Por J.A. Torres Q.
Me llama
gratamente la atención este artículo llamado: “La música que escucho y
recomiendo”[1]
escrito por Jacobis Aldana que puede leer aquí..
Primero,
y tiene sentido que excluya a íconos populares que escuchan la mayoría de los
evangélicos, su elección:
1.
“Sovereing Grace Music” – Español.
2.
“Mauricio Velarde”, “Sergio Villanueva.”
3.
“Jonathan y Sarah Jerez.”
4.
“Alabanzaré”
5.
“Samuel Barceló.”
6.
“Miguel Asenjo.”
|
¿Qué
tienen en común todos estos cantantes? Jacobis Aldana lo alude en el mismo
artículo en la siguiente frase:
“Estoy
plenamente convencido que en vano trabajamos forjando una teología, si lo que
cantamos o la música que escuchamos no va de acuerdo con lo que creemos.”
|
En
un grado consensual los mencionados tienen en común la “creencia”, el enfoque
bíblico que quieren plasmar en sus canciones. A. Mohler dijo: “…si usted
realmente quiere saber lo que las personas creen de Dios, no pierda tiempo
leyendo a los teólogos, escúchelos cantar”. Por eso se hace
necesario entender lo que sucede en el día de hoy.
Está
de moda cantar canciones de Sovereing Grace, ¿es que estamos viviendo una
reforma de la música cristiana? Pudiera ser, pero en muchas iglesias que están
cantando estas alabanzas, encontramos también en sus listas de coros, a Marcos
Brunet, Marcos Barrientos o Jesús Adrián Romero, este último, que dice que
Dios: “Todo lo creó para llamar mi atención para conquistarme, y para
alegrarme” (Ayer te vi). No se trata de denostar a estas personas y quizás
a quienes los siguen que, en muchos casos hacen con “honestidad” lo que creen
es adoración, de hecho, no todas las canciones de quienes perecen a esta “familia
musical” (CanZion, Vástago, Aliento, Hillsong) son necesariamente anti bíblicas
(¿debemos ser selectivos?); el punto es entender —por un lado— la razón de
fondo del norte “teológico” mayoritario de la música “cristiana” hoy y sus
énfasis claramente emocionales, no es casual escuchar frases como: “…estoy
enamorado de ti, estoy desesperado por ti…” (Pablo Medina). “Yo quiero
intimar con Jesús, yo quiero sentir tu perfume…” (Brunet). Por esto es
bueno preguntarse, ¿por qué el consenso entre estos cantantes acerca de su
forma lírica de “adorar”? ¿Qué tienen en común realmente? ¿Por qué el énfasis
musical es de manera constante el “sentir la presencia…”? Repito, Jacobis
Aldana ha dado en el clavo, se trata de la “creencia”. No es casual que todos
estos cantantes “evangélicos” provienen de iglesias pentecostales que abrazan un credo
justamente pentecostal, en algunos casos, carismático. Y recalco, no estoy
haciendo una crítica al hermano pentecostal, sino a la razón de fondo del por
qué estos matices, entender por qué escuchamos este tipo de frases y la
repetición de ellas una y otra vez en una misma canción, la respuesta, la
teología original pentecostal, el “pentecostalismo”. En otras palabras, Azuza
aún está entre nosotros. ¿Qué sucedió en Azusa 312, EE.UU el año 1900? Allí
nació el pentecostalismo. ¿Cómo eran las reuniones? Las reuniones comenzaban a
las 10:00 am., y continuaban durante por lo menos doce horas, Seymour —el
fundador— no predicaba la Escritura, simplemente solía leer dos o tres palabras
de la Biblia y luego gritaba “¡Hablen en lenguas! Alrededor del salón de
aquella casa los hombres saltaban y gritaban. Las mujeres “danzaban”, cantaban
y caían al suelo. De esta manera cada cierto tiempo las personas caían
extasiadas por “el poder de Dios”. Fue allí que nacieron doctrinas como “el
bautismo del Espíritu Santo pentecostal”, “la doble unción”, y los énfasis en “sentir”
la “presencia” de Dios, en especial también, el uso de las lenguas como
evidencia de la “presencia” del Espíritu Santo.
La
historia en este sentido es aun más desastrosa, pero basta este sucinto resumen
para entender por qué el pentecostalismo musical no es nada más que el eco del
pentecostalismo histórico. No es casual que Marcos Brunet —de confesión
Asamblea de Dios— hable[2] de
Azuza de acuerdo a su propia “creencia”, y enfoque histórico pentecostal, así,
no nos habla del “desorden” evidente que fue el movimiento original, sino del
“avivamiento” pentecostal. Lamentablemente estos énfasis emocionales han
permeado ha muchas iglesias. Pero no es menos cierto que Dios ha levantado a
una nueva camada de “músicos” que se están levantando para recordarnos cómo
debería ser la adoración bíblica cantada que incluso se está abrazando entre
muchos hermanos pentecostales que han vuelto a las Escrituras. El desafío,
¿debemos ser selectivos? A mi manera de ver, no, porque es otra manera de caer
en el pragmatismo ético que olvida que el mensaje (cantado) no puede separarse
del mensajero (el que canta).
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