La responsabilidad “social” del cristianismo y la
cobeligerancia. “Cobeligerancia” ¿un nuevo caballito de Troya filosófico entre
los cristianos de hoy, o una alternativa legítima si se es “sabio”? La
cobeligerancia es en cierto sentido la alternativa "pía" del antiguo,
“el fin justifica los medios…”, y la derogación del: “dime con quién andas y te
diré quién eres…”; ¿Qué es la cobeligerancia? La cobeligerancia fue un término
acuñado por el gran teólogo reformado Francis Schaeffer (1912-1984). No se
conoce mucho, pero su propuesta es bastante atrayente para los teólogos de
laboratorio de hoy. En términos de explicación, la cobeligerancia describe la
actividad de los “cristianos” que trabajan con “no cristianos” en una causa
común política, económica, ecuménica o cultural, basado en la “gracia común”,
esto es, todos, —y en algún sentido— pueden aunar fuerzas para evitar “un mal”
común.
En términos superficiales, no pareciera ser un
predicamento ilícito, pues, si en mi población hay alguien que quiere abrir un
prostíbulo, la cobeligerancia haría que mi firma en contra de ello, estuviera
al lado de la firma de personas con las cuales jamás “iría a misa”, pero daría
solución a una causa consensual y “buena”. De allí que muchos cobeligerantes
vean “ejemplos bíblicos” en esto, como José que "trabajaba
juntamente" con los egipcios para aliviar la hambruna (Génesis 41) y
Daniel en la corte de Nabucodonosor (Daniel 2). De allí el postulado: “En un
contexto cultural donde los cristianos tienen poca influencia por sí solos, la
cobeligerancia es un medio estratégico para lograr cambios sociales.” (Strange
2005:2) Ahora, y viendo un matiz más crítico, ¿puede el marxista ser aliado de
un cristiano en una causa común para los pobres? El cobeligerante responde sí.
Pues bien. Este fue el caso de un misionero despistado de los años 70 que dijo:
“…conversando con un líder marxista, descubrí que lo que él quería para su
país, también lo mismo quería yo. Lo llevó a esta conclusión Marx, pero a mí el
Evangelio me llevó a la misma conclusión.” (Scopes en Bravo
2012:13). La “responsabilidad” social del cristianismo mal entendido puede
llevar a las personas (cristianos) a un cobeligeranismo, —por ejemplo—
ecuménico idealista despistado (¡Chile para Cristo!), aun peor, a ver el reino
de Dios aquí y ahora a través del cumplimento del paraíso social-cristiano, no
sólo como lo ha visto el neo-carismatismo (“tu mejor vida ahora” Joel Osteen)
sino en especial, como lo plantearon los teólogos protestantes latinoamericanos
que politizaron el evangelio, uno de ellos, el “alabado” José Míguez Bonino
(1924-2012), quien escribió más de 12 libros y un centenar de artículos con
esta visión. Bonino, llegó a convencerse que el marxismo era la alternativa
para construir una sociedad justa, a través de lo que se llamó la “teología de
la liberación”. No obstante, la antesala de esta “teológica-social”, ha sido
precedida por otros escalafones decadentes, que fueron y son aún atrayentes
para muchos teologuillos y seminaristas idealistas (jóvenes), como la
influencia de teólogos neo-ortodoxos (Karl Bath; Bultmann), y aquellos que
vieron el pecado como algo más social (Bonhoeffer).
¿Cuál es la debilidad, peligro y sutileza de la
cobeligerancia? ¿Cuál es el límite correcto de la responsabilidad “social” del
cristianismo? Quizás no hayan respuestas fáciles, pero uno de los riesgos más
patentes de este predicamento (cobeligerancia), es que el profesante de estas
ideas socialmente “atractivas”, no sólo adapte su cristianismo a un socialismo
sacralizado, sino que con ello termine trabajando para el enemigo, llegando a
relegar la esencia, la singularidad, superioridad y suficiencia del
cristianismo que vino a solucionar no un problema social del hombre, sino su
condición espiritual frente al Juez de toda la tierra (Sal. 50:6). La
cobeligerancia entonces, puede ser “atractivo”, pero puede llevarte a bajar
sutilmente por los escalafones del cristianismo horizontal (sólo el prójimo),
luego a la religión sin fe (terapia social), luego a la negación del
meta-relato (vida eterna, reino de los cielos), y finalmente a ver a Cristo
como un simple caudillo de libertad y salvación social. En otras palabras,
salir en la noche a darles una taza de café a los indigentes puede ser algo
bien cristiano, pero todo ello será inútil, si el evangelio no es el propósito
esencial de aquella acción “social”, pues el hombre no necesita liberación
social, sino espiritual. Ahora, notando nuevamente el postulado clímax de la
cobeligerancia: —“...la cobeligerancia es un medio estratégico para lograr
cambios sociales.”— claramente también, exhibe un idealismo escatológico. ¿Será
que F. Schaeffer, al igual que Agustín de Hipona —y la iglesia católica—
esperaba la "ciudad de Dios" aquí y ahora? Es evidente que la
realidad mundial confirma la doctrina escrituraria de los últimos tiempos, lo
cual nos enseña que ninguna acción cobeligerante, ni un énfasis social del
cristianismo traerán el reino literal de Cristo a la tierra. El mundo está en
decadencia constante, y el cristiano no debe confundir su labor, una labor
esencialmente espiritual, no social. En efecto, no vivimos en tiempos donde el
calvinismo afectó todas las esferas del quehacer social, vivimos en las últimas
etapas de los últimos tiempos, en donde el ateísmo, la amoralidad, la
corrupción, el ecumenismo y toda la decadencia moral del hombre, serán la
ante-sala del arrebatamiento.
Bibliografía
Strange,
Daniel 2005. Artículo: “La cobeligerancia y la gracia común ¿Puede el enemigo
de mi enemigo ser mi amigo?” volumen 14, número, septiembre 2005. Traducido por Manuel Serrano y Mayra Ileana
Urízar de Ramírez.
Bravo S. Jonathan
2012. Departamento de Historia. El proceso evangélico: Las Iglesias
Evangélicas chilenas durante el Gobierno Militar 1973-1978. Tesina para lograr el grado de licenciado en historia,
Universidad Alberto Hurtado, Santiago, Chile.