Por J.A.
Torres Q.
La mala interpretación bíblica
puede ser el resultado de una falta de hermenéutica sana, sin embargo y
aun considerando las diferencias interpretativas clásicas que existen en
evangelicalismo (al menos las que se pueden considerar “diferencias”
a-herética) existe una hermenéutica antojadiza que lejos de fallar por
falta de prolijidad exegética, lo hace concretamente en contra y
negación del sentido objetivo del texto y el significado llano que el autor
quiso darle a determinado pasaje escritural.
La
hermenéutica de Nabucodonosor es en este sentido, la radiografía de esta clase
de interpretación que encontramos en muchos adherentes en el día de hoy que
superponiendo la “cultural” sobre el principio a-cultural, nos presentan nuevos
paradigmas de interpretación; en muchos casos esto no sólo ocurre por una
interpretación antojadiza de la Escritura, sino —y al igual que
Nabucodonosor— por el móvil de fondo que tienen; es en este sentido que muchos
hoy y con un ropaje de intelectualidad pretende encaramarse por sobre la
inteligibilidad significante del mensaje escritural promoviendo nuevas
interpretaciones “sociales” del texto, de manera que el evangelio en sí, no es
un epíteto adecuado, nos hablan no solamente del “evangelio de la prosperidad”
ahora se suman: “evangelio social”, “evangelio completo”, “evangelio
integral”, todas modas ideológicas que pretenden lo que el término
“evangelio” por sí sólo contiene e implica, "suficiencia" para la
necesidad primordial del hombre, esto es, su falta de justicia frente a Dios
(Rom. 5:8-11; Heb. 9:27). Aun más, el feminismo hermenéutico se ha venido
a pasos agigantados sugiriendo igualdad de roles aun en el gobierno y
el presbiterio de la iglesia (cf. Alvera Mickelsen).
Que
interesante es observar que Pedro a los de su tiempo no los llamó “innovadores
intelectuales”, o “pensadores ingeniosos”, sino, “indoctos” e “inconstantes”
(2 Ped. 3:16). En efecto, hoy más que nunca se
está cuestionado la interpretación objetiva de las escrituras en sus principios
atemporales, premisas “nuevas” que vienen simplemente de la vieja teología
liberal y la neo-hermenéutica promovida por Rudolf Karl
Bultman (1884-1976), Ernst Fuchs (1903-1983) y Gerhard Ebeling
(1912-2001), en especial, sistematizada por Hans-Geor Gadamer
(1900-2002); la novedad propuesta, la “polisemia”, la cual señala que
el significado depende de cómo tú lo veas, pero no debes ser
dogmático, tu interpretación es parte de un crisol de miradas que debemos
respetar. En otras palabras, no importa el significado literal y objetivo,
sino, el encuentro existencial que tú tienes con el texto, lo que tú sientes es
la idea, esa es la interpretación (Karl Barth [1886-1968]), y por cierto, si
quieres participar en esta nueva perspectiva, no puedes ser dogmático, ni
“fundamentalista”, un término que ha evolucionado de manera peyorativa aun
cuando Jesús mismo fue el fundador del fundamentalismo bíblico (1 Cor. 3:11). ¿Cómo
era la hermenéutica de Nabucodonosor entonces? Después que Daniel
interpretó el sueño a este rey babilónico (Dan. 2:31ss) aparentemente comprendió
realmente quien debía ser adorado, no fue casual que haya dicho a Daniel, “…ciertamente
el Dios vuestro es Dios de dioses y Señor de los reyes…” (Dan.
2:47). Sin embargo, después de haber incluso puesto a Daniel como
co-gobernador de Babilonia y a los amigos de éste sobre los negocios de
imperio, el relato inmediato, nos muestra a este rey mandándose a hacer
una estatua de oro en su propio honor, en efecto, Daniel le había dicho, “…tú
eres la cabeza de oro…” (2:32) y el pensó que su interpretación
práctica de aquellas palabras, no eran improcedentes para pedir en
sus días nada menos que a los pueblos, naciones y lenguas que fuese adorada.
¿Qué sucedió? Daniel, y sus amigos se negaron a adorar
a la estatua de Nabucodonosor, estos recalcitrantes fundamentalistas
no aceptaron otra mirada hermenéutica al respecto. Sin duda la reacción de
Nabucodonosor no fue diferente a la de muchos “teólogos” hoy en día, esto es,
al advertir la teología de Daniel y sus amigos, demudó su rostro y se
llenó de intolerancia (ira) ante la respuesta de los que tenían sólo una
interpretación de la revelación. ¿Cuál era el problema real de Nabucodonosor?
En algunos casos, el síndrome hermenéutico de Nabucodonosor no se soluciona al
ser expuesto a los milagros de Dios (Dan. 3:24-25), en el mejor de los casos,
al igual que este rey sólo tendrán una buena respuesta política
al dar aparentes luces de arrepentimiento frente a sus desvaríos
interpretativos más osados (3:29), y esto, porque
simplemente aún el ribete más profundo en ellos no ha sido
extirpado.
Sí, Nabucodonosor terminó comiendo hierba literalmente como los animales
(4:33) y la razón del por qué terminó de esa manera, lo revelan sus
propias palabras:«¿No es ésta la gran Babilonia que “yo” edifiqué para la
casa real con la fuerza de “mi” poder, y para la gloria de “mi” majestad?» (Dan.
4:30). Aparentemente los neo-teólogos polisémicos y sus inclinaciones por
las ideas teológicas novedosas y pseudo académicas creen tener una
reflexión más eminente, no obstante, al igual que Nabucodonosor y desde el
punto de vista de Dios, adolecen justamente del intelecto espiritual sometido a
la fe dada una vez por todas a la iglesia, no es casual que Nabucodonosor
expresará dos veces después de la “terapia” de Dios: “…y mi razón me
fue vuelta…” (4:34, 36). Sin embargo —y teniendo en cuenta
lo anterior— el quiste heterodoxo más profundo de Nabucodonosor, se rebela en
la última palabra del último versículo del capítulo 4, paradójico y
quizás triste, porque Nabucodonosor lo reconoció después que tocó fondo:
«Ahora yo, Nabucodonosor, alabo, ensalzo y glorifico al Rey del
cielo, porque sus obras son todas verdaderas y justos sus caminos; El puede
humillar a los que caminan con “soberbia.”» (Dan 4:37).