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lunes, 16 de septiembre de 2019

¿Quién es "el Israel de Dios" en Gálatas 6:16? Un refutación a la postura reemplazista asimilante



Por J.A. Torres Q.

Introducción

¿Quién es el Israel de Dios de Gálatas 6:16? Al parecer la respuesta es sencilla, sin embargo, el debate histórico ha demostrado que no ha habido consenso. Por supuesto, la tendencia ha sido equiparar la frase “el Israel de Dios” con la iglesia. En este sentido, es desde Justino Mártir (100-165 d.C.) que esta idea se ha venido afirmando, quien por cierto, propuso enérgicamente la idea de que la iglesia ahora es el verdadero Israel. Así, le siguieron en esta tesis varios otros como Melitón de Sardes ( 180 d.C), Ireneo de Lyon[1] (130-200 d.C.), Clemente de Alejandría (150-250 d.C.). Tertuliano (160-220 d.C.). Cipriano de Cartago (258 d.C.). Orígenes (184-253) y Crisóstomo (347-407 d.C.) en especial, en  su “Adversus Iudaeos”[2] (Contra los judíos)  entre otros (véase Gómez 2018:100s; McDermott 2018:23ss). Y esto hay que tener en cuenta, en su mayoría, dejando ver una aversión evidente contra el pueblo de Israel en el sentido reemplazista, idea que aun desde la temprana epístola de Bernabé[3] se expone sin eufemismos formales. Toda esta ola histórica de aversión en contra del Israel histórico sin duda a permeado la teología posterior, aun, la de los reformadores[4]. Al presente esto se observa generalmente en los teólogos reformados. Un ejemplo de esto es la siguiente cita de Herman Ridderbos, quien señala: “la iglesia, en cuanto a pueblo de Nuevo Pacto establecido por Dios, ha venido a ocupar el lugar de Israel, y el Israel nacional no es más que una ostra vacía de la cual ya se extrajo la perla y la perdido su función en la historia de la redención” (Ridderbos 2000:465). En consecuencia, este antecedente en la discusión sobre   Gálatas 6:16, ha sido uno de los factores históricos hermenéuticos más influyentes en la interpretación popular de que allí Pablo se refiere simplemente a la iglesia.

Ahora bien, el desafío concreto es ser un buen exégeta con el texto. Y esto hay que recalcar: No se  trata de interpretar este texto de manera dispensacional, ni mucho menos, amilenialmente, pues no existe una interpretación  dispensacional per se, como una reformada. Simplemente  existe y estaremos frente a una exégesis consistente   y otra, simplemente deficiente. Sin embargo, aun los más grandes exégetas de hoy, caen en el error de imponer al texto bíblico sus ideas producto de su acervo teológico. Nosotros por supuesto, no estamos exentos de tal error. Por esto, no se trata simplemente de eiségesis como tal. Más bien el desafío incluye la no imposición de la teología o posición de quien escribe o expone. En este sentido,  y al observar las diferentes opiniones al respecto la tendencia  sigue siendo la misma falencia: Interpretar el texto a la luz de su sentido exegético llano y contextual. En este sentido es curioso observar a  teólogos como Anthony Hoekema expresar su incomodidad con respecto a la conjunción “y” de nuestro versículo (Gál. 6:16), quien incluso sugiere dejar[5] sin traducir. O, expresiones de tono emocional como Hendriksen, quien frente a la idea de que Pablo pudiera estar refiriéndose a otra cosa, y haciéndose la pregunta[6] de rigor  antitética (Israel de Dios = judíos creyentes), responde: “No puedo aceptar esta interpretación.” (Hendriksen 2005:166).

Como es sabido, habitualmente la teología reformada usa este versículo para señalar que Pablo aquí se estaba refiriendo la iglesia. Así,  “el Israel de Dios” se equipara con “los que anden conforme a esta regla,” es decir, la regla de justicia por la fe en Cristo que fue crucificado por nosotros y que caminan en el Espíritu. El “Israel de Dios” entonces,  incluye a “todo cristiano” y por lo tanto, es equivalente a la iglesia como un todo. Tesis que siguen también Moo[7] y Storms[8]. Aun Millos[9] como Beyer[10] también, pero, y a diferencia de estos últimos, rechazando la tesis reemplazista.  Berkhof por ejemplo, y siguiendo la tesis reformada dice que los términos iglesia e Israel se usan de manera intercambiable, así, y sin haber tenido “Falacias Exegéticas” de   D.A. Carson en sus manos, escribió: “No deberíamos ignorar el hecho patente de que le nombre “iglesia” (heb. qahal), traducido ekklesia en la Septuaginta) se aplica reiteradas veces a Israel en el Antiguo Testamento” (Berkhof en Benware 2010:105).  

Ahora, ¿es “Israel” equiparable conceptualmente a la “iglesia”? Como bien señala Benware, existen en el NT setenta y tres referencias a “Israel” en el Nuevo Testamento, y ninguna de ellas se refiere a la iglesia. McDermott ex teólogo reemplazista pregunta y responde:

«¿Existe algún indicio en los evangelios  de que los evangelistas creían que la Iglesia era el “nuevo o el verdadero Israel”? La primera respuesta a esta pregunta es que en ninguna ocasión los evangelistas utilizaron alguna de estas expresiones. En segundo lugar, frecuentemente utilizaron la palabra “Israel” y en toda ocasión se refieren a la entidad geopolítica controlada por Roma en los tiempos de Jesús o al pueblo judío, conocido de forma colectiva como Israel.» (McDermott 2018:39s).

Es habitual observar decir a los teólogos del reemplazo también que Gálatas 6:16 escapa a esta normalidad. Creen entonces que aquí Pablo está haciendo un uso "único"  intercambiable del término y que tal referencia, es una alusión a la iglesia. Por supuesto, el argumento esencial aquí, —entre otros— es que el “y” (kai) antes de la frase “al Israel de Dios”, es una partícula explicativa, o epexegética. Entonces, debería y podría ser traducida como “incluso”, o, “o sea.” Douglas Moo de hecho alude a NIV (New International Version) en su comentario a los romanos  de la serie contemporánea Clie, que ha traducido: “Paz y misericordia desciendan sobre todos los que siguen esta norma,  es decir, sobre el Israel de Dios.” Versión que no fue replicada en la NVI, pero que en comentarios como este se ha puesto a disposición para los lectores latinos. F.F. Bruce por su parte, no presenta una posición personal concreta, más bien cree que F. Musner ha presentado la mejor tesis al respecto cuando este equiparó “el Israel de Dios” de  nuestro texto, con el “todo Israel” de Romanos 11:26, así, ve en esta alusión el remanente que llegará finalmente a completar el “todo Israel será salvo”; además, ve también en esta alusión una referencia de perspectiva escatológica (Bruce 2004:372).

La tendencia: la tesis reemplazista  

Antes de analizar estas ideas a la luz del sentido llano en el texto y contexto de este versículo, notemos otras opiniones al respecto que subrayan la tesis más reiterada. La tesis reemplazista por medio del camino de la absorción.   

«Pablo concluye Gálatas 6:16 con las palabras: “O sea sobre el Israel de Dios”. La palabra griega kai que aquí se traduce  “o sea” no tiene la función de unir, sino de explicar. Esto indica que el apóstol considera que los muchos creyentes en Cristo son colectivamente el Israel de Dios.» (Lee 2014:277)

«…el “Israel de Dios” en Gálatas 6:16 puede ser una referencia a todos los creyentes. Dicho de otro modo, los creyentes judíos del pasado y los del presente junto con los gentiles que hayan creído en Jesús formaran el pueblo completo de Dios” (Blomberg 2012:180s).

“Aunque se trate de una cuestión controvertida, creo probablemente que en Gálatas 6:16  Pablo se refiere a la totalidad de la iglesia como “Israel”.» (Moo 2011).

«En primer lugar, el término Israel. Hay al menos un pasaje del Nuevo Testamento en el cual el término Israel es utilizado de modo tal que incluye a los gentiles y que, en consecuencia, representa a toda la iglesia del Nuevo Testamento. Me refiero a Gálatas 6:15-16: "Porque ni la circuncisión ni la incircuncisión valen algo, sino una nueva creación. Y a cuantos anden según esta regla, paz y misericordia sean sobre ellos, sobre el Israel de Dios" (La versión latinoamericana, 1953). ¿A quiénes se refiere la expresión: "todos los que anden conforme a esta regla"? Es obvio que se refiere a aquellos que son nuevas criaturas en Cristo, para los cuales ni la circuncisión ni la incircuncisión valen algo. Esto tendría que incluir a todos los creyentes, tanto judíos como gentiles.» (Hoekema 2008:224)

Ejemplos como este son los más habituales y nuestro desafío es no solo entonces, corroborar esta tesis, sino  también observar el texto en su contexto, para comprobar esta idea y presentar lo que creemos Pablo está diciendo. Y esto, puede corroborarse al observar con más detenimiento justamente el contexto, o sea, toda la epístola y además el problema y amenaza del judaísmo de aquellos días entre las iglesias de Galacia.

Ahora, al empezar a abordar el camino de la exégesis de este texto, usted podrá corroborar que caminamos por veredas ya transitadas y sensibles a la eiségesis, esto es evidente al constatar también algunas traducciones. Por ejemplo, la versión Latinoamericana (1995) o paráfrasis como la BLA[11], traducen el texto de la siguiente manera apositiva: “Que la paz y la misericordia acompañen a los que viven según esta regla, que son el Israel de Dios.” Otras son aun más explícitas en cuanto a la teología de sus traductores como es el caso de la versión de castellano antiguo (CST) en donde leemos: “Que la misericordia y la paz de Dios reposen sobre todos los que viven conforme a esta norma, sobre todos los que en cualquier lugar del mundo forman parte del verdadero Israel.”

Notemos entonces, algunos argumentos que nos llevan a la tesis de que “Israel de Dios”, fue una referencia primaria y especial de Pablo a los creyentes judíos en vista de la lucha histórica que ellos habían y estaban experimentando, pero también, con un alcance "secundario" a los gentiles prosélitos que entraban a la fe por medio de la influencia de los judíos, muchos de ellos en peligro latente de entrar nuevamente al judaísmo y su regla antigua (la ley).  Como lo expresó en parte  el teólogo luterano Lenski,  parafraseando su idea, claramente Pablo aquí y con esta frase (“el Israel de Dios”) deja ver simplemente un último disparo en contra de los judaizantes como una respuesta a la pretensión que ellos tenían de ser los elegidos legítimos de Dios en virtud de su sometimiento a regla antigua  abolida por  la regla superior que Cristo trajo (véase Henry &  Lacueva 1999:1669).

El Israel de Dios, y su significado llano contextual

Teniendo claro que los destinatarios de la carta fueron los creyentes del “sur de Galacia”[12], una congregación mixta (no solo gentiles, sino también judíos)[13],   debemos descartar   la eiségesis en todas sus formas, incluyendo equivalencias dinámica  como comentarios  superficiales del texto. Así, lo primero entonces es observar la lectura literal[14] del mismo —aunque advertimos—   para dilucidar el significado de este texto más que la exégesis misma de los términos que es importante, es el contexto el que define con mayor precisión aquí  su significado correcto. Sin embargo,  en vista de la rigurosidad que demanda la exégesis presentamos la lectura original como sigue:  


 Las siguientes versiones  traducen mediamente de manera  correcta el versículo, o reflejan de modo evidente el sentido paulino, aunque por cierto, fallan en traducir el verbo στοιχω (stoijéo) haciéndolo ver como un presente subjuntivo plural (“anden”RV60/LBLA) y/o un presente indicativo (“siguen”NVI) cuando en realidad Pablo está usando un futuro activo indicativo (“andarán”).

“Y a los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea sobre ellos y sobre el Israel de Dios.” (LBLA)

“Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios.” (RV60)

“Paz y misericordia para todos los que siguen esta norma, y para el Israel de Dios” (Schökel) 

En segundo lugar, debemos poner atención a lo que Pablo nos dice en el versículo. Esto es lo primero, de manera que lo que se observa a primera luces en el texto griego, es una distinción importante que por ejemplo, JER ha traducido de manera adecuada  de la siguiente manera:   Y para todos los que se sometan a esta regla, paz y misericordia, lo mismo que para el Israel de Dios.” (JER). Como correctamente señala el profesor Millos, claramente Pablo hace referencia a dos grupos de personas aquí (Millos 2013:590). Para notar esto con mayor precisión, note el siguiente diagrama que nos ayudará a ver la relación de los términos e ideas de Pablo en este versículo.


En vista que este versículo no tiene variantes textuales, tenemos al frente  la idea paulina descrita en su forma estructural. Lo primero que se observa entonces, es que Pablo tiene en mente la perspectiva de quienes (a todos) “andarán” o “vivirán” de acuerdo a esta regla. En este sentido, la idea de  καὶ ὅσοι (kaí jósoi) no es holística en su alcance, sino, condicional y específica (cf. Fil. 3:15-16).  Y a todos los que andarán…”  que nos adelantamos a decir con Gómez, que claramente son los creyentes de Galacia, tanto judíos como gentiles (Gómez 2018:158).                  

 Segundo, la regla aludida aquí emana del término  κανών (kanón) que se deriva de κάνη (káne)  “caña” o “vara”, pero aquí, tiene la idea de norma de fe.    De allí,   canon o principio.  Una alusión a la “nueva creación” que trajo Cristo (cf. 3:23-29) lo cual incluye la salvación bajo los términos del nuevo pacto y por medio del evangelio que Pablo expone en la carta aun con cierto grado de molestia (cf. Gál. 2:15-6). De hecho, no dudó llamar a los gálatas “insensatos” por la fascinación que incluía el falso evangelio en el que seguramente  más de uno cayó (3:1, 10). Y, desde el punto de vista contextual es ésta regla de fe que Pablo está poniendo en alto (2:20-21) primero, porque los gálatas estaban siendo perturbados con un evangelio diferente (cf. Gál. 1:6-9). Con una justificación basada en los preceptos de la ley como la circuncisión (2:15,19). De  manera que desde los primeros versículos de esta epístola Pablo deja ver las pistas contextuales del porqué se referirá a un “Israel de Dios”. En efecto, hay en el texto un antítesis a este “Israel de Dios”, un Israel que no es de Dios. Por supuesto, y salta a la vista la pregunta: ¿Quiénes eran los que estaban perturbando a los creyentes de Galacia? ¿Qué estaba denunciando Pablo con el calificativo de quienes predicaban un “evangelio diferente”?  

Respondiendo a la pregunta anterior, y al observar la epístola en su contexto salta a la vista que quienes estaban perturbando a los creyentes de Galacia, eran los propios judíos incrédulos, a quienes Pablo alude como “los de la circuncisión” (2:12). Los judíos que insistían en guardar la ley (4:8-11). Tal es la latencia de este peligro en la carta que Pablo deja ver un hecho lamentable y censurable de parte de Pedro quien incluso  cayó en la práctica deplorable que tenían los judíos: judaizar (Gál. 2:11-14; 3:13).  Sin embargo, Pablo está reprendiendo a los  gálatas por su responsabilidad primaria en el asunto. Por un lado, había  una influencia judaizante latente, pero,  Pablo pone el acento en la reprensión de sus “hijos” (3:1; 4:8-11). Todo esto, es el antecedente hermenéutico contextual importante para comprender a qué se refirió el apóstol con el “Israel de Dios”.

Tercero,  el versículo señala literalmente, a todos los que en esta regla “andarán”. Y por supuesto, paz y misericordia no pueden recibir aquellos que ignoran los términos de Dios en Cristo bajo esta nueva creación (Rom.5:1s; Gál. 6:15). Ahora bien, el término στοιχήσουσιν (stoijésusin) es el futuro activo indicativo del verbo  στοιχέω (stoijéo) y tiene  la idea de “guardar el paso”, “de conformarse a” (cf. Hec.  21:24; Rom. 4:12; Gál. 5:25; 6:16; Fil. 3:16). Se trata entonces, de una acción con aspecto futuro imperfectivo (“andarán”) que Pablo vislumbra desde su contexto, como un requerimiento condicional de la bendición (“paz y misericordia”).

Por supuesto, no es una alusión primariamente escatológica  (futura), se trata más bien de los que desde la cruz y bajo los términos de la cruz vivirán bajo las bendiciones y condiciones de la cruz (cf. Gál. 2:15-18). Sin embargo, la coyuntura de la situación que está tratando Pablo viene a ser la antítesis del falso evangelio. Del principio antiguo que hay que dejar. Pero también es a la vez,  un llamado exhortativo reconvencional en la sintonía del autor de hebreos (Heb. 2:1-4). Un  emplazamiento firme del apóstol para  aquellos que estaban de algún modo siendo asediados, confundidos y dudando  de la superioridad de Cristo (Heb. 3:12; 4:7 cf. Gál. 3:1).  

Cuarto, el uso de la conjunción “y” aquí (kaì),  es necesario explicar  aunque no representa ningún misterio. Nótese nuevamente el diagrama y la relación de esta  con las otras conjunciones. 


Como se observa en la ilustración esta primera conjunción forma  parte de dos más  formando así, un conciso polisíndeton. Así, la copulación que se observa en la primera sigue las otras dos para subrayar más de una idea.  No está Pablo siendo asindético[15], esto es, evitando el uso de tales conjunciones para destacar solo una idea general. Por el contrario, la presencia de este recurso literario paulino —que es copulativo— revela que (A) no es sinónimo de (C), sino,  una clarificación a las categorías que Pablo tiene en mente en la carta. En este caso, la antítesis de un Israel incrédulo y apóstata que perturba el evangelio de Jesucristo (Gál. 1:6-10),  pero que también llegó incluso a arrastrar a Pedro y Bernabé (Gál. 2:12s) y que estaba encandilando a algunos de los gálatas a volver a guardar los días, los meses, los tiempos y los años (Gál. 4:10). Con razón Pablo deja ver su peor temor: “Me temo de vosotros que haya trabajado en vano con vosotros” (Gál. 4:11). ¿Podrían éstos ser entonces el “Israel de Dios” si muchos de ellos querían volver  a andar bajo la “regla” antigua?  

Quinto, tanto (A) como (B) forma una cláusula a la que (C) está subordinada. En consecuencia,  κα π “y sobre” no es tautológico, sino, una formalidad que está de acuerdo al contexto y que revela el contraste de aquellos judíos que aun “creyendo” poseer la paz y la misericordia de Dios (cf. Hec. 15), seguían creyendo en los parámetros de la regla antigua para su justificación (cf. Gál. 2:15-15; 6:12-13). Por ello el mismo Pablo incluyéndose en la frase “…nosotros, judíos de nacimiento” y añadiendo “…y no pecadores de entre los gentiles” deja ver a los gálatas que él, siendo judío es parte de un grupo “selecto” (elegidos) de judíos que comprendieron y profesan (“sabiendo”[16] 2:16) que el hombre no es justificado por la circuncisión ni por  guardar los días, todo lo contrario, esto es, por la fe en Jesucristo; por ello, es que este “grupo de Dios” pueden con toda convicción expresar con Pablo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado,  y ya no vivo yo,  mas vive Cristo en mí;  y lo que ahora vivo en la carne,  lo vivo en la fe del Hijo de Dios,  el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” (Gál. 2:20). Por supuesto, con toda razón quienes siguen esta regla pueden ser llamados “el Israel de Dios”, porque simplemente siendo judíos han adoptados los términos de Dios en Cristo. Sugerir entonces que la idea de,  “y sobre” el “Israel de Dios” es apositiva con relación a la iglesia —y al “Israel  de Dios”, que es la iglesia”— es como leer: “Y a todos los que andarán conforme a esta regla, paz y misericordia sea ellos y a la iglesia de Dios”, lo cual sería una redundancia paulina sin sentido.

Ahora bien, la última cláusula de Pablo en el versículo deja ver lo anterior de manera clara cuando observamos que Pablo describe a (1), con el calificativo de (2). Así, la mención de “Israel” por sí mismo ya nos dice a quién Pablo tiene  en mente. Ahora, aquí debemos hacer algunos alcances generales antes de concluir algunas cosas del mismo texto conjuntamente con (C) más (1) y (2), esto es, “…y sobre el Israel de Dios”. Según el léxico griego-español de George G. Parker,  el término iglesia (singular + plural) aparece 114 veces en el NT. Ahora, de estas 114 veces nunca se usa como sinónimo de Israel.  Esto es importante subrayar porque corrobora el hecho de que Pablo cuando agrega la cláusula (C) que está subordinada a (A), y añade  “…y sobre el Israel de Dios”, no estaba elucubrando un “nuevo Israel”, ni tampoco sinonimizando al pueblo veterotestamentario de Dios, reemplazando a este, por medio de un “nuevo Israel”. Como señala bien Rubén Gómez, quien comenta este versículo: «El sentido natural del texto, junto con el testimonio de todos los demás ejemplos novotestamentarios, apunta claramente a que “Israel de Dios” no equivale a la Iglesia» (Gómez 2018:158). Creer la idea rremplazista entonces,  es simplemente imponer al texto lo que el propio contexto nos está diciendo y forzar a Pablo a que justifique un supersesionismo asimilizante que no existe.  Teniendo en cuenta lo anterior, note nuevamente la cláusula en (C) aquí.



No es el lente dispensacional que señala que Israel en el NT es simplemente Israel y no la iglesia. Esto deviene de una exégesis llana del texto (cf. 2 Tim. 2:15). Y para ello, debemos dejar que el texto mismo “hable”. Así, y siguiendo esta ruta  es poco probable convenir que la palabra “Israel” hace alusión  justamente  a Israel en todo el NT pero que aquí en Gálatas  6:16,  se refiere "paradógicamente" a la iglesia. Por el contrario, se observa aquí que este καὶ ἐπὶ (kaì epì) “y sobre” es sencillamente copulativo[17], el texto y el contexto no requieren ni exigen otro significado, independientemente esta conjunción pueda tener otros sentidos. Por otro lado, Pablo usa el término acostumbrado para referirse al pueblo elegido de Dios: Ἰσραὴλ Israel, añadiendo una calificación que solo tiene sentido mirando justamente, toda la epístola. Así, el Israel aludido no es otra cosa que el pueblo de Dios antiguo testamentario,  pero, por supuesto, no se trata de cualquier  Israel, sino, del Israel de Dios. ¿Qué quiere decir esto? La  expresión de genitivo τοῦ θεοῦ (tũ theũ)  “de Dios”, nos permite abordarlo de dos formas. Primero, desde su propio contexto, y desde el sentido más exegético lo cual subraya la idea de que Pablo está refiriéndose a un grupo especial que por supuesto también es parte de la iglesia. 

Lo primero entonces aquí, es observar que la  expresión de genitivo el Israel: τοῦ θεοῦ (tũ theũ) “de Dios”, es única en el NT, pero, en el contexto mismo de la epístola, contrasta a los judíos que estaban obligando a los gálatas a circuncidarse (Gál. 6:12). Aquellos judíos que se alegraban del proselitismo judaico (Gál. 6:13) y que confundían a los que habían profesado la fe en Cristo y que de algún  modo no habían logrado la madurez suficiente para mantenerse en la fe del nuevo pacto de Dios en Cristo (cf. Heb. 5:11). Y con razón Pablo alude aquí también la tensión constante  que la iglesia primitiva sufrió por parte de los judíos judaizantes y la deserción que justamente otros judíos que en su momento fueron iluminados y aun, gustaron del don celestial y habiendo sido participes del Espíritu Santo, habían recaído nuevamente de la superioridad de Cristo. Iban bien, pero algo los estorbó, algo los encandiló para desobedecer a la verdad  (cf. Gál. 5:7-9). Por supuesto, esto no fue fácil, muchos de los destinatarios de esta epístola no solo eran gentiles, sino también  judíos quienes habían sido enseñados toda una vida acerca de la necesidad de los ritos  y también  las obras (cf. Jn. 6:22-41).  Con toda razón, muchos de estos no eran más que el Israel de Satanás, no el de Dios (cf. Jn. 8:30-59). Sin embargo, a pesar de la incredulidad y el endurecimiento de muchos de ellos (cf. Rom. 10:16; 11:25), habían otros   (de Israel) que habían y estaban creyendo en la suficiencia de Cristo y caminaban de acuerdo a dicha regla.  Con justa razón, podían ser calificados como: “el Israel de Dios”, porque primero, eran parte del pueblo étnico de Israel —judíos — y segundo, porque andaban de acuerdo a la regla cristiana.  

 Ahora bien, la  expresión de genitivo τοῦ θεοῦ (tũ theũ) el Israel “de Dios”,  incluye a lo menos, tres genitivos teológicos también. Primero, se trata de un genitivo de posesión. De hecho, es el primer genitivo que salta a la vista. Así, tal genitivo destaca  que Israel es propiedad de Dios (Deut. 7:7-9; Rom. 9:27ss). Sin embargo, no es solo eso, también cabe aquí el genitivo de  subordinación. Bien señala el profesor Beyer:

“El genitivo implica mucho más que la idea de posesión. Debe comprenderse también como una característica de este pueblo: es el Israel, según la voluntad de Dios, es el Israel que agrada a Dios, es el verdadero Israel, que no solo lleva el nombre, sino que lo es en verdad (Ro 2:28-29; 1 Co 10:18; cf. Ro 9:6.8). El contraste sería el Israel según la carne, que se jacta en la ley y sus ritos, pero que no comprenden el verdadero sentido de la palabra de Dios (cuyos representantes fueron los judaizantes).” (Beyer 2009:383). 

Dicho de otro modo, el Israel de Dios aquí no es otro que los judíos realmente creyentes, los que aceptaron la regla aludida que incluye la fe en Jesús como Mesías y Salvador. Y esto, en contra posición a los judíos incrédulos y judaizantes quienes desde el comienzo de la fe cristiana, trataron de boicotear la fe verdadera tal como Pablo lo alude en esta epístola (Gál. 2:3-5; 11-14; 3:1s; 4:8-11; 5:1-4). Así, y teniendo esto en mente,  notamos que este sintagma (τοῦ θεοῦ), también califica como un genitivo cualitativo, por que describe las cualidades de estos creyentes judíos que son y que deben vivir de acuerdo a la regla y principio cristiano, calificados por el NT como los judíos creyentes que fueron circuncidados interiormente (Rom. 2:29), aquellos judíos creyentes que fueron circuncidados por Dios en el corazón; el judío que anda en el espíritu, no en la letra; el judío creyente que en el espíritu sirve a Dios y  de acuerdo a Dios (Fil. 3:3). Los que están firmes en la libertad que les dio Cristo y que abandonaron el yugo de esclavitud del judaísmo (cf. Gál. 5:1ss).  Bien lo  expresa en parte, Scot Mcknight: “Hay una especial bendición para aquellos judíos (“el Israel de Dios”) que han tenido que librar una dura batalla para derribar aquellas barreras que gobernaron sus vidas durante tanto tiempo. Acercándose a Cristo, se han convertido en el verdadero pueblo de Dios” (Mcknight 2015:352).

Ahora bien, teniendo claro que el “Israel de Dios”, es simplemente una alusión preliminar a los  creyentes judíos que abrazaban la fe a la manera de Dios, debemos considerar brevemente, una de las objeciones habituales a esta interpretación.

No hay judío ni griego…

Como observamos al principio de este artículo,  Williams Hendriksen es uno de los ejemplos concretos de la objeción habitual que se hace de la interpretación de que el “Israel de Dios” en Gálatas 6:16, es una alusión a los creyentes judíos. Para él, —como notamos— esto sería una interpretación inaceptable. Y, principalmente esto se debe a que la mayoría de los que esgrime esta tesis, asumen que Pablo no podría haber hecho una división de categorías aquí porque ahora en Cristo: “Ya no hay judío ni griego;  no hay esclavo ni libre;  no hay varón ni mujer;  porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” (Gál. 3:28). Además, ahora no importa la circuncisión o la incircuncisión, sino la nueva creación. ¿Cómo podría él estar haciendo una distinción en que hace ver una clase de exclusividad?   Por un lado, denominar  y relacionar a  la iglesia —en la cual ya no importa la descendencia física ni la ley mosaica ni los ritos judíos— con el nombre de “Israel de Dios”, sería no solo insinuar que los creyentes pueden ser más completos o mejores siendo israelitas creyentes, sino que también, borrar todo lo que el mismo apóstol ha dicho acerca de las distinciones; cuando Dios ha hecho un nuevo pueblo, una nueva creación (cf. Mcknight 2015:350-352).  Como señala Hendriksen literalmente: “No puede haber ni judío ni griego; tampoco puede haber ni siervo ni libre; ni varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (3:28). Y añade: “¿Vamos a concebir, entonces, que ahora al llegar al final mismo de su carta, va a arruinar todo lo que dijo por medio de pronunciar primero una bendición sobre “todos” (o: “tantos como”) los que se conduzcan por la regla de gloriarse en la cruz, sean judíos o gentiles de nacimiento, y después pronunciar una bendición sobre aquellos que no (o: que todavía no) andan conforme a esta regla? No puedo aceptar esta interpretación.” (Hendriksen  2005:166).

La respuesta  a esta objeción en realidad no es difícil, pues la misma carta en su contexto la responde. Como hemos señalado, el “Israel de Dios” aquí no es otro que primariamente los judíos realmente creyentes, los que aceptaron —al igual que los demás gentiles creyentes— la regla aludida que incluye la fe en Jesús como Mesías y Salvador. Y esto, en contra posición no, de la categoría del valor soteriológico al que Pablo se refiere con la frase “Ya no hay judío ni griego…”  sino, a los judíos incrédulos y judaizantes   (Gál. 2:3-5; 11-14; 3:1s; 4:8-11; 5:1-4).  Creer que existe una tensión apostólica de que Pablo no pudo referirse a todos los que anden conforme a esta regla, para después insinuar que con la alusión “y al Israel de Dios” estaría borrando lo que ha enseñado acerca de las ya no diferencias entre judíos y griegos, es imponer —aparte de la teología de reemplazo—  una tensión que Pablo no tiene aquí. Dicho de otro modo, el tan mal interpretado versículo en que Pablo señala que  Ya no hay judío ni griego;  no hay esclavo ni libre;  no hay varón ni mujer…” (Gál. 3:28) no está eliminando la realidad de que la iglesia está constituida de gentiles y judíos (cf. 1 Cor. 10:32), de que ella también está constituida de obreros y amos, y de que existen roles definidos.

No significa esto que las distinciones inalterables fueron eliminadas para que ahora haya una especie de anarquía laboral  y una proliferación permisiva supuestamente “bíblica” del ministerio presbiteriano femenino. Así también, y a pesar que judíos y gentiles forman parte del cuerpo de Cristo, Pablo no está atentando aquí contra la unidad del cuerpo de Cristo, sino,  subrayando en base a la bendición apostólica (paz y misericordia) a un grupo que es parte de la iglesia pero que tiene un trasfondo diferente  por así decirlo, a los griegos (gentiles), de modo que Pablo se vio en la necesidad de alentarlos y animarlos a no ser encandilados por la  constante corriente anticristiana del judaísmo que amenazaba las iglesias de Asia menor; judíos  incrédulos que estaban haciendo estragos no solo a los de su “raza”[18], sino que también, a muchos gentiles (cf. Gal 2:11-14). No es difícil comprender que Pablo sintió la necesidad de dar un último disparo en contra de estos judaizantes,  refutando la pretensión que ostentaban de ser de la estirpe más fina de  Israel. Pero no, del “Israel de Dios”. Un buen comentario para cerrar aquí, es que hiciera en su momento, el profesor Ernest DeWitt Burton (1856-1926), quien  agrega otros matices interesante. 

“La frase τὸν Ἰσραὴλ τοῦ θεοῦ [El Israel de Dios] agrega una segunda idea de último momento, (b) Aunque Rom 9:6 y 1 Cor. 10:18 muestran que Pablo distinguió entre Israel según a la carne [incrédulo y antagónico] y al Israel según elección o promesa, Rom 2:29 [y] Fil 3:3  sugieren que él podría usar τὸν Ἰσραὴλ τοῦ θεοῦ [El Israel de Dios] de todos los creyentes en Cristo, independientemente de su nacionalidad, sin embargo, no hay instancia del uso de Ἰσραὴλ [Israel] excepto de la nación judía o una parte de ella. Estos hechos favorecen la interpretación de la expresión como no aplicable a la comunidad cristiana [iglesia]… en este sentido, τοῦ θεοῦ [de Dios], no se refiere a toda la nación judía, sino al piadoso Israel, el remanente según la elección de la gracia (Rom 11:5) incluso aquellos que no habían visto la verdad como la vio Pablo… En este caso, la bendición se divide en dos grupos distintos. En el primero, el apóstol invoca la paz sobre aquellos que reconocen y actúan de acuerdo con el principio del v. 15, y, en distinción de estos, la misericordia de Dios a través de la cual pueden obtener iluminación y entrar en paz, sobre todos aquellos dentro de Israel que a pesar de que aún no han sido iluminados, son el verdadero Israel de Dios. […] En vista de las fuertes expresiones anti judaicas del apóstol, él se siente impulsado, por la inserción de καὶ [“y”]  a enfatizar esta expresión de su verdadera actitud hacia su pueblo.” (Burton  1962:357s).


Conclusión

Pablo dice: “Y a todos los que anden conforme a esta regla,  paz y misericordia sea a ellos,  y al Israel de Dios.” Como señala el profesor Ryrie: “El amilenarista insiste en que estos versículos enseñan que el Israel de Dios es la Iglesia entera” (Ryrie 1974:80). En la Biblia de  Estudio “Herencia Reformada”, usted puede leer algo similar, así: “al Israel de Dios. Significa toda la compañía del pueblo de Dios, compuesto tanto de judíos, como de gentiles” (Bilkes 2018:1723). Algunos amilenaristas por cierto, ven en esta declaración de Pablo aun, a los creyentes del AT (Belch 1994:115). Sin embargo y como señalamos al principio, no se trata de interpretar dispensacionalmente el texto, tampoco  debería primar una interpretación amilenarista  en detrimento de una exégesis objetiva del texto, sino, de poner las cosas en su  contexto y dejar que el texto mismo dirija el trabajo como hemos tratado de hacer aquí.  De esta manera, la interpretación más normal de acuerdo al texto y al contexto y por supuesto también, a la coyuntura problemática contextual histórica es que el “Israel de Dios” es una referencia primaria, a los creyentes judíos con una intensión secundaria apologética en contra de los judíos incrédulos judaizante.   Ahora bien, debemos además añadir que la alusión paulina de a “todos los que andarán conforme a esta regla” por supuesto, incluye tanto a judíos como a gentiles  porque justamente, la iglesia está formada por judíos y gentiles de manera que todos los creyentes deben andar de acuerdo a esta regla, lo cual, no quita el hecho de que Pablo quiso hacer una distinción parenética —no soteriológica— especial y necesaria.   










Bibliografía

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[1] Literalmente expuso: “…los mismos que se jactan de ser la casa de Jacob y el pueblo de Israel son desheredados de la gracia de Dios” (Ireneo en Gómez 2019:101).
[2] Como constata notablemente  Rubén Gómez, Crisóstomo dijo toda suerte de lindezas sobre os judíos, llamando a la sinagoga, prostíbulo, teatro, cueva de ladrones, guarida de bestias salvajes, morada de demonios, aun, y por si no quedaba claro del todo, llegó a decir, “odio a los judíos” (Gómez 2019:104).
[3] Se menciona en ella, y sin formalismo algún la idea de que los israelitas han sido desheredados del pacto. Así leemos: “No seas semejantes a ciertas personas [judíos]  que amontonando pecado sobre pecado, diciendo que nuestro pacto permanece para ellos también. Es nuestro sí; pero ellos lo perdieron en esta forma para siempre, cuando Moisés lo acaba de recibir” (Epístola de Bernabé en Gómez 2019:99).
[4] Conocido es por todos, la obra de Lutero, “Sobre los judíos y sus mentiras”.
[5]La palabra kai, por lo tanto, debe aquí ser traducida "aun" o dejarse sin traducir como la hace la Versión latinoamericana de las Sociedades Bíblicas en América Latina.” (Hoekema 2008:224s).
[6]¿Vamos a concebir, entonces, que ahora al llegar al final mismo de su carta, va a arruinar todo lo que dijo por medio de pronunciar primero una bendición sobre “todos” (o: “tantos como”) los que se conduzcan por la regla de gloriarse en la cruz, sean judíos o gentiles de nacimiento, y después pronunciar una bendición sobre aquellos que no (o: que todavía no) andan conforme a esta regla? No puedo aceptar esta interpretación.” (Hendriksen 2005:166).
[7] «…creo probable que en Gálatas 6:16 Pablo se refiera a la totalidad de la iglesia como “Israel”» (Moo 2011:637).
[8] Aunque no lo dice de manera explícita, Storms siguiendo a Gary Burge señala que Pablo con dicha frase ya no se basa en afirmaciones étnicas o históricas de raza o identidad, Israel ahora es el título para el pueblo de Dios que pertenece a Abraham sin importar su composición étnica (Storm 2018:134).
[9] Dice el profesor Millos: “De modo que al referiste al Israel de Dios, no está refiriéndose a una clase de creyentes diferentes a los miembros de la iglesia, judíos y gentiles creyentes, sino a todos los que creen en Cristo […] Con todo es necesario ser muy equilibrados en cuanto a las diferencias entre Israel, como nación heredera de promesas específicas, y la iglesia […] En la posición de la Iglesia en la presente dispensación no hay diferencias entre judíos y gentiles, porque ya no existe la pared de separación y no tiene importancia la circuncisión ni la incircuncisión… esto no significa que la Iglesia, el Israel espiritual, reemplaza definitivamente al Israel nacional, para que el que existen promesas que serán cumplidas en el tiempo determinado para ello. Tengo la convicción bíblica profunda sobre la restauración de Israel como pueblo en el fututo y la interpretación al concepto de Israel de Dios, no contradice lo que se enseña en el sentido de Israel nacional, en otros logares.” (Millos 2013:596).
[10] Señala el profesor Beyer: “La objeción dispensacionalista debe evaluarse con cuidad. En principio, la idea es correcta, porque leyendo la Biblia entera es obvio de que la historia de Dios con la humanidad se desarrolla según distinta y determinadas etapas (“dispensaciones”). Por lo tanto, se debe respetar la posición de que Israel juega un papel especial e importante en el futuro que no debe confundirse con el papel de la iglesia. Pero ello no afecta a este versículo, el cual aparentemente se usa “Israel” en un sentido especial figurado o simbólico. […] Entonces no es extraño que en una ocasión especial, sobre le trasfondo del conflicto con los judaizantes, se aplique el nombre de “Israel de Dios” a la iglesia para destacar su rol como cuerpo espiritual unido formado por judíos y gentiles por igual (Ef. 2:14-16). En este sentido especial, ya no hay judío ni griego… [Ahora] Pablo no se contradice. Este versículo no necesariamente ocluye que el Israel “espiritual” (=la iglesia) reemplazará al Israel nacional. Creemos en la restauración de Israel como pueblo, según las promesas, y nuestra interpretación no contradice de ninguna manera a esta enseñanza del NT.” (Beyer 2009:386).
[11]  Que la paz y la misericordia acompañen a los que viven según esta regla, que son el Israel de Dios.”
[12] El consenso en este sentido es claro (véase por ejemplo, MacArthur 2010:14; Hendriksen 2005:22; Beyer 2009:30; Bruce 2004:59).
[13] De acuerdo a 1:2, la carta fue dirigida a las “iglesias de Galacia”, una región en la que habían varias iglesias locales ubicadas en Asia menor, en la que se mencionan localidades como Pisidia, Frigia, Licaonia, como también Antioquía, Iconio, Listra, Derbe, entre otras  más (Hec. 13:13s; 16:1s). Como era la costumbre de Pablo, cada vez que llegaba a las localidades, lo primero que hacía, era visitar las sinagogas (Hec. 9:20-22; 17:1s; 18:19s, 26; 19:8), de acuerdo al orden divino de su llamado (Hec. 9:15-16).  De manera que gentiles y judíos, fueron quienes llegaban a la fe por medio de la predicación primitiva del evangelio (Hec. 10:1s; 14:1s), de manera que sobre la marcha las iglesias eran conformadas en su mayoría, por creyentes gentiles y judíos (Hec. 14:21-28; 16:1; 18:1ss, 8).   Hechos 19:10 subraya todo lo anterior: “Así continuó por espacio de dos años,  de manera que todos los que habitaban en Asia,  judíos y griegos,  oyeron la palabra del Señor Jesús.” (cf. Hec. 20:17-21*). No cabe duda que Pablo hablando a los  hermanos de Galacia (varias iglesias locales), también tenía en mente a los creyentes judíos (Gál. 2:15), en especial, aquellos que estaban sido fascinados por la mentira. Muchos de quienes Pablo señala que querían volver “nuevamente”, al culto en el que habían sido criados (Gál. 4:8-11).  De alguna forma, el problemas de los gálatas eran también, el de los destinatarios de la epístola a los hebreos, pues al igual que estos últimos, los gálatas estaban abandonando la Superioridad de Cristo, y de esta manera, cayendo de la gracia (5:4). 
[14] Samuel Pérez Millos traduce: “Y todos los que con el principio este estarán de acuerdo, paz sobre ellos y misericordia y sobre el Israel de Dios” (Millos 2013:589).
[15] De la asíndeton, lo contrario a polisíndeton.
[16]  Perfecto activo participio plural del verbo οἶδα (oída) saber, reconocer.
[17] Bien señala el profesor Ryrie: “Sólo la interpretación explicativa («aún») identifica la Iglesia e Israel. Aunque la gramática no puede por sí misma decidir el asunto, el argumento del libro de Gálatas favorece el significado conexional o enfático de «y». Pablo había atacado fuertemente a los legalistas judíos; por lo tanto, sería natural que recordase con una bendición especial a aquellos judíos que han abandonado ese legalismo para seguir a Cristo y la regla de la nueva creación. Uno podría también preguntarse por qué, si los escritores del Nuevo Testamento querían igualar a Israel y la Iglesia, no lo hicieron claramente en los otros muchos lugares en sus escritos, donde, sin duda, tuvieron oportunidad de hacerlo. El uso de las palabras Israel e Iglesia nos muestra claramente que en el Nuevo Testamento el Israel nacional continúa con su propia promesa y la Iglesia nunca es igualada con un «nuevo Israel» así llamado, pero cuidadosa y continuamente se distingue como una obra de Dios para esta época.” (Ryrie 1974:80).
[18] Por supuesto, hay solo una raza, pero aquí nos referimos a la relación interna entre grupos de judíos.

2 comentarios:

  1. Muchas gracias hermano y pastor Joel por este buen estudio. Que bueno que resalte el hecho de que no hay que imponer una teología sobre un texto, sino dejar que hable por sí mismo. Está bien documentado, así que le felicito por su rigor académico. Personalmente me ayudó para darme cuenta que la postura dispensacional es insostenible y quiero darle mis razones.
    1. El uso del polisíndeton únicamente demuestra que el Espíritu Santo por medio de Pablo quiere que pongamos especial cuidado a cada una de las cláusulas por separado. No es correcto asumir que su uso tiene el objetivo de probar que la cláusula A "no es sinónimo" de la cláusula C. La prueba de eso es que si usáramos el asíndeton tampoco probaría que sí son sinónimos.
    2. Subrayo estas dos frases:
    "Primero, desde su propio contexto, y desde el sentido más exegético lo cual subraya la idea de que Pablo está refiriéndose a un grupo especial que por supuesto también es parte de la iglesia."

    "Así también, y a pesar que judíos y gentiles forman parte del cuerpo de Cristo, Pablo no está atentando aquí contra la unidad del cuerpo de Cristo, sino, subrayando en base a la bendición apostólica (paz y misericordia) a un grupo que es parte de la iglesia pero que tiene un trasfondo diferente por así decirlo, a los griegos (gentiles),"

    La conclusión de todo el artículo básicamente señala que el Israel de Dios no es la Iglesia sino que son creyentes judíos. Pero estas frases señalan claramente que aunque son creyentes judíos, SON PARTE de la Iglesia.

    Esto contradice lo que dice en la cita de Burton:

    "En este caso, la bendición se divide en dos grupos distintos. En el primero, el apóstol invoca la paz sobre aquellos que reconocen y actúan de acuerdo con el principio del v. 15, y, en distinción de estos, la misericordia de Dios a través de la cual pueden obtener iluminación y entrar en paz, sobre todos aquellos dentro de Israel que a pesar de que aún no han sido iluminados, son el verdadero Israel de Dios."

    Atrás decía "Con justa razón, podían ser calificados como: “el Israel de Dios”, porque primero, eran parte del pueblo étnico de Israel —judíos — y segundo, porque andaban de acuerdo a la regla cristiana."

    Entonces ¿Cómo es la cosa? Por un lado dice que el Israel de Dios son judíos creyentes, que son parte de la Iglesia y que andan según la regla cristiana y por otro lado que son todos aquellos dentro de Israel que no han sido iluminados.

    3. Eso entonces me deja en una contradicción insoluble, porque si son aquellos que dice Burton, los de Israel que no han sido iluminados ¿Cómo puede decirse de ellos que andan según la regla cristiana? Y si se trata de los judíos creyentes, que como subrayé, "son parte de la Iglesia", entonces tenemos que Pablo está aplicando el término "Israel de Dios" a una parte de la Iglesia: Los judíos creyentes que se contrastan con los judaizantes incrédulos. ¿Cómo es que Pablo aplica el término "Israel de Dios" a una parte de la Iglesia y luego se afirma que ese pueblo es separado de ella? Aún quitando a los gentiles de la ecuación, entonces la conclusión es insostenible, pero como además ya no hay judío ni griego, sino una nueva creación, todo aquella bendición que se pronuncia sobre una parte de la Iglesia (los judíos creyentes) también tiene que aplicar para la totalidad de ella (los gentiles creyentes). Por lo tanto mi conclusión, es que si aún aceptamos que el texto de Gálatas 6:16 específicamente se refiriera a los judíos creyentes, es aplicable por extensión a toda la Iglesia.

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    1. Estimado, tres cosas generales. Lo demás, está bastante claro en el artículo. Primero, “asumir” es justamente lo que hacemos cuando no tomamos en cuenta las marcas exegéticas del texto. Y esto, es algo común en la exégesis reformada. Sin embargo, el texto es claro en este sentido y como se señala en el artículo: la presencia de este recurso literario paulino —que es copulativo— revela que (A) no es sinónimo de (C), sino, una clarificación a las categorías que Pablo tiene en mente en la carta. La exégesis y las explicaciones del artículo, son muy claras y surgen del texto mismo. No voy a explicar nuevamente, lo que el texto dice claramente.
      Segundo, subrayas estas frase: "Primero, desde su propio contexto, y desde el sentido más exegético lo cual subraya la idea de que Pablo está refiriéndose a un grupo especial que por supuesto también es parte de la iglesia." Y añades: "Así también, y a pesar que judíos y gentiles forman parte del cuerpo de Cristo, Pablo no está atentando aquí contra la unidad del cuerpo de Cristo, sino, subrayando en base a la bendición apostólica (paz y misericordia) a un grupo que es parte de la iglesia pero que tiene un trasfondo diferente por así decirlo, a los griegos (gentiles)," Y concluyes: La conclusión de todo el artículo básicamente señala que el Israel de Dios no es la Iglesia sino que son creyentes judíos. Pero estas frases señalan claramente que aunque son creyentes judíos, SON PARTE de la Iglesia.
      ¿Cuál es el problema de esto? El Israel de Dios, como claramente se señala en el contexto, son aquellos judíos opuestos a los judíos incrédulos, a quienes Pablo alude como “los de la circuncisión” (2:12). Los judíos que insistían en guardar la ley (4:8-11). Judíos y gentiles creyentes, no eliminan la salvación de Israel como Nación, esto es simplemente es ignorar lo que el texto dice aquí, y en pasajes tan claros como Romanos 11. Por esta razón, tu conclusión de que: “…el artículo básicamente señala que el Israel de Dios no es la Iglesia sino que son creyentes judíos.” Así es, y justamente, esto es considerar como el NT hace este tipo de distinción. Ser parte de la iglesia, no es equivalente a que la iglesia es el nuevo Israel, esto es simplemente, el resultado de una lectura deficiente del texto. Por otro lado, Burton no está diciendo que los judíos no iluminados en esta dispensación, sean el nuevo Israel, simplemente está diciendo que como potenciales creyentes en este era, por supuesto, pueden llegar a ser parte de este “Verdadero Israel”. No está afirmado, que la iglesia se convierte en el nuevo Israel. Por lo tanto, tu conclusión (mi conclusión, es que si aún aceptamos que el texto de Gálatas 6:16 específicamente se refiriera a los judíos creyentes, es aplicable por extensión a toda la Iglesia) no surge del texto, sino simplemente de tú sistema teológico. Te animo a dejar que el texto dirija tus conclusiones, no tu sistema teológico. Saludos.

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