Por Pr. J.A. Torres Q.
Un arminiano —no necesariamente hostil a
la soteriología reformada— sabe muy bien expresar, aun, enseñar lo siguiente: “Porque por
gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de
Dios…” (Efe. 2:8a) RV60. No obstante,
no entiende realmente qué quiere decir realmente la Sola
Gracia. Aun más, me llama la atención, y quizás también, me deja un
poco perplejo el escuchar algunas predicaciones de algunos ministros evangélicos
con títulos como: “La verdadera Gracia de Dios”, o, prédicas explicativas como:
“¿Qué es el nuevo nacimiento?” Ya títulos como, “La verdadera…”, o, “Qué es
realmente…” son un poco osadas, claro, a menos que se enseñe correctamente el
principio escritural; no obstante lo que me deja más desorientado aún, es
el contenido de las mismas, y en especial, las que el
predicador al final dice a voz en cuello: ¿Cuántos quieren nacer de nuevo? No
son predicaciones necesariamente heréticas, no obstante, revelan una "pía" ignorancia del tema.
La Gracia, desde
el punto de vista soteriológico, tiene dos polos; la obra de Cristo “por”
nosotros, y la obra de Cristo “en” nosotros”; lamentablemente, muchos hablando
de la “Verdadera Gracia de Dios” sólo se enfocan en el “por” nosotros, cerrando
allí el tema, lo cual no está mal, no obstante al no distinguir o, omitir el
segundo polo de la misma, y agregando frases como, “tienes que aceptarle…”,
“debes hacer la oración…”, ¿quieres nacer…?” se vuelcan concretamente a la
misma noción que la iglesia de Roma tenía durante la contra reforma acerca de
este tema, por cierto, que aun se tiene.
Pelagio (354-520 d.C.) el primero en levantar el humanismo en la salvación, fue condenado por los concilios de Milevi y Cartago en el 418 d.C., y finalmente por el concilio de Éfeso en el 431 d.C., pero, claramente sus ideas aun están presentes en el día de hoy, en efecto, Pelagio cuando hablaba de la Gracia de Dios, se refería a libre albedrío, y muchos han adoptado esta premisa (Erickson 2008:645). Por ello Agustín le refutó notablemente rescatando el ordo salutis correcto, y aun más, sacando del polvo humanista el polo interno de la Gracia, esto es, la obra de Cristo “en” nosotros. Lo cual trajo a colación con el latinismo “initium fidei” (el inicio de la fe). Aunque sin duda el NT revela la necesidad de que el hombre se arrepienta y crea, debemos entender justamente, cómo es que se inicia la fe, la verdadera fe. Agustín nos da la respuesta, escribió:
«La fe, pues,
desde el comienzo hasta su perfección es don de Dios […] este don se concede
a unos y a otros no. […] pero por qué la fe no se concede a todos no debe
inquietar al creyente que sabe que todos los hombres, por el pecado de uno,
merecieron una condenación justísima. Pero por qué Dios libra a unos de esta
condenación y a otros no, pertenece a Sus juicios insondables […] si se
investigara e inquiriera cómo es que Dios que cada uno que recibe fe es digno
de semejante don, no faltarían quienes dijeran “Por la voluntad humana”
[libre albedrío]. Pero nosotros declaramos que es por la gracia, o
predestinación divina.» (Agustín en Calvino 2008:26).
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Para Agustín la
Gracia divina estaba basada en la
Soberanía de Dios, y no sólo incluía la obra de Cristo “por” nosotros, sino
esencialmente, una obra activa y constante “en” nosotros”. En otras palabras, y
desde el enfoque del “por”, la Gracia obró un sustituto “por” y/o en lugar de nosotros, Cristo;
y, desde el punto de vista de “en”, nos capacitó para abrazar la obra de Cristo
(Hec. 2:47; 10:34-35; 13:48; 27-28; 1 Tes. 2:13-14). No es casual entonces, que,
tanto Agustín como los reformadores, hablaran de una Gracia operativa, jamás,
cooperativa. De una salvación monergista, no sinergista. Pero, ¿qué sucede hoy
en nuestra selva evangélica? Erwin Lutzer tiene mucha razón, la diferencia
entre un católico y un evangélico, es grande, no obstante, muchos evangélicos
concuerdan con la teología católica en el sentido de que han aceptado la idea
de Juan Casiano, el promotor del semipelagianismo. ¿Que creía Casiano? Como escribiera
el profesor Reinhold Seeberg, Casiano: «“sostenía
firmemente dos principios acerca de la gracia divina: que somos incapaces de
hacer algo bueno sin la ayuda de Dios (col. xiii: 6), y que es necesario
preservar la afirmación del libre albedrío […] síguese de ello que la gracia y
el libre albedrío cooperan; “Así, pues, la gracia de Dios coopera siempre para
el bien con nuestra voluntad…”.» (Seeberg 1963:364). Y la conclusión obvia
entonces fue: “…puesto que él quiere que todos los hombres sean salvos, y sin
embargo no todos son salvos, sólo es culpa del hombre que algunos se pierdan, y
la voluntad humana es la única responsable.» (Seeberg 1963:364). Como
usted puede observar, las preposiciones
“por” y “en”, no son tan superficiales. ¡Dios nos ayude a ver la implicancia de
las mismas en la teología! !Los dos polos de la Gracia!
Bibliografía
Calvino,
Juan 2008. La predestinación y la providencia de Dios. Guadalupe,
Costa rica: CLIR.
Erickson, Millard 2009. Teología Sistemática. Grand, Rapids, MI:
Clie.
Seeberg,
Reinhold 1963.Manual de Historia de las Doctrinas, Tomo I. El Paso TX:
El Lucero.
Torres,
A. Joel 2015. ¿Decisionismo o evangelismo Bíblico? ISBN
978-956-351-515-2, Victoria, IX Región: Chile.
Lutzer,
Erwin 2001. Doctrinas que dividen. Grand, Rapids, MI:
Portavoz.
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