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miércoles, 28 de noviembre de 2018

Romanos 10:17 ¿Se trata de oír a Cristo o la palabra referente a Cristo?


Extracto del libro «“Decisionismo o evangelismo bíblico”, un estudio histórico teológico exegético de la antiescrituralidad del decisionismo.»  pág. 291-294. Por J.A. Torres Q. Si Dios lo permite, estará disponible el año 2019. 


“Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo.” (Rom. 10:17  LBLA)

Como hemos reiterado más de una vez, la fe salvífica no es una virtud natural del hombre, tampoco, una cuestión que se produce por la persuasión humana (cf. Jn.1:12-13). El NT  declara que la fe “viene”LBLA…por el oír,  y el oír,  por  la palabra de Cristo.” (Rom. 10:17). Ahora bien, para comprender el sentido ilocutivo de este versículo no siempre advertido, notemos el siguiente breve diagrama.        












              



      Lo primero que Pablo establece en este versículo, es la formalidad del enunciado, lo cual hace con  ρα (ára)[1]Así queRV60, una cláusula deductiva, o inférica conclusiva  que deriva del pensamiento anterior  donde el énfasis es la noticia: la  buena nueva (Rom. 10:8, 14-16a)  predicada (vs. 15a) y anunciada (vs. 15b) y esto, para todos y sin distinción[2] (vs. 12). Así Pablo, —y esto— citando a Isaías define este anuncio  diciendo: “…mas no todos obedecieron al evangelio→ [εὐαγγέλιον (evangelio)]” (vs. 16a). Es de aquí entonces, que Pablo va a revelar, o más bien  aclarar, cómo es que este anuncio puede ser creído, añadiendo: «así que “la fe[3]», llegando a la preposición de genitivo clave del versículo ἐξ (ex) que literalmente significa  “[que] proviene de”→ ἀκοῆς (akoés) “oír”,  pero,  no simplemente de oír, por ello Pablo añade ἡ δὲ ἀκοὴ (je dè akoé) “pero el oír”, así→ διὰ ῥήματος Χριστοῦ. (diá jrématos Jristũ) por medio de la palabra de Cristo.” Esta última frase puede ser un poco confusa o un poco difícil sintácticamente hablando. En efecto, para el sentido de todo el enunciando, el lector común quisiera leer: “Así que la fe proviene del oír, pero el oír […] la palabra de Cristo.” No obstante, el texto señala concretamente: “Así que la fe proviene del oír, pero el oír mediante→ [διὰ][4] la palabra de Cristo.” ¿Cuál es el énfasis de Pablo entonces? ¿Se trata de “oír a Cristo”[5]  o la palabra “referente a Cristo”? ¿Es Cristo el instrumento de la predicación o el sujeto de la predicación? Las respuestas correctas a estas preguntas, deben considerar el contexto.

 Primero, Pablo tiene en mente en el contexto directo a los israelitas[6], pero a la vez, contraponiéndolos  a Cristo (cf. Rom. 9:3, 5,33; 10:4, 6, 7,8-9, 12, 13,16).  Dicho de otro modo, el Cristo que tintineó en los oídos de los judíos, no fue el mesías que esperaban, sino: “…la piedra que desecharon…” (Isa. 8:14a). Esto es, la Piedra en la que tropezaron (Isa. 8:14b). La Piedra que vino a ser  la cabeza del ángulo (Isa. 8:14c). La piedra que dice Dios, “…yo he puesto en Sion” (Isa. 28:16a) así que  —añade Dios—  “…el que creyere [en ella→ Piedra: Cristo]  no será avergonzado.” (Isa. 28:16c cf. [Sal. 118:22; Mt. 21:42; 1 Ped. 2:6-8]). Es teniendo todo esto presente que Pablo establece a sus primeros destinatarios —quienes habían tropezado con esta piedra— que tenían que creer en él,  de allí el llamado a que: “…si confesares con tu boca que Jesús es el Señor…” (Rom. 10:9a), que “…todo aquel que en él creyere, no será avergonzado” (Rom. 10:11), y que no hay un Señor para los gentiles, y otro “especial” para los judíos, sino Cristo, el Único Señor de todos (Rom. 10:12). Así, y teniendo todo esto en cuenta, la idea ilocutiva de Pablo es:   

“Así que la fe proviene del oír, pero el oír mediante  la palabra acerca de Cristo.” (Rom. 10:17)

“…la palabra acerca de Cristo” (Rom. 10:17c), en vez de “…mediante la palabra de Cristo”  subraya que el giro διὰ ῥήματος Χριστοῦ (diá jrématos Jristũ) habla finalmente acerca del kerugma[7] evangelical. Esto, porque este giro implica el sentido que incluye aquí  el genitivo objetivo “la palabra acerca de Cristo”, así, el mensaje de salvación que en él se encuentra, es finalmente el mensaje que puede proveer fe al corazón del judío como del gentil (Rom. 10:12).  Bien concluye Wilckens: “La fe (viene) de mensaje que se debe escuchar…  [y] el mensaje (proviene) de la palabra de Cristo” (Wilckens 2006:280). Ahora bien, el énfasis soteriológico de este versículo sin duda es que la fe, “proviene” de escuchar, pero el escuchar  el kerugma de Cristo. No existe entonces, una pre-fe premiada,  sólo credulidad humana[8]La latencia de la fe salvífica  —en concordancia a la elección de Dios—  se deriva del oír la Palabra  en cuanto a Cristo: el evangelio. Y esto, porque Dios decidió que el oír el κήρυγμα  (kérugma→ contendido”) cristológico,  sea el agente sustancial creativo[9] (v. 1 Cor. 1:21). Bien señala el profesor Carballosa,  no se trata simplemente de la acción, o el acto de oír,  sino, el oír el “contenido” del evangelio  (Carballosa 1994:215). Como dijera Calvino, “…la predicación ha sido la causa de su fe...” (Calvino 1961:276). El hecho de  que aparentemente emerja (después) del hombre, no quiere decir que emane de él. Por lo tanto, y en términos prácticos: no es la circunstancia evangelical, ni el evangelista de turno, ni la oración, ni la decisión humana, sino, el ῥῆμα[10] (jrẽma→ mensaje) evangelical  de Dios el relevante en el proceso de salvación de los escogidos (v. Mr. 4:26-29; Rom. 1:1; 9:16; Jn. 6:65).

Ahora bien, Jesús muchas veces repitió: “El que tiene oídos para oír, oiga…” (cf. Mt. 11:15; 13:9,43; Mr. 4:9, 23; Lc. 8:8; 14:35; Apo. 2:7, 11, 17,29; 3:6, 13,22). ¿Qué estaba diciendo Jesús con ello? Es evidente que el sentido era espiritual, esto es, el que ha recibido oídos espirituales, entonces, ¡ocúpelos!  No todos escucharon aquel entonces, hoy, no todos escucharán, pero, los que lo harán, contingentemente evidenciarán que recibieron oídos espirituales, demostrarán con hechos espirituales que fueron  regenerados. ¿Por qué no escuchan todos? Jesús también respondió a esta objeción, dándonos un principio transversal: “…Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado.” (Mt. 13:11). En otras palabras, quienes oyen y abrazan el evangelio es porque han sido dotados de sentidos espirituales, los que no han sido arrastrados[11] por Dios, no podrán reaccionar por sí mismos  (Jn. 6:44),  lo cual —como hemos dicho—  no quita la responsabilidad humana; no obstante, es una responsabilidad escritural  que pone no solo al hombre sin Dios, sino también al evangelista en una posición correcta frente a la fe y su exigencia. Y esto hay que recalcar, el confiar en la obra de Cristo, no es una invitación tipo salvavidas, demanda fe, fe en lo que es razonable, pero una fe que por implicancia y el sine qua non del evangelio, incluye una abdicación total y un abandono de toda idea y acción humana que pretenda ser necesaria para alcanzar salvación (cf. Lc. 14:25-33). Ésta es la responsabilidad del hombre, lo cual aparentemente es una acción sencilla, no obstante, es parte del imperativo divino que si bien pone al hombre en  una difícil posición (1 Cor. 1:18; 22-24), lo remata en su orgullo al sugerirle clamar a Dios “…ten piedad de mí…” (Sal. 51:1ss), y no, el errado guión decisionista que presenta  a un Jesús que está afuera en la intemperie esperando que el hombre le abra la “puerta de su corazón”. Humanizar el evangelio entonces, puede “parecer” más llamativo y aun, más fructífero, no obstante, otro de los peligros que conlleva este camino facilista de la fe, es que en algunos casos, inmuniza a los hombres en contra del verdadero evangelio escritural, lo cual también es concretamente no confiar en el poder intrínseco del evangelio (1 Cor. 1:18) y la fe en Cristo que proviene por el oír, pero el oír el mensaje de la cruz (Rom. 10:17).








Bibliografía



Betz, 1986. Artículo: “ῥῆμα” En: Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, Volumen III. Lothar Coenen & Erich Beyreuther et al. Salamanca (España): Sígueme, 1596.
Calvino, Juan 1961. La epístola del apóstol Pablo a los Romanos, traducción al castellano por el Dr. Claudio Gutiérrez Marín. México, DF: Publicaciones de la Fuente.
Carballosa, Elvis 1994. Romanos una orientación expositiva y práctica. Grand Rapids, MI: Portavoz.
Hendriksen, William 2006c.Comentario al Nuevo Testamento, Romanos [Versión original  PDF]. Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
MacArthur, John  2010. Comentario MacArthur del Nuevo Testamento, Romanos. Grand Rapids, MI: Portavoz.
Millos,  Samuel  2011. Comentario exegético al texto griego del Nuevo Testamento, Romanos. Viladecavalls, (Barcelona): Clie.
Moo, Douglas 2014.Comentario a la epístola de Romanos. Viladecavalls, Barcelona, España: Clie.
Metzger, M. Bruce 2006. Un comentario Textual Al Nuevo Testamento Griego. German Bible Society.
Pickering, N. Pickering 2014. The Greek New Testament, according to Family 35.
Strong, James 2002.Concordancia exhaustiva de la Biblia. Nashville, MI: Caribe.
Wilckens, Ulrich 2006. La Carta a los Romanos 6-16 (Vol. II). Salamanca, España: Sígueme.







[1]  Cf. el uso de ἄρα (ára) en: Mt. 7:20; Rom. 5:18; 8:1,12; Gál. 3:29; 6:10; Efe. 2:9; 1 Tes. 5:6; 2 Tes. 2:15. Etc.
[2] Judíos, como griegos.
[3] Gr. ἡ πίστις  (jé pístes) “la fe.”         
[4] Gr.  διὰ con genitivo, “por”, por medio de.”
[5] Como constata Moo, algunos han observado que el genitivo Χριστοῦ (Jristũ) es subjetivo, teniendo la idea de “la palabra comisionada por Cristo” (Kuss), o “proclama por Cristo” (Munck). Sin  embargo, y, al igual que nosotros hemos constatado, se trata más bien aquí de un genitivo subjetivo, así: “la palabra que proclama a Cristo” (Moo 2014:734).
[6] Rom. 9:4,6,24,25,27,31;10:1,19;11:1,2,7,11ss,25,26.
[7] “…agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicaciónκήρυγμα  (kérugma).” (1 Cor. 1:21). El kerugma es el contenido del evangelio cristiano comunicado (cf. 1 de Cor. 15:1-4).

[8] El hombre incrédulo no está ajeno a la fe, sino, a la fe salvífica, a la fe divina. Esto no se debe olvidarse, el hombre no es un incrédulo, sino también un ser creyente, pero es su estado natural, creyente en cualquier cosa (1 Cor. 2:14; Rom. 3:10ss).
[9]El contenido del evangelio es el  instrumento que provoca la fe en el corazón del oyente.” (Carballosa 1994:215).
[10]  El  jréma es la declaración, el asunto declarado, el mensaje. Así, en este contexto no es otra cosa que el evangelio (Strong 2002:75). Esto es, el mensaje cristiano. Betz comenta: «… para el creyente es palabra cercana, otorgada a él y salvadora (Rom 10,8); esta palabra es llevada por los mensajeros de Cristo hasta los límites del orbe, igual que el cántico de alabanza (Rom 10,18 según Sal 19, 5). Aquí Pablo puede denominar la buena noticia del evangelio como “palabra de Cristo” (Rom 10, 17…)» (Betz 1980III:278).   
[11] Jn. 6:44 del gr. ἑλκύω (jélkúo)  “arrastrar” (cf. Jn. 21:11; Stg. 2:6; Hec. 21:30, etc.). 

3 comentarios:

  1. Muchas gracias por esta información tan importante y edificante, expuesta con toda la rigurosidad del caso, Dios los bendiga.

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  2. Es una verdadera bendición, muchísimas gracias.

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