Un aspecto clave del
amilenialismo es la idea de que Jesucristo está reinando en su reino ahora.
Pero, ¿está reinando Cristo hoy realmente? Esa es la visión del amilenialismo,
el dispensacionalismo progresivo y la mayoría, si no todas las variaciones
de la escatología inaugurada. Es probablemente la visión más común entre los
cristianos de todo el mundo en el día de hoy. Simplemente se asume que, dado
que Cristo es el Rey, por lo tanto, debe estar ejerciendo ese rol ahora al
presente. Cualquier sugerencia de lo contrario se trata como una idea ridícula
o incluso blasfema. Sin embargo, ¿es cierto que Cristo está reinando hoy como
rey humano en el papel davídico sobre Jerusalén y el mundo como se prometió en
ambos Testamentos (2 Sam. 7:11ss; Lc. 1:26-33)? ¿Es verdad que los cristianos
no necesitan realmente orar para que venga el reino del Señor (Mateo
6:10), ya que ya lo ha hecho?
La Soberanía general
presente de Cristo
Ciertamente, el Dios
trino reina en el sentido de Su soberanía general sobre todas las cosas como
siempre lo ha hecho y siempre lo hará. No hay duda sobre ello. Pero, no parece
que Cristo esté reinando de manera directa con toda la rebelión existente, así,
el asesinato, las guerras, el crimen y la corrupción en todo el planeta es una
realidad evidente y creciente. Si asumimos que Él está reinando actualmente,
podríamos imaginar fácilmente una mejor manera de hacerlo. Admito que esto
puede sonar un tanto arrogante. Pero la imaginación de la que estoy hablando no
es el tipo de visión atea de un mundo mejor. Por el contrario, estoy pensando
en Su reinado en la forma en que justamente leemos en tantas referencias del
Antiguo Testamento. Las profecías veterotestamentarias, como las mencionadas
anteriormente. En otras palabras, la mente informada bíblicamente sabe que hay
algo mejor que lo que estamos experimentando en este momento, y obtenemos esa
idea de las Escrituras proféticas. Eso parece ser mucho mejor que el reino
“milenial” amilenial actual.
Ahora, es necesario
señalar en este punto que no se debe considerar que las condiciones
generalmente pacíficas y prósperas en el Occidente, particularmente en los
Estados Unidos y otras naciones occidentales, nos cieguen al hecho de que en
gran parte de la población mundial, se vive bajo la opresión y un déficit
económico que simplemente sería inaceptable para muchos de nosotros en nuestro
contexto. Aun así, la muerte prevalece en todas las sociedades, incluso en
nuestro continente. En consecuencia, evidentemente no estamos experimentando lo
que debería ser el gobierno directo de quien tiene la vara de hierro para dicho
régimen glorioso: Cristo, escenario en el que incluso el crimen del enemigo
está muy bien restringido.
¿Está Cristo Sentado
hoy en el trono?
Para constatar si
las Escrituras enseñan que el reinado de Cristo durante la era de la iglesia
está presente hoy, debemos escrutar una serie de textos relacionados
con ese reinado para ver si se revela alguna información explícita o pistas
sobre su relación con el presente. Tales textos incluyen Hebreos 10:13, 1:13,
Sal 110:1s, Mateo 22:44 y 1 Cor. 15:25.
Primero Hebreos
10:13. Sin duda es la mejor explicación del Salmo 110:1 en términos de la
actividad presente del Señor. En este verso, el autor explica que Jesús se
sentó a la diestra de Dios, “esperando desde ese momento hasta que sus
enemigos se conviertan en un estrado de sus pies.” La palabra clave es
“esperar”, pues explica la acción que Cristo está ahora asumiendo a la diestra
de Dios. Su posición (sentado) en Salmo 110:1 (שֵׁ֥ב)
se equipara aquí no a reinar, sino a esperar. De acuerdo con BDAG, la palabra
significa “permanecer en un lugar o estado y esperar un evento o la llegada de
alguien, esperar”. Esto es, tiene el matiz de esperar no solo en términos de
tiempo, sino de esperar con la expectativa de recibir alguna cosa. Eso se
correlaciona muy bien con la verdad de Lucas 19:11–27, que nos informa que el
Señor viaja a un país lejano para recibir un reino y luego regresar. El Señor
está esperando el momento en que el Padre determine que los enemigos de Cristo
serán subyugados hasta el punto que se cumpla la hora en que Cristo regrese y
tome las riendas directas del poder sobre el mundo como rey todopoderoso y
perfecto que es.
Ahora, Hebreos 1:13
es una cita más directa del Salmo 110:1 (véase también Mt. 22:44; Mr. 12:36;
Lc. 20:42–43; Hec. 2:34–35). Una simple lectura de ambos textos indica que el
Padre dirige al Hijo a sentarse a Su diestra por un tiempo específico. Ese tiempo
de espera termina cuando Dios crea una situación diferente en la que los
enemigos del Señor son finalmente Su escabel. Así, la acción de Cristo sentado
sugiere una actitud pasiva, no activa. Dicho en otras palabras, el que Cristo
esté sentado en estas referencias equivalente a esperar, no a
reinar. Esto se aplica a los otros textos que señalan que él está “sentado a la
diestra” de Dios, como en Mateo 26:64, Efesios 1:20, Hebreos 1:3,
8:1 y Hebreos 12:2. En apoyo a este punto, observe quién es el agente activo en
el texto, es decir, ¿quién precisamente está derrocando a los enemigos? Es el
primer Señor del Salmo 110:1, es decir, Dios el Padre. Él es el “Yo” que
convertirá a tus enemigos [del Mesías] en estrado de tus pies [los pies del
Mesías].
1 Cor. 15:25 es otro
texto crucial con respecto a la pregunta de si Cristo está hoy reinando.
Nuevamente viene a la mente el Salmo 110:1 con su lenguaje
teológico acerca de poner a los enemigos bajo los pies del Mesías.
Esto ha provocado que algunos intérpretes lleguen a la conclusión de que este
texto —con énfasis en el reinado de Cristo— deba correlacionarse exactamente
con el Salmo 110:1. Pero esto confunde un par de puntos claves. Para ver esto,
primero debemos resaltar las diferencias textuales de los versos. Observe
los pronombres resaltados:
Salmo 110: 1— El Señor dice a mi
Señor: "Siéntate a mi diestra,
|
Hasta que yo ponga
a
tus enemigos
por estrado de tus pies.
|
porque él debe reinar
hasta que él haya puesto a todos sus enemigos
debajo de sus pies
1 Cor. 15:25.
|
En el Salmo 110:1,
el Padre es el actor que somete a los enemigos de Cristo y los pone bajo el
escabel en nombre de Su Hijo. En 1 Cor. 15:25, Cristo es el actor que pone
a sus propios enemigos bajo sus propios pies. Podemos explicar esto de dos
maneras. O bien, hay dos fases de la subyugación de los enemigos de Cristo, con
el Padre llevando a cabo primero la subyugación de tales enemigos y el Hijo
haciéndolo después. Prefiero el siguiente entendimiento: el Salmo 110:1 es una
referencia a la presente edad donde Cristo está hoy sentado. Por el contrario,
la segunda opción interpretativa cree que el Padre está
ahora subyugando a los enemigos a través de la obra del Hijo. Esto
último sin embargo, requiere ver la primera parte del Salmo 110:1 como
cumpliéndose ahora (“siéntate a mi diestra”), y la segunda parte (“hasta que
ponga a tus enemigos”) como teniendo su cumplimiento cabal en el reino
milenario. Sin embargo, en ninguna de las dos inferencias anteriores, el estado
presente de Cristo “sentado” (a la diestra de Dios) se equipara a un reino
presente. El contexto del Salmo 110:1 es claro que es Dios el Padre que habla
al Señor de David, es decir, al Mesías. La identificación del sujeto de la
oración puede no ser tan obvia en 1 Cor. 15:25 debido a todos los pronombres en
el verso anterior y el mismo versículo 25. Pero, al rastrear cuidadosamente los
pronombres obtenemos lo siguiente:
1 Cor. 15:24 — Luego vendrá el fin,
cuando el [Mesías] entregue el reino al Dios Padre después de destruir todo
dominio y toda autoridad y poder.
1 Cor. 15:25— porque él [el Mesías]
debe reinar hasta que él [el Mesías] haya puesto a todos sus enemigos [del
Mesías] bajo sus pies [los del Mesías].
|
Esto nos lleva al
segundo punto clave, la cronología general del pasaje de 1 Corintios 15. El
relato paulino revela que Cristo está actualmente sentado y esperando, no así,
reinando. Mientras está sentado, en algún momento, el Padre someterá a todos
los enemigos del Mesías a quienes Él confinará para que esto de lugar al
comienzo del Reino mesiánico. Esta subyugación se producirá al final de la
Tribulación. El Mesías se levantará de Su posición actual (“sentado a la
diestra de Dios”), y recibirá la investidura del reino del Padre, y vendrá —en
el acto— a la tierra para reinar sobre ella. Más tarde, (después de muchos
días) él entregará el reino al Padre. Esta secuencia de eventos se ajusta a 1
Cor. 15:23-25. En el versículo 23, se menciona la venida de Cristo. El
versículo 24 se dice: “luego vendrá el fin”, lo que sugiere el paso de
una cantidad notable de tiempo, un milenio para ser precisos. En ese momento,
Él entregará el reino al Padre, momento en el cual ha puesto fin a todo
gobierno y poderes hostiles. El versículo 25 es explicativo, pues comienza con
la palabra “para” (γὰρ), lo que indica que
este verso explica algo del anterior. Cristo pone fin a
todo dominio, autoridad y poder porque el plan predeterminado de
Dios es que debe destruir a todos sus enemigos, incluso al enemigo final, la
muerte.
Frente a lo
anterior, existe una objeción al respecto, la cual señala que el Padre ya habrá
subyugado a dichos enemigos, así: ¿Cómo es que Cristo debe hacerlo de nuevo? La
respuesta a esta objeción es realmente sencilla, y es que Dios
establece el escenario inicial para el reino. Pero a lo largo de más de mil
años, varias formas de oposición podrían surgir en un mundo donde los pecadores
todavía están presentes como se menciona en los pasajes de Isaías que
observamos (Isa. 11:1ss). Todos los enemigos sin duda deben ser subyugados en
todo el mundo y en una instancia definitiva y ordenada antes de que el Hijo
devuelva el reino al Padre. Por lo tanto, dicha situación ocurre: la inicial,
la del Padre a corto plazo y, la de Cristo a largo plazo, esto es,
en Su reino milenial sobre las naciones de la tierra.
En resumen, el Salmo
110:1 destaca el estado presente de espera de Cristo a la diestra de Dios. 1
Cor. 15:25 destaca el reinado activo de Cristo, que no se caracteriza por la
idea pasiva de estar sentado, sino más bien subrayando la idea de reinar. En
consecuencia, estos textos no deben armonizarse apresuradamente para sugerir
que el estar sentado a la diestra de Dios es igual a reinar.
El Reinado futuro de
Cristo
Una gran cantidad de
textos indican que el reinado de Cristo es aún futuro hasta el momento de este
escrito. Además de la oración modelo (Mateo 6:10), hay una serie de textos que
hablan de un reinado futuro. Estos incluyen Hechos 14:22; 2 Tim. 4:1, 4:8; Juan
3:5; 2 Pedro 1:11; 1 Cor. 6: 9-10; 1 Cor. 15:50; Gálatas. 5:21; Ef. 5:5. Sin
duda es perspicaz suponer que el debate se puede resolver apelando a estas
referencias como una paradoja. Por el contrario, una mirara objetiva a la
realidad presente en este mundo decadente en el que vivimos, junto con una
lectura clara del texto de las Escrituras, indica que estamos justamente en un
momento de espera hasta que llegue el reino. De hecho, estamos esperando con
Cristo, que está esperando el tiempo dispuesto por el Padre para intervenir en
los reinos de este mundo y tomarlos definitivamente. Por supuesto, no fue algo
que los discípulos supieron ni aun es algo que nosotros podamos saber hoy, pues
el tiempo o las fechas precisas que el Padre ha fijado por medio de Su
autoridad solo es algo que pertenece a Él (Hechos 1:6s). Sin embargo, algo sí
podemos saber con certeza y es que Dios finalmente restaurará el reino a Israel
(Hechos 1:6). Así también, podemos saber con certeza que los santos
reinarán con Cristo (Ap. 20:6, 2 Tim. 2:12). Aun más, podemos y debemos orar
para que venga el reino (Mt. 6:9s). Pero, no podemos saber el momento de su
futura venida. En conclusión, dejando a un lado el reino de Dios en términos de
su soberanía omnipotente hoy presente, también hay en las Escrituras (AT y NT)
—como hemos observado— un sentido diferente del reino, y es el hecho escritural
de que Jesucristo finalmente ejercerá en algún momento en el futuro, tal reino
literal y terrenal.
Algunas aplicaciones
para el creyente de hoy
¿De qué sirve a los
cristianos en el siglo XXI lidiar con todo esto? Primero, tenemos que estar
consientes de que se nos recuerda en las Escrituras que hay mucha revelación en
ella acerca del futuro. Por lo tanto, es injustificable ser agnósticos o despreocupados
acerca de lo que dicen las Escrituras claramente al respecto. Puede que aun no
tengamos una posición personal en el asunto, sin embargo, difícilmente podemos
decir que este tópico en realidad tiene poca importancia. En efecto, al
observar el testimonio apostólico —por ejemplo— sí, notamos que
importan, pues son enseñanzas expresadas con certeza acerca de la
futura resurrección (1 Cor. 15), el reino literal de Cristo (Mt. 19:27-28; Apo.
20) y el estado eterno subsiguiente (Apo. 21-22), así, y
entre otras cosas más, tales enseñanzas exigen de nosotros además, una ética
santa hoy.
Segundo, podemos ser
perdonados por pensar que la escatología es un asunto complejo y que debido a
ello, —en comparación al evangelio— no importa mucho como otras
verdades cristianas centrales justamente, como el evangelio. No obstante, lo
que este artículo pone de manifiesto es que el intérprete premilenial de las
Escrituras mira la Biblia de manera muy diferente al intérprete
amilenial. Esto debería llamar nuestra atención. Por ejemplo, el intérprete
amilenial dice que Apocalipsis 20 no es un texto muy claro. Sin embargo, la
mayoría de los lectores fieles que vienen al texto por primera vez no estarían
de acuerdo en lo más mínimo con esta conclusión. Por el contrario, lo que dice
Juan allí, está muy claro. Sin embargo, el intérprete amilenial insiste que no
hay un reino de Cristo de 1.000 años. ¡Pero el texto dice que sí, y seis veces
repite el número 1,000! Tales referencias son inconfundibles. Por lo tanto,
dado que el amilenialista lee las Escrituras de manera tan diferente, los
aliento a que tengan una persuasión literal y que traten con cautela
las interpretaciones amilenialistas. Dichas interpretaciones —en algunos
detalles— pueden estar bien; en otros —quizás en gran parte— estar
contaminadas con las mismas presuposiciones alegóricas propias del sistema en
sus raíces.
Por último, todo
esto exige de nosotros la necesidad imperiosa de una exégesis cuidadosa en la
correlación de todos los datos bíblicos sobre este tema o cualquier otro tema
relativo. No podemos conformarnos con explicaciones que extiendan la
imaginación en busca de un sistema sofisticado. El enfoque dispensacional
general (o el enfoque premilenial más amplio, si lo prefiere), no es en
absoluto infantil. Más bien, toma de manera literal y seriamente lo que Dios
dice en Su Palabra, y a la vez, lo correlaciona coherentemente en una teología
bíblica sistemática sana. Y por supuesto, no pretende en absoluto ser un
enfoque humanista o simplista, por el contrario, es fiel al texto y la
intención del Autor del texto.
Interesante. Lo comparto.
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