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miércoles, 28 de enero de 2015

El semipelagianismo antiguo y moderno


El semipelagianismo  fue  una interpretación teológica que vino a reemplazar al pelagianismo,  se conoció como la doctrina de los clérigos “Marselleses”, el semipelagianismo  (Lacueva 1975:41). Sus proponentes fueron Juan Casiano (360-435 d.C.), abad de Marsella. Genadio de Marsella (494-501 d.C.). Vicente de Leríns (450† d.C.) y Fausto de Riez (410-495 d.C.). No obstante, la idea fue preliminarmente expuesta por los monjes Hadrumento y Vital. Este último exponía,  que si bien es cierto todo el bien que uno hace, lo debe a la Gracia de Dios, no obstante, el primer paso a la salvación  —el initium fidei—  es únicamente nuestro y Dios no interviene en ello (González  2010:356). En cuanto al semipelagianismo organizado entonces, fue una iniciativa de los Marselleses, y en directa oposición  a lo que Agustín había expuesto. Esta posición pretendió resguardar tanto la soberanía de Dios en la salvación, como el libre albedrío en la misma.  En palabras de Seeberg: “…puesto que él  quiere que todos los hombres sean salvos, y sin embargo no todos son salvos, sólo es culpa del hombre que algunos se pierdan, y la voluntad humana es la única responsable.” (Seeberg 1963:364).  El punto clave del semipelagianismo, fue la cuestión del initium fidei.  Casiano en el siguiente comentario revela la esencia del semipelagianismo temprano. Escribió: “Tan pronto como Él [Dios] descubre en nosotros el comienzo de una buena voluntad, la ilumina y alienta e incita hacia a la salvación, haciendo crecer lo que Él mismo plantó, o lo que ha visto surgir por nuestro propio esfuerzo.” (Casiano en González 2010:357).

Juan Casiano no negaba la Gracia divina como Pelagio, no obstante, la idea esencial de su pensamiento radica en que Dios, coopera en la salvación humana, en otras palabras, es una Gracia que queda finalmente supeditada a la decisión humana. Seeberg, nos aclara las ideas de Casiano al respecto: «“sostenía  firmemente dos principios acerca de la gracia divina: que somos incapaces de hacer algo bueno sin la ayuda de Dios (col. xiii: 6), y que es necesario preservar la afirmación del libre albedrío […] síguese de ello que la gracia y el libre albedrío cooperan; “Así, pues, la gracia de Dios coopera siempre para el bien con nuestra voluntad…”.» (Seeberg 1963:364).

Muchos podrían pensar que estas ideas fueron sólo propuestas y seguidas por la teología del quinto siglo, no obstante, y para sorpresa de muchos, es una postura que se sigue con mucha popularidad en el día de hoy. Lutzer escribe: “… el semipelagianismo goza [hoy] de amplia aceptación entre los evangélicos que enseñan que no es Dios sino cada hombre como individuo quien elige si es o no salvo.” (Lutzer 2008:174). Notemos un ejemplo actual de esto. La Biblia “Vida Nueva” expone en sus notas de “estudio”, la conclusión del pensamiento semipelagianista: “La salvación se produce como un don de la gracia de Dios, pero sólo puede obtenerse por la respuesta humana de la fe. La fe en Jesucristo es la única condición que Dios exige para la salvación....” (Biblia de estudio “Vida Plena”. Pág. 1582).

No obstante, la conclusión práctica del pensamiento  similar es aun más osada. En palabras de Marcos Witt, podremos notar la idea en su máxima expresión. Quizás Witt raya el pelagianismo. Dos declaraciones de Witt, que reflejan el semipelagianismo en su sentido práctico. 


«Dios nos ha dado libre albedrío para escoger, permitir que el sea el Dios de nuestras vidas, y si no lo permitimos, obviamente no; pero en su capacidad de ser Dios para el resto del mundo, ¡claro que es capaz!  Pero está limitado a la fe de cada individuo. Si el individuo dice: “yo quiero que Dios, sea el Dios de mi vida”, el puede hacerlo para todo el mundo, pero si la persona no  le permite entrar, él no puede, tiene las manos atadas a la voluntad de la persona.» (Witt 2014:1; [minuto 4:41ss]).

Luego, desde el minuto 23:00, Isaac Sosa, —bajo el tema de la paz de Dios—  dice y pregunta: “Uno como cristiano, que conoce la palabra, puede conocer, o entender esa paz, ¿Cómo podrían los demás, —los que están alrededor [los incrédulos]— esa paz, exactamente conocerla? Responde Witt:

 “Es muy sencillo Isaac. Es hacer una invitación. Tienen que invitar. Dios no se forza sobre nadie, porque así nos construyó. Recuerda, desde el principio Dios creó al hombre porque quería tener amistad, quería tener comunión. Quería tener al hombre como su amigo. Él estaba buscando un ser que escogiera, tener amistada con Él. Como tú y yo sabemos Isaac, un amigo que tenemos, que es amigo a la fuerza...  no es una amistad muy plena; Pero, alguien que ha escogido ser mi amigo, ¡ah! eso es muy diferente, ahí hay comunión mucho más plena. Es lo mismo, Dios deseo que nosotros quisiéramos tener amistad con Él, por eso nos dio, libre albedrío. La voluntad de escoger. Escojo ser amigo de Dios, o no, y esa decisión la tiene cada individuo.  Entonces, cada uno de nosotros tenemos que llegar a un momento y decir, “ok”, yo quiero ser amigo de Dios. ¿Cómo puedo ser amigo de Dios? Bueno, empiezas por invitarlo a tu corazón. Invitarlo a tu vida. Ponlo en el centro de tus decisiones. Pregúntale cosas de cómo él piensa, como él habla, y ahí te vas a dar cuenta de cómo la vida va a cambiar para ti, literalmente.” (Witt 2014:1 [desde el minuto 23:00 hasta el 24:34s]). 

Cabe destacar que el semipelagianismo fue contundentemente condenado por el concilio de Orange en el 529 d.C.;  convención que dio por terminado la controversia semipelagiana, sin embargo, y a pesar de la aplastante respuesta del concilio de Orange, el semipelagianismo florecería tras bambalinas, hasta llegar a ser después, la posición oficial de la Iglesia Católica, paradójicamente también, la posición actual de muchos evangélicos. 



Biografía.

"Historia del Pensamiento Cristiano", Justo González.
Manual de Historias de las Doctrinas, Tomo I" Reinhold Seeberg.
"Doctrinas que Dividen" Erwin Lutzer.
"Biblia de estudio Vida Plena". 
"Doctrinas de la Gracia" Francisco Lacueva.