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jueves, 16 de junio de 2016

El síndrome posmoderno hermenéutico de Nabucodonosor

Por J.A. Torres Q.

La mala interpretación bíblica puede ser el resultado de una falta de hermenéutica sana, sin embargo  y aun considerando las diferencias interpretativas clásicas que existen en evangelicalismo (al menos las que se pueden considerar “diferencias” a-herética)  existe una hermenéutica antojadiza que lejos de fallar por falta de prolijidad exegética, lo hace  concretamente  en contra y negación del sentido objetivo del texto y el significado llano que el autor quiso darle a determinado pasaje escritural.



        La hermenéutica de Nabucodonosor es en este sentido, la radiografía de esta clase de interpretación que encontramos en muchos adherentes en el día de hoy que superponiendo la “cultural” sobre el principio a-cultural, nos presentan nuevos paradigmas de interpretación; en muchos casos esto no sólo ocurre por una interpretación antojadiza de la Escritura,  sino —y al igual que Nabucodonosor— por el móvil de fondo que tienen; es en este sentido que muchos hoy y con un ropaje de intelectualidad pretende  encaramarse por sobre la inteligibilidad significante del mensaje escritural promoviendo nuevas interpretaciones “sociales” del texto, de manera que el evangelio en sí, no es un epíteto adecuado, nos hablan no solamente del “evangelio de la prosperidad”  ahora se suman: “evangelio social”, “evangelio completo”, “evangelio integral”,   todas modas ideológicas que pretenden lo que el término “evangelio” por sí sólo contiene e implica, "suficiencia" para la necesidad primordial del hombre, esto es, su falta de justicia frente a Dios (Rom. 5:8-11; Heb. 9:27). Aun más, el feminismo hermenéutico se ha venido a pasos agigantados sugiriendo igualdad de roles aun en el gobierno y el presbiterio de la iglesia (cf. Alvera  Mickelsen).

      Que interesante es observar que Pedro a los de su tiempo no los llamó “innovadores intelectuales”, o “pensadores ingeniosos”, sino, “indoctos” e “inconstantes”  (2 Ped. 3:16). En efecto,  hoy más que nunca se está cuestionado la interpretación objetiva de las escrituras en sus principios atemporales, premisas “nuevas” que vienen simplemente de la vieja teología liberal y la neo-hermenéutica  promovida  por  Rudolf Karl Bultman (1884-1976),  Ernst Fuchs (1903-1983) y Gerhard Ebeling (1912-2001), en especial, sistematizada por Hans-Geor Gadamer (1900-2002);  la novedad propuesta, la “polisemia”, la cual señala que  el significado  depende de cómo tú lo veas, pero no debes ser dogmático, tu interpretación es parte de un crisol de miradas que debemos respetar. En otras palabras, no importa el significado literal y objetivo, sino, el encuentro existencial que tú tienes con el texto, lo que tú sientes es la idea, esa es la interpretación (Karl Barth [1886-1968]), y por cierto, si quieres participar en esta nueva perspectiva, no puedes ser dogmático, ni “fundamentalista”, un término que ha evolucionado de manera peyorativa aun cuando Jesús mismo fue el fundador del fundamentalismo bíblico (1 Cor. 3:11). ¿Cómo era la hermenéutica de Nabucodonosor entonces?  Después que Daniel interpretó el sueño a este rey babilónico (Dan. 2:31ss)  aparentemente comprendió realmente quien debía ser adorado, no fue casual que haya dicho a Daniel, “…ciertamente el Dios vuestro es Dios de dioses y Señor de los reyes…” (Dan. 2:47).  Sin embargo, después de haber incluso  puesto a Daniel como co-gobernador de Babilonia y a los amigos de éste sobre los negocios de imperio, el relato inmediato, nos muestra a este rey mandándose a hacer una estatua de oro en su propio honor, en efecto, Daniel le había dicho, “…tú eres la cabeza de oro…” (2:32) y el pensó que su interpretación práctica de aquellas palabras,  no eran improcedentes  para pedir en sus días nada menos que a los pueblos, naciones y lenguas que fuese adorada.

            ¿Qué sucedió? Daniel, y sus amigos se negaron a adorar a la  estatua de Nabucodonosor, estos recalcitrantes fundamentalistas no aceptaron otra mirada hermenéutica al respecto. Sin duda la reacción de Nabucodonosor no fue diferente a la de muchos “teólogos” hoy en día, esto es, al advertir la teología de Daniel y sus amigos,  demudó su rostro y se llenó de intolerancia (ira) ante la respuesta de los que tenían sólo una interpretación de la revelación. ¿Cuál era el problema real de Nabucodonosor? En algunos casos, el síndrome hermenéutico de Nabucodonosor no se soluciona al ser expuesto a los milagros de Dios (Dan. 3:24-25), en el mejor de los casos, al igual que este rey sólo tendrán una buena respuesta política al dar  aparentes luces de arrepentimiento frente a sus desvaríos interpretativos más osados  (3:29), y esto,  porque  simplemente aún el ribete más profundo en ellos no ha sido extirpado. 



         Sí, Nabucodonosor terminó comiendo hierba literalmente como los animales (4:33)  y la razón del por qué terminó de esa manera, lo revelan sus propias palabras:«¿No es ésta la gran Babilonia que “yo” edifiqué para la casa real con la fuerza de “mi” poder, y para la gloria de “mi” majestad?» (Dan. 4:30).  Aparentemente los neo-teólogos polisémicos y sus inclinaciones por las ideas  teológicas novedosas y pseudo académicas creen tener una reflexión más eminente, no obstante, al igual que Nabucodonosor y desde el punto de vista de Dios, adolecen justamente del intelecto espiritual sometido a la fe dada una vez por todas a la iglesia, no es casual que Nabucodonosor  expresará dos veces después de la “terapia” de Dios: “…y mi razón me fue vuelta…” (4:34, 36).  Sin embargo  —y teniendo en cuenta lo anterior— el quiste heterodoxo más profundo de Nabucodonosor, se rebela en la última palabra del último versículo del capítulo 4,  paradójico y quizás triste, porque Nabucodonosor lo reconoció después que tocó fondo:   «Ahora yo, Nabucodonosor, alabo, ensalzo y glorifico al Rey del cielo, porque sus obras son todas verdaderas y justos sus caminos; El puede humillar a los que caminan con “soberbia.”» (Dan 4:37).