Por J.A. Torres Q.
Lucas 2:14 no
solo revela un matiz del debate teológico que se dio con la Reforma y la
contrarreforma (católica); así, en versiones mayormente católicas (latinas, Vulgata et
al.) como paradójicamente también algunas protestantes (cf. A.T.
Robertson, Plummer) traducen este versículo poniendo el énfasis en que la paz
es dada a los hombres que tienen “buena voluntad”, lo cual en la intención —por
lo menos católica— no solo subraya el énfasis propio y sinergista de la antropología doctrinal católica, sino también, la perspectiva
positivista de una justificación por obras[1], lo
cual se deriva directamente de la doctrina católica semipelagianista[2] que ve
al hombre con capacidad para abrir por sí mismo el corazón a Dios. Salvador Carrillo Alday —teólogo católico— comentando
este versículo deja ver no solo la idea
de la “buena voluntad de los hombres”, sino también, el positivismo semipelagianista del
mismo: “…los hombres –la humanidad entera– son invitados a abrir el corazón
a la gracia de Dios” (Alday 2009:80).
¿Dónde
y cuándo surgió este énfasis antropológico en el texto? De acuerdo a Bonnet y
Schroeder, este énfasis se popularizó en Francia debido a la Vulgata de
Jerónimo, traducción que popularizó la tendencia —dicen ellos— pelagianista del catolicismo (Bonnet
& Schroeder 1970I:493), esto es: que el hombre tiene libre
albedrío y por sí mismo puede responder al llamado evangelical; como lo expresara
en su momento el teólogo católico
escolástico Juan Casiano, uno de los padres del semipelagianismo:
“Tan
pronto como Él [Dios] descubre en nosotros el comienzo de una buena voluntad,
la ilumina y alienta e incita hacia a la salvación, haciendo crecer lo que Él
mismo plantó, o lo que ha visto surgir por nuestro propio esfuerzo.” (Casiano
en González 2010:357).
|
François
Bovon (1938-2013) —teólogo protestante— confirma también, el génesis de
interpretación antropológica católica: “A partir de la traducción latina
poco clara hominibus bonae voluntatis [hombres de buena voluntad]
y debido a la moralización creciente de la fe cristiana en la antigüedad tardía,
se le ha dado a la palabra una interpretación antropológica y por consiguiente sinergética:
la paz de Dios estaría destinada a los hombres de buena voluntad.” (Bovon
1995I:187). Algunos ejemplos de traducciones con este énfasis son:
T. Amat “Gloria a Dios en lo más alto
de los cielos, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.”
PDT
«¡Alaben a Dios en los cielos! ¡Que haya paz en la tierra para la gente
que agrada a Dios!»
|
Otras
sugieren una especie de sugerencia al hombre, como insinuando que en vista que
el niño Jesús ha nacido, entonces, que el hombre por favor, tenga buena
voluntad.
Otras,
tratando de proponer una antítesis a las interpretaciones anteriores, ponen el
énfasis en “algunos” hombres, esto es, en aquellos que “gozan del favor de Dios”
por la manera en que se infiere, responden positivamente a Él, lo cual por
supuesto, no es contrario al llamado del NT (Jn. 3:36), pero tampoco, es el
sentido original del texto. Así:
DHH
«¡Gloria a Dios en las alturas! ¡Paz en la tierra entre los hombres que gozan
de su favor!»
NVI
«Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los que gozan de su buena
voluntad».
BLPH —
¡Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres que gozan de
su favor!
RVC
«¡Gloria a Dios en las alturas! ¡Paz en la tierra a todos los que gozan de su
favor!»
JER
«Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en
quienes él se complace.»
LBLA
«Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en
quienes Él se complace.»
|
Nuestra
versión más común por su parte traduce: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en
la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lc. 2:14 RV60).
¿Cuál
es la lectura correcta? Aunque ambos términos (eudokía ↔ eudokias) devienen
de la idea de “buen parecer” (eu, algo bueno; dokeo, parecer), y
de allí, complacencia, beneplácito y “buena voluntad”; esta última, es la traducción
más precisa en
Lucas, donde el contexto además, claramente subraya la “buena voluntad” divina. Ahora, y
teniendo en cuenta lo anterior, lo primero que se debe señalar es que no se
trata simplemente de un deseo como JBS traduce (“…y en el hombre buena
voluntad.”), tampoco, de la idea exclusivista que expresa NVI o BLPH[5] (“a
los que gozan de su buena voluntad”) que es mayormente una predilección
católica (cf. Josef Smith[6]; Miguel
A. Fuentes[7];
Salvador C. Alday[8]; Carrol Stuhlmueller) pero en algunos casos también, protestante;
cabe señalar que esta alternativa es más bien interpretativa, pues, por
ejemplo, “a los que gozan”NVI o, “y en la tierra paz entre
los hombres de su elección”BTX claramente son traducciones
auxiliares que proponen una idea (“gozan”, “elección”) que no aparece en el
texto griego.
Sin embargo, el
tema no es sencillo porque existe una variante en el texto griego (eudokía ↔
eudokías) que determina la posibilidad de que pudiera referirse a la “buena
voluntad” de los hombres (eudokías) que por ello, estarían consiguiendo Su agrado,
o también, la “buena voluntad” de Dios (eudokía)
para con “todos” los hombres. Así, si el término con que se traduce “buena
voluntad” es genitivo[9] (εὐδοκίας [eudokías])
entonces la traducción debería ser algo como:
Δόξα ἐν
ὑψίστοις θεῷ,
καὶ ἐπὶ
γῆς εἰρήνη ἐν
ἀνθρώποις εὐδοκίας.
Gloria a Dios en
las alturas, y
sobre la tierra paz en los hombres de buena voluntad
|
Esta
lectura es la preferida por quienes “por un lado” prefieren los textos
alejandrinos que exhiben el genitivo εὐδοκίας (eudokías).
Ahora,
si el término con que se traduce “buena voluntad” fuese nominativo εὐδοκία (eudokía)
como se observa en la mayoría de los manuscritos bizantinos[10] (Byz),
el énfasis se dirige a subrayar un atributo de Dios, entonces, la traducción sugeriría
en los tres hemistiquios que compone el
versículo, lo siguiente:
Δόξα
ἐν ὑψίστοις
θεῷ,
Gloria
a Dios en las
alturas,
καὶ ἐπὶ
γῆς εἰρήνη
y sobre
la tierra paz
ἐν
ἀνθρώποις εὐδοκία.
en los
hombres buena voluntad [de parte de Dios]
[para con] |
En
este sentido la idea literal es bien traducida por: “¡Gloria a Dios en las
alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lc. 2:14 RV60
cf. [RV1977[11]; 1995[12]]).
Conclusiones
Respuesta directa y concisa
Primero, la
“mejor” traducción de acuerdo al nominativo (eudokía) y al contexto es
sin duda: “…y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”
(Lc. 2:14). Pues, la “buena voluntad” para con los hombres, tiene que ver en su
totalidad contextual con la perspectiva de las bendiciones mesiánicas que Dios ha provisto para los
hombres que los involucrados directos entienden es para su nación[13], pero
también, para toda clase de persona (cf. Simeón 2:28-32 “todos los
pueblos”), cuestión que se subraya no solo por medio del canto angelical, sino
también por uno de los ministerios de los ángeles, el servicio de Dios y el
anuncio de Sus maravillas como señala el autor de hebreos, quien señala que
estos han sido enviados también, para el
servicio a los que van a heredar la salvación (Heb. 1:14).Por lo anterior
entonces, es teológicamente mucho más coherente la idea de “…y en la tierra
paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lc. 2:14) pues los hombres en
cuanto a la salvación, no tienen por sí mismo una buena voluntad, por el
contrario, son esclavos hasta que Dios viene en rescate monergista a liberar
dicha “voluntad” (cf. Jn. 8:30-36; Efe. 2:1s; 2 Tim. 2:24-26; 2 Cor. 4:1-7).
En
otras palabras, el énfasis de todo el evento navideño soteriológico es la adoración
de Dios y Su Hijo, no el hombre o los hombres que en realidad desde el punto de
vista de Dios, no tienen una “buena voluntad” para con Él o Su auto revelación
en quien es la imagen del Dios invisible: el Señor Jesucristo (cf.
Sal.14/53; Rom. 1:18ss; Jn. 1:18; Fil. 2:6). No debemos olvidar que: “En el
mundo estaba, y el mundo por él fue
hecho; pero el mundo no le conoció.”
(Jn. 1:10), aun más, a lo suyo vino, pero los suyos no lo aceptaron (Jn. 1:11).
No
se trata entonces, de la “buena voluntad” de los hombres, lo cual acentúa no
solo una clase de sinergismo soteriológico: ¡Ya! Dios has hecho casi todo,
ahora, nosotros trataremos de hacer nuestra parte respondiendo de buena
voluntad. Por el contrario, y como bien señala A.T. Robertson, al venir la
Luz al mundo los hombres más que
acercarse a él, hicieron lo opuesto precipitándose a sus madrigueras (Robertson
2003:208). Se trata entonces de la paz de Dios y de Su “buena voluntad” para
con los hombres, incluyendo a los gentiles en Su intención (cf. Lc.
2:30-32). Notable es aquí el comentario de MacDonald, quien señala:
«!Gloria
a Dios en lo más alto! … La gloria es para Dios y para Él solo, pues “la salvación es de
Jehová” (Jon. 2:9), pero el beneficio es para los hombres: “y sobre las tierra,
paz; buena voluntad para con los hombres”. No, como traducen Algunas
versiones, “para los hombres de buena voluntad”, porque Dios no habría
encontrado ninguno de esta clase (v. Ro. 3:9-39).» (MacDonald
2004:1267).
|
Segundo,
la “buena voluntad” de Dios para con los
hombres es en la perspectiva escatológica de Dios el cumplimiento “del año
de la buena voluntad”, pero a la vez, la antesala del día de venganza de
Dios y la restauración de Su pueblo, Israel (vs. 4). Curiosamente, ninguno de los consultados alude
a este hecho evidente en la escatología del hecho navideño, que deja ver que la
Palabra de Dios se está cumpliendo de manera literal.
“El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a
los abatidos, a vendar a los
quebrantados de corazón, a publicar
libertad a los cautivos, y a los
presos apertura de la cárcel; a
proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar
que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu
angustiado; y serán llamados árboles
de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya. Reedificarán las ruinas
antiguas, y levantarán los
asolamientos primeros, y restaurarán
las ciudades arruinadas, los escombros
de muchas generaciones.” (Isa. 61:1-4).
|
Y
esto hay que añadir. La escatología suele concebirse como la esfera de lo
porvenir. Lo que está en el futuro. Sin embargo, erramos si solo nos quedamos
con este concepto. Primero, la escatología no es lo que los teólogos piensan
del futuro, sino, lo que Dios ha decretado sucederá. En consecuencia, la
escatología divina es una cuestión del pasado porque Dios ve el futuro (que se
nos revela en las Escrituras) como hechos realizados como se expresa en el Salmos
2:6, donde se nos dice que Dios ya ha puesto[14] su
Rey [Cristo] en Sión.
Debemos
decir entonces, que el evento navideño, la natividad del Rey de Reyes (Apo. 19:16) es un evento
escatológico en el sentido que Isaías 42:9 nos muestra como Dios anuncia el
futuro de acuerdo a realidades literales cumplidas, no a realidades
espiritualizadas: “He aquí se cumplieron las cosas primeras, y yo anuncio
cosas nuevas; antes que salgan a la luz, yo las haré notorias”, nótese, dice Dios: las haré notorias (אַשְׁמִ֥יע[15] [ἐδηλώθη[16]]),
no invisibles. Las haré notorias, no alegóricas, en contra posición a la tesis
reformada que paradójicamente ve el evento navideño de manera literal (Isa.
9:6), pero que de manera bipolar señala que el reino de este niño tal cual Isaías lo expone en Isa. 9:7, es hoy solo
espiritual, esto es, invisible[17] (entre
las dos venidas)[18]
tesis insostenible de acuerdo a la perspectiva escatológica divina escritural
que ya se manifestó en el niño de Belén de manera
gloriosa, manifiesta y por sobre todo literal y que no culmina o se cumple solo
en nuestros corazones y en la manera que demostramos objetivamente ser súbditos
de nuestro Señor hoy (Mt. 6:33), sino, de la misma manera que tales profecías
se han cumplido: literalmente, y en la tierra, como Juan en concordancia a Isaías
61:4-7; 65:17-25 lo expone claramente diciendo: “y nos has hecho para nuestro Dios reyes y
sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.”
(Apo. 5:10).
Respuesta larga y técnica
Primero,
el genitivo εὐδοκίας (eudokías) aparece mayormente en la LXX como una traducción
de רָצ֥וֹן (ratson) (cf. Sal. 5:13; 68:14; 144:16) todas, como una alusión a la
“buena voluntad” de Dios; y solo una vez, en el NT (Fil. 2:13) también, a la
“buena voluntad” de Dios. “porque
Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.”
Por
otro lado, el nominativo εὐδοκία (eudokía)
—cuatro veces en el NT— aparece en Lucas, como la eudokía (buena voluntad) de
Dios (10:21). Mateo también lo subraya como un nominativo divino diciendo: “Sí, Padre, porque así te agradó.”
(Mat 11:26). En Efesios 1:5,9 εὐδοκία (eudokía) se usa de
manera clarísima para expresar la libre voluntad y decreto de
Dios. Así, κατὰ τὴν
εὐδοκίαν→ “según Su buena voluntad” de acuerdo a τοῦ θελήματος αὐτοῦ→ “a la determinación de Él [Dios]”
(Efe. 1:5b). Bien concluye —en nuestra opinión— Mahoney quien después de hacer
el análisis del término con respecto a Lucas 2:14 capitula: “Por tanto, el
mensaje angélico es la proclamación del don de la paz de Dios a los hombres del
beneplácito divino” (Mahoney
2005:1656)[19].
Por su parte, G. Schrenk resume la idea de este
término de la siguiente manera:
“εὐδοκία [eudokía] en Pablo. En el NT sólo hay
dos referencias a la voluntad humana. En Romanos 10:1 la voluntad del corazón
se convierte en petición a Dios. En Filipenses 1:15 la idea es la de la buena
voluntad, dirigida hacia Pablo pero, por implicación, también hacia su
misión. Las demás referencias en Pablo son todas al beneplácito de Dios o su
plan. Es solamente posible, pero poco probable, que en 2 Tesalonicenses 1:11
esté en juego la buena resolución humana. En Efesios 1:5, 9, 11, donde θέλημα [thélema], πρόθεσις [próthesis] y βουλή [bulé] acompañan a εὐδοκία, el término destaca el elemento de libre
beneplácito en el plan divino.” (Schrenk 2002:215s)
|
Segundo,
debemos también subrayar que εὐδοκία
[eudokía] —como se ha señalado— tiene una relación semántica con el término
hebreo רָצוֹן (ratson) y ratzon, se usa unas 56 veces en el AT denotando más que nada, la buena voluntad
divina (Sal. 40:8) el favor de Dios (Sal. 5:12, etc.) y así, sus bendiciones
(Dt. 32:33). Por otro lado, εὐδοκία
figura sólo ocho veces en la LXX con el mismo sentido del “favor” y “beneplácito”
divino. Agrega Schrenk como dato adicional, que
además es propio en la literatura rabínica para referirse al favor de
Dios y su buena voluntad (Schrenk 2002:215s; Mahoney
2005:1656)
Tercero,
y, aunque el genitivo eudokias ([“la buena voluntad de los
hombres”]) sigue la tradición textual más antigua[20] y
preferida ([A]), εὐδοκία ([“la buena voluntad de Dios”]) tiene un
apoyo mayoritario[21] no
solo en lecturas bizantinas (Byz), sino también, en varios “padres de la
iglesia”[22],
y aún, en algunas lecturas alejandrinas como ℵ2 (IV sinaítico), B2
(IV vaticano) Ξ (VI) L (VIII) Ξ Δ (IX)
Θ (IX) Ψ (IX-X) lo cual sugiere que —independiente a la
notación de la tradición de la crítica textual de la USB5[23] que
le asigna [A]— εὐδοκία (eudokía)
no solo es mejor —creemos— desde el punto de vista teológico, sino también, textualmente.
De hecho, el aparato crítico de Nestlé Aland en su edición 28, ignora el
genitivo (eudokias) en su aparato.
Cuarto,
aun el erudito teólogo católico Joseph Fizmyer (1920-2016) sigue curiosamente
la tradición bizantina aquí (aunque prefiere la alejandrina como es común) y,
aparte de la clara tendencia histórica católica romana que se inclina por “la
buena voluntad de los hombres”, y,
aunque creemos falla en su última frase, no deja de ser preciso —en nuestra
opinión— lo que él concluye:
«Todas
estas razones son suficientemente satisfactorias como para afirmar que eudokia,
[menciona el nominativo] en el cántico de los mensajeros, no se refiere a la
“buena voluntad” que manifiesta el hombre con respecto a sus semejantes… ni a
la “buena voluntad” como disposición interna que provoca en el hombre una
apertura a recibir la paz… ni siquiera a una “buena voluntad” concebida
cualitativamente como el prestigio del que gozan algunos entre los demás
(como en la versión de Taciano y en la Peshitta…). La eudokia de Lc
2,14 se refiere a la “complacencia” de Dios, y la locución anthropoi
eudokias quiere decir: “los hombres que Dios ama», los depositarios de su
favor, de su predilección.”» (Fitzmyer 1987II:229).
|
Quinto,
el nominativo eudukía, concuerda con los otros dos nominativos anteriores
(gloria y paz) del versículo, lo cual deja ver que hay una consonancia
en subrayar aspectos y virtudes divinas a través del himno celestial de los
ángeles que ven en el acontecimiento “navideño”, las “buenas nuevas” (2:10)
para todo el pueblo (1:68). Dicho en otras palabras, se enfatiza con esto la
nueva-vieja voluntad de Dios para con los hombres, en el sentido “racial”
holístico, esto es, para todos los hombres, o sea: para cada clase de persona.
En palabras de Pablo, no solo al judío, sino también al griego y así (Rom.
9:24s). Bien concluye Millos aquí, sugiriendo
la siguiente idea: “Buena voluntad de Dios para los hombres en la tierra”
(Millos 2019:311).
Sexto,
la “buena voluntad” de Dios para con los
hombres —como ya aludimos— es en la
perspectiva escatológica de las Escrituras, el cumplimiento “del año de la
buena voluntad” de Dios que profetizó Isaías y que de hecho, Lucas menciona
en 4:17-21, donde el mismo Señor señala entre muchas cosas que él, aquel día, estaba
cumpliendo literalmente el “año agradable del Señor” que predijo Isaías como
el “año de la buena voluntad” de Dios. Literalmente, la correspondencia escritural
testamentaria de este hecho, es claramente la confirmación del inicio
escatológico del plan escatológico final de Dios que espera aun, “…el día de
venganza del Dios nuestro” (Isa.
61:2b).
לַֽיהוָ֔ה
|
שְׁנַת־רָצוֹן֙
|
לִקְרֹ֤א
|
(Isa 61:2)
|
de YHVH
|
año [de la] buena voluntad
|
para proclamar
|
|
δεκτόν
|
ἐνιαυτὸν κυρίου
|
κηρύξαι
|
(Lc.
4:19)
|
favorable
|
el año del Señor
|
para proclamar
|
Séptimo
y último, como se observa en el Isaías y se subraya en Lucas, se trata de un
“año” (שְׁנַת) de “buena voluntad”, que se proclama en voz alta, en contra
posición a un “día” (וְי֥וֹם) de venganza de
YHVH que irrevocablemente le sigue (Isa. 61:2b) (Delitzsch & Keil
2016:827s). Por
supuesto, no se trata de un año y un día convencional, sino, del tiempo actual en que aun los hombres
tienen a disposición la misericordia divina a través de Su Hijo, antes que el
día de juicios divinos del día, —que no es otro que el día de YHVH (Isa. 34:8; Sof. 1:14-18)—
comience dando paso al reino esperado del Mesías. El reino literal en la tierra
como el mismo Isaías profetiza en el mismo capítulo (Isa. 61:1-7), en
concatenación al día de venganza de Dios.
Dicho
en otras palabras, el nacimiento del Señor, aparte de todos los aspectos
relacionados a nuestra salvación, es la confirmación de que Dios cumple Su
Palabra y que, de la misma manera que la cumplió enviando a Su Hijo para que en
el contexto “del año de la buena voluntad” de Él fuésemos objetos de su gracia bajo el glorioso
plan soteriológico del evangelio que ideó en la eternidad para nuestro bien
eterno (Rom. 1:1; Efe. 1:4ss), así, lo que sigue de este evento glorioso acaecido
en un rustico establo de Belén, es simplemente el comienzo del final escatológico
de lo que Dios ha determinado también con este niño, a quien determinó darle el
trono de David para siempre (2 Sam. 7; Isa. 9:7), un reino terrenal donde veremos
Su gloria de manera literal, bajo un
reino de Justicia perdurable (Dan. 9:24) en el que él, y solamente él (Sal. 2; 110;
Miq. 4:1-8; Isa. 2:1-4; Apo. 19:1-16) será el centro de dicho régimen glorioso
del que seremos corregentes con él (Apo.
5:9-10; 1 Cor. 6:13). No es casual que Gabriel no solo “determinara” por prescripción
divina el nombre del niño acentuando con ello su ministerio preliminar, sino también,
expresando claramente la perspectiva final de ese glorioso niño nacido en Belén:
“Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su
padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.” (Lc. 1:32-32).
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Evangelio Según San Lucas. Estella, España: Verbo Divino.
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Biblia de estudio MacArthur versión Reina Valera 1960. Grand Rapids, MI:
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Porvenir. Editorial, Vida.
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Smith, Josef 1968. El Evangelio Según San Lucas. Barcelona,
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Robertson, A.T. 2003.Al texto Griego del Nuevo Testamento; 6 Tomos en uno. Viladecavalls
(Barcelona) España: Clie.
[1]
Señala el profesor Beyer: «Otras versiones católicas (entre católicos) como
“para los hombres de buena voluntad” hay que rechazar porque señalan una
justificación por obras, lo que no sería compatible con el resto de la
enseñanza del NT» (Beyer
2007:45).
[2] La idea de Pelagio de la libertad humana, no
solo admitía autonomía en la moralidad, sino también libertad soteriológica
operativa y autónoma —y por cierto— sin
la intervención de Dios en el proceso; esto es, consideraba que el propio
hombre se podía salvar a sí mismo. El semipelagianismo subraya la misma idea,
pero un poco más moderada, la cual asume un crédito a Dios por su provisión
(Gracia), pero al mismo tiempo, asumiendo que es el hombre por su libre
albedrío es el que finalmente tiene el control de su propia salvación.
[3]
Reina Valera Actualizada (RVA-2015).
[6] “…con
el nacimiento del Mesías es glorificado Dios en las alturas y ha venido la
salvación en la tierra sobre los hombres que son objeto del amor divino […] por
esta acción divina, la salvación [es] sobre “los hombres, objeto del amor
divino” (Smith 1968:105). Smith (teólogo católico) no señala
algo ajeno al sentido teológico, pero sí, es redundante en señalar que la
salvación es sobre los hombres que son objetos de Su amor, pues, en efecto, es
sobre los hombres que este amor es derramado, sin embargo, no se trata de
“ciertos” hombres, sino de “todos” los
hombres como “raza”, ese es el sentido.
[7]
Miguel A. Fuentes (teólogo católico)
traduce: “…y en la tierra paz a los hombres que Él ama” (Fuentes 2015:49).
“Que Él ama” no aparece en el texto griego, y, aunque es cierto que el ama a
los hombres (Jn. 3:16), el texto es claro en señalar que a quien tiene en
mente Lucas, es al “pueblo” (2:10) que los ángeles bajo la dirección
coral de Dios interpretan inclusivamente, así, salvación para todos los
hombres. Por supuesto, esto no es un indicativo de universalismo, sino, de
distinción como es propio en el NT
cuando se refiere a “todos” (Rom. 11:30-32).
[8]
Señala Alday traduce “a los hombres
del beneplácito divino o de buena voluntad” y añade correctamente que, “no tiene sentido restrictivo, como si la
paz fuera solamente para un grupo”, pero añade de manera imprecisa que se
trata de “los hombres –la humanidad entera– [quienes] son invitados a abrir
el corazón a la gracia de Dios” como si la gracia dependiera de una acción
sinergista (cf. Alday
2009:80).
[9]
Dice el teólogo católico, Joseph Fizmyer: «Los manuscritos más importantes
[Alejandrinos], aunque poco… muchas de
las versiones antiguas —toda la tradición latina, incluyendo la Vulgata, y la
versión gótica— e innumerables citas de los Santos Padres leen en genitivo:
eudokias (= “de [su] complacencia”).»
(Fizmyer 1987:229).
[10]
Bovon también señala: “Por lo que se refiere a la critica textual, la mayor
parte de los manuscritos bizantinos, algunas versiones antiguas y varios Padres
de la Iglesia leen («benevolencia entre los hombres»)” (Bovon
1995I:187).
[12] «¡Gloria
a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!»
[13] Cf.
Gabriel 1:26-33 (nacionalista); María 1:46-56
(nacionalista); Zacarías 1:67-79
(nacionalista).
[14] El
salmo 2 es netamente mesiánico y
vislumbra al Mesías como ya reinando en Sion: “Pero yo he puesto mi rey
Sobre Sion, mi santo monte.” El verbo נָסַךְ (nasák)
es el qal perfecto, que subraya la realidad, no la expectativa. El hecho ya
realizado. Esto es común en la perspectiva profética: ver hechos futuros como
hechos realizados.
[15] De la raíz שׁמע hifil imperfecto singular. Con variados
significados dependiendo de su estructura verbal (“nifal” oírse, ser oído Gén.
45:16; “piel”, hacer escuchar 1 Sam. 15:4) pero aquí, tiene la idea de proclamar, de anunciar, pero
subrayando el aspecto verbal de hacer oír su voz, la de Dios. Sin embargo,
Isaías 42:9 no solo implica un discurso
escatológico cumplido, sino también, futuro. De esta manera, lo que dice Dios
aquí o lo que él hace oír no solo es eso, “palabras”, sino, determinaciones
futuras, por ello el “yo anuncio cosas nuevas”, sigue el patrón de las
primeras, las cuales se cumplieron de la misma manera que pasará con las
segundas, antes que “salgan a la luz” deben considerarse hechas, porque Dios así
lo ha dicho.
[16] La LXX
traduce este término con ἐδηλώθη, aoristo
pasivo indicativo de δηλόω “hacer
claro”, “revelar” (cf. 1 Cor. 3:13; Heb. 9:8; 2 Ped 1:14).
[17] Por
ejemplo, R.C. Sproul dice: “La tarea de la iglesia es hacer visible el reino
invisible.” (Sproul 2018:1). Y añade: “El acento de la
propia predicación de Jesús también está puesto sobre el anuncio del evangelio
del reino. Declara que el reino ha venido con poder y que está en medio de su
pueblo. En su ascensión, Jesús le ordenó a sus discípulos que fuesen sus
testigos en el mundo. Deben testificar el reino de Jesús como el Rey de Reyes.
La posición presente de Jesús como Rey cósmico es invisible. El mundo ignora su
soberanía o la niega. La tarea de la iglesia es dar testimonio visible de este
reino invisible.” (Sproul 2011:1).
[18] La
posición amilenarista tradicional no cree en un milenio terrenal futuro. Por el
contrario, cree que entre la primera venida de Cristo y la segunda, es que este
“milenio” se está llevando a cabo. Esta tesis no solo es la tesis del
amilenarismo antiguo agustiniano que siguió Allis y Berkhof, es también, la
tesis católica del reino. Por otro lado, la segunda corriente tradicional que
plantearon Duesterdieck y Kliefoth y promovido en los EE.UU por Warfield
(contraria a la agustiniana) que el
reino es el dominio de Dios sobre los santos que están en el cielo, lo cual
justamente, lo convierte en eso: solo en un reino celestial (Pentecost
1989:294)
[19] Bovon,
citando a C. H. Dodd, —quien ha hecho un
análisis exhaustivo de este término en el Nuevo Testamento— observó que el sentido incluye la decisión divina, señalando:
«Esencialmente es un acto de voluntad, no es una expresión de sentimiento »,
« entonces indicaría, no tanto gratificación o aprobación, sino acción divina,
y la acción en cuestión es, característicamente, el acto de gracia
predestinante que es el fundamento último de nuestra salvación.» (Dodd
en Bovon 1995I:187).
[20] {A}
ἐν ἀνθρώποις εὐδοκίας ℵ* A B* D W itd
vgww, st copsa Origengr 2/5, lat
Cyril-Jerusalem; Gaudentius Jerome4/15 Augustine2/41 (UBS5).
[21] 0233vid
ƒ1 ƒ13 28 157 180 205 565 579 597 700 892 1006 1010 1071 1241 1243 1292 1342
1424 1505 Byz [E G H P]
[22] Orígenes
(253 d.C.), Eusebio (339 d.C.), Didimus (338 d.C.), Filo Carpasia (IV), Epifanios (403 d.C.),
Severiano (408 d.C.), Juan Crisóstomo (407 d.C.), Marcos-Eremita (430 d.C.),
Pablo-Emesa (432 d.C.), Cirilo (444 d.C.), et al. (UBS5/NT Aland-Nestle 28).
[23]
Bárbara Aland, Kurt Aland, Johannes Karavidopoulos, Carlo M. Martini, y Bruce Metzger. Quinta edición del aparato
crítico de las Sociedad Bíblicas.
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