Por J.A. Torres Q.
Introducción
“…y esperar
de los cielos a su Hijo, al cual
resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.” (1
Tes. 1:10).
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Hace unas semanas alguien comentó en mi muro una
breve frase referente a una reflexión que aludí acerca del arrebatamiento pretribucional: “No
hay ni un solo versículo en la Biblia que diga que la iglesia es arrebatada
antes de una tribulación de siete años y que luego de esos siete años vuelve.”
Por supuesto, esta respuesta aunque
sincera, revela la tensión que incluye la incomodidad que supone
la perspectiva pretribucional. Sin embargo, tal declaración aunque en algunos
casos sincera expresión de desacuerdo, desde el punto de vista del rigor del debate, solo puede ser clasificada debajo
de otra declaración del mismo tenor: “no, yo no soy ni
calvinista, ni arminiano, soy bíblico.” Ahora, ¿por qué esta objeción bastante "popular" ya, no es
consistente? La respuesta no es difícil. Si siguiéramos la ruta de este “argumento”
o más bien, la objeción aplicándola a otras
áreas de la teología, podríamos decir
también que, no hay ni un solo versículo en la Biblia que diga locutivamente (textualmente) que
el Espíritu Santo es Dios. Lo cual es “verdad”, de la misma manera que las Escrituras enseñan que él, sí es Dios. Así mismo, no hay ningún versículo que
diga textualmente que Cristo es Dios de la misma manera que toda la Escritura lo presenta como Dios. Así también,
no existe ningún versículo en la Biblia que enseñe de manera textual la
Trinidad, sin embargo, también es verdad que todas las Escrituras dejan ver a
un Dios trino. ¿Cuál es el error de este silogismo entonces?
En
primer lugar, todo estudiante de las Escrituras debe entender que la Biblia
define sus doctrinas de manera particular
en concordancia a su propio lenguaje, época e idiosincrasia racional
teológica de sus autores. Por supuesto, no hay ningún versículo que
diga locutivamente (textualmente) por ejemplo: “Jesús es Dios”; sin embargo,
hay varios que afirman Su deidad en
declaraciones tan contundentes como “el
cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que
aferrarse”, lo cual en el texto griego es aun más explícito τὸ εἶναι ἶσα θεῷ “el ser igual a Dios” (Fil. 2:6),
igual, no semejante, sino igual. En el fondo, decir
que “no
hay ni un solo versículo en la Biblia que diga que la iglesia es arrebatada
antes de una tribulación de siete años y que luego de esos siete años vuelve”
es simplemente desconocer los términos hermenéuticos propios en que las
Escrituras presentan sus doctrinas, a
veces, textualmente claras, en otras, por medio de diferentes formas de
redacción, disquisición teológica y
expresiones particulares.
¿De qué manera entonces se
observa el pretribucionalismo en las Escrituras? El camino básico, es el
inductivo, esto es, dejando que el texto hable por sí mismo. Así, si el lector
honesto deja habla al texto por sí mismo, podrá constatar que las Escrituras
distinguen una cuestión básica pero elemental, Pablo escribe: “No hagan
tropezar a nadie, ni a judíos, ni a gentiles ni a la iglesia de Dios.” (1
Cor. 10:32). Judíos, gentiles y la iglesia, es la distinción que no solo Pablo
hace de a quienes los autores se dirigen; todo el AT llega al Nuevo con esta
distinción. Teniendo este elemento en la
mesa, un elemento bíblico en todos sus aspectos, el lector podrá comprobar que
el “día de la ira” (Sof. 1:18), “la ira venidera” (1 Tes. 1:10), “la gran
tribulación” (Mt. 24:21, 29s; Jer. 30:7-8)
es un tiempo de castigo y juicios universales ideado por Dios para
Israel (Jer. 30:7s) y las naciones (Jl. 2:1;3:1-2; 9-14), no para la iglesia (1
Tes. 5:1-11). Así, el texto mismo deja ver una perspectiva premilenarista y
pretribulacionista a
través del consenso general de las Escrituras por medio de una hermenéutica
histórica gramático literal. Esta consensualidad va dando a la
teología bíblica su contenido, cuerpo doctrinal escatológico al que el NT notablemente se
suma. Así, el estudioso de las
Escrituras que no ha sido encandilado por las ideas exógenas al texto en esta
área (alegorización/espiritualización) podrá comprobar que sin
prejuicios confesionales y aún “dispensacionales”
las doctrinas de las últimas cosas mencionadas por Pablo por ejemplo, en las
epístolas a los tesalonicenses (1 Tes.
1:10; 4:1-18; 5:1-11 con 2 Tes. 1-2) forman parte de todo el corpus doctrinal escatológico de las Escrituras y, la
única manera de reinterpretarlos, es introduciendo ideas totalmente ajenas a lo
que ellas enseñan consensualmente rompiendo así, la consensualidad que tienen
todos autores bíblicos con respecto justamente, a las doctrinas de las últimas
cosas.
Un ejemplo
breve es el caso del milenio, ¿cuántas veces se escucha que solo “un” pasaje de
las Escrituras habla de un milenio? A
esto añaden, “en un libro oscuro”, como si Juan hubiera escrito
para oscurecer la verdad escatológica cayendo muchos aún hoy todavía, en una
especie de descuartización de este libro
por medio de una interpretación preterista[1]
del texto, otros, simbólica[2]
(amilenarista) y otros, idealistas[3] de
su mensaje, ignorando el propósito indiscutible
de Juan en el libro que es primero, revelar (Apo. 1:1-3, 19) no oscurecer, y segundo,
dar a los creyentes una “profecía
inspirada” (Apo. 1:3, 19; 22:18-19) de las cosas venideras reveladas por medio
de su característica redacción en el texto en concordancia con toda la revelación de las Escrituras del asunto
venidero.
Ahora
bien, ¿qué quiso decir Pablo y su equipo entonces, cuando afirmó que Cristo
“nos libra” (de la ira venidera)? ¿Sabían ellos a qué se refirió Pablo con la “ira
venidera”? ¿Qué quiso decir Pablo con “nos libra”? ¿Qué clase de “liberación” tenía en mente? Los creyentes de Tesalónica no eran ignorantes sobre los
asuntos escatológicos. Puede que en algún sentido fueron confundidos (cf.
2 Tes. 2:1s2), sin embargo, sabían muy bien a qué se refería Pablo con la “ira
venidera” y además, que ellos serían librados de tales terribles juicios. En efecto, ellos conocían muy bien el AT
(era su “Biblia”) y a la vez, conocían muy bien el eco de la expresión “día de la ira”; o “ira venidera”, sintagma
que les recordaba las diferentes
referencias al día de YHVH, un periodo de juicios de parte de Dios denominado
también en el AT el “día grande de YHVH”
(Zac. 1:14), el “grande el día de YHVH y terrible” (Jl. 2:11); el “día grande de YHVH y espantoso” (Jl.
2:31; 3:4 cf. [Mal. 3:5]), el “cercano día
grande de YHVH [el] cercano y muy
próximo” (Sof. 1:14), el “día de venganza” de
Dios (Isa. 61:2 cf. [63:4]), el “el día del ardor de Su ira” (Isa 13:13 cf. [Sof. 1:18; 2:2; Isa. 13:9, 13]) el que Pablo describió
a los romanos, como “el día de la
ira y de la revelación del justo juicio de Dios” (Rom. 2:5). Dicho en otras palabras, Pablo no se estaba refiriendo a la ira divina
cataclísmica histórica (Gén. 6; 19), o
la ira exílica (cf. Eze.
22:13-22; Zac. 1:12) o, a la ira del abandono divino (Rom. 1:18ss), sino, a la
ira venidera escatológica de Dios,
periodo del que los creyentes según Pablo serían liberados por el Señor, a quienes enseñó esperar “…de los cielos a su Hijo, al cual
resucitó de los muertos, a Jesús, quien los *librará de la “ira venidera”
(1 Tes. 1:10).
Esta mismo énfasis se subraya en la primera epístola (5:1ss) cuando
Pablo mismo les dijo a los tesalonicenses que ellos no estaban en tinieblas ni tampoco que eran de la noche para que la
venida en juicio del “día del Señor” los
sorprenda, por el contrario, añade Pablo, “nosotros” que somos del día tenemos
que seguir siendo sobrios habiéndonos vestido de fe y de amor con la “esperanza”
de la salvación de aquel tiempo (1 Tes. 5:8), recalcando nuevamente que Dios no
“nos” ha puesto para ira escatológica (1 Tes. 1:10), sino para alcanzar “salvación”,
esto es, rescate, liberación y seguridad por medio de la venida de nuestro
Señor Jesucristo (1 Tes. 5:9). Por ello, si el arrebatamiento y la segunda
venida son el mismo día, ¿cuál es la idea de estas clarificaciones tan claras de un rescate de un periodo de juicios que tiene como culminación la segunda venida del Señor
en poder y llama de fuego (1 Tes. 1:6-10)? Como señalamos, Pablo mismo dice a la iglesia
de los tesalonicenses que Dios no nos ha puesto para ira, sino para alcanzar sotería
(salvación), esto es, rescate,
liberación y seguridad, entonces: ¿Rescate de qué, liberación de qué, seguridad
de qué? A mayoría de los comentaristas está de acuerdo aquí, en que la ira que
menciona Pablo es la escatológico (el día de YHVH), por estas razones el
apóstol diferencia muy bien en estas epístolas justamente, el día de “la ira
venidera” (1 Tes. 1:10), el “día del Señor” (5:2), el día de YHVH de “…y[4]
nuestra reunión con él” (2 Tes. 2:1a) una referencia al arrebatamiento,
evento que ellos estaban esperando. Esta distinción que Pablo hace, además se deja ver en el texto por las
transiciones temáticas retóricas que usa en el original para diferenciar ambos aspectos de la venida
del Señor.
Transición temática
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“aquel día” (1 Tes. 1:10) →
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“Pero con respecto” (2 Tes. 2:1s) →
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“Nuestra reunión con el” (2 Tes. 2:1s)
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El arrebatamiento” (1 Tes. 4:13-18) →
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“Pero acerca” (1 Tes. 5:1) →
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“el día de YHVH” (1 Tes. 5:2).
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Teniendo
lo anterior en cuenta entonces, ¿qué quiso decir Pablo y su equipo entonces,
cuando afirmó que Cristo “nos libra” (de la ira venidera)? ¿Sabían ellos a qué
se refirió Pablo con “ira venidera”? ¿Qué quiso decir Pablo con la palabra “libra”,
por qué la usó en el texto? ¿Qué clase
de “liberación” tenía en mente con dicha
palabra? Aunque Pablo usa el término fulásso
(φυλάσσω) en
2 Tes. 3:2 solo una vez[5]
que significa “vigilar”, “custodiar”, “cuidar”, “guardar”[6] para señalar que Dios los “…afirmará y guardará→ fulásso del mal”.
(2 Tes. 3:3b) prefiere usar rúomai (ῥύομαι) en 1 de Tesalonicenses 1:10 cuando leemos “…y esperar de los
cielos a su Hijo, al cual resucitó de
los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.” (1
Tes. 1:10).
Ahora
bien, las siguientes líneas tienen el propósito de explicar por medio de
algunos paralelos del libro de Daniel (y otras referencias) cuales son las
imágenes que las palabras revelan en las Escrituras acerca de este tipo de
liberación que Pablo alude en 1 Tes. 1:10
y además, cómo se usa la palabra rúomai
(ῥύομαι) —y otras más— que el apóstol usó en nuestra cita, una nota de
esperanza para la iglesia. La esperanza de ser librada del día de la ira
venidera.
La liberación que sugiere rúomai y otros
En términos
generales rúomai (ῥύομαι) que usa Pablo
en 1 Tes. 1:10 significa “salvar”, su sentido predominante es “rescatar de”, “preservar de”, lo cual subraya la manera en que el NT subraya uno de los
aspectos de la salvación[7]. El
significado fundamental, —como señala Schneider— es defender, preservar, es
decir, mantener a salvo a los hombres o a las cosas mediante el empleo de la
fuerza o también por medios sobrenaturales, en la LXX casi siempre reemplaza a נְצַל[8] netsal “salvar” por
arrebato, —como acción rápida— así, arrebatar un objeto (Deut. 25:11; 1 Sam.
30:8,18) aunque este sentido desaparece en otros casos donde la liberación toma
ribetes de perdón, exoneración del juicio divino (Éxo. 12:27), de preservación
de la vanidad (1 Sam. 12:21) vuelve a aparecer
el sentido de preservación por medio de acciones divinas como las que
las aves usan para “amparar, librar, preservar y salvar a los suyos”, este es
el caso de Isa. 31:5 donde de Dios se
dice: “Como las aves que vuelan,
así amparará [גָּנַן
(cercar, proteger)]
Jehová de los ejércitos a Jerusalén, amparando [גָּנַן
(cercar, proteger)], librando [נָצַל
(arrebatar)], preservando [פָּסַח
(saltar encima)] y
salvando [מָלַט [rescatar)].” (cf.
Éxo. 19:4; Deut. 32:11; Sal. 37:40; 91:4)[9].
Sofonías 1:18
es una referencia escatológica importante dirigida al Israel rebelde (1:1) como
parte de la purificación que Dios hará con ellos (Sof. 1:4s; 2:1-2) y en ellos
(Jl. 2:18-19; 3:28-32), con miras
escatológicas de castigo para todos los hombres (Sof. 1:2 14-18; 3:8) en el
contexto del día de la ira (el día YHVH 3:8)
donde el profeta dice a Israel y a las naciones: “Ni su plata ni su oro podrá librarlos [נָצַל[10] (arrebatar)], en el día de la ira de
Jehová, pues toda la tierra será
consumida con el fuego de su celo;
porque ciertamente destrucción apresurada hará de todos los habitantes
de la tierra.” Lichtenberger añade
que netsal (“salvar, arrebatar”) en
una serie de pasajes del NT, se halla el trasfondo del sentido (cf. Mt.
27:43 cf. Sal. 21:9LXX; Rom. 11:26 cf. Isa. 59:20; Lc.
1:74 cf. Sal. 96:10; Miq. 4:10 entre otros)[11]
pero su énfasis teológico en el NT es exclusivamente divino y subraya los
diferentes matices circunstanciales (espacio-temporales) de cómo Dios salva, rescata y mantiene a
salvo a los suyos mediante el empleo de su poder sobrenatural de la amenaza de todo tipo de peligros, así,
del mal en su sentido general (cf. Mt. 6:13; 2 Tim. 4:18), de los enemigos (Lc. 1:73), de la ley de la
carne (Rom. 7:24), del mal satánico escatológico (Rom. 11:26) de los hombres
malvados (Rom. 15:31; 2 Tes. 2:3) de las tribulaciones, de las aflicciones y de
la muerte (cf. 2 Cor. 1:10; 2 Tim. 3:11; 4:17), del poder de las
tinieblas (Col 1:13), del juicio divino circunstancial (2 Ped. 2:7), del juicio
del día del juicio (2 Ped. 2:9) y también, del juicio escatológico, como Pablo
subraya en 1 Tes. 1:10.
La liberación que sugiere rúomai y otros en Daniel
Ahora bien, ¿de
qué manera ilustran las Escrituras los aspectos de estos términos? Teniendo en
cuenta los términos aludidos anteriormente, a estos se suman otros,
los cuales en términos generales subrayan en conjunto lo que es “salvar”, pero
enfatizando levemente diferentes aspectos de ello.
rúomai (ῥύομαι)
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1 Tes. 1:10
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“rescatar de”, “preservar de”, mantener
a salvo (seguridad)
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netsal (נְצַל)
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Isa. 31:5
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“salvar” por arrebato, como acción
rápida
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shezab (שְׁזַב)
|
Dan 3:17
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“rescatar”, salvar”, “liberar de daño”
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exairéo (ἐξαιρέω)
|
Dan. 3:15d LXX
|
salvar “llevando afuera” (del peligro)
|
sódzo (σῴζω),
|
Dan. 3:27 LXX
|
en general, “salvar”, “librar” como
viendo todo el evento salutífero
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fulásso (φυλάσσω)
|
2 Tes. 2:3
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“vigilar”, “custodiar”, “cuidar”,
“guardar”.
|
Teniendo
en cuenta lo anterior, notemos esto brevemente en el caso de Daniel y el caso
de Sadrac, Mesac y Abed-nego y Nabucodonosor, y el mismo Daniel, frente a los
sátrapas en la regencia de Darío. Leyendo el libro de Daniel notamos que Nabucodonosor con ira y enojo preguntó a Sadrac, Mesac y Abed-nego (3:12-13) “¿y qué
dios será aquel que os libre (שְׁזַב[12]→ ἐξαιρέωLXX) de
mis manos?” (Dan. 3:15d) asumiendo que nadie los podría liberar[13] (שְׁזַב
[dejar ir]). Por supuesto, Nabucodonosor pensaba en una liberación
real. Ahora, la respuesta de Sadrac,
Mesac y Abed-nego al rey revela que ellos no pensaban en una clase de liberación ficticia,
por el contrario, tenían en su mente la
noción de una liberación sobrenatural de preservación que subraya el sentido
predominante que tiene rúomai (ῥύομαι) pues contestaron con plena seguridad y
convicción tomando en cuenta “todos” los aspectos de una liberación efectiva y
total respondiendo en coro: “He aquí nuestro Dios a quien servimos puede
librarnos [exairéo ἐξαιρέω[14]]
del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará [שְׁזַב shezab (ῥύομαι[15] rúomai)]” (Dan 3:17).
Dicho
en otras palabras, estos tres hebreos sabían que Dios podía literalmente
sacarlos de aquel lugar, pero aun más, que también podía preservarlos en el horno mismo, tal cual
sucedió. El texto es claro en señalar la ferocidad de aquel horno —calentado
siete veces más (3:19)— indicando el texto que quienes los ataron aun siendo
fuertes y entre los más vigorosos del ejército del rey (3:20) no soportaron la
fuerza del horno ardiendo muriendo en el acto en el momento que echaron a los hebreos al horno. Este detalle
histórico del hecho en el texto no es casual, pues pone de relieve de manera
antitética el hecho de que en ese mismo momento, en ese mismo lugar, y bajo las
mismas circunstancias, Sadrac, Mesac y
Abed-nego ninguna consecuencia sufrieron sobre sus cuerpos, ni aun, sobre sus cabellos, recalcando el
texto que aun sus ropas estaban intactas y ni siquiera olor de fuego tenían,
una cuestión humanamente imposible.
Esta liberación divina deja ver la imagen no solo del término
exairéo (ἐξαιρέω) que el texto señala Nabucodonosor había
discurrido, sino también, el concepto que comporta el término sódzo (σῴζω salvación
plena), cuestión que el texto pone en los labios de Nabucodonosor al final cuando
comprendió el aspecto semántico más
increíble de una liberación (σῴζω[16]
[salvación/rescate] 3:28), reconociendo así, la superioridad, soberanía y poder
del verdadero Dios llegando a reconocer la abismante diferencia entre el otro
dios (el de ellos), del Dios de los hebreos añadiendo: “Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac,
Mesac y Abed-nego, que envió su
ángel y libró [שְׁזַב
(shezab)→ σῴζωLXX]
a sus siervos que confiaron en él, y que
no cumplieron el edicto del rey, y
entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios.”
(Dan. 3:27).
Cabe señalar que la última declaración de Nabucodonosor revela que él comprendió todo el evento salutífero llegando
a concluir que no había otro “dios” que
podía librar como éste, el Dios de los hebreos. Esta es la última vez que el
texto deja ver el uso del término "librar" por boca de Nabucodonosor, sin embargo,
el texto hebreo deja ver que no usó los términos que ya había usado, esta vez y por medio del infinitivo netsal (נְצַל) quiso subrayar
que el Dios libra, salva y asegura de
manera total, palabra que la septuaginta tradujo con el aoristo infinito medio
de rúomai (ῥύομαι) que como hemos
subrayado arriba, su sentido predominante es el “rescatar de” y así, “preservar
de” manteniendo a salvo a quienes son objetos de su salvación, aun, mediante el empleo de la fuerza o también por
medios sobrenaturales lo cual deriva en una salvación eficaz en todos sus
aspectos. El ejemplo de Lot y su liberación del juicio sobre Sodoma y Gomorra es
un paralelo del NT que revela la eficacia de este tipo de rescate: “y libró [ῥύομαι] al justo
Lot, abrumado por la nefanda conducta de
los malvados” (2 Ped. 2:7).
Posteriormente a este hecho, en el contexto del reino de Media y
Persia (5:30-31; 6:1) Daniel mismo deja ver su experiencia con el Dios que
salva y preserva cuando frente a la confabulación de los sátrapas del reino
(6:4-9) y a la prohibición de orar, fue procesado por su
desacato a tal engaño y condenado al foso de los leones. Aunque Darío
entristecido trató de liberar a Daniel (6:14), el edicto engañoso era irrevocable según las leyes del imperio,
de manera que Daniel fue apresado y echado al foso de los leones, lugar que fue
clausurado (Dan. 6:16-17). Ahora bien, las nociones de la “liberación” que
experimentó Daniel de este castigo son aludidas aquí por Darío, quien estimaba
a Daniel y que en primera instancia y frente al edicto irrevocable
resignado manifestó la primera expresión
de su deseo de salvación para Daniel cuando le dijo: “El Dios tuyo, a quien
tu continuamente sirves, él te libre→ [שְׁזַב (shezab)→
ἐξαιρέω[17] 6:16]”.
Y Darío estaba pensando en una liberación y rescate de todo daño, en este caso,
físico (cf. Hec. 7:10, 34; 12:11;
26:17; Gál. 1:4).
Al día siguiente Darío
después de una noche difícil (6:18) y habiéndose levantado muy de mañana,
corrió apresuradamente al lugar de los hechos aun con la esperanza de encontrar
vivo a Daniel. Así profirió con voz triste las siguientes palabras: “Daniel,
siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien sirves, ¿te ha podido librar→
[שְׁזַב
(shezab)→ ἐξαιρέω] de
los leones” (6:20). Darío seguía pensando en una liberación y rescate de
todo daño físico. Al responder Daniel en el acto y responderle que el Dios verdadero había enviado a su ángel
a cerrarle la boca a los leones (6:22) Darío no solo se alegró en gran manera,
sino que acto seguido mandó a apresar a quienes idearon tal confabulación en
contra de Daniel ordenando el mismo destino que ellos habían maquinado contra
Daniel, sufriendo de manera drástica no solo
ellos el juicio del rey, sino también, sus familias (6:24). Es aquí (6:25-27)
que el texto deja ver al igual que en el caso de Nabucodonosor, la
impresionante conversión-teológica de Darío cuando este ordenó y por mandato supremo universal que todos los
moradores de la tierra de aquellos días (vs. 23) debían temer y además, temblar
ante el Dios de Daniel, dando para ello una razón teológica impresionante que
revela que este rey medo-persa comprendió de manera literal en qué consistía el
poder libertario de Dios, expresándolo de la siguiente manera:
Teniendo en
cuenta lo anterior, y en especial el
antecedente histórico de salvación de los cuatro hebreos aludidos, el término rúomai
(ῥύομαι)
que usa Pablo en 1 Tes. 1:10 resalta de
manera admirable, efectiva y sobrenatural de qué manera Dios libra a su iglesia
de la “ira venidera” (1 Tes. 1:10), del juicio que comporta “el día de YHVH” (1
Tes. 5:1-11) y como Pablo les enseña a
los tesalonicenses en qué consiste la esperanza
liberadora de “esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús”,
quien —añadiéndose él y su equipo retóricamente— “nos” libra de la “ira
venidera”, “del juicio” (RV95), “del castigo” (NVI) que viene[21], del
“terrible castigo” (DHH) que es la esperanza de los cristianos quienes efectivamente esperan al Hijo de Dios para salvación y
rescate (1 Tes. 1:3; 2:19; 3:13;
5:9-11)],
¿De qué forma será entonces esta liberación escatológica
que Pablo menciona en 1 Tes. 1:10 cuando enseña a los creyentes a esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús,
quien nos libra de la ira venidera? Las imágenes anteriores dejan ver de
manera vívida y gráfica la forma en que Dios preserva a los suyos, lo hizo también con
Noé preservándolo del juicio universal (Gén. 7:5-9), lo hizo con Lot sacándolo
del fuego divino (Gén. 19:29; 2 Ped. 2:7 [rúomai]) lo hizo con
José preservándolo del mal de sus hermanos y de la muerte (Gén.
37:18→26; 39:20ss). Y, aunque los creyentes siempre han sufrido toda clase de
tribulación, y en algunos casos también la muerte (cf. Heb. 11), Dios ha
prometido librarlos del mal escatológico, preservándolos de la ira venidera, lo cual rúomai describe con precisión es una extracción o exfil
militar, un proceso de resguardo (rescate) y preservación en el que los
rescatados son reubicados fugazmente fuera del ambiente hostil llevados a otra
área de plena seguridad. Tal cual Pablo enseñó a los tesalonicenses es el
arrebatamiento. Guardando los límites de la comparación, esto es lo que Juan por sinécdoque[22]
retórica señala de Sardis (la iglesia) señalando
que ella será librada “de la hora de la prueba” que vendrá sobre “todos” los
que moran en la tierra.
Como se sabe, no dice Juan que Dios liberará a la iglesia “en” la ira, o “durante” la ira,” que es
la ira escatológica: la ira venidera (1
Tes. 1:10), sino, “de” la ἐκ τῆς ὥρας τοῦ πειρασμου → “de la hora del prueba”, con ἐκ (ek)
que describe la idea de extracción o exfil escatológico-divino, lo cual Pablo describe en la primera epístola
a los tesalonicenses con el acontecimiento que llama “nuestra reunión con él”[23],
un evento de acuerdo a su naturaleza[24]
repentino y raudo[25]. Ahora bien, refiriéndose al pasaje paralelo del
arrebatamiento Pablo también escribió: “He aquí, os digo un misterio: No todos
dormiremos; pero todos seremos
transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados
incorruptibles, y nosotros seremos
transformados.” (1 Cor. 15:51-52).
Nótese, “en un momento, en un
abrir y cerrar de ojos” el texto griego es una más gráfico al señalar ἐν ἀτόμῳ, ἐν ῥιπῇ ὀφθαλμοῦ → “en instante, en parpadeo de ojo”[26],
Lacueva traduce, “en un instante, en un pestañeo de ojo”[27].
La idea es
clara: el Señor promete sacar a los suyos de manera
sobrenatural en dicho tiempo de juicios (prueba) descritos desde el AT y
explicados por Juan claramente desde el capítulo 6 de Apocalipsis, hasta justamente, la segunda venida del Señor
en el capítulo 19, donde vemos que antes de esta parusía final, la gran
multitud salvada en Apo. 5:9 que fue removida, librada y preservada de la
tierra antes de los terribles juicios del día de YHVH, de la gran tribulación (Apo.
6-18; Mt. 24:21, 29), alaban a Dios y al Señor Jesucristo en el cielo antes de
su segunda venida (Apo. 19:1-10). Dicho en
otras palabras, cuando Pablo escribió a los tesalonicenses y a la iglesia corporativa
que debemos “esperar
de los cielos a su Hijo, al cual
resucitó de los muertos, a Jesús”, quien “nos”
libra de la “ira venidera” estaba aclarando la gran confusión que tenían ellos,
quienes pensaban no habían sido exonerados de los juicios del día de YHVH (cf.
2 Tes. 2:1ss), del periodo extenso de tales acontecimientos profetizados en los profetas que ellos conocían muy bien. Por estas
razones Pablo y su equipo se vieron en la necesidad de aclararles primero, que
ellos no estaban esperando el día de la
ira, el día de YHVH, la segunda venida, sino, “nuestra reunión” con él (2 Tes.
2:1) para salvación justamente, de tales
juicios terribles (Apo. 3-19; cf. 6:16-17). Y esto es lo que subraya
justamente la palabra rúomai (ῥύομαι) que usa Pablo en 1 Tes. 1:10, siendo su sentido
predominante el defender, preservar, es decir, el mantener a salvo a quienes son objetos de dicha liberación mediante
el empleo de la fuerza o también por medios sobrenaturales, lo que describe con
precisión, lo que es el arrebatamiento pretribucional.
[1] Explica
el profesor Truman: “El método pretérito acepta el contenido del libro como
fidedigno, pero cree que todo lo que aconteció (con excepción de la visión del
estado eterno en los capítulos 20-21) fue cumplido en los días de Juan. horizonte.
La primera sistemática presentación pretérita originó en el siglo XVII con un
sacerdote jesuita llamado Alcázar (1616 d.C.).” (Truman Cliff, Apocalipsis,
pág. 19).
[2] Conocido
como el método histórico, dice Truman: «Éste dice que el libro es una
presentación simbólica del curso entero de la historia de la iglesia desde el
final del primer siglo hasta el fin del tiempo y la venida de Cristo. Este
método es adoptado por la mayoría de los comentaristas protestantes […] La mayoría de los Reformadores interpretaban
el libro así: cada uno dando su propia interpretación, resultando en una gran
confusión de ideas conflictivas. En 1522 Lutero escribió “Mi espíritu no puede
adaptarse a este libro, y la razón por la que no lo puedo tener en alta estima
es porque Cristo ni es enseñado ni reconocido en él”. Doce años después, Lutero
había modificado algo su punto de vista, pero hasta el fin, él dudaba de su
apostolicidad. La postura de Lutero resulta muy extraña porque ningún otro
libro de la Biblia exalta a Cristo como el libro de Apocalipsis.» (Truman
Cliff, Apocalipsis, pág. 20).
[3] “El método idealista presenta grandes principios en constante
conflicto. Como los dos anteriores, el idealista cree en la historicidad de los
hechos, pero en lugar de ocuparse con los detalles, el libro meramente muestra,
a grandes rasgos, cómo Dios vence lo malo a través de los siglos. Los idealistas
creen que el Apocalipsis presenta una filosofía de la historia que presenta al
cristianismo como una fuerza triunfante sobre el diablo y el mal. Interpretan
el texto a la luz de alguna situación socio-política contemporánea. Esto
produce una alejamiento de los principios básicos de una hermenéutica normal,
gramática, histórica y literal.” (Truman Cliff, Apocalipsis, pág. 23).
[4]
¿Qué función cumple aquí καὶ? ¿Es “la
venida” de nuestro Señor Jesús” e “y nuestra reunión con él” el mismo evento?
Lo primero que hay que señalar, es que “y” es epexegético: “que es” → “nuestra
reunión con él”,
[6] Beyer
Hartmut, Las Cartas de Juan, notas exegéticas, Hermenéutica y Exégesis (Terrassa, Barcelona: Clie, 2000), 325.
Bertram G. Compendio del Diccionario Teológico del Nuevo Testamento (Grand,
Rapids, Michigan: Desafío, 2002), 1267.
[7]
Vine, W.E. Diccionario Expositivo de
palabras del Antiguo y Nuevo Testamento exhaustivo (Nashville, TN: Caribe,
2007), 380.
[8] Básicamente
significa “salvar”, pero también, significa quitar o libertar de toda clase de
retención. Dice Bergmann, el significado básico es “arrebatar, quitar [del
peligro]” siendo arrebatar el sentido habitual (cf. Deut. 25:11; 32:39;
Isa. 43:13; 1 Sam. 30:18), así,
negativamente: “Ni su plata ni su oro podrá librarlos [ἐξελέσθαι] en el día
de la ira de Jehová” (Sof. 1:18). La LXX traduce preferentemente por ῥύομαι y ἐξαιρέω que
corresponden a “arrebatar” y “salvar”. Bergmann, U. Diccionario Teológico
Manual del Antiguo Testamento II, (Madrid, España: Cristiandad, 1985), 136.
[9] Schneider Johannes, art: “ῥύομαι” en: Coenen Lothar &
Beyreuther Erich et al. Diccionario
Teológico Del Nuevo Testamento, Volumen IV, (Salamanca,
España: Sígueme, 1984), 59.
[10] Gr. ἐξαιρέω LXX. lit.: “llevar afuera” (ex fuera; jaireo, llevar) en
voz activa, sacando, arrancado.
[11]
Lichtenberger Balz, art: “ῥύομαι”
en: Diccionario Exegético del Nuevo Testamento Vol. II Horst, Balz &
Gerhard, Schneider (Salamanca,
Barcelona: Sígueme, 2005), 1322s.
[12] Significa
rescatar, salvar —añade Swanson— liberar de daño físico (Dan. 3:15, 17, 28;
6:15) y agrega, que puede ser más una liberación general que un rescate
físico. Swanson, J. Diccionario de
idiomas bı́blicos: Griego del Nuevo Testamento edición electrónica
(Bellingham, WA: Logos Bible Software, 1997), 115.
[13]
Gr. ἐξελεῖταιLXX futuro indicativo medio
singular de ἐξαιρέω
lit.: “llevar afuera” (ex fuera; jaireo, llevar) en voz
activa, sacando, arrancado.
[14] Hb. יְכֵל “poder”, “vencer”, la LXX usa ἐξαιρέω “llevar afuera.” Pablo lo usa en Gál. 1:4, del
acto de Dios de librar a los creyentes “del presente siglo malo”, indicándose
con la voz media su placer en el resultado de la liberación de ellos. En otros
lugares se usa de librar, rescatando de
peligro (cf. Hec.12:11; 23:27; 26:17); de la esclavitud (cf. Hec.
7:10, 34). Otros sentidos, “arrancar” (cf.
Mt. 5:29; 18:9).
[16] Gr.
ἔσωσε (ésose) aoristo
indicativo activo singular de σῴζω (sódzo).
En general, salvar, así, de peligros materiales y temporales (cf. Mt. 8:25; Mc.
13:20), de enfermedad (Mt. 9:22; Lc. 8:48). También se usa de la salvación
espiritual (Hec. 2:47; 16:312; Rom. 8:24; Efe. 2:5s; 1 Tim. 2:4), de la agencia
humana (Rom. 11:14; 1 Cor. 7:16) entre otros.
Vine, W.E. Diccionario
Expositivo de palabras del Antiguo y Nuevo Testamento exhaustivo (Nashville,
TN: Caribe, 2007), 808.
[17] La
LXX usa ἐξελεῖταί (exeleitaí)
futuro indicativo medio singular de ἐξαιρέω (exairéo) que en voz
media subraya el acto de ser librado, rescatado, salvado.
[18] Hb. שֵׁיזִב
(sheyzab)→
ἀντιλαμβάνω LXX. Significa rescatar,
salvar —añade Swanson— liberar de daño físico (Dan. 3:15, 17, 28; 6:15) y
agrega, que puede ser más una liberación general que un rescate físico. Swanson, J. Diccionario de idiomas
bı́blicos: Griego del Nuevo Testamento edición electrónica (Bellingham, WA:
Logos Bible Software, 1997), 115. Tuggy Alfred, Léxico Griego-Español del
Nuevo Testamento (El paso, Texas: Hispano, 1996), 334.
[19] Hb. נְצַל (netsal)
significa —de acuerdo a Schökel— básicamente sacar de, quitar a. Si es de un
peligro, previniendo: proteger, defender; de una sujeción: librar, salvar,
liberar; de una posesión: quitar, despojar; algo propio: recuperar, recobrar,
rescatar. Schökel, A. Luis, Diccionario Bíblico Hebreo-Español (Madrid,
España: Trotta, 1994), 508. La septuaginta usa
ῥύεται (rúetai)
presente indicativo medio singular de ῥύομαι (rúomai).
[20] Hb.
perfecto de שְׁזַב (shezab) la septuaginta usa ἐξείλατο (exeílato) aoristo indicativo medio singular de ἐξαιρέω,
visto aquí, como un evento completo
(aspecto perfectivo).
[21] Schneider Johannes, art: “ῥύομαι” en: Coenen Lothar & Beyreuther Erich et
al. Diccionario
Teológico Del Nuevo Testamento, Volumen IV, (Salamanca,
España: Sígueme, 1984), 59.
[24] Gr.
jarpádzo “arrebatamiento” (ἁρπάζω - del latín rapio) no solo describe un
acto de “apoderarse de alguien” con rapidez y fuerza, sino también, de llevar
consigo lo que se ha arrebatado (cf. Gén. 5:24; Sal. 10:9;
69:4; Deut. 28:31; Jue. 21:21, 23; 2 Sam. 23:21; Job. 24:2; Ose. 5:14; 6:1;
Nah. 2:12; Isa. 10:2; Eze. 18:18; 19:3; 22:27; Hec. 8:39; 23:10; 2 Cor. 12:2,
4; Mt. 13:19; Jn. 10:12, 28, 29; Apo. 12:5).
[25] “Lo repentino, lo veloz, y el carácter
divino del poder que se pone en operación en este acto de ser arrebatado, recibe
aquí su debido énfasis.” Hendriksen William, Comentario al Nuevo Testamento, 1 y 2
Tesalonicenses (Grand Rapids, MI: Desafío, 2007),
138.
[26]
Vidal Cesar, El Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español (Nashville, Tennessee,
EE.UU.: Nelson, 2011) 624.
[27] Lacueva
Francisco, Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español (Viladecavalls,
España: Clie, 1984), 781.
Buen articulo.
ResponderEliminarPregunta, ¿La advertencia de Mr.8:38 debiese apuntar al arrebatamiento y a creyentes?
Marcos 8:38 Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.
Saludos, no, creo que se refiere a la venida en juicio de Cristo, la segunda venida (el día de YHVH). La audiencia de Cristo además, no es la iglesia allí, sino, los judios incrédulos (Mr. 7:1ss; 8:10ss; 14ss).
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