrestre o a través de la iglesia» (Henry & Lacueva
1999:1593).
[40] Explica el
Pr. Michelén: “… ¿está hablando de la primera venida o de la segunda?»
[Responde Michelén]… de la primera; el problema que la gente lee “vendrá” y
dicen: ¡La segunda venida! En la segunda
venida se van a convertir… No, está diciendo, ese es el pacto que Dios hizo con
Israel, vendrá de Sion, no a Sion. En la primera venida Cristo no vino a Sion,
vino de Sion…”
[41] Nótese otro
ejemplo de las deficiencias —falacias exegéticas— de Waldron a la hora de
interpretar. Escribe Waldron: “Según Efesios 2:12 19, es «…la ciudadanía de
Israel» con ciudadanos étnicamente judíos y ahora también con ciudadanos que
eran gentiles, quienes se han hecho nuevos israelitas por la circuncisión no
hecha por manos (Col. 2:11).” (Waldron 2008:67s). ¿Señala
Pablo realmente que los nuevos convertidos gentiles ahora se han hecho
israelitas? Por supuesto, esto no es más que una interpretación insostenible a
la luz de texto mismo.
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