Una mirada precisa de la ambigüedad
"evangélica", escribe J.C. Ryrie:
«“Solo
vive aquel que para Dios vive, y todos los demás muertos están”. Esta es la
verdadera explicación de la condición humana cuando los pecados no se sienten,
los sermones no se escuchan, los buenos consejos no se siguen, el evangelio es
ignorado, cuando no se renuncia al mundo, la cruz no se lleva, ni se deja a un
lado la voluntad propia, ni se abandonan las malas costumbres, cuando apenas se
lee la Biblia y las rodillas nunca se doblan para
orar. ¿Por qué sucede todo esto en todas partes? La respuesta es sencilla: Los
hombres están muertos. Esta es la verdadera versión de la lista de excusas que
tantos hacen. Algunos no tienen preparación, y otros no tienen tiempo. Algunos
están obsesionados con sus negocios y el dinero, y algunos con su pobreza.
Algunos sufren dificultades en su familia y otros con su salud. Algunos tienen
problemas que les impiden responder a su llamamiento que, según dicen, los
demás no comprenden; y otros tienen inconvenientes en el hogar y esperan que de
algún modo se solucionen. Pero Dios tiene una descripción muy breve en la
Biblia para todos ellos. Dice: Están muertos. Si germinara la semilla de la
vida espiritual en ellos, sus excusas pronto desaparecerían. Esta es la
verdadera explicación de muchas cosas que quebrantan el corazón del pastor que
es fiel a Dios. Muchos a su alrededor nunca asisten a un culto. Algunos asisten
tan esporádicamente que resulta claro que no le dan importancia. Muchos asisten
una vez el domingo cuando bien pudieran hacerlo dos veces. Muchos nunca
participan de la mesa del Señor ni de ningún medio de gracia entresemana. ¿Y
por qué es esto? Con frecuencia, con demasiada frecuencia, hay solo una
respuesta posible: Están muertos. […] No es solo en los cementerios que
encontramos a los muertos; hay demasiados dentro de nuestras iglesias y cerca
de nuestros púlpitos, demasiados en los bancos y asientos. El mundo es como el
valle en la visión de Ezequiel: “Lleno de huesos… muchísimos sobre la faz del
campo, y por cierto secos en gran manera” (Eze. 37:1-2). Hay almas muertas en
todas nuestras congregaciones y por las calles. Es prácticamente imposible
encontrar una familia en que todos sus integrantes anden en los caminos del
Señor, prácticamente imposible encontrar un hogar en que no haya un muerto.
¡Pongamos nuestra atención en nuestro hogar y busquemos e investiguemos la
realidad! Pongámonos a prueba nosotros mismos. ¿Estamos vivos o muertos?» (J.C.
Ryle página 5).
Léelo completo aquí, quizás estás muerto y no
lo sabes.
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