Por J.A. Torres Q.
Introducción
¿Quién
es el Israel de Dios de Gálatas 6:16? Al parecer la respuesta es sencilla, sin
embargo, el debate histórico ha demostrado que no ha habido consenso. Por
supuesto, la tendencia ha sido equiparar la frase “el Israel de Dios” con la
iglesia. En este sentido, es desde Justino Mártir (100-165 d.C.) que esta idea
se ha venido afirmando, quien por cierto, propuso enérgicamente la idea de que
la iglesia ahora es el verdadero Israel. Así, le siguieron en esta tesis varios
otros como Melitón de Sardes († 180 d.C), Ireneo de Lyon[1] (130-200 d.C.), Clemente de
Alejandría (150-250 d.C.). Tertuliano (160-220 d.C.). Cipriano de Cartago († 258 d.C.). Orígenes (184-253) y Crisóstomo (347-407
d.C.) en especial, en su “Adversus
Iudaeos”[2] (Contra los judíos) entre otros (véase Gómez 2018:100s;
McDermott 2018:23ss). Y esto hay que tener en cuenta, en su
mayoría, dejando ver una aversión evidente contra el pueblo de Israel en el
sentido reemplazista, idea que aun desde la temprana epístola de Bernabé[3] se expone sin eufemismos
formales. Toda esta ola histórica de aversión en contra del Israel histórico sin
duda a permeado la teología posterior, aun, la de los reformadores[4]. Al presente esto se observa
generalmente en los teólogos reformados. Un ejemplo de esto es la siguiente
cita de Herman Ridderbos, quien señala: “la iglesia, en cuanto a pueblo de
Nuevo Pacto establecido por Dios, ha venido a ocupar el lugar de Israel, y el Israel
nacional no es más que una ostra vacía de la cual ya se extrajo la perla y la
perdido su función en la historia de la redención” (Ridderbos
2000:465). En consecuencia, este antecedente en la discusión sobre Gálatas 6:16, ha sido uno de los factores
históricos hermenéuticos más influyentes en la interpretación popular de que
allí Pablo se refiere simplemente a la iglesia.
Ahora bien, el desafío concreto
es ser un buen exégeta con el texto. Y esto hay que recalcar: No se trata de interpretar este texto de manera dispensacional,
ni mucho menos, amilenialmente, pues no existe una interpretación dispensacional per se, como una
reformada. Simplemente existe y
estaremos frente a una exégesis consistente
y otra, simplemente deficiente. Sin embargo, aun los más grandes exégetas
de hoy, caen en el error de imponer al texto bíblico sus ideas producto de su
acervo teológico. Nosotros por supuesto, no estamos exentos de tal error. Por
esto, no se trata simplemente de eiségesis como tal. Más bien el desafío
incluye la no imposición de la teología o posición de quien escribe o expone. En
este sentido, y al observar las
diferentes opiniones al respecto la tendencia
sigue siendo la misma falencia: Interpretar el texto a la luz de su
sentido exegético llano y contextual. En este sentido es curioso observar
a teólogos como Anthony Hoekema expresar
su incomodidad con respecto a la conjunción “y” de nuestro versículo (Gál. 6:16),
quien incluso sugiere dejar[5] sin
traducir. O, expresiones de tono emocional como Hendriksen, quien frente a la
idea de que Pablo pudiera estar refiriéndose a otra cosa, y haciéndose la
pregunta[6] de
rigor antitética (Israel de Dios =
judíos creyentes), responde: “No puedo aceptar esta interpretación.”
(Hendriksen 2005:166).
Como es sabido, habitualmente la teología reformada
usa este versículo para señalar que Pablo aquí se estaba refiriendo la
iglesia. Así, “el Israel de Dios” se
equipara con “los que anden conforme a esta regla,” es decir, la regla de
justicia por la fe en Cristo que fue crucificado por nosotros y que caminan en
el Espíritu. El “Israel de Dios” entonces,
incluye a “todo cristiano” y por lo tanto, es equivalente a la iglesia
como un todo. Tesis que siguen también Moo[7] y Storms[8]. Aun Millos[9] como Beyer[10] también, pero, y a
diferencia de estos últimos, rechazando la tesis reemplazista. Berkhof por ejemplo, y siguiendo la tesis
reformada dice que los términos iglesia e Israel se usan de
manera intercambiable, así, y sin haber tenido “Falacias Exegéticas” de D.A. Carson en sus manos, escribió: “No
deberíamos ignorar el hecho patente de que le nombre “iglesia” (heb. qahal),
traducido ekklesia en la Septuaginta) se aplica reiteradas veces a Israel en el
Antiguo Testamento” (Berkhof en Benware
2010:105).
Ahora, ¿es “Israel” equiparable
conceptualmente a la “iglesia”? Como bien señala Benware, existen en el NT
setenta y tres referencias a “Israel” en el Nuevo Testamento, y ninguna de
ellas se refiere a la iglesia. McDermott ex teólogo reemplazista pregunta y
responde:
«¿Existe algún indicio en los
evangelios de que los evangelistas
creían que la Iglesia era el “nuevo o el verdadero Israel”? La primera
respuesta a esta pregunta es que en ninguna ocasión los evangelistas
utilizaron alguna de estas expresiones. En segundo lugar, frecuentemente utilizaron
la palabra “Israel” y en toda ocasión se refieren a la entidad geopolítica
controlada por Roma en los tiempos de Jesús o al pueblo judío, conocido de
forma colectiva como Israel.» (McDermott 2018:39s).
|
Es habitual observar decir a los
teólogos del reemplazo también que Gálatas 6:16 escapa a esta normalidad. Creen
entonces que aquí Pablo está haciendo un uso "único" intercambiable del término y que
tal referencia, es una alusión a la iglesia. Por supuesto, el argumento
esencial aquí, —entre otros— es que el “y” (kai) antes de la frase “al
Israel de Dios”, es una partícula explicativa, o epexegética. Entonces, debería
y podría ser traducida como “incluso”, o, “o sea.” Douglas Moo de hecho alude a
NIV (New International Version) en su comentario a los romanos de la serie contemporánea Clie, que ha
traducido: “Paz y misericordia desciendan sobre todos los que siguen esta
norma, es decir, sobre el Israel
de Dios.” Versión que no fue replicada en la NVI, pero que en comentarios como
este se ha puesto a disposición para los lectores latinos. F.F. Bruce por su
parte, no presenta una posición personal concreta, más bien cree que F. Musner
ha presentado la mejor tesis al respecto cuando este equiparó “el Israel de
Dios” de nuestro texto, con el “todo
Israel” de Romanos 11:26, así, ve en esta alusión el remanente que llegará
finalmente a completar el “todo Israel será salvo”; además, ve también en esta
alusión una referencia de perspectiva escatológica (Bruce 2004:372).
La tendencia: la tesis reemplazista
Antes
de analizar estas ideas a la luz del sentido llano en el texto y contexto de
este versículo, notemos otras opiniones al respecto que subrayan la tesis más
reiterada. La tesis reemplazista por medio del camino de la absorción.
«Pablo concluye Gálatas 6:16 con las
palabras: “O sea sobre el Israel de Dios”. La palabra griega kai que aquí se
traduce “o sea” no tiene la función de
unir, sino de explicar. Esto indica que el apóstol considera que los muchos
creyentes en Cristo son colectivamente el Israel de Dios.» (Lee 2014:277)
«…el “Israel de Dios” en Gálatas
6:16 puede ser una referencia a todos los creyentes. Dicho de otro modo, los
creyentes judíos del pasado y los del presente junto con los gentiles que
hayan creído en Jesús formaran el pueblo completo de Dios” (Blomberg
2012:180s).
“Aunque se trate de una cuestión
controvertida, creo probablemente que en Gálatas 6:16 Pablo se refiere a la totalidad de la
iglesia como “Israel”.» (Moo 2011).
«En primer lugar, el término Israel.
Hay al menos un pasaje del Nuevo Testamento en el cual el término Israel es
utilizado de modo tal que incluye a los gentiles y que, en consecuencia,
representa a toda la iglesia del Nuevo Testamento. Me refiero a Gálatas
6:15-16: "Porque ni la circuncisión ni la incircuncisión valen algo,
sino una nueva creación. Y a cuantos anden según esta regla, paz y
misericordia sean sobre ellos, sobre el Israel de Dios" (La versión
latinoamericana, 1953). ¿A quiénes se refiere la expresión: "todos los
que anden conforme a esta regla"? Es obvio que se refiere a aquellos que
son nuevas criaturas en Cristo, para los cuales ni la circuncisión ni la incircuncisión
valen algo. Esto tendría que incluir a todos los creyentes, tanto judíos como
gentiles.» (Hoekema 2008:224)
|
Ejemplos como este son los más
habituales y nuestro desafío es no solo entonces, corroborar esta tesis, sino también observar el texto en su contexto, para
comprobar esta idea y presentar lo que creemos Pablo está diciendo. Y esto, puede
corroborarse al observar con más detenimiento justamente el contexto, o sea,
toda la epístola y además el problema y amenaza del judaísmo de aquellos días entre
las iglesias de Galacia.
Ahora, al empezar a abordar el
camino de la exégesis de este texto, usted podrá corroborar que caminamos por veredas
ya transitadas y sensibles a la eiségesis, esto es evidente al constatar también algunas traducciones. Por ejemplo, la versión Latinoamericana (1995) o
paráfrasis como la BLA[11], traducen el texto de la
siguiente manera apositiva: “Que la paz y la misericordia acompañen a los
que viven según esta regla, que son el Israel de Dios.” Otras son
aun más explícitas en cuanto a la teología de sus traductores como es el caso
de la versión de castellano antiguo (CST) en donde leemos: “Que la
misericordia y la paz de Dios reposen sobre todos los que viven conforme a esta
norma, sobre todos los que en cualquier lugar del mundo forman parte del
verdadero Israel.”
Notemos entonces, algunos
argumentos que nos llevan a la tesis de que “Israel de Dios”, fue una
referencia primaria y especial de Pablo a los creyentes judíos en vista de la
lucha histórica que ellos habían y estaban experimentando, pero también, con un
alcance "secundario" a los gentiles prosélitos que entraban a la fe por
medio de la influencia de los judíos, muchos de ellos en peligro latente de
entrar nuevamente al judaísmo y su regla antigua (la ley). Como lo
expresó en parte el teólogo luterano
Lenski, parafraseando su idea, claramente
Pablo aquí y con esta frase (“el Israel de Dios”) deja ver simplemente un
último disparo en contra de los judaizantes como una respuesta a la pretensión
que ellos tenían de ser los elegidos legítimos de Dios en virtud de su
sometimiento a regla antigua abolida por
la regla superior que Cristo trajo (véase
Henry & Lacueva 1999:1669).
El
Israel de Dios, y su significado llano contextual
Teniendo
claro que los destinatarios de la carta fueron los creyentes del “sur de Galacia”[12], una congregación mixta (no
solo gentiles, sino también judíos)[13], debemos descartar la
eiségesis en todas sus formas, incluyendo equivalencias dinámica como
comentarios superficiales del texto. Así,
lo primero entonces es observar la lectura literal[14] del mismo —aunque advertimos—
para dilucidar el significado de este texto más
que la exégesis misma de los términos que es importante, es el contexto el que
define con mayor precisión aquí su significado
correcto. Sin embargo, en vista de la
rigurosidad que demanda la exégesis presentamos la lectura original como sigue:
Las siguientes versiones traducen mediamente de manera correcta el versículo, o reflejan de modo
evidente el sentido paulino, aunque por cierto, fallan en traducir el verbo στοιχέω (stoijéo) haciéndolo ver como un presente
subjuntivo plural (“anden”RV60/LBLA) y/o un presente indicativo
(“siguen”NVI) cuando en realidad Pablo está usando un futuro activo indicativo
(“andarán”).
“Y
a los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea sobre ellos y
sobre el Israel de Dios.” (LBLA)
|
|
“Y
a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos,
y al Israel de Dios.” (RV60)
|
|
“Paz
y misericordia para todos los que siguen esta norma, y para el Israel de
Dios” (Schökel)
|
En segundo lugar, debemos poner
atención a lo que Pablo nos dice en el versículo. Esto es lo primero, de manera
que lo que se observa a primera luces en el texto griego, es una distinción
importante que por ejemplo, JER ha traducido de manera adecuada de la siguiente manera: “Y para todos los que se sometan a esta
regla, paz y misericordia, lo mismo que para el Israel de Dios.” (JER). Como
correctamente señala el profesor Millos, claramente Pablo hace referencia a dos
grupos de personas aquí (Millos 2013:590). Para notar esto con
mayor precisión, note el siguiente diagrama que nos ayudará a ver la relación
de los términos e ideas de Pablo en este versículo.
En vista que este versículo no
tiene variantes textuales, tenemos al frente
la idea paulina descrita en su forma estructural. Lo primero que se
observa entonces, es que Pablo tiene en mente la perspectiva de quienes (a
todos) “andarán” o “vivirán” de acuerdo a esta regla. En este sentido, la idea de καὶ ὅσοι (kaí jósoi) no es holística
en su alcance, sino, condicional y específica (cf. Fil. 3:15-16). “Y a todos los que andarán…” que
nos adelantamos a decir con Gómez, que claramente son los creyentes de Galacia,
tanto judíos como gentiles (Gómez 2018:158).
Segundo, la regla aludida aquí emana del
término κανών
(kanón) que se deriva de κάνη (káne) “caña” o “vara”, pero aquí, tiene la idea de norma
de fe. De allí, canon o principio. Una alusión a la “nueva creación” que trajo
Cristo (cf. 3:23-29) lo cual incluye la salvación bajo los términos del
nuevo pacto y por medio del evangelio que Pablo expone en la carta aun con
cierto grado de molestia (cf. Gál. 2:15-6). De hecho, no dudó llamar a
los gálatas “insensatos” por la fascinación que incluía el falso evangelio en
el que seguramente más de uno cayó (3:1,
10). Y, desde el punto de vista contextual es ésta regla de fe que Pablo está
poniendo en alto (2:20-21) primero, porque los gálatas estaban siendo perturbados
con un evangelio diferente (cf. Gál. 1:6-9). Con una justificación basada en los preceptos de la ley como la circuncisión (2:15,19). De manera que desde los primeros versículos de
esta epístola Pablo deja ver las pistas contextuales del porqué se referirá a
un “Israel de Dios”. En efecto, hay en el texto un antítesis a este “Israel de
Dios”, un Israel que no es de Dios. Por supuesto, y salta a la vista la
pregunta: ¿Quiénes eran los que estaban perturbando a los creyentes de Galacia?
¿Qué estaba denunciando Pablo con el calificativo de quienes predicaban un
“evangelio diferente”?
Respondiendo a la pregunta
anterior, y al observar la epístola en su contexto salta a la vista que quienes
estaban perturbando a los creyentes de Galacia, eran los propios judíos
incrédulos, a quienes Pablo alude como “los de la circuncisión” (2:12). Los
judíos que insistían en guardar la ley (4:8-11). Tal es la latencia de este
peligro en la carta que Pablo deja ver un hecho lamentable y censurable de
parte de Pedro quien incluso cayó en la práctica
deplorable que tenían los judíos: judaizar (Gál. 2:11-14; 3:13). Sin embargo, Pablo está reprendiendo a
los gálatas por su responsabilidad
primaria en el asunto. Por un lado, había
una influencia judaizante latente, pero,
Pablo pone el acento en la reprensión de sus “hijos” (3:1; 4:8-11). Todo
esto, es el antecedente hermenéutico contextual importante para comprender a
qué se refirió el apóstol con el “Israel de Dios”.
Tercero, el versículo señala literalmente, a todos los
que en esta regla “andarán”. Y por supuesto, paz y misericordia no pueden
recibir aquellos que ignoran los términos de Dios en Cristo bajo esta nueva
creación (Rom.5:1s; Gál. 6:15). Ahora bien, el término στοιχήσουσιν (stoijésusin) es el futuro activo
indicativo del verbo στοιχέω (stoijéo)
y tiene la idea de “guardar el paso”, “de
conformarse a” (cf. Hec. 21:24; Rom. 4:12; Gál. 5:25; 6:16; Fil. 3:16).
Se trata entonces, de una acción con aspecto futuro imperfectivo (“andarán”) que
Pablo vislumbra desde su contexto, como un requerimiento condicional de la
bendición (“paz y misericordia”).
Por
supuesto, no es una alusión primariamente escatológica (futura), se trata más bien de los que desde la cruz y
bajo los términos de la cruz vivirán bajo las bendiciones y condiciones de la
cruz (cf. Gál. 2:15-18). Sin embargo, la coyuntura de la situación que
está tratando Pablo viene a ser la antítesis del falso evangelio. Del principio
antiguo que hay que dejar. Pero también es a la vez, un llamado exhortativo reconvencional en la
sintonía del autor de hebreos (Heb. 2:1-4). Un
emplazamiento firme del apóstol para
aquellos que estaban de algún modo siendo asediados, confundidos y dudando de la superioridad de Cristo (Heb. 3:12; 4:7 cf.
Gál. 3:1).
Cuarto,
el uso de la conjunción “y” aquí (kaì), es necesario explicar aunque no representa ningún misterio.
Nótese nuevamente el diagrama y la relación de esta con las otras conjunciones.
Como
se observa en la ilustración esta primera conjunción forma parte de dos más formando así, un conciso polisíndeton. Así, la
copulación que se observa en la primera sigue las otras dos para subrayar más
de una idea. No está Pablo siendo
asindético[15],
esto es, evitando el uso de tales conjunciones para destacar solo una idea
general. Por el contrario, la presencia de este recurso literario paulino —que
es copulativo— revela que (A) no es sinónimo de (C), sino, una clarificación a las categorías que Pablo
tiene en mente en la carta. En este caso, la antítesis de un Israel incrédulo y
apóstata que perturba el evangelio de Jesucristo (Gál. 1:6-10), pero que también llegó incluso a arrastrar a
Pedro y Bernabé (Gál. 2:12s) y que estaba encandilando a algunos de los gálatas
a volver a guardar los días, los meses, los tiempos y los años (Gál. 4:10). Con
razón Pablo deja ver su peor temor: “Me temo de vosotros que haya trabajado
en vano con vosotros” (Gál. 4:11). ¿Podrían éstos ser entonces el “Israel
de Dios” si muchos de ellos querían volver a andar bajo la “regla” antigua?
Quinto, tanto (A) como (B)
forma una cláusula a la que (C) está subordinada. En consecuencia, καὶ ἐπὶ → “y sobre” no es tautológico, sino, una formalidad
que está de acuerdo al contexto y que revela el contraste de aquellos judíos
que aun “creyendo” poseer la paz y la misericordia de Dios (cf. Hec.
15), seguían creyendo en los parámetros de la regla antigua para su
justificación (cf. Gál. 2:15-15; 6:12-13). Por ello el mismo Pablo
incluyéndose en la frase “…nosotros, judíos de nacimiento” y añadiendo
“…y no pecadores de entre los gentiles” deja ver a los gálatas que él,
siendo judío es parte de un grupo “selecto” (elegidos) de judíos que comprendieron y
profesan (“sabiendo”[16] 2:16)
que el hombre no es justificado por la circuncisión ni por guardar los días, todo lo contrario, esto es,
por la fe en Jesucristo; por ello, es que este “grupo de Dios” pueden con toda convicción
expresar con Pablo: “Con
Cristo estoy juntamente crucificado, y
ya no vivo yo, mas vive Cristo en
mí; y lo que ahora vivo en la
carne, lo vivo en la fe del Hijo de
Dios, el cual me amó y se entregó a sí
mismo por mí.”
(Gál. 2:20). Por supuesto, con toda razón quienes siguen esta regla pueden ser
llamados “el Israel de Dios”, porque simplemente siendo judíos han adoptados los
términos de Dios en Cristo. Sugerir entonces que la idea de, “y sobre” el “Israel de
Dios” es apositiva con relación a la iglesia —y al “Israel de Dios”, que es la iglesia”— es como leer: “Y
a todos los que andarán conforme a esta regla, paz y misericordia sea ellos y a
la iglesia de Dios”, lo cual sería una redundancia paulina sin sentido.
Ahora bien, la última cláusula de
Pablo en el versículo deja ver lo anterior de manera clara cuando observamos
que Pablo describe a (1), con el calificativo de→
(2). Así, la mención de “Israel” por sí mismo ya nos dice a quién Pablo
tiene en mente. Ahora, aquí debemos
hacer algunos alcances generales antes de concluir algunas cosas del mismo
texto conjuntamente con (C) más (1) y (2), esto es, “…y sobre el Israel de
Dios”. Según el léxico griego-español de George G. Parker, el término iglesia (singular + plural)
aparece 114 veces en el NT. Ahora, de estas 114 veces nunca se usa como
sinónimo de Israel. Esto es importante
subrayar porque corrobora el hecho de que Pablo cuando agrega la cláusula (C)
que está subordinada a (A), y añade “…y
sobre el Israel de Dios”, no estaba elucubrando un “nuevo Israel”, ni
tampoco sinonimizando al pueblo veterotestamentario de Dios, reemplazando a
este, por medio de un “nuevo Israel”. Como señala bien Rubén Gómez, quien
comenta este versículo: «El sentido natural del texto, junto con el
testimonio de todos los demás ejemplos novotestamentarios, apunta claramente a
que “Israel de Dios” no equivale a la Iglesia» (Gómez 2018:158).
Creer la idea rremplazista entonces, es simplemente imponer al texto lo que el propio contexto nos está
diciendo y forzar a Pablo a que justifique un supersesionismo asimilizante que no
existe. Teniendo en cuenta lo anterior,
note nuevamente la cláusula en (C) aquí.
No es el lente dispensacional
que señala que Israel en el NT es simplemente Israel y no la iglesia. Esto
deviene de una exégesis llana del texto (cf. 2 Tim. 2:15). Y para ello,
debemos dejar que el texto mismo “hable”. Así, y siguiendo esta ruta es poco probable convenir que la palabra “Israel”
hace alusión justamente a Israel en todo el NT pero que aquí en
Gálatas 6:16, se refiere "paradógicamente" a la iglesia. Por el contrario, se
observa aquí que este καὶ ἐπὶ (kaì epì) “y sobre” es sencillamente copulativo[17],
el texto y el contexto no requieren ni exigen otro significado,
independientemente esta conjunción pueda tener otros sentidos. Por otro lado, Pablo usa el término
acostumbrado para referirse al pueblo elegido de Dios: Ἰσραὴλ→ Israel, añadiendo una calificación que solo
tiene sentido mirando justamente, toda la epístola. Así, el Israel aludido no
es otra cosa que el pueblo de Dios antiguo testamentario, pero, por supuesto, no se trata de cualquier Israel, sino, del Israel de Dios. ¿Qué quiere
decir esto? La expresión de genitivo τοῦ θεοῦ (tũ theũ) “de Dios”, nos permite abordarlo de dos
formas. Primero, desde su propio contexto, y desde el sentido más exegético lo
cual subraya la idea de que Pablo está refiriéndose a un grupo especial que por
supuesto también es parte de la iglesia.
Lo primero entonces aquí, es
observar que la expresión de genitivo el Israel: τοῦ θεοῦ (tũ theũ) “de Dios”, es única en el
NT, pero, en el contexto mismo de la epístola, contrasta a los judíos que
estaban obligando a los gálatas a circuncidarse (Gál. 6:12). Aquellos judíos
que se alegraban del proselitismo judaico (Gál. 6:13) y que confundían a los
que habían profesado la fe en Cristo y que de algún modo no habían logrado
la madurez suficiente para mantenerse en la fe del nuevo pacto de Dios en
Cristo (cf. Heb. 5:11). Y con razón Pablo alude aquí también la
tensión constante que la iglesia
primitiva sufrió por parte de los judíos judaizantes y la deserción que justamente
otros judíos que en su momento fueron iluminados y aun, gustaron del don
celestial y habiendo sido participes del Espíritu Santo, habían recaído
nuevamente de la superioridad de Cristo. Iban bien, pero algo los estorbó, algo
los encandiló para desobedecer a la verdad (cf. Gál. 5:7-9). Por supuesto, esto no
fue fácil, muchos de los destinatarios de esta epístola no solo eran gentiles,
sino también judíos quienes habían sido
enseñados toda una vida acerca de la necesidad de los ritos y también las obras (cf. Jn. 6:22-41). Con toda razón, muchos de estos no eran más
que el Israel de Satanás, no el de Dios (cf. Jn. 8:30-59). Sin embargo,
a pesar de la incredulidad y el endurecimiento de muchos de ellos (cf. Rom.
10:16; 11:25), habían otros (de Israel) que habían y estaban creyendo en la suficiencia de Cristo y caminaban
de acuerdo a dicha regla. Con justa
razón, podían ser calificados como: “el Israel de Dios”, porque primero, eran
parte del pueblo étnico de Israel —judíos — y segundo, porque andaban de
acuerdo a la regla cristiana.
Ahora
bien, la expresión de genitivo τοῦ θεοῦ (tũ theũ) el Israel→ “de Dios”, incluye a lo menos, tres genitivos teológicos
también. Primero, se trata de un genitivo de posesión. De hecho, es el primer genitivo
que salta a la vista. Así, tal genitivo destaca que Israel es propiedad de Dios (Deut. 7:7-9;
Rom. 9:27ss). Sin embargo, no es solo eso, también cabe aquí el genitivo
de subordinación. Bien señala el
profesor Beyer:
“El genitivo implica mucho más que
la idea de posesión. Debe comprenderse también como una característica de este
pueblo: es el Israel, según la voluntad de Dios, es el Israel que agrada a
Dios, es el verdadero Israel, que no solo lleva el nombre, sino que lo es en
verdad (Ro 2:28-29; 1 Co 10:18; cf. Ro 9:6.8). El contraste sería el
Israel según la carne, que se jacta en la ley y sus ritos, pero que no
comprenden el verdadero sentido de la palabra de Dios (cuyos representantes
fueron los judaizantes).” (Beyer 2009:383).
|
Dicho de otro modo, el Israel
de Dios aquí no es otro que los judíos realmente creyentes, los que aceptaron la
regla aludida que incluye la fe en Jesús como Mesías y Salvador. Y esto, en
contra posición a los judíos incrédulos y judaizantes quienes desde el comienzo
de la fe cristiana, trataron de boicotear la fe verdadera tal como Pablo lo
alude en esta epístola (Gál. 2:3-5; 11-14; 3:1s; 4:8-11; 5:1-4). Así, y
teniendo esto en mente, notamos que este
sintagma (τοῦ θεοῦ),
también califica como un genitivo cualitativo, por que describe las cualidades
de estos creyentes judíos que son y que deben vivir de acuerdo a la regla y
principio cristiano, calificados por el NT como los judíos creyentes que fueron
circuncidados interiormente (Rom. 2:29), aquellos judíos creyentes que fueron
circuncidados por Dios en el corazón; el judío que anda en el espíritu, no en
la letra; el judío creyente que en el espíritu sirve a Dios y de acuerdo a Dios (Fil. 3:3). Los que están
firmes en la libertad que les dio Cristo y que abandonaron el yugo de
esclavitud del judaísmo (cf. Gál. 5:1ss). Bien lo
expresa en parte, Scot Mcknight: “Hay una especial bendición para
aquellos judíos (“el Israel de Dios”) que han tenido que librar una dura
batalla para derribar aquellas barreras que gobernaron sus vidas durante tanto
tiempo. Acercándose a Cristo, se han convertido en el verdadero pueblo de Dios”
(Mcknight 2015:352).
Ahora bien, teniendo claro que
el “Israel de Dios”, es simplemente una alusión preliminar a los creyentes judíos que abrazaban la fe a la
manera de Dios, debemos considerar brevemente, una de las objeciones habituales
a esta interpretación.
No
hay judío ni griego…
Como
observamos al principio de este artículo,
Williams Hendriksen es uno de los ejemplos concretos de la objeción
habitual que se hace de la interpretación de que el “Israel de Dios” en Gálatas
6:16, es una alusión a los creyentes judíos. Para él, —como notamos— esto sería
una interpretación inaceptable. Y, principalmente esto se debe a que la mayoría
de los que esgrime esta tesis, asumen que Pablo no podría haber hecho una
división de categorías aquí porque ahora en Cristo: “Ya no hay judío ni
griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo
Jesús.” (Gál. 3:28). Además, ahora no importa la circuncisión o la incircuncisión,
sino la nueva creación. ¿Cómo podría él estar haciendo una distinción en que
hace ver una clase de exclusividad? Por
un lado, denominar y relacionar a la iglesia —en la cual ya no importa la
descendencia física ni la ley mosaica ni los ritos judíos— con el nombre de
“Israel de Dios”, sería no solo insinuar que los creyentes pueden ser más
completos o mejores siendo israelitas creyentes, sino que también, borrar todo
lo que el mismo apóstol ha dicho acerca de las distinciones; cuando Dios ha
hecho un nuevo pueblo, una nueva creación (cf. Mcknight 2015:350-352). Como señala Hendriksen literalmente: “No
puede haber ni judío ni griego; tampoco puede haber ni siervo ni libre; ni
varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”
(3:28). Y añade: “¿Vamos a concebir, entonces, que ahora al llegar al final
mismo de su carta, va a arruinar todo lo que dijo por medio de pronunciar
primero una bendición sobre “todos” (o: “tantos como”) los que se conduzcan por
la regla de gloriarse en la cruz, sean judíos o gentiles de nacimiento, y
después pronunciar una bendición sobre aquellos que no (o: que todavía no)
andan conforme a esta regla? No puedo aceptar esta interpretación.” (Hendriksen
2005:166).
La respuesta a esta objeción en realidad no es difícil,
pues la misma carta en su contexto la responde. Como hemos señalado, el “Israel
de Dios” aquí no es otro que primariamente los judíos realmente creyentes, los que aceptaron —al
igual que los demás gentiles creyentes— la regla aludida que incluye la fe en
Jesús como Mesías y Salvador. Y esto, en contra posición no, de la categoría
del valor soteriológico al que Pablo se refiere con la frase “Ya no hay
judío ni griego…” sino, a los judíos
incrédulos y judaizantes (Gál. 2:3-5; 11-14; 3:1s; 4:8-11; 5:1-4). Creer que existe una tensión apostólica de que
Pablo no pudo referirse a todos los que anden conforme a esta regla, para
después insinuar que con la alusión “y al Israel de Dios” estaría borrando lo
que ha enseñado acerca de las ya no diferencias entre judíos y griegos, es imponer
—aparte de la teología de reemplazo— una
tensión que Pablo no tiene aquí. Dicho de otro modo, el tan mal interpretado
versículo en que Pablo señala que “Ya
no hay judío ni griego; no hay esclavo
ni libre; no hay varón ni mujer…”
(Gál. 3:28) no está eliminando la realidad de que la iglesia está constituida
de gentiles y judíos (cf. 1 Cor. 10:32), de que ella también está constituida
de obreros y amos, y de que existen roles definidos.
No significa esto que las
distinciones inalterables fueron eliminadas para que ahora haya una especie de
anarquía laboral y una proliferación
permisiva supuestamente “bíblica” del ministerio presbiteriano femenino. Así
también, y a pesar que judíos y gentiles forman parte del cuerpo de Cristo,
Pablo no está atentando aquí contra la unidad del cuerpo de Cristo, sino, subrayando en base a la bendición apostólica (paz
y misericordia) a un grupo que es parte de la iglesia pero que tiene un
trasfondo diferente por así decirlo, a
los griegos (gentiles), de modo que Pablo se vio en la necesidad de alentarlos
y animarlos a no ser encandilados por la
constante corriente anticristiana del judaísmo que amenazaba las
iglesias de Asia menor; judíos incrédulos
que estaban haciendo estragos no solo a los de su “raza”[18], sino que también, a muchos gentiles
(cf. Gal 2:11-14). No es difícil comprender que Pablo sintió la
necesidad de dar un último disparo en contra de estos judaizantes, refutando la pretensión que ostentaban de ser
de la estirpe más fina de Israel. Pero
no, del “Israel de Dios”. Un buen comentario para cerrar aquí, es que hiciera
en su momento, el profesor Ernest DeWitt Burton (1856-1926), quien agrega otros matices interesante.
“La frase τὸν
Ἰσραὴλ τοῦ θεοῦ [El Israel de Dios] agrega una
segunda idea de último momento, (b) Aunque Rom 9:6 y 1 Cor. 10:18 muestran
que Pablo distinguió entre Israel según a la carne [incrédulo y antagónico] y
al Israel según elección o promesa, Rom 2:29 [y] Fil 3:3 sugieren que él podría usar τὸν
Ἰσραὴλ τοῦ θεοῦ [El Israel de Dios] de todos los
creyentes en Cristo, independientemente de su nacionalidad, sin embargo, no
hay instancia del uso de Ἰσραὴλ [Israel]
excepto de la nación judía o una parte de ella. Estos hechos favorecen la
interpretación de la expresión como no aplicable a la comunidad cristiana
[iglesia]… en este sentido, τοῦ θεοῦ [de Dios],
no se refiere a toda la nación judía, sino al piadoso Israel, el remanente
según la elección de la gracia (Rom 11:5) incluso aquellos que no habían
visto la verdad como la vio Pablo… En este caso, la bendición se divide en
dos grupos distintos. En el primero, el apóstol invoca la paz sobre aquellos
que reconocen y actúan de acuerdo con el principio del v. 15, y, en distinción
de estos, la misericordia de Dios a través de la cual pueden obtener
iluminación y entrar en paz, sobre todos aquellos dentro de Israel que a
pesar de que aún no han sido iluminados, son el verdadero Israel de Dios. […]
En vista de las fuertes expresiones anti judaicas del apóstol, él se siente
impulsado, por la inserción de καὶ [“y”] a enfatizar esta expresión de su
verdadera actitud hacia su pueblo.” (Burton 1962:357s).
|
Conclusión
Pablo
dice: “Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios.” Como señala el
profesor Ryrie: “El amilenarista insiste en que estos versículos enseñan que
el Israel de Dios es la Iglesia entera” (Ryrie 1974:80). En
la Biblia de Estudio “Herencia
Reformada”, usted puede leer algo similar, así: “al Israel de Dios.
Significa toda la compañía del pueblo de Dios, compuesto tanto de judíos, como
de gentiles” (Bilkes 2018:1723). Algunos amilenaristas por
cierto, ven en esta declaración de Pablo aun, a los creyentes del AT (Belch
1994:115). Sin embargo y como señalamos al principio, no se trata de
interpretar dispensacionalmente el texto, tampoco debería primar una interpretación
amilenarista en detrimento de una
exégesis objetiva del texto, sino, de poner las cosas en su contexto y dejar que el texto mismo dirija el
trabajo como hemos tratado de hacer aquí.
De esta manera, la interpretación más normal de acuerdo al texto y al
contexto y por supuesto también, a la coyuntura problemática contextual
histórica es que el “Israel de Dios” es una referencia primaria, a los
creyentes judíos con una intensión secundaria apologética en contra de los
judíos incrédulos judaizante. Ahora bien, debemos además añadir que la
alusión paulina de a “todos los que andarán conforme a esta regla” por
supuesto, incluye tanto a judíos como a gentiles porque justamente, la iglesia está formada por
judíos y gentiles de manera que todos los creyentes deben andar de acuerdo a
esta regla, lo cual, no quita el hecho de que Pablo quiso hacer una distinción
parenética —no soteriológica— especial y necesaria.
Bibliografía
Benware,
Paul 2010. Entienda la Profecía de los Últimos Tiempos, un Estudio
Exhaustivo. Grand, Rapids, MI: Portavoz.
Beyer,
Hartmut 2009. Carta a los Gálatas, notas exegéticas. Las Palmas de Gran
Canaria: España.
Bilkes
M. Gerald et al. 2018. Biblia de estudio Herencia Reformada, para la
familia y el estudio devocional. Ciudad Real, España: Poiema.
Bruce
F.F. 2004. Un comentario a la epístolas a los Gálatas. Terrassa,
Barcelona, España: Clie.
Belch,
C. Carlos 1994. Tesoros Escondidos II; Comentario Gramatical y explicativo,
Gálatas, Tesalonicenses, Apocalipsis. Bogotá, Colombia: Compartir.
Burton,
DeWitt Ernest 1962. A Critical And
Exegetical Commentary On The Epistle To The Galatians. Edinburgh, Escocia:
T. & T.
Gómez,
Rubén 2019. A Jacob Amé. Análisis Bíblico Teológico e Histórico del lugar de
Israel en los planes de Dios. Commercial St., Bellingham, W A: Tesoro
Bíblico.
Henry
& Lacueva 12999. Comentario Bíblico Matthew Henry, traducido y adaptado
al castellano pro Francisco Lacueva. Viladecavalls, Espala: Clie.
Blomberg
L. Craig 2012. De Pentecostés a Patmos: Una introducción a los libros de
Hechos. Vida.
Johnson,
Lewis Jr. 2009. Paul and “The Israel
of God”: An exegetical and eschatological case-studys. Internet URL: https://www.tms.edu/m/tmsj20c.pdf
Moo
J. Douglas 2011. Comentario bíblico con aplicación NVI Romanos: Del texto
bíblico a una aplicación contemporánea. Grand, Rapids, MI: Portavoz.
Mcknight,
Scot 2015. Comentario bíblico con aplicación NVI, Gálatas, del texto bíblico
a una aplicación contemporánea. Grand, Rapids, MI: Portavoz: Vida.
Millos,
Samuel 2013. Comentario exegético al texto griego del Nuevo Testamento, Gálatas.
Viladecavalls, (Barcelona): Clie.
MacArthur,
John 2010. Comentario MacArthur del
Nuevo Testamento, Gálatas-Efesios. Grand, Rapids, MI: Portavoz.
McDermott, R. Gerald 2018. Israel Importa, por qué
los cristianos debemos pensar de manera distinta sobre le pueblo de Israel y su
tierra. Nashville, TN: B&H.
Ryrie, Charles 1974. Dispensacionalismo
Hoy. Barcelona España: Portavoz.
Robertson,
A.T. 2003. Comentario Al Texto Griego del Nuevo Testamento, obra completa.
Viladecavalls, Barcelona, España: Clie.
Hendriksen, William 2005.Comentario al Nuevo Testamento,
Gálatas. Grand Rapids, MI: Desafío.
Hoekema, A. Anthony 2008. La Biblia
y el Futuro. Grand, Rapids, MI:
Desafío.
Huffstutler
David 2018. ¿Quién es “el Israel de Dios” en Gálatas 6:16? Internet URL: http://elevangeliosegunjesucristo.blogspot.com/2018/05/quien-es-el-israel-de-dios-en-galatas.html
Storms, Sam 2018. Venga tu Reino.
Salen, Oregón USA: Kerigma.
Witness, Lee 2014. La Palabra Santa para el Aviva miento Matutino - Estudio de cristalización
de Génesis. Tomo II: La palabra santa para el avivamiento matutino. La
Palma, Ave, Anahem, EE.UU: Living Stream Ministry.
[1] Literalmente expuso: “…los mismos que se jactan de ser la casa de
Jacob y el pueblo de Israel son desheredados de la gracia de Dios” (Ireneo
en Gómez 2019:101).
[2] Como constata notablemente Rubén Gómez, Crisóstomo dijo toda suerte de
lindezas sobre os judíos, llamando a la sinagoga, prostíbulo, teatro, cueva de
ladrones, guarida de bestias salvajes, morada de demonios, aun, y por si no
quedaba claro del todo, llegó a decir, “odio a los judíos” (Gómez
2019:104).
[3] Se menciona en ella, y sin formalismo algún la idea de que los
israelitas han sido desheredados del pacto. Así leemos: “No seas semejantes
a ciertas personas [judíos] que
amontonando pecado sobre pecado, diciendo que nuestro pacto permanece para
ellos también. Es nuestro sí; pero ellos lo perdieron en esta forma para
siempre, cuando Moisés lo acaba de recibir” (Epístola de Bernabé en Gómez 2019:99).
[5] “La palabra
kai, por lo tanto, debe aquí ser traducida "aun" o dejarse sin traducir
como la hace la Versión latinoamericana de las Sociedades Bíblicas en América
Latina.” (Hoekema 2008:224s).
[6]
“¿Vamos a concebir, entonces, que ahora al llegar al final mismo de su
carta, va a arruinar todo lo que dijo por medio de pronunciar primero una
bendición sobre “todos” (o: “tantos como”) los que se conduzcan por la regla de
gloriarse en la cruz, sean judíos o gentiles de nacimiento, y después
pronunciar una bendición sobre aquellos que no (o: que todavía no) andan
conforme a esta regla? No puedo aceptar esta interpretación.” (Hendriksen
2005:166).
[7] «…creo
probable que en Gálatas 6:16 Pablo se refiera a la totalidad de la iglesia como
“Israel”» (Moo 2011:637).
[8] Aunque no lo dice de manera
explícita, Storms siguiendo a Gary Burge señala que Pablo con dicha frase ya no
se basa en afirmaciones étnicas o históricas de raza o identidad, Israel ahora
es el título para el pueblo de Dios que pertenece a Abraham sin importar su
composición étnica (Storm 2018:134).
[9] Dice el profesor Millos: “De
modo que al referiste al Israel de Dios, no está refiriéndose a una clase de
creyentes diferentes a los miembros de la iglesia, judíos y gentiles creyentes,
sino a todos los que creen en Cristo […] Con todo es necesario ser muy
equilibrados en cuanto a las diferencias entre Israel, como nación heredera de
promesas específicas, y la iglesia […] En la posición de la Iglesia en la
presente dispensación no hay diferencias entre judíos y gentiles, porque ya no
existe la pared de separación y no tiene importancia la circuncisión ni la
incircuncisión… esto no significa que la Iglesia, el Israel espiritual,
reemplaza definitivamente al Israel nacional, para que el que existen promesas
que serán cumplidas en el tiempo determinado para ello. Tengo la convicción
bíblica profunda sobre la restauración de Israel como pueblo en el fututo y la
interpretación al concepto de Israel de Dios, no contradice lo que se enseña en
el sentido de Israel nacional, en otros logares.” (Millos 2013:596).
[10] Señala el
profesor Beyer: “La objeción dispensacionalista debe evaluarse con cuidad.
En principio, la idea es correcta, porque leyendo la Biblia entera es obvio de
que la historia de Dios con la humanidad se desarrolla según distinta y
determinadas etapas (“dispensaciones”). Por lo tanto, se debe respetar la
posición de que Israel juega un papel especial e importante en el futuro que no
debe confundirse con el papel de la iglesia. Pero ello no afecta a este
versículo, el cual aparentemente se usa “Israel” en un sentido especial
figurado o simbólico. […] Entonces no es extraño que en una ocasión especial,
sobre le trasfondo del conflicto con los judaizantes, se aplique el nombre de
“Israel de Dios” a la iglesia para destacar su rol como cuerpo espiritual unido
formado por judíos y gentiles por igual (Ef. 2:14-16). En este sentido
especial, ya no hay judío ni griego… [Ahora] Pablo no se contradice. Este
versículo no necesariamente ocluye que el Israel “espiritual” (=la iglesia)
reemplazará al Israel nacional. Creemos en la restauración de Israel como
pueblo, según las promesas, y nuestra interpretación no contradice de ninguna
manera a esta enseñanza del NT.” (Beyer 2009:386).
[11] “Que la paz y la
misericordia acompañen a los que viven según esta regla, que son el Israel de
Dios.”
[12] El consenso en
este sentido es claro (véase por ejemplo, MacArthur 2010:14; Hendriksen
2005:22; Beyer 2009:30; Bruce 2004:59).
[13] De acuerdo a
1:2, la carta fue dirigida a las “iglesias de Galacia”, una región en la que
habían varias iglesias locales ubicadas en Asia menor, en la que se mencionan
localidades como Pisidia, Frigia, Licaonia, como también Antioquía, Iconio,
Listra, Derbe, entre otras más (Hec.
13:13s; 16:1s). Como era la costumbre de Pablo, cada vez que llegaba a las localidades,
lo primero que hacía, era visitar las sinagogas (Hec. 9:20-22; 17:1s; 18:19s,
26; 19:8), de acuerdo al orden divino de su llamado (Hec. 9:15-16). De manera que gentiles y judíos, fueron
quienes llegaban a la fe por medio de la predicación primitiva del evangelio
(Hec. 10:1s; 14:1s), de manera que sobre la marcha las iglesias eran
conformadas en su mayoría, por creyentes gentiles y judíos (Hec. 14:21-28;
16:1; 18:1ss, 8). Hechos 19:10 subraya
todo lo anterior: “Así continuó por espacio de dos años, de manera que todos los que habitaban en
Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús.” (cf.
Hec. 20:17-21*). No cabe duda que Pablo hablando a los hermanos de Galacia (varias iglesias
locales), también tenía en mente a los creyentes judíos (Gál. 2:15), en
especial, aquellos que estaban sido fascinados por la mentira. Muchos de
quienes Pablo señala que querían volver “nuevamente”, al culto en el que habían
sido criados (Gál. 4:8-11). De alguna
forma, el problemas de los gálatas eran también, el de los destinatarios de la
epístola a los hebreos, pues al igual que estos últimos, los gálatas estaban
abandonando la Superioridad de Cristo, y de esta manera, cayendo de la gracia
(5:4).
[14] Samuel Pérez Millos traduce: “Y todos los que con
el principio este estarán de acuerdo, paz sobre ellos y misericordia y sobre el
Israel de Dios” (Millos 2013:589).
[17] Bien señala el
profesor Ryrie: “Sólo la interpretación explicativa («aún») identifica la
Iglesia e Israel. Aunque la gramática no puede por sí misma decidir el asunto,
el argumento del libro de Gálatas favorece el significado conexional o enfático
de «y». Pablo había atacado fuertemente a los legalistas judíos; por lo tanto,
sería natural que recordase con una bendición especial a aquellos judíos que
han abandonado ese legalismo para seguir a Cristo y la regla de la nueva
creación. Uno podría también preguntarse por qué, si los escritores del Nuevo
Testamento querían igualar a Israel y la Iglesia, no lo hicieron claramente en
los otros muchos lugares en sus escritos, donde, sin duda, tuvieron oportunidad
de hacerlo. El uso de las palabras Israel e Iglesia nos muestra claramente que
en el Nuevo Testamento el Israel nacional continúa con su propia promesa y la
Iglesia nunca es igualada con un «nuevo Israel» así llamado, pero cuidadosa y
continuamente se distingue como una obra de Dios para esta época.” (Ryrie
1974:80).
[18] Por supuesto,
hay solo una raza, pero aquí nos referimos a la relación interna entre grupos
de judíos.
Muchas gracias hermano y pastor Joel por este buen estudio. Que bueno que resalte el hecho de que no hay que imponer una teología sobre un texto, sino dejar que hable por sí mismo. Está bien documentado, así que le felicito por su rigor académico. Personalmente me ayudó para darme cuenta que la postura dispensacional es insostenible y quiero darle mis razones.
ResponderEliminar1. El uso del polisíndeton únicamente demuestra que el Espíritu Santo por medio de Pablo quiere que pongamos especial cuidado a cada una de las cláusulas por separado. No es correcto asumir que su uso tiene el objetivo de probar que la cláusula A "no es sinónimo" de la cláusula C. La prueba de eso es que si usáramos el asíndeton tampoco probaría que sí son sinónimos.
2. Subrayo estas dos frases:
"Primero, desde su propio contexto, y desde el sentido más exegético lo cual subraya la idea de que Pablo está refiriéndose a un grupo especial que por supuesto también es parte de la iglesia."
"Así también, y a pesar que judíos y gentiles forman parte del cuerpo de Cristo, Pablo no está atentando aquí contra la unidad del cuerpo de Cristo, sino, subrayando en base a la bendición apostólica (paz y misericordia) a un grupo que es parte de la iglesia pero que tiene un trasfondo diferente por así decirlo, a los griegos (gentiles),"
La conclusión de todo el artículo básicamente señala que el Israel de Dios no es la Iglesia sino que son creyentes judíos. Pero estas frases señalan claramente que aunque son creyentes judíos, SON PARTE de la Iglesia.
Esto contradice lo que dice en la cita de Burton:
"En este caso, la bendición se divide en dos grupos distintos. En el primero, el apóstol invoca la paz sobre aquellos que reconocen y actúan de acuerdo con el principio del v. 15, y, en distinción de estos, la misericordia de Dios a través de la cual pueden obtener iluminación y entrar en paz, sobre todos aquellos dentro de Israel que a pesar de que aún no han sido iluminados, son el verdadero Israel de Dios."
Atrás decía "Con justa razón, podían ser calificados como: “el Israel de Dios”, porque primero, eran parte del pueblo étnico de Israel —judíos — y segundo, porque andaban de acuerdo a la regla cristiana."
Entonces ¿Cómo es la cosa? Por un lado dice que el Israel de Dios son judíos creyentes, que son parte de la Iglesia y que andan según la regla cristiana y por otro lado que son todos aquellos dentro de Israel que no han sido iluminados.
3. Eso entonces me deja en una contradicción insoluble, porque si son aquellos que dice Burton, los de Israel que no han sido iluminados ¿Cómo puede decirse de ellos que andan según la regla cristiana? Y si se trata de los judíos creyentes, que como subrayé, "son parte de la Iglesia", entonces tenemos que Pablo está aplicando el término "Israel de Dios" a una parte de la Iglesia: Los judíos creyentes que se contrastan con los judaizantes incrédulos. ¿Cómo es que Pablo aplica el término "Israel de Dios" a una parte de la Iglesia y luego se afirma que ese pueblo es separado de ella? Aún quitando a los gentiles de la ecuación, entonces la conclusión es insostenible, pero como además ya no hay judío ni griego, sino una nueva creación, todo aquella bendición que se pronuncia sobre una parte de la Iglesia (los judíos creyentes) también tiene que aplicar para la totalidad de ella (los gentiles creyentes). Por lo tanto mi conclusión, es que si aún aceptamos que el texto de Gálatas 6:16 específicamente se refiriera a los judíos creyentes, es aplicable por extensión a toda la Iglesia.
Estimado, tres cosas generales. Lo demás, está bastante claro en el artículo. Primero, “asumir” es justamente lo que hacemos cuando no tomamos en cuenta las marcas exegéticas del texto. Y esto, es algo común en la exégesis reformada. Sin embargo, el texto es claro en este sentido y como se señala en el artículo: la presencia de este recurso literario paulino —que es copulativo— revela que (A) no es sinónimo de (C), sino, una clarificación a las categorías que Pablo tiene en mente en la carta. La exégesis y las explicaciones del artículo, son muy claras y surgen del texto mismo. No voy a explicar nuevamente, lo que el texto dice claramente.
Segundo, subrayas estas frase: "Primero, desde su propio contexto, y desde el sentido más exegético lo cual subraya la idea de que Pablo está refiriéndose a un grupo especial que por supuesto también es parte de la iglesia." Y añades: "Así también, y a pesar que judíos y gentiles forman parte del cuerpo de Cristo, Pablo no está atentando aquí contra la unidad del cuerpo de Cristo, sino, subrayando en base a la bendición apostólica (paz y misericordia) a un grupo que es parte de la iglesia pero que tiene un trasfondo diferente por así decirlo, a los griegos (gentiles)," Y concluyes: La conclusión de todo el artículo básicamente señala que el Israel de Dios no es la Iglesia sino que son creyentes judíos. Pero estas frases señalan claramente que aunque son creyentes judíos, SON PARTE de la Iglesia.
¿Cuál es el problema de esto? El Israel de Dios, como claramente se señala en el contexto, son aquellos judíos opuestos a los judíos incrédulos, a quienes Pablo alude como “los de la circuncisión” (2:12). Los judíos que insistían en guardar la ley (4:8-11). Judíos y gentiles creyentes, no eliminan la salvación de Israel como Nación, esto es simplemente es ignorar lo que el texto dice aquí, y en pasajes tan claros como Romanos 11. Por esta razón, tu conclusión de que: “…el artículo básicamente señala que el Israel de Dios no es la Iglesia sino que son creyentes judíos.” Así es, y justamente, esto es considerar como el NT hace este tipo de distinción. Ser parte de la iglesia, no es equivalente a que la iglesia es el nuevo Israel, esto es simplemente, el resultado de una lectura deficiente del texto. Por otro lado, Burton no está diciendo que los judíos no iluminados en esta dispensación, sean el nuevo Israel, simplemente está diciendo que como potenciales creyentes en este era, por supuesto, pueden llegar a ser parte de este “Verdadero Israel”. No está afirmado, que la iglesia se convierte en el nuevo Israel. Por lo tanto, tu conclusión (mi conclusión, es que si aún aceptamos que el texto de Gálatas 6:16 específicamente se refiriera a los judíos creyentes, es aplicable por extensión a toda la Iglesia) no surge del texto, sino simplemente de tú sistema teológico. Te animo a dejar que el texto dirija tus conclusiones, no tu sistema teológico. Saludos.